DISCLAIMER: Hetalia no me pertenece.
PAREJA: GreciaxJapón
GATOS
Hace ya muchos años —en verdad, más de los que en verdad podía recordar— escuchó que la gente solitaria suele rodearse de gatos, pues éstos no son tan demandantes como los perros, más aún así son tan o igual de cariñosos.
Las personas que suelen rodearse de gatos se sienten solas y buscan el cariño y calor de otro ser vivo.
Kiku sintió su pecho estrujarse al pensar en Heracles. Prontamente sonrojó de pies a cabeza al pensar el beso que el griego le había dado y, aunque le correspondió, lamentó haber salido corriendo despavorido, como si lo anterior hubiera sido lo peor del mundo.
No le gustaba viajar en avión. En general todos los viajes lo incomodaban, pero si era por él…
Con paso rápido y firme se acercó al patio trasero de la casa de Grecia. Sabía que a él le gustaba contemplar por horas las ruinas de su madre. Efectivamente ahí se encontraba, durmiendo y rodeado de gatos. Japón sintió aminorar su seguridad al mismo tiempo que sus pasos se hacían tan cortos que desaparecían. No era raro verlo en esas condiciones, los dioses sabían que Heracles podía dormir en cualquier parte siempre y cuando fuera durante el día.
La noche era todo un tema para el representante de Grecia. Las malas lenguas decían que durante la noche gastaba toda la energía que acumulaba durante el día, en un plano sexual, claro. Japón era quizás el único que sabía que la verdadera razón por la que Heracles dormía tanto de día, era porque de noche no lo hacía, sí, hasta ahí era cierto, no obstante la verdadera razón era que sufría pesadillas sobre la muerte de su madre —la cual trágicamente presenció— acompañadas de los dolorosos recuerdos que le sucedieron a ello.
Apenas y se acercó a él; luego, con el mayor cuidado posible, apoyó la cabeza del griego sobre sus piernas, intentando no despertarlo. Acarició sus mechones castaños y hasta se dio el lujo de aferrar una de sus manos. Mentiría si dijera que no albergaba sentimientos por él.
Muchas veces se cuestionó si eso era correcto. Sin embargo sus constantes sonrojos y tartamudeos cuando Grecia estaba cerca no hizo más que confirmarle que sentía algo por él. Pasado un tiempo ya ni siquiera le importó lo que pudieran decir los demás.
Sabía que Grecia estaba solo, hace tiempo le había escuchado murmurar en sueños lo mucho que extrañaba a sus amigos; le había escuchado murmurar acerca de un tal Adonis, Achilles y otros. Además sabía que aún lamentaba la muerte de su madre —lo cual estaba reflejado en sus constantes pesadillas nocturnas—. Nuevamente sintió su pecho estrujarse.
Se tomó el atrevimiento de darle un pequeño beso en la frente; con ese acto él despertó. Kiku sonrojó violentamente, más esbozó una sonrisa.
—Me alegra que despertara, Grecia-san.
—Japón… —el recuerdo de su huída luego del beso que le había robado asaltó su mente y se sintió confundido, pero feliz.
—No volveré a irme. Nunca más.
He leído tanto Geriipan que tenía que aportar con mi granito de arena. ¡Sencillamente me encantan! Son lo más tierno de la vida.
