Disclaimer: Este relato es un fanfiction inspirado en la serie Héroes. Todos los personajes correspondientes a la serie Héroes, pertenecen a su creador Tim Kring y tiene plenos derechos sobre ellos. El resto es mera invención mía.
Spoilers: Existen spoilers hasta el capítulo 3x07 'Eris Quod Sum'.
Avisos: Femslash, ClairexElle, Lemmon.
Sentido e Insensibilidad
Mientras hacen cola en la oficina de alquiler de coches, Claire observa a Elle sin ningún disimulo, preguntándose muchas cosas sobre ella. «¿Por qué es tan hostil? ¿Por qué ni siquiera da las gracias por haberle echado una mano en el avión? ¿Realmente necesita ayuda? ¿O acaso todo era una burda trampa?» Sabe muy poco de su nueva compañera, pero tiene claro que es demasiado imprudente. A título personal incluso piensa que le falta 'algún que otro tornillo'. Continúa sondeándola atentamente con la mirada, mientras la cola avanzaba a ritmo de tortuga. Y llega a la conclusión de que Elle no tiene el suficiente ingenio para hacer un plan demasiado complejo.
Bajo la fachada que exhibe Elle (brazos en jarras ciñendo su cintura, con los hombros echados hacia atrás en una pose ostentosa y una mirada soberbia) logra reconocer fácilmente a la joven empapada e indefensa que varias horas antes le había suplicado su ayuda en su hogar de Costa Verde. Sí. En sus ojos azul eléctrico brilla todavía el miedo mientras observa el trasiego de los pasajeros que caminaban a su alrededor, totalmente ignorantes. Claire también puede comprobar su nerviosismo y su angustia por los pequeños detalles que muestra.
Como cuando se muerde los labios.
Lo hace de manera metódica, casi ritual. Pellizcándose brevemente el pintalabios, conteniendo la respiración con los ojos entrecerrados y soltando el aire en un silencioso suspiro que (cree) pasa inadvertido. Repentinamente aprieta los dientes y se pone en tensión, cuando menos se lo esperan las dos. Se cruza de brazos con los músculos agarrotados, conteniendo la avalancha de electricidad que quiere liberarse de su cuerpo. Y el voltaje empieza a subir de nuevo sin que Elle pueda evitarlo. Claire se pone en guardia durante esos prolongados segundos en los que la ve estremecerse. Cuando la luz del vestíbulo parece zumbar inesperadamente para sorpresa de la gente, casi decide abandonar la cola y auxiliarla de nuevo.
Pero Elle termina por controlarse y relaja el rostro en una mueca de alivio.
—¡Elle! —se le escapa en un susurro ahogado a Claire, con un mediocre tono de amonestación. Pero ella le dirige una gélida mirada como respuesta cuando abre los párpados. Retándole. La ex-agente de la Compañía no está a acostumbrada a mostrarse débil. En su trabajo es muy peligroso bajar la guardia. Y no piensa dejar ese hábito en absoluto. «¡Mocosa impertinente! ¿Qué demonios estás mirando?» piensa con acritud ante la imperturbable animadora, sosteniendo la mirada prolongadamente.
Claire por el contrario apenas altera el gesto sin inmutarse, hasta que la fila avanza y desvía el rostro, cabizbaja. Sin embargo Claire no está apenada, ni enojada, ni alterada. Todas esas emociones humanas le son tan difíciles de concebir y tan lejanas como intentar tocar la luna con los dedos. Sabe que algo profundo ha cambiado en su interior, y no es sólo por el dolor. Por su total ausencia. Se da cuenta de lo poco que le habría importado ver a Elle sucumbir a la descarga. Ni siquiera habría sentido alguna pizca de goce perverso por contemplar su desgracia. Como tampoco habría sentido nada de miedo si el avión se hubiera estrellado horas antes mientras sobrevolaban Pennsylvania, matando a toda la tripulación. Ni tampoco siente algo de vergüenza por pensar en semejantes monstruosidades.
«Apatía»
Después de meditarlo un poco llega a dar con la palabra acertada. «¿Qué más da que hubieran muerto todos los del avión? Tarde o temprano, todos morirán» Todos menos ella, claro. Ella no tiene ese privilegio. Sylar se lo arrebató, como otras cosas. La dejó vivir inexplicablemente y le dijo la verdad, que era inmortal. «Inmortal» ¿Significa eso que viviría para siempre? A Claire 'para siempre' le suena a demasiado tiempo. Puede que el asesino en serie no le hubiera hecho ningún daño físico (nada apreciable) pero su corazón ha quedado vacío de cualquier rasgo de humanidad después de su brutal ataque.
«Si papá supiera lo que me ha hecho realmente Sylar…» reflexiona Claire dándose cuenta de que se ha convertido en algo alienígena, totalmente ajeno al mundo normal. Peligroso. «…me he convertido en algo como Sylar» piensa Claire con amargura. Y como los mismos villanos del nivel 5 que su padre está ayudando a capturar. La animadora no se percata, (absorta en esos pensamientos) pero por una casualidad extraña del destino, Elle también está pensando en Sylar y en el momento en el que casi acabó con su vida en las celdas del nivel 5. Aunque el corazón de la ex-agente por el contrario rebosa de odio y venganza, tanto como su cuerpo de chispeante electricidad. Recuerda el cadáver de su padre con cruda turbación, y el olor de pólvora quemada de los disparos de Bennet, que no lograron abatir a Sylar.
Su padre siempre la consideró una decepción, primero como hija y segundo como agente. Pero ahora echa terriblemente de menos las reprimendas continúas y todas esas muestras injustificadas de indiferencia con las que ha tenido que crecer en el amparo sombrío de la Compañía. Por culpa de Sylar ha perdido absolutamente todo: su trabajo, su hogar, sus amigos, el control sobre su don y a su padre. Y por encima de todo ha perdido para siempre la oportunidad de decirle a su padre lo que sentía.
Revelarle que lo odiaba con toda su alma.
Inconscientemente se echa una mano al flequillo, dónde el relojero asesino intentó abrirle la tapa del cráneo. Y el recuerdo le hace hervir de ira la sangre y latir con potencia su corazón. La electricidad circula por sus venas como si de cables de alta tensión se tratara. Haciendo que vibre su cuerpo y que los turistas que pasan cerca de ella se alejen prudentemente con extraños escalofríos. Se siente igual que la vez que le comunicaron la muerte de su madre (cuando incineró accidentalmente la vieja casa de madera de su abuela por la rabieta), desamparada e increíblemente furiosa con el resto del mundo.
Finalmente Claire llega a la cabeza de la cola y Elle desvía su atención de nuevo en la odiosa animadora. Se dice así misma que la joven no se merece ninguna de las facilidades que ha tenido en su vida. Normalidad durante toda su infancia, libertad para hacer lo que quisiera (al menos más de la que ha tenido ella), además de un don que la hace virtualmente indestructible y una familia que la quiere sinceramente. Elle odia profundamente a Claire por todo lo que es, lo que no pudo llegar a ser ella. Observa irritada la sonrisa con que Claire brinda al recepcionista antes de hacer su pedido, sin saber lo que se oculta en realidad tras ese semblante.
«Curva suavemente los labios y luce los dientes» piensa Claire con indiferencia tras quitarse de su mente sus molestos demonios personales. «Sí, como si fuera otro entrenamiento más de las animadoras. Sólo me faltan unos pompones que agitar» reflexiona mientras habla tranquilamente con un falso tono candoroso y animado que engaña al empleado. No es más que una actuación que Claire se fuerza a representar. Para seguir pareciendo humana. Su sonrisa, su tono de voz, incluso los más mínimos gestos son completamente forzados. Casi mecánicos, sin emoción alguna. Pero eso no lo sabe nadie, ni su padre, ni siquiera el resto de su familia.
Tan sólo en un breve desliz su papel está a punto de irse al traste. Cuando su mirada se cruza (inesperada y directamente) con los ojos del recepcionista. Claire desvía rápidamente su vista, fingiendo rebuscar algo olvidado en los bolsillos de su cazadora de cuero. Piensa (no, teme) que tal vez aquel individuo ha visto algo que no debía. La falta de brillo, de vida, en sus pupilas. Pero sus sospechas se demuestran completamente infundadas cuando le tiende la documentación del vehículo y su carné de conducir de vuelta, junto con el ticket de la tarjeta de crédito y el llavero. Con otra bien fingida sonrisa, Claire se gira y se reúne de nuevo con Elle para salir del Aeropuerto JFK.
Ninguna de las dos se encuentra a gusto mientras caminan juntas al aparcamiento. Frenan su obstinada enemistad manteniendo un tácito voto de silencio compartido. Pero sus discrepancias vuelven a imponerse en cuanto llegan hasta el automóvil.
—Conduzco yo —se queja Claire cuando la ex-agente se aproxima por el lado del conductor.
—Ni en sueños, animadora —exclama de manera cáustica Elle abriendo la puerta y sentándose antes de que pudiera evitarlo la otra—. Leí lo que le hiciste al quarterback ese que no te gustaba. Se llamaba Brody Mitchum, ¿cierto? —pero Claire ya se mete en el interior del coche y no se deja amilanar por nada de lo que pueda decir Elle.
—Conduzco yo —repite de nuevo la más joven de las dos—, porque tengo las llaves —añade agitándolas delante del rostro insolente de Elle. Ésta a su vez sonríe abiertamente, dejando que la luz dorada de las farolas ilumine sus nacarados dientes un instante antes de que un destello azulado brille en el pequeño habitáculo. Claire se echa hacia atrás en el asiento en una fracción de segundo, por mero instinto, cuando los ojos de Elle centellean con un relampagueo eléctrico reflejado.
Una descarga de electricidad en forma de esfera, pequeña pero amenazadora, brilla entre los dedos de Elle antes de acercarla súbitamente a un lado del volante. Y un momento después el motor ruge en marcha al hacer contacto con esa chispa.
—Siéntate y ponte el cinturón —le reta mirándole por el rabillo del ojo. Elle siente un poco de satisfacción al lograr fastidiar a la niña mimada de papá. Se lo tiene merecido por querer ser lo que no es. «Ser agente no es tan difícil» había comentando Claire, provocándola en medio del vuelo.
—¿Qué es lo que te ha hecho esta vez tu papá oso? —exclama Elle divertida mientras conduce de camino a la urbe, iluminada como un espectáculo de fuegos artificiales—. Debe de haber sido algo muy malo para quieras estar aquí mejor que en tu casita —Elle tenía pensado llegar a Fort Lee cuanto antes, pero se les ha echado la noche encima y las oficinas de Pinehearst seguramente estarán cerradas. Así que toma un desvío en vez de la ruta más directa.
—No tengo ni idea de lo que me hablas —le responde la animadora con el ceño fruncido.
—¡Oh vamos…! —se mofa Elle apartando un momento los ojos de la calzada—. Viajas seis mil kilómetros en avión porque eres un alma de buen corazón que quiere ayudarme… ¿De verdad crees que soy tan ingenua? —una risita malintencionada le sigue a esas palabras tan taimadas—. ¿Quizás te ha sentado mal que Bennet regresara a la Compañía? —prosigue con rencor la ex-agente, retirándose el pelo del flequillo distraídamente.
—Cállate —le alza la voz Claire, pero en su tono apenas logra reunir la suficiente rabia. Le hace reír de nuevo a Elle al verla fuera de sus casillas, pues no va a conseguir que la silencie—, no lo comprenderías.
—Permíteme que lo dude —pronuncia secamente Elle con una media sonrisa forzada, que crispa su mejilla en una mueca contenida—. De padres cabrones que menosprecian a sus hijas, sé más que suficiente —expresa entre dientes con desprecio mientras se zambulle en el tráfico de Queens. Noah Bennet es igual que su difunto padre, un hombre dedicado íntegramente a la Compañía. Y jamás la va a dejar del todo, por mucho que juegue a hacer de vendedor de papel en la pequeña tienda de Costa Verde—. Tu padre es un hipócrita que no confía en ti. Todos los padres son así. Siempre dicen lo que no tenemos que hacer, pero ellos nunca se aplican el cuento. Jamás dejamos de ser unas niñas a sus ojos y a la mínima ocasión en la que demuestras algo de independencia o…
—Mi padre sí confía en mí —replica desafiante Claire humedeciéndose los labios.
—¿Cuántas veces te ha ordenado que no hicieras esto o lo otro? —Elle contraataca más incisiva, con la osadía de un animal que salta sobre su presa—. ¿O en cuántas ocasiones te ha ocultado la verdad y luego se ha disculpado contigo diciéndote que era para protegerte? —Claire guarda silencio momentáneamente, un poco desorientada por las apabullantes acusaciones de la antigua agente—. Tu padre no confía en ti, por mucho que quieras negarlo, es un hecho. Y la prueba de ello es que no estás haciendo este viaje con él —añade con descaro, mientras Claire baja pensativa la mirada.
«Está resentida con Sylar…» sabe que Elle no puede hacerle daño, no más del que ha sufrido en los últimos días. «…y la paga conmigo, eso es todo» Pero la animadora está dispuesta a contestar, aunque la respuesta no le va a gustar para nada a Elle.
—No puede venir conmigo. Mi abuela le… le ha mandado a una misión, llevar de vuelta a los villanos al nivel 5 —murmura Claire, levantando la voz paulatinamente, cuando el coche se frena en un semáforo cerrado—, con Sylar como su compañero —Elle da un minúsculo respingo de sorpresa (Claire se espera una reacción más brusca por su parte, pero su autocontrol es mayor de lo que consideraba) y desvía la mirada un segundo preguntándole en un susurro:
—¿Sylar? —no da crédito a lo que ha oído hasta que Claire asiente. Y Elle mueve los labios en silencio (apretando la mandíbula), en un insulto lleno de odio que le quema la garganta.
