Bienvenidos sean todos.

No puedo creer que este aquí de nuevo. Pensé que jamás volvería a escribir este tipo de cosas. Pero en los momentos en los que el corazón duele y la gripe acecha, es bueno maquinar una historia nueva y loca.

Desde lo más profundo de mí ser, aquí les traigo una loquísima nueva historia. Llena sobre todo, de drama y risas. Lo que se hace presente en mis historias la mayoría del tiempo.

Disclaimer: J.K. Rowling/ Escenarios y Personajes.

Trama: ValerieMalfoyCullenHale.

Sobreviviendo en un Universo Paralelo.

Prefacio.


-Nunca llegue a pensar que fueras así en el fondo, Malfoy- dijo la castaña que lo acompañaba en esa oscura habitación.

-Normalmente sorprendo a muchas mujeres, no eres la excepción- mencionó con rudeza el rubio; sentado en la ventana, con la pluma apoyada en el labio inferior. Se le notaba a leguas que tenía el orgullo bastante crecido y el ego más arriba de las nubes.

-¿Siempre tan orgulloso, Malfoy?- preguntó ella, con una inocencia que la otra Hermione jamás podría tener. El rubio reía por lo bajo mientras que tomaba el cigarrillo encendido y se lo llevaba a la boca para otra calada.

-Eso está en mí, viene de familia- comentó luego de suspirar, escupiendo todo el humo contenido.

Hermione soltó una risita antes de sentarse en el piso a esperar que alguien los encontrara.


Chapter 1.

Para Draco Malfoy, Hermione siempre había sido un reto. Pero él jamás hubiese imaginado lo que ocurriría con su vida en ese último año de estudios en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Todo comenzó un día de octubre. Un veintinueve de octubre exactamente.

Se encontraba a las afueras de la torre de astronomía, sentado sobre un tronco que estaba a punto de romperse a causa de las termitas. Su peso no era suficiente para terminar de destruirlo, cada vez pesaba menos. No tenía nada de hambre. Después de todo, dos meses atrás en el tiempo, se había tatuado la marca tenebrosa y había aceptado la ardua tarea de aniquilar al director del colegio.

Estaba preocupado, asustado. Solía querer pasar desapercibido. Se había vuelto sumamente paranoico y sobre todo callado. Ya no era el Malfoy que alardeaba de su dinero y riquezas frente a todos los demás alumnos. Había dejado de pensar con el bolsillo para pensar con la cabeza.

Tenía una chica por semana para despejar un poco la mente, pero los pensamientos y las pesadillas seguían acechándolo, comiéndole el cerebro poco a poco. Con suerte conseguía buenas notas. Ya no era capaz de competir con Granger.

Hermione Granger, la más odiosa, fastidiosa, atractiva, inteligente, chocante y diferente chica que había conocido.

Sí, he dicho: atractiva, inteligente y diferente. Desde hacía unas semanas que Malfoy le había estado echando el ojo.

El día anterior, la estuvo persiguiendo varios pasillos intentando que no lo descubriera. Pero por un momento se distrajo cuando Snape pasó por su lado y la perdió de vista.

Estuvo castigándose por horas el haber estado siguiendo a una Sangre Sucia. Pero a fin de cuentas, no podía estarse preocupando por insignificancias como esa.

Se levantó de su asiento y caminó sin pausa pero sin prisa hacia el pasillo más cercano, cada cuanto se ajustaba la corbata y la bufanda, ya comenzaban las brisas frías del invierno y no quería pescar un resfriado. Con las manos en los bolsillos, logró ubicar su cajetilla de cigarrillos y el encendedor. Los cuales utilizaría después. Dejó las manos allí para protegerlas del frío, había olvidado sus guantes en el dormitorio.

Paso por paso, llegó al gran comedor y se sentó entre sus dos amigos de toda la vida, Zabini y Nott. Frente a él se encontraba su eterna enamorada Pansy Parkinson, hablando de Harry Potter y su bandada de bobalicones.

-Cierra la boca, Pansy- ordenó al sentarse frente a ella, quien indiferente siguió hablando de Potter, Granger y Weasley.

Malfoy se sirvió dos huevos cocidos con un par de tostadas y un poco de zumo de calabaza. Observó con una mirada fulminante a la muchacha de cabellos lisos, largos y oscuros; casi negros; y ojos verde agua. Quien le devolvió la mirada de la misma manera y siguió con su conversación con Millicent Bulstrode.

Nott y Zabini notaron el estado de ánimo del rubio e intentaron con éxito de inmediato. Pansy se levantó notablemente molesta pero lo que causó en Malfoy fue una grave carcajada. Desde el otro lado de la sala, unos ojos castaños se posaron sobre él con cierto desprecio y duda al mismo tiempo. Cada hormona de su cuerpo comenzó a moverse, pero se supo controlar para no parecer un tomate. Sus amigos no notaron el cambio asi que actuó con naturalidad mientras fugazmente miraba a la castaña avergonzada, notablemente sonrojada.

Continuó siendo un día normal.

Pero al momento de entrar en la sala de Aritmancia, la profesora protestó por su tardanza de diez minutos; una parada en el baño y encuentro en el pasillo con la chica de la semana; y lo colocó en el único lugar sobrante, para mala o buena suerte de Granger, era ella su compañera.

-Realizaran la prueba en parejas ahora que el grupo está completo gracias al señor Malfoy- mencionó la profesora Vector.

Refunfuñando, Granger no tuvo más que habituarse a su nuevo compañero. Pero el muchacho se reusó a realizar ese tipo de trabajos en los que tenían que investigar en la biblioteca por varios días. No lo acepto en ese entonces y no lo haría ahora tampoco.

-Profesora Vector, no estoy conforme con mi nueva compañera, quiero mi antigua ubicación de vuelta- exclamó levantándose de su lugar y acercándose a el escritorio de la profesora.

-Jovencito, vuelva a su asiento asignado- dijo con calma la mujer.

-No- exclamó el rubio, cambiando de inmediato a un color rosa en su blanca piel, demostrando como subia el calor de el enojo a su cara.

-Joven, he dicho que vuelva a su puesto- dijo en voz alta la mujer.

-Y yo he dicho que NO- gritó esta vez el rubio enojado completamente.

Empuñó la varita que tenía en el bolsillo derecho y apuntó a la profesora directo al pecho.

-¡No se atreva!- exclamó la profesora. Potter, Weasley y Granger ya se encontraban de pie con varita en mano por si Malfoy realizaba un movimiento en falso. El rubio se dio vuelta rápidamente y entre voces nunca se supo el hechizo que causo la huída accidental de el rubio.

Extrañado de todo lo que acababa de suceder, observó asustado a su alrededor un salón vacío. El mismo salón en donde se encontró batallando contra la profesora Vector. Se levantó del suelo, con el corazón palpitando tan fuerte que se le saldría por el pecho.

Aun con la mochila cruzada desde el hombro derecho hasta su costado izquierdo, se levanto con algo de dificultad. Intentando no caerse, paso por paso, perdió la sensación de mareo y continuó con un caminar elegante.

Salió del aula vacía y caminó por el pasillo que continuaba. En dirección a su siguiente clase. Todo parecía normal.

La normalidad comenzó a esfumarse cuando adoptó su caminar elegante y orgulloso. Todas las chicas que caminaban por ahí, comenzaban a cuchichear entre ellas y a señalarlo. Poco le importó y siguió caminando extrañado hasta las mazmorras, en donde era su siguiente clase.

Al tocar la puerta de la clase del profesor Snape, esta se abrió sola y le dio paso. El paso que el profesor Snape no estaba autorizando.

-Joven, usted no tiene permitido entrar a clases el día de hoy- dijo con rudeza el hombre alto de cabellos negros grasosos.

-Pero, profesor..- susurró Malfoy, pero el profesor no dejó que continuara.

-¿Sabe qué?, pase, ¿qué por castigo que ser un Malfoy?- dijo con sorna. Toda la clase rió al instante y Malfoy comenzaba a molestarse. Se sentó en un lugar disponible al final de la clase y en ese momento comenzó a notar ciertas diferencias.

Snape nunca, nunca de los nunca había osado en tratar mal a un Malfoy. Eran parte de la misma organización.

Observó hacia los asientos del lado izquierdo, en donde estaba sentada Granger con Pansy Parkinson y se quedó con la boca totalmente abierta. La castaña tenía el cabello hasta la cintura, alisado, ahora tenía una falda notablemente más corta, la camisa blanca mucho más ajustada y la corbata suelta. A pesar del frío que había en el aula, la chica no llevaba suéter. Y sus zapatos no eran aquellas botas anchas asquerosas que siempre llevaba.

Por su lado, Pansy llevaba su ropa como una monja, usaba gafas bastante anticuadas y las medias largas hasta las rodillas. Tenía puesto un suéter bastante grande para su talla y sus zapatos se parecían a los que solía usar Hagrid.

Intentó mantener la boca cerrada mientras escuchaba lo que decían Potter y Weasley.

'Es muy extraña la manera en que Malfoy le habló a Snape' dijo el pelirrojo Weasley con el cabello corto peinado en una pequeña cresta. Seguía igual de alto y fornido.

'¿Qué rayos importa Malfoy?... Nadie lo quiere aquí, ni a su familia' mencionó el moreno, que aun tenía el mismo peinado, unas gafas mucho mejores a las anteriores y la espalda más ancha.

La clase continuó yendo de aquella manera, Malfoy notando como todos se burlaban, como había cierta unidad entre Slytherins y Gryffindors.

El profesor Snape, hizo preguntas a algunos estudiantes sin que levantaran sus manos, mientras que Malfoy era el único en levantarla. Malfoy comenzó a sentir frustración, asi que comenzó a copiar las anotaciones que estaban en el pizarrón y cuando estuvo a punto de terminar, el profesor dio por terminada la clase y borró lo que había escrito. Asi que Malfoy se retiraba de la clase de pociones sin puntos y sin anotaciones.

Comenzó a sentir la frustración, una frustración que no podía ahogar en nada. Pues al parecer eso era un mundo totalmente diferente.

Se sentó en el tronco donde había estado la mañana pasada y sacó de su bolsillo un cigarrillo y el encendedor.

Fumaba tranquilo, sin ninguna molestia, como hacía en el otro mundo; donde no lo molestaban por respeto, aquí no lo molestaban por lastima; hasta que una pelirroja, delgada y alta se le acercó, con sus libros pegados al pecho y los ojos castaños mirándolo directamente.

-Ohh, disculpa, desde el pasillo no pareces Malfoy- dijo con una voz sumamente suave. Malfoy la miró con gesto de auxilio y ella se sentó junto a él.

-Gracias- dijo Malfoy algo temeroso y titubeante.

-¿Quién eres?- preguntó Ginny, algo extrañada.

-Draco Malfoy- dijo el rubio extendiendo su mano para estrecharla con la de la chica.

-Obviamente eres Draco Malfoy- dijo Ginny, sin moverse a estrechar la mano del muchacho. –Quiero decir que de dónde has venido. No eres el mismo Malfoy de hoy por la mañana-

-¿Cómo era el Malfoy de la mañana?- preguntó con una ceja arqueada.

-Bastante nerd, con poca autoestima y joroba- dijo Ginny con poquísima sutileza. –Nadie quiere a un Malfoy en este colegio, sin ánimos de ofender- dijo la chica, luego soltó una risita. –Ahora caminas con orgullo, siempre la barbilla en alto, fumas cigarrillos y de paso; como escuche de mi hermano, te crees el amiguísimo del profesor Snape-

-De donde yo vengo, las cosas no son así- dijo Malfoy de forma pausada, le dio una calada más al cigarrillo y luego lo apagó.

-¿De dónde se supone que vienes?- pregunto extrañada la pelirroja, colocándose un mechón de cabello detrás de su oreja.

-¡Es algo totalmente diferente a esto!; Granger y Pansy tienen la vestimenta invertida. Potter y tu hermano me odiaban pero no me tenían lastima. Snape es mi padrino en mi mundo- mencionó también.

-¿Y cómo llegaste aquí?- preguntó la chica, seguiría preguntando mientras Malfoy no se mostrara peligroso.

-Peleaba contra la profesora Vector por haberme puesto en grupos con Granger. La amenacé con mi varita y de inmediato salieron Potter, Granger y tu hermano a defenderla. En una mezcolanza de hechizos fui yo el único afectado por lo que veo- dijo el muchacho, llevándose una mano al cabello.

-Esto sí que esta grave- mencionó la amistosa pelirroja. –Pero sin que lo pidas, estoy dispuesta a ayudarte- dijo con una sonrisa cooperante.

-Gracias, Weasley- dijo Malfoy levantándose, sintiendo por primera vez en ese nuevo mundo, la necesidad de comer.

-No es nada, ahora vamos a almorzar, te ves pálido- dijo ella y lo confortó con una sonrisa amplia.