Nuestro ayer
Pasábamos cada Navidad juntos. Íbamos a las mismas fiestas. Acudíamos con frecuencia a los mismos antros. Crecimos, teníamos los mismos círculos sociales. Tú estudiaste diseño, yo me convertí en arquitecto. Tú sembraste un jardín enorme y te casaste con alguien que amaba las plantas por igual. Yo elegí una mujer que tenía grandes dotes de cocina. No eramos cercanos, a pesar de que fuimos casi vecinos. Pero tu esposo era uno de mis más entrañables amigos.
—¡Salud! —brindamos a la par.
Festejábamos tus treinta veranos.
—Un año más a la cuenta—dijo besando tus labios.
Él no proyectaba más que amor hacia ti, mientras yo veía como una vez más te apartabas para recibir el resto de tus obsequios. No solías demostrar tanto júbilo frente a todos, me lo había dicho anteriormente, per eras mucho más amorosa en privado.
—¿Cuánto es que llevan casados?
—Cinco años—respondiste con rapidez.
Y el próximo mes serán seis. Llevaba la cuenta con bastante elocuencia. Incluso me preguntaba si yo mismo tenía cabeza para contabilizar mi número de aniversarios. Creía que era algo natural y que se festejaba con el mismo entusiasmo cada vez que aumentaba la cifra. Pero después del tercero, el resto de los cuatro años fue decayendo en ánimo. Ella quería tener hijos, yo simplemente cuidaba de que aquello no sucediera. No sé, no estaba tan seguro de la situación a pesar de llevar casados siete años.
—Es verdad, casi nos casamos por las mismas fechas—añadió Tamao—Fue una linda boda.
—Pero sencilla a comparación de la tuya.
Y por alguna razón nuestros ojos conectaron por primera vez en la noche. Lejos de todo el barullo, yo no podía definir aquella mirada. No era mi idea desperdiciar tanto dinero en la fiesta. Nadie me preguntó qué tipo de celebración prefería. Yo hubiese optado por algo sencillo y discreto, pero mi familia tenía renombre en el poblado de Izumo. Era novedad que uno de los nietos se casara. Nadie me dijo que debía seguir tradiciones.
Desviaste la mirada hacia los Tao. Jeanne llevaba en brazos al pequeño Men, mientras nuestro querido amigo se inclinaba para darte un beso de despedida. Ren y tú siempre fueron entrañables compañeros. Ni siquiera me extrañaba que los escogiera para padrinos de su hijo. Era natural, como todo lo que sucedía a tu alrededor.
—¡Anna! —gritó Pilika con bastante euforia.
Algunas copas de más hacían un efecto bastante agradable en ella. Tan pronto te ubicó, te abrazó con gran afecto.
—¡Feliz cumpleaños! Ya quiero cargar al futuro bebé.
Y aquello fue una bomba difícil de predecir. Rumores en la sala y el comedor se dejaron escuchar. El rostro luminoso de tu esposo fue suficiente para saber que la noticia iba en serio.
—¿Es verdad? ¿Estás embarazada?
—No…Bueno….—tartamudeas sin querer.
Es la primera vez que escucho ese tipo de respuesta de tu parte.
—Sólo es un retraso, pero nada confirmado—retomas el control de tus emociones.
Aún así has desatado gran emoción entre todos los que te conocen. La lluvia de abrazos no para, tú te notas algo incómoda entre toda la multitud que se ha aglutinado de repente frente a ti. Tamao te platica con envidia lo mucho que le gustaría estar en tu lugar. Ella ansía ser madre. Y te da uno de los tantos consejos que ha leído en revistas especializadas.
Tocó el hombro de Tamao y le susurró que iré a la cocina por un refrigerio. Se limita a asentir mientras retoma su charla. En verdad deseo poder tomar algo de jugo. Estamos en verano, hasta cierto punto considero normal tener más sed de lo normal. Elijo la cerveza y al ver la sala llena, me decanto por pasar el resto de la velada sentado en la terraza del jardín.
Su casa no es tan grande, pero es acogedora. Y como dije, tiene un precioso jardín con flores poco convencionales. Me encanta el suave aroma que emanan las hortensias. Tiene una gran variedad, pero no me extraña, porque recuerdo la dedicación que tenía cada vez que visitaba los cerezos en el jardín de Izumo. Aunque no lo dijese, casi juraría que el color rosa formaba parte de sus tonos favoritos. Y ahora un pequeño rondaría aquel sitio, tal vez hasta me pidiesen ayuda para construir un fuerte para jugar cerca del árbol. Parecía idóneo para montar una casa de juegos.
—¿Siempre huyes así de todos? —escucho su voz.
Y en verdad me sorprende. Creo que de todas las posibilidades, verla parada junto a mí es de las cosas que no espero que sucedan. Es decir, sin contar que llevamos más de tres horas en el mismo sitio, la charla no es nuestro fuerte. Nunca lo fue. No tendría por qué buscarme.
—Siempre estás demasiado callado, Yoh—añades con prontitud—He escuchado que eres un gran conversador, pero jamás he escuchado demasiado viniendo de ti.
Sonrió.
—¿Buscas alguien con quién platicar?
—Sólo busco aire.
Te recargas en el barandal de madera, mientras buscas en el cielo algo de paz. Un sentimiento que parece tan alejado de ti. Ambos callamos nuevamente. Nuestro silencio, a pesar de que es prolongado, no es incómodo. Incluso se siente una gran calma, aunque si soy sincero, hay algo que no me deja del todo tranquilo cuando estoy contigo. Me lo he preguntado por años, aún hoy, me sigo cuestionando, por qué llamas tanto mi atención.
No podía considerarte mi amiga, mucho menos mi íntima conocida. A penas recuerdo la primera vez que te vi. Eras una pequeña niña de diez años. Mi abuela te enseñaba a tocar el piano. Tú vivías dos casas más alejadas, cuando la abuela buscó algo en qué matar su tiempo. Tú querías satisfacer las exigencias de tus padres y acudías sin falta todos los días a una lección de música. Eras genial tocando cualquier partitura. Dejaste la música, pero te convertiste para ella en la nieta que no pudo tener.
—Felicidades.
—Gracias, pero ya me felicitaste.
—No por el bebé—argumento mirándola.
Y de nuevo ese enigma en sus ojos.
—Aún no es algo confirmado.
—Está bien—afirmo en un suspiro—No pensé que te molestara tanto.
—Yo tampoco—responde mirando la cerveza que aún llevo en la mano—Debe ser molesto que ventilen parte de tu vida íntima así de la nada.
Inmediatamente sé que habla de lo mucho que Tamao adora charlar de los especialistas que hemos visitado.
—Incompatibilidad genética.
—Suele pasar—minimizo dando un nuevo sorbo a mi bebida—Hasta en las mejores parejas.
—Sí, supongo.
Notó una tenue sonrisa en su rostro. No puedo dejar de mirarla cada vez que un rayo de luz ilumina su faz. Tamao tiene una hermosa sonrisa y un cuerpo delicado, es sólo que Anna significa más. La diferencia entre nuestra estatura es de bastantes centímetros y ni uno solo representa un impedimento para verla a la perfección. Su cabello es largo, de una sedosidad que no he comprobado aún, pero sí lo hace su piel, que al tacto con la mía genera un choque eléctrico difícil de ocultar cada vez que la toco accidentalmente. Estamos aquí, uno a lado del otro, y diametralmente lejos.
—Pero tú… ¿eres feliz? —suelto esa pregunta sin pensarlo.
No hay incomodidad en su rostro, pero sí sorpresa.
—Supongo.
Y sabes que no es una respuesta correcta cuando mi gesto se torna confundido. Tengo una pregunta más en mente, pero el golpe en la espalda es suficiente para tragarme mis palabras.
—Vaya, veo que encontraste compañía—dice sonriente—Salud, Yoh. Porque de ser cierta la noticia, tú serás el padrino.
Te abraza de la cintura de forma protectora. No veo un solo movimiento en falso que me advierta que no eres realmente feliz con él. Quizá sólo es mi locura. Mi última esperanza.
—Gracias por la consideración, Horo Horo—menciono con una pequeña sonrisa—Y a ti, Anna, por darle a mi amigo el mejor regalo que una mujer le puede dar a un hombre.
Choco la botella con él, dando un sorbo más a nombre del gran amor que existe entre los dos. Mientras el mío zozobra a años luz de aquí.
—Salud.
Continuará…
N/a: ¡Hola a todos! Una nueva y breve historia. Espero que sea de su agrado, eso no significa que dejaré varadas el resto de mis fics, al contrario, estoy por actualizar un segundo más en este día. Estoy probando un poco de narración en primera persona, espero les guste. El próximo capítulo quizá sea narración por parte de Anna. Gracias por tomarse el tiempo de leer, los invito a conocer mi blog, donde actualizaré con más regularidad algunas cosas. Próximamente les traeré el nuevo capítulo de Contigo Siempre.
