Todos los derechos a Kōhei Horikoshi~

Advertencia: Deku!fem

La sociedad estaba podrida…

Igualdad, equidad; palabras sin valor, sin significante, perdidas entre la inmundicia que desprendía la individualidad de las personas, el egoísmo más imperante que nunca, especialmente cuando unos pocos se alzaban como las cabecillas de la sociedad. Proclamándose guardianes de la paz, vigilantes y atentos contra el delito. Pero no lo eran, ya que de serlo, podrían simplemente ofrecer su servicio a alguna institución en beneficio de la sociedad, sin necesidad de seguir aumentando esa brecha que marginaba a algunos y realzaba a otros.

Pero ya no se trataba de brindar un servicio público o ayudar a las personas. No, una profesión para mantener la seguridad y el orden público, u oficio en función de rescates y resguardo, o inclusive en defensa de la soberanía nacional, era insuficiente para ellos. Su principal motivación era, sin lugar a dudas, resaltar y obtener beneficios.

Destacar sobre todo el resto de la masa humana y convertirse en un ser superior, digno de alabanzas, merecedor de créditos, distinguido por riquezas y favores.

Pero esto era una minucia si lo comparaba con el problema de fondo, aquel que oprimía a una porción no despreciable de la sociedad, que les relegaba a ser ciudadanos de segunda categoría, personas sin nada especial que aportar, sin nada en que sobresalir, menospreciados y marginados; Quirkless.

Porque claro, en una sociedad donde ser un héroe con un Quirk sorprendente era lo más valorado, no poseer ninguno debía, por norma general, ser rechazado. Inclusive en ocupaciones que no requerían una particularidad, era una desventaja no poseer Quirk, era más bien visto como una debilidad, una excentricidad que aquejaba a una minoría. Y ser minoría siempre sería sinónimo de discriminación.

Midoriya Izuku lo sabía muy bien.

Por eso, ella lucharía con todas sus fuerzas para terminar con esa sociedad.

Cubrió su completa desnudez con una bata blanca que llegaba hasta sus rodillas, la abotonó con irritación y recogió su desarreglado cabello en una coleta alta. Pronto comenzaría las pruebas preliminares de compatibilización, hasta donde sabía el maestro nunca había intentado fusionar a una persona con un Quirk tan especial, uno que contenía lo más valioso de todos sus portadores pasados.

– Vaya, vaya, estás realmente pálida, Izuku-chan. –Comentó el anciano del bigote, aquel a quien se referían como "Doctor".

La peliverde se mantuvo en silencio mientras subía a la camilla, no tenía ganas de conversar, mucho menos con ese hombre retorcido.

– ¿Sabes linda?, las mujeres resisten mucho mejor el dolor que los hombres, estoy seguro de que tú lo harás estupendamente –Comentó alegre, mientras observaba el líquido dentro del frasco que utilizaría, se veía realmente entusiasmado con todo esto, y eso la enfermaba.

– Sólo haz lo que tengas que hacer, no tengo todo el día –Espetó con frialdad.

– Ya viene pequeña.

El hombre se acercó hasta ella, la ayudó a recostarse para luego inyectar en su brazo izquierdo aquella solución transparente directo a la vena más expuesta. Izuku entendía el procedimiento, lo había estudiado mucho antes de someterse a él, era un tratamiento experimental.

Aquella primera inyección inhibiría el dolor, neutralizando directamente a su sistema nervioso; funciones básicas como la sensitiva y motora dejarían de operar, y la integradora funcionaría parcialmente, de modo qué, aunque su cerebro le enviara una orden al resto de su cuerpo, este no respondería.

Luego le inyectaría una droga que bloquearía parcialmente la información sensorial y su cuerpo entraría en un período de relajo, simulando un estado de sueño No Rem. Allí debería alcanzar la fase 4 del sueño en estado delta sin dormir realmente; eso significaba la disminución de un 10 a un 30 por ciento de tensión arterial y ritmo respiratorio, incremento de producción de diversas hormonas, reducción del tono muscular, y más importante aún, recuperación física y psíquica del organismo. Si lograba alcanzar ese estado de autorecuperación del cuerpo y lo potenciaba, no sólo podría aumentar su resistencia al dolor en un 120 por ciento (según sus cálculos), sino que además, su cuerpo resistiría cualquier clase de lesión sin inutilizar la extremidad lastimada.

En resumidas palabras, lo que ella haría era muy similar a las ancestrales enseñanzas de los monjes orientales de los monasterios del bosque, solo que en vez de entrenamiento y meditación, iba utilizar todas las drogas disponibles para acelerar el proceso de comunión. Expandiría su percepción y conciencia para alcanzar el control total de su cuerpo y mente, y ser una formidable contenedora de aquel poder.

Si tenía éxito y no terminaba lunática, en poco tiempo podría comenzar con la sincronización del Quirk.

– Sabes Izuku-chan… –comenzó a hablar con una sonrisa sádica el doctor, observando extasiado como había capturado la atención de la muchacha, quien a pesar de tener la vista desenfocada, luchaba por mantener los ojos abiertos.– Es mentira que no sentirás dolor… Oh, no, sentirás mucho dolor y verás muchas cosas horribles, –continuó, acariciando los suaves cabellos de la menor– y quizás cuando esto termine las alucinaciones perduren y pierdas el sentido. Pero si tienes éxito… oh querida, si tienes éxito podrás utilizar un porcentaje mucho mayor al de una persona normal de tu actividad cerebral… serás indestructible.

Entonces le inyectó la solución de color azul, aunque esta vez fue un pinchazo directo a su cuello.

– Ma-maldito… –susurró ella antes de caer presa de la droga.