Notas de autora: 2011-02-07

¡Hola a todos nuevamente! Y bueno, se que aún debo un par de "one-shots" para Esclavitud, (que de hecho pienso serán los últimos, ya que no encuentro más motivos para "continuar" la historia. No tanto continuar, más bien terminar de llenar huecos vacíos… en fin xDD) esta es una pequeña historia un tanto diferente, creo que nadie ha tocado un tema de este estilo y de hecho aún no se si será solo un one-shot o si habrán más episodios luego de este, júzguenlo ustedes mismos…

Esta historia surgió como una combinación entre un sueño que tuve y propias experiencias reales, así que considero seriamente que es algo distinto, y pues espero la disfruten y cualquier cosa o duda que tengan, no olviden que pueden decirme en un review, los leo y contesto todos ^^

No los distraigo más, espero les guste esta nueva historia =)

Disclaimer: Inuyasha y todos sus conceptos y personajes pertenecen a la gran mangaka Rumiko Takahashi, yo no poseo ningún derecho sobre ellos, esta historia está hecha sin fines de lucro, únicamente busco entretener y divertirme escribiendo. Nada aquí me pertenece, salvo la trama.

Sola.

Capítulo único (?). Los juegos de mi mente.

.-~*~-Kikyo's POV-~*~-.

Los perros son tontos, o simplemente el mío ocupa ir con un oculista, urgentemente, en serio. Es decir, ¿cuántos perros se quedan quietos o te ignoran cuando pasas justo a su lado? Definitivamente el mío es uno de ellos.

-¿Ahora tú también comenzarás a ignorarme? Eres un malagradecido, ¿sabías? - hablé, dirigiéndome a mi pequeña mascota, la cual al instante levantó sus orejitas y las dirigió hacia mí, para luego comenzar a correr a mi alrededor como si su vida dependiera de ello.

Bien, probablemente el hecho de que se encontraba dándome la espalda y yo estaba en dirección contraria al viento permitió que no me notara con anterioridad.

Finalmente abrí la reja que llevaba al pequeño jardín frontal de mi casa e ingresé, con mi pequeña mascota trotando tras de mí, meneando su rabito sin control.

Abrí la puerta de entrada e ingresé únicamente para dejar mi bolso y las llaves, tomando luego un paquete de las croquetas de mi pequeño perro de pelaje negro y blanco. Tras servirle de comer me aseguré de que la reja estuviera bien cerrada. Seguía sin entender cómo rayos le hacía para salir todas las tardes que yo me marchaba al trabajo.

Lo bueno es que jamás se perdía.

Cuatro años ya. Llevaba ya viviendo sola en esta pequeña y cómoda casa por mi cuenta. Tenía un trabajo que me permitía subsistir sin problema, mi pequeña mascota que siempre me esperaba (cerca de la casa, generalmente) y si bien mi vida podría ser catalogada de aburrida... bueno, era una vida y yo estaba conforme con ella.

Tras darle de comer y rellenar su plato de agua, ingresé nuevamente a casa, esta vez para comenzar a preparar mi cena.

Mientras dejaba que el agua hirviera encendí mi computadora y comencé a leer mis correos. No eran muchos, la mayoría spam, pero un par eran importantes, de la oficina, mientras otros eran de mis amigas, invitándome a sus eventos o preguntando cuándo nos podríamos ver...

Generalmente declinaba estos mensajes. No es que no me agradaran, simplemente...

-Felicidades, ha ganado un viaje, bla bla bla... aproveche los abonos que su tarjeta bla bla bla... basura, basura, basura... ¿qué es esto?

Mis ojos se detuvieron un par de segundos para observar un mail, salido de mi propia cuenta de correo, dirigido hacia mí.

Pensé por un segundo que quizá sería algún memo que me auto envié o algo pero no era así.

Sin siquiera intentar abrir el mensaje lo eliminé de mi bandeja, para luego dejar cargando algún juego en línea que me ayudara a distraerme.

El hecho de que tuviera ya 23 años no me impediría seguir disfrutando mi juventud... a mi manera.

Finalmente terminada la cena me dirigí hacia mi habitación y, tras ponerme mi pijama, prendí por unos momentos la televisión. A veces encontraba alguna buena película para disfrutar antes de dormir.

-Basura, basura, basura... ¿Disney?... o, no es ningún clásico, basura, basura... mmm... El hombre de la máscara de hierro... esta película es vieja, pero servirá para pasar el rato.

Dejando el control a mi lado me dispuse a acomodarme mejor en la cama. No llegué ni a media película cuando me dí cuenta que comenzaba a dormirme.

Tomando el control apagué la televisión, para luego observar hacia el otro lado de mi vacía cama.

Soltando un ligero suspiro me dí la vuelta y me dormí en unos minutos.

- Mañana comenzará una rutina más, un día normal más... otro día en soledad, pero tranquilo. Un día más, Kikyo...

.-~*~-Inuyasha's POV-~*~-.

Verla discutir con su pequeño perro siempre traería una sonrisa a mi rostro. Hay que admitirlo, siempre me parecería adorable verla así.

Me encontraba recostado en el barandal de su jardín, esperándola, como siempre. La vi cargar su pesado bolso y abrir la reja antes de que me permitiera siquiera ofrecerme a hacerlo.

Cuando alimentó al pequeño Tamaki, caminé hacia ella, para poder preguntarle qué tal su día, mas rápidamente ella ingresó a la casa y comenzó a preparar la cena. Pude entrar antes de que cerrara la puerta, ¿qué acaso estaba molesta conmigo?

La vi prender su computadora y leer sus correos, mientras yo me sentaba en la sala, ansioso. La escuché decir cosas en voz baja, algo referente a basura... supuse que hablaba del dichoso spam.

Recordé el correo que le había escrito esa mañana, desde hacía unos cuatro años ella ya no me contestaba mis mensajes y solía eliminarlos sin siquiera leerlos. Esperaba que esta fuera una excepción... pero al no notar ninguna reacción de su parte supuse que no lo habría leído en lo absoluto.

Me acerqué y pude observar que lo eliminaba sin siquiera abrirlo.

-Eres algo grosera, Kikyo. - Hablé quedamente, esperando no meterme en problemas si en verdad estaba enojada conmigo... eran ya cuatro años que no me dirigía la palabra. Pero yo no me daría por vencido. Tenía que averiguar por qué había simplemente dejado de hablarme, sin razón alguna, desde hacía cuatro años.

Como que mi nombre era Inuyasha. Juro que nunca me rendiré hasta averiguarlo.

Ella no pareció escucharme y dejó cargando un juego en línea mientras se dirigía a la cocina, a terminar de preparar su cena.

Lanzando un suspiro decidí marcharme a nuestra habitación. Estaba seguro que una vez iniciada su partida, no me haría caso en lo absoluto.

Tras un par de horas la vi entrar al cuarto. Yo oculté mi rostro entre las almohadas para darle un poco de privacidad mientras se cambiaba de ropa. Si me pedía marcharme de la habitación me iría, mas nunca me dirigió la palabra.

Escuché cómo encendía la televisión y cambiaba de canales aleatoriamente. Levanté mi rostro de la almohada y observé que Kikyo ya se había arropado y acomodado a gusto en la cama, justo a mi lado. Observé la pantalla y noté que había dejado una película que siempre me había parecido interesante, mas a la mitad la apagó y yo no pude evitar mi enojo.

-¡Oye! Apenas comenzaba la verdadera acción, ¿por qué lo apagas? - le reclamé, infantilmente, mientras inflaba mis mejillas un poco.

Kikyo me observó por unos segundos, suspirando cansadamente, para luego darse la vuelta y quedarse dormida.

Esta era una rutina que no me parecía nada graciosa. Al menos ahora me había dirigido la mirada pero no había notado yo ningún cambio en su expresión cansada y... monótona.

- Mañana comenzará una rutina más, un día normal más... otro día en soledad, pero tranquilo. Un día más, Kikyo... ¿por qué te empeñas en ignorarme? ¿qué mal te he hecho? - Susurré, sin poder evitarlo, cerca de su oído, antes de recostarme a su lado y comenzar a quedarme dormido yo también, siendo arrullado por su perfume. - ¿Por qué pretendes que no existo? No tienes idea de lo mucho que eso me duele.

Besando levemente su sien, finalmente sucumbí al sueño.

.-~*~-Normal POV-~*~-.

Kikyo se encontraba tomando su desayuno, sin hablar ni dirigirle la palabra a su acompañante, quien le observaba tranquilamente.

-Tienes un poco de leche en la mejilla, Kikyo - habló Inuyasha, señalando su propia mejilla, mas la joven simplemente siguió comiendo, mientras leía el periódico.

-Mas muertes... - suspiró la joven, algo deprimida. Era triste iniciar el día sabiendo que nuevamente algunas personas ya no lo vivirían, como ella.

Inuyasha observó cómo Kikyo levantaba la mesa y se dirigía a la cocina a lavar sus platos. El joven observó frente a sí, él no había desayunado nada, generalmente no tenía hambre por las mañanas.

Kikyo se marchó a su habitación, para luego entrar al baño, donde, al verse frente al espejo, comenzó a lavar su cara, quitando de paso la pequeña mancha de leche que le había quedado del desayuno, para luego arreglarse para marcharse al trabajo.

Inuyasha observaba su labor sentado en la cama, mirando a través de la puerta abierta del baño. Su mirada tranquila observaba atentamente cada una de sus acciones.

-Hoy luces muy bien. - Habló Inuyasha, nuevamente, al verla salir del baño, con un ligero maquillaje en su pálido rostro y su cabello negro recogido en una coleta alta.

Kikyo caminó hacia Inuyasha para luego tomar la pequeña billetera que se encontraba al lado del joven.

Inuyasha suspiró levemente y se puso de pie, siguiendo a Kikyo para despedirla, como siempre.

-¿Llevas todo en tu bolso? ¿Traerás algo para cenar? ¿Tu celular está cargado? No saldrás tarde, ¿verdad? - preguntaba Inuyasha cada cierto tiempo, mas siempre era ignorado por la joven.

Al salir al jardín, Kikyo acarició levemente a su pequeño perro.

-Pórtate bien, Tamaki, me marcho ya al trabajo. No te escapes, ¿de acuerdo? Y cuida de la casa, como siempre.

El pequeño perro lanzó un fuerte ladrido, como diciendo a su ama que no se preocupara.

Finalmente Kikyo salió y cerró la puerta del jardín. Inuyasha caminó hasta el barandal y se recargó en él, mirándola con ternura. Ambos estaban frente a frente y finalmente Kikyo levantó la mirada.

Inuyasha observó por unos segundos esa mirada: tranquila y algo apagada. Esa mirada que parecía lo traspasaba.

-Regresando debo podar un poco ese rosal... - suspiró Kikyo, para sí, haciendo que Inuyasha observara hacia atrás. Un rosal que comenzaba a crecer por donde le daba la gana se encontraba justo a su espalda.

Inuyasha frunció el ceño y observó nuevamente a Kikyo, quien ya comenzaba a caminar alejándose de su hogar.

-Cuídate mucho - le llamó, antes de que se alejara demasiado. - Aquí estaré esperándote. - se despidió Inuyasha, moviendo su mano derecha en el aire, esperando que la joven le devolviera el gesto o algo.

Kikyo jamás volteó.

-Bueno, supongo que seguirá molesta conmigo, ¿verdad, Tamaki? - preguntó observando al pequeño perro, que corría por todo el jardín, persiguiendo un juguete suyo. - Más tarde te sacaré a que pasees un poco.

Mientras, Kikyo siguió caminando a paso tranquilo, mas no fue sino hasta que dobló la esquina, que la joven calló de rodillas, llorando a lágrima viva, colocando una mano sobre su boca, suprimiendo los amargos sollozos que amenazaban por salir.

Su cuello se encontraba tenso, debido a la fuerza que utilizaba para reprimir sus gritos desgarradores.

-Estúpida... no seas estúpida... ¡Estúpida! - sollozó, cerrando sus ojos y golpeando con su puño el suelo, haciendo que comenzara a sangrar. - ¿Por qué no puedes sacarlo de tu cabeza? ¡Eres más fuerte que eso, Kikyo! ¡Se realista! ¡Estás sola! ¡Siempre lo has estado! - se gritó con fuerza, sucumbiendo ante su sufrimiento.

-¡Kikyo! - escuchó exclamar a alguien, para luego voltear la cabeza y observar cómo Kagome, una muchacha un poco más joven que ella, de rasgos físicos similares y compañera suya del trabajo, corría hacia ella.

La joven intentó tranquilizarse y apoyó su mano sangrante contra la pared, intentando ponerse de pie, mas Kagome le detuvo, abrazándola fuertemente por los hombros.

-Tranquila, no te esfuerces... respira... - comenzó a indicar, intentando tranquilizar a la joven, que parecía convulsionaba, debido al llanto.

Kikyo se dejó abrazar gritando tantas cosas en su mente, reclamándose por ser estúpida.

Ella estaba sola. Vivía sola. Y no importaba qué mala jugarreta le hiciera su mente, no importaba qué tanto tiempo hubiera jurado tenerlo a su lado. Todo lo que ella había vivido con Inuyasha no era más que una vil mentira. No era más que un estúpido delirio de su estúpida mente.

¡Nada era real!

-Kikyo, ¿qué ocurrió? - preguntó Kagome, al notar que la joven se tranquilizaba.

Si no era real, entonces, ¿por qué?... ¡¿Por qué?

¡¿Por qué demonios lo parecía?

-Yo... - Kikyo inhaló profundo intentando controlar sus emociones. Hacía mucho tiempo que no se quebraba de este modo. - Es... es Inuyasha...

Ante la mención del joven, Kagome se sobresaltó un poco y, entrecerrando sus ojos observó a Kikyo, seriamente.

-Creo... creo que él regresó.

-¿Que él regresó?... Pero Kikyo, él...

-Lo se... lo se...

Nada era real. No había nadie a su lado. Solo ella.

Debía recordárselo una y otra vez.

Estaba sola.

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Notas de autora:

Y bueno, espero sus comentarios, ¿qué les pareció?