Me he planteado varias veces el publicar esta historia o no, ya que a estado en mi cabeza por unos cuantos meses. Así que bueno... aquí está D:

Historia ambientada después de El Último Héroe del Olimpo y antes de El Héroe Perdido. Debo decir primeramente que habrán batallas independientes, pocas veces se verán envueltos en eventos importantes... bueno, depende de lo que dicte mi loca imaginación así que no me hagan caso. Este fic es NicoxOC, espero les guste ;)


La Misión

Ya no conseguía dormir por las noches. Bueno, sí lo conseguía, pero no como antes.

Cuando Bianca estaba, solía cantarme canciones de cuna para dormir. Ahora solamente lograba conciliar el sueño con unas cuantas canciones que habían en un mp3 que le había robado a una chica en el metro. Pero sinceramente ya nada era lo mismo. Estaba en mi cabaña, como siempre. No salía de ahí a menos de que fuese totalmente necesario. Claro, debía comer y entrenar pero esas no eran parte de mis prioridades. Hasta que la conocí a ella.

Unos cuantos meses atrás comencé a tener estos sueños, sobre una chica. No, no esa clase de sueños. Siempre eran los mismos, ella comenzaba a cortarse las venas, con el propósito de desangrarse hasta morir, y yo no podía hacer nada para evitarlo. Solo miraba. En mis sueños ella siempre tenía el cabello sucio y enmarañado, de color castaño oscuro con unos cuantos mechones teñidos de color rosa intenso y la tez acaramelada y brillante. Tenía una especie de lunar parecido a una estrella en el hombro izquierdo, creo que es una marca de nacimiento o un tatuaje. Nunca lograba ver su cara ya que su cabello la cubría completamente.

No quería dormir por las noches porque sabía que iba a soñar con ella.

Pero siempre buscaba una forma de hacerlo porque quería verla.

Lo sé, suena confuso y hasta un poco enfermo, pero ¿qué más puedo hacer?

Sabía que el sueño era una visión y que la chica en él iba a morir, podía sentirlo...

Escuché unos golpes provenientes de la entrada y solté un gruñido de frustración. Maldito Percy, déjame en paz.

Cuando abrí la puerta a la última persona que esperaba ver era a Rachel Dare. Nuestra oráculo. Vi que se sentía incómoda y que se frotaba las manos con nerviosismo.

–Deberías ponerte una camisa, Nico.

No había notado que no llevaba camisa, pero ¿cuál era el problema? Ni que tuviera el físico de Percy o de Jason. Bah, olvida que dije eso. Ni siquiera me molesté en hacer lo que me dijo la pelirroja, así que simplemente me crucé de brazos al tiempo que me recargaba contra el marco de la puerta, esperando que así se conformara.

–¿Qué quieres, Rachel?– le dije con tono de fastidio.

Ella frunció el ceño y se cruzó de brazos también.

–Quirón te tiene una misión, te necesita. Ahora.

Fue todo lo que dijo. Se fue dando enormes zancadas. Chicas...

Me tomé la molestia de ponerme una camiseta antes de salir, no quería tener más problemas como ese. Salí de mi cabaña con la esperanza de no tener que toparme con nadie. Todas las conversaciones terminaban mal. Sobretodo con Annabeth y Leo. Aunque el último usualmente terminaba olvidando todo y regresaba a mí con una enorme sonrisa en el rostro. Idiotas.

No tardé mucho en llegar donde me esperaba Quirón. En el Panteón. No me preguntes cómo lo supe.

–Ah, muchacho– el centauro me recibió con una enorme sonrisa.– Al parecer recibiste mi mensaje.

–Probablemente Rachel no me hable dentro de una semana.– contesté. Quirón soltó una carcajada y me hizo una señal para que me acercase más a él.

–Como la señorita Dare te ha dicho, Nico, te tengo una misión.– su tono de voz se tornó de jovial a serio en un instante. Descansó su brazo izquierdo sobre mis hombros mientras caminábamos por el salón.– Hay una semidiosa realmente poderosa en las afueras, según mis fuentes, y está siendo perseguida. Unas furias la tienen prisionera en un motel y necesito que vayas a rescatarla.

–¿En las afueras? ¿Qué tan afuera?

Quirón se quedó en silencio por unos minutos antes de contestarme.

–Francia.

Juro que casi se me salen los ojos. ¿FRANCIA? ¿ES EN SERIO?

–Bien– contesté. No me gustaba que los demás supieran cómo me sentía.–¿Supongo que salgo ahora?

–Sí. Annabeth y Percy te acompañarán. Ellos ya están al tanto de la misión y, puedo decirte, Nico, que ellos ya están preparados para partir. Los podrás encontrar en los establos.

Asentí y salí a buscar a Percy y Annabeth.

Semidiosa en peligro.

Esto me daba mala espina. Muy mala espina.