— Te reto a pulseadas —Proclamó Judy.
Antes de que el zorro pudiera asimilar las palabras que la coneja había dicho. El codo de ella estaba apoyado sobre la mesa, mostrando su brazo, al tener el uniforme remangado.
Nick alzó una ceja.
— ¿Quieres perder? —Ella sonrió autosuficientemente.
— Tengo entrenamiento —Espetó— Puede que no lo parezca, pero estos brazos tienen músculos.
El zorro sonrió y se remangó.
— Yo también tengo músculos Zanahorias —Su codo apoyado sobre la mesa, mostrándole sus bíceps— ¡Vamos! —Alentó— ¿O temes llorar por tu derrota?
— Eso es lo que decís. Pero... —Repuso— Luego no vengas llorando, Nick
— Tú serás la que lloraras, Zanahorias.
— ¿Preparado? —Preguntó sus patas en un firme agarre.
— Nací listo.
Dijo antes de que hicieran la cuenta regresiva y comiencen a intentar derribar a su contrincante.
Pum...
Los ojos verdes de Nick se encontraban dilatados. Judy sonrió alegremente.
— ¿Lloraras?
— Exijo otra.
Ella sonrió más enorme.
— Bien.
De nuevo se prepararon y...
Pum...
— ¡Otra!
Pum...
— ¡Otra!
— ¿No te vas a rendir?
— No —Espetó— Es más, si gano esta, vas a decir a todos que soy el más fuerte.
— ¿Y si pierdes? ¿Estás de acuerdo de decir a todos que soy la más fuerte?
— Es un trato —Aseguró el zorro. La coneja aceptó.
Otra vez sus patas se sujetaban con fuerza, cuando parecía que Judy iba a ganar nuevamente. Nick se levantó de la mesa unos centímetros y acerco sus labios a los de Judy. Esa acción, que desconcertó y permitió que Nick la derribe.
— ¡Gane!
Cuando la coneja pudo reaccionar, hizo un gesto de horror en su rostro colorado.
— ¡Eso es injusto!
Nick sonrió ladinamente.
— Es una treta, tesoro.
