Los personajes son creación original de J.K. Rowling, solo los pido prestados sin fines de lucro.
Fic basado en el segundo capítulo de Rikara, Rogoku ni Saku Hana, de sensei Mizukami Shin.
Basado no es calcado.
Apariencia
Por Tlacuilo
Los salones de juzgados estaban en la hora más ocupada del día. El Wizengamot tenía agenda llena. Los abogados caminaban con sus portafolios encogidos llenos de documentos, algunos iban acompañando y hablando con sus defendidos, otros iban solos, pero revisando lo que necesitarían o incluso repasando su alegato, más en lo que todos concordaban era que, en cuanto algunos de los fiscales se cruzaban en su camino, los saludos –sinceros y no sinceros- se escuchaban pronunciados con más fuerza.
Entre los representantes de la ley, se conocían varios con temperamento férreo y poca disponibilidad a ver inocencia en los magos que llegaban ahí con algún cargo, pero uno era el más temido y eso era algo poco común, pues este era un sangre pura y a pesar de que era muy extraño que un mago de noble familia eligiera esa carrera, no era eso lo sorprendente del asunto, si no que siendo joven y con poco tiempo fungiendo como fiscal, ya se había creado una fama de ser muy severo y poco tolerante con los acusados, así enfrentasen cargos poco serios.
Draco Malfoy era un joven de veinticuatro años que mostró su apego a la carrera de leyes, cuando se graduó con honores a corta edad en la abogacía y de ahí a ser fiscal del Wizengamot no pasó mucho, pues si bien su padre tenía conocidos en dicho lugar, no fueron por recomendaciones de estos que el joven obtuvo su trabajo; lo que hizo que fuese fiscal fue la convicción y resistentes creencias en la ley mágica.
Esa mañana los de túnica ciruela ocuparon su lugar y el rubio fiscal inició con la querella.
El joven acusado miraba a todos con cierto terror y no era para menos, pues esa acusación más bien parecía alguna broma pesada, mas por el ceño fruncido del querellante, se supo que no había tal.
–El señor Granger asegura que el malhechor…
–Objeción, señorías, que el fiscal se dirija a mi cliente como el acusado. –Se escuchó oponerse al abogado
Dumbledore el director de Wizengamot hizo la aclaración y Draco Malfoy tuvo que cambiar la frase.
–El señor Granger asegura que el joven acusado, obligó a su hija a huir con él, por lo que se considera secuestro y privación de la libertad.
–Estamos exagerando…
Draco se giró a ver a su contrincante y lo miró con desdén.
–Si usted abogado Wood asegura que el cuidado de las buenas costumbres y que un padre proteja a su hija, es una exageración, veo en que estamos fallando como sociedad mágica.
El abogado se mordió los labios y pidió la palabra, mas no hubo ocasión, pues el fiscal aun no concluía su alegato.
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Las puertas cerradas no permitían enterase de lo que sucedía en la sala de juicios, sin embargo los murmullos no se detendrían por esa nimiedad y es que la fama del joven Malfoy le precedía y la familia del acusado Ronald Weasley estaba que no se calentaba ni con un hechizo.
Los hermanos gemelos de este, comentaron bastante fastidiados.
–¡¿Cómo se le ocurrió raptarla?!
–Si era su novia como él asegura ¿por qué no hablar con los padres de ella?
–Chicos por favor –pidió el mayor de los hermanos– Ron no nos mentiría y si dice que Hermione es su novia y lo quiere como para fugarse con él, debemos creerlo, por eso somos su familia.
–Pues que tonto.
–¡Ginny!
–Es cierto Bill, si sabía que los padres de Hermione son magos educados a la antigua, como se les ocurrió esa tontería. –opinó Fred.
–Pues no le quedó de otra si no le concedieron su mano. –explicó Bill.
–Y sigue siendo su culpa, pues con esa compañía que siempre trae… –dijo furiosa la pelirroja.
Y sus cuatro hermanos no dijeron más, pero cuando uno de ellos –el que laboraba como ayudante de uno de los de túnica ciruela– salió y los llamó.
–Es Percy, vamos –ordenó el mayor.
Los cuatro magos y la bruja avanzaron en dirección del otro que los guió a un pasillo cercano y al llegar, se giró y les dijo:
–No hagan muchas preguntas a papá y a mamá.
–¡¿Por qué?! –dijo Fred uno de los gemelos.
–Ron, fue encontrado culpable.
Hubo varias reacciones, más una llamó la atención.
–¡Dementores! –maldijo Charly.
–Silencio y no tan fuerte. –dijo Bill– Creímos que si contratábamos a Olliver, Ron saldría de inmediato.
Percy asintió, más suspiró al agregar.
–Pero no contamos con que Malfoy fuese el fiscal, ni Dumbledore pudo hacer mucho, solo reducir la condena.
–Ya. Malfoy debe estar furioso por eso.
–Supongo, Fred, mas no es algo que debamos echarle en cara, no si queremos ver a Ron en alguno tiempo.
–Pues no lo haremos, pero no habrá diferencia, pues la cara de fastidio ni quien se la quite. –opinó George.
–En eso estoy de acuerdo –afirmó Charly– siempre trae en gesto de ogro que no puede con él.
–Por eso no se ha casado –aportó la única bruja.
–Ya basta –calló Bill– mejor vamos a ver si papá y mamá ya van a salir.
Al mayor le siguieron los otros hermanos y poco después vieron salir a sus padres. Fue Arthur –el patriarca– el que informó:
–Seis meses en Azkaban, si tiene buen comportamiento serán menos meses.
La familia se lamentó y en eso estaban cuando el Wizengamot y abogado salieron. Para Draco no era extraño recibir miradas furiosas de los familiares de los acusados que juzgaba, más en esta ocasión no se giró a ver al clan de pelirrojos que conformaba la familia de Ronald Weasley, pues en ese pasillo y con dirección a la sala iba Sirius Black el jefe de Aurores e inspiración –secreta– de Draco, este al verlo, caminó más veloz y saludó.
–¡Sirius!
El aludido sonrió radiantemente y recibió el saludo de su sobrino.
–Draco ¿Cómo estás?
–Bien. Siguiendo tus enseñanzas.
El de cabello negro con reflejos azules le guiñó un ojo con coquetería.
–¿Las buenas?
–Por supuesto, hacer cumplir la ley.
Sirius asintió y acarició el cabello rubio platino del menor.
–Eso es bueno. Debo irme, solo vine a dejarle unos pergaminos a Albus, nos veremos
Draco vio partir a su tío y suspiró para sus adentros, pues esa admiración que sentía por este se estaba convirtiendo en algo más y eso le preocupaba, pues además de ser su pariente, Sirius no lo veía de ese modo.
Draco vio como si fuese una pesadilla como su adoración caminaba y se giró para ver a un mago pasar; uno muy conocido para él… su padrino…
–Draco.
–Severus ¿Cómo estás?
–Tuve que ver a nuestro Ministro.
–Oh.
Dijo el menor sabiendo que el Ministro no era muy estimado por su padrino.
–Te invitaría a comer, pero…
–Aún tengo un caso.
–Veo. No trabajes mucho.
Severus Snape se retiró y el rubio Malfoy suspiró con tristeza al mirar como Sirius iba tras su padrino, por lo que se veía tratando de llamar la atención de este.
–¿Por qué?...
Susurró Draco y caminó veloz lejos de la mirada indiscreta de cualquiera, no deseaba que lo vieran ponerse mal por reconocer esa mirada enamorada de Sirius para con Severus.
El rubio recorrió los pasillos sin ser consiente que su caminata llamaba la atención de algunos magos que conversaba entre ellos.
–Si no fuese tan serio.
–O si no trajera ese gesto de enojo en su rostro siempre, me casaría con él.
Eso eran algunos aurores, y el primero rió divertido.
–Si como no, y calla que no debe escucharnos.
Mas Draco no estaba para escuchar nada a su alrededor y siguió su camino bajando en el elevador. No supo en qué lugar bajó, más al ver que este estaba casi desierto; suspiró y recorrió el pasillo sintiendo que las lágrimas casi nunca expuestas salían por sus bellos ojos grises.
Llevando sus pergaminos en sus manos bajó unas escaleras buscando privacidad para dejar salir su desengaño.
Los pergaminos cayeron y Draco los empezó a levantar con trabajo, pues su estado no le permitía moverse con soltura, algunos le fueron dados y fue cuando el rubio alzó la vista notando a un mago que lo veía con una sonrisa.
–Hola.
–¿Que…?
El rubio recorrió el lugar y por fin reconoció el lugar; estaba en lo que alguna vez fueron las celdas preventivas donde los acusados esperaban su sentencia.
El pensamiento se interrumpió, pues Draco sintió el agarre en su mano y jalándole a la celda.
–¡¿Qué?!
El hombre no se detuvo y lo manoseó buscando… la varita del rubio, arrebatándosela y dejándolo indefenso ante él. El de ojos grises creyó que el criminal huiría, mas este dejó la varita a un lado y lo acercó hacia él –todo lo que los barrotes le permitieron– tomándolo del rostro y mirándolo con interés.
–Pues eres hermoso, yo te tomaría sin miramientos.
–¡Suéltame!
–No te asustes, no soy un asesino… solo me encerraron aquí por salir con algunas brujas… casadas.
–¡Eres un violador!
–No lo soy, ¿sabes quién me apresó?… ese por el que lloras… Sirius Black, que por lo que veo es ciego o idiota.
–¡Cállate!
–Lo es, puesto que no ve que preciosidad tiene suspirando por él.
–Yo no… no…
El hombre en el calabozo, atrajo al rubio y sin pudor alguno recorrió las formas de este descubriendo el pecho blanco y rozando con las yemas de los dedos los botones rosas de carne.
–Esta túnica seria no te queda, con este cuerpo erótico y que tiene estas reacciones…
–No…
Draco trataba de resistirse, mas se notaba que el mago de facciones firmes y piel morena era todo un experto en el arte de la seducción y no pasó mucho tiempo cuando lo tenía solo con la túnica desabrochada y sin ropa que estorbara entre ellos, con sus manos recorriendo la piel del fiscal.
–¡Suéltame o ya verás que…!
–¿Qué? –Preguntó sin mucho interés el moreno– No puedes decir nada y gritar por auxilio, pues me encargare de contarle a todo mundo como gime el gran fiscal Draco Malfoy… –Draco se asustó por lo dicho por el bandido y este aprovechó para seguir– creo que empezare con los aurores que me trean de comer, a ellos les diré…
–¡No!
–En ese caso no te resistas.
El rubio sintió la ira de la impotencia llenarlo, mas detrás de esa sensación hubo más…, el calor inundándole por las manos y boca del hombre recorriéndolo por completo hasta llegar al falo que se erguía entre rizos rubios y que el moreno tomó en su boca para chuparlo aferrándose a las nalgas del fiscal para apoyarse y hacerle mejor la felación.
Sin poder creerlo, Draco no pudo retener sus gemidos y es que aparte de las atenciones a su miembro, su entrada estaba siendo irrumpida por los dedos del hombre que con coquetería lo miraba desde su posición dándole placer. De ese modo el Malfoy se le quedaron grabados esos ojos verdes que mucho tenían de seductores.
El orgasmo llegó al rubio y este se dejó ir como nunca antes en su vida, mas después de ese glorioso momento la cordura regresó.
Draco se arregló al ropa alejándose de la celda sin mirar a quien lo había llevado a esa muerte pequeña.
–Yo puede hacer que Black te vea como el más deseable de los magos. –aseguró el mago moreno.
–…
–Te hare un tan deseable y seductor amante, que ese tipo no podrá resistir tus encantos. No es que sea mucho trabajo si ya lo eres, pero aún no te lo crees. Ven mañana y seguiremos con las clases.
–¿Clases?
–Claro, esta fue la primera…, de muchas.
–¡¿Qué te hace pensar que te hare caso?!
–Tú decides ¿o quieres que todo el Ministerio sepa lo que acaba de suceder? Puede que hasta… Sirius Black.
Draco se levantó recogiendo su pergamino y luego se giró a ver al hombre.
–Regrésame mi varita.
El aludido sonrió con cinismo y se la entregó, no sin antes jugar un poco con eso.
El herero Malfoy salió volando del lugar y si no fuese por el hechizo anti-apariciones se hubiese desaparecido rumbo a su mansión.
Mientras el moreno se sentó en el camastro de su prisión y se imaginó que ese trato sería más que beneficioso para él.
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Un elfo recibió al rubio heredero en cuanto este arribó a Wiltshire. Draco subió directo a su habitación sin buscar a su madre o padre, pues no se sentía tranquilo para que estos no sospecharan que algo le había sucedido.
En su habitación llamó a una elfina. La criatura apareció:
–Ros, alista mi baño.
–Si amo.
En cuanto ella desapareció rumbo al cuarto de baño, el rubio se desnudó, pues no soportaba el olor de ese hombre en su cuerpo y en su ropa.
Draco no supo si solo era su molestia o su imaginación, sin embargo por más que se tallaba aún sentía el aroma de lo sucedió. Cuando creyó que su nariz ya no olfateaba nada, salió de la gran tina y con el albornos que su elfina preparó, salió a su habitación, pasó por el espejo y se miró…
Estamos muy atractivos…
Aseguró el reflejo, mas Draco no le puso mucha atención, pues si bien no se consideraba un mago cualquiera, sabía que no era lo atractivo lo que Sirius le atraía de Severus… ¿O sí? ¿Entonces que era? ¿Seducción?
…
Inició otro fic two-shot, espero que les guste. Nos leemos.
Adaptado para ser Mpreg.
