Belex-chan: ¡Hola mis queridas lectoras! Aquí me verán con otro fic, otro de mis tantos sueños que interpreto en estas locas historias, esta vez será acompañado de la magia de Crepúsculo y con mi propia imaginación. Aquí esta mi nuevo fic y espero que les guste.
Aclaraciones: en ocasiones se vera el punto de vista de Ryoma o el de Sakuno.
-Diálogos-
-"Pensamientos"-
-.-.-.- (Cambio de escena).
Utopía
Capitulo 1: A primera vista.
En Londres para el año de 1824, en un mundo lleno de soberbia, elegancia y porte; cada vez que una jovencita cumple los veinte años de edad se es presentada a la sociedad, para que sus agraciadas madres comiencen la tan famosa "casería de hombres". Así es, tal y como lo leen, para estas madres significa el fin de la soltería de sus niñas y que éstas "presas" traen consigo matrimonio y nietos.
Claro que para las desafortunadas hijas, si tu madre es de aquellas personas que: hagan lo que hagan te hacen pasar vergüenza, preocúpate pues tu serás el hazme reír de las columnas de cotilleo.
Y aquí me ven, en mi cumpleaños número veintidos. Con mi madre gritando como loca diciendo cosas como: esta vez si te conseguiremos marido o por favor Sakuno se más amistosa. Ya llevaba dos temporadas en esta supuesta casería y realmente no conseguía a ningún pretendiente que me pareciera lo suficientemente inteligente para mantener un conversación sin aburrirme o por lo menos lo guapo para no salir corriendo al ver un desperfecto en su rostro. Si ya lo se, soy muy quisquillosa pero si debo tener un esposo, prefiero a uno que tenga mis expectativas y así como dicen quedar "enamorada a primera vista".
Realmente no creía en eso del amor, siempre me he preguntado como me afectaría esa enfermedad peligrosa, ya que para mi eso es lo que es: una enfermedad. Ponía a las personas sensatas como unos completos idiotas, lo se por que a mi hermano mayor lo contagiaron la temporada pasada, cuando él tenia veintiocho años y ahora esta felizmente casado con su perfecta mujer.
En fin mi madre me estaba ayudando a colocarme el hermoso vestido de tonos lavanda, un color que según ella favorecía a mi imagen. Yo era pálida, algo que no me favorecía en absoluto, por que actualmente los hombres prefieren a las mujeres con piel trigueña no a una que puede parecer un fantasma. Mi cuerpo, el de una niña para una mujer de veintidos años, ya que mi busto no era considerado el más tentador y mis piernas no era las más contorneadas que las de otras mujeres, yo parecía un alfiletero por lo delgada que era.
-¡Sakuno, niña por favor apúrate!- esa era mi madre, Charlotte de Ryuzaki- Ven acá para arreglarte el cabello, hoy tendrás más pretendientes que nadie- dijo por enésima vez.
-Madre ni se para que te emocionas, ya verás que será igual que el año pasado- dije con pesadez para sentarme en frente de mi peinadora.
-¡No digas eso!- dijo bruscamente- Con ese animo, cualquiera diría que jamás desearías casarte-.
-Quiero casarme- mi madre comenzó a mirarme detenidamente mientras peinaba mis cabellos- Pero eso no es de la noche a la mañana, quiero que sea algo mágico ¿sabes?-.
-Explícate- dijo para cuando termino de hacerme una media cola y arreglar mi flequillo.
Me gire en el asiento para quedar en frente de ella.
- Tú dijiste que cuando conociste a mi padre fue "amor a primera vista"- creo que acabo de ver los ojos de mi madre cristalizados- Es decir…- Oh no, le tiembla el mentón- Quiero sentir ese "amor a primera vista"-.
-Vaya…No se que decirte- por primera vez escucho de mi madre esas palabras, creo que las tendré guardadas siempre en mi corazón- Pero si tenemos suerte, quiero decir, si tienes suerte esta noche encontraras a tu futuro- ¡siempre presionándome para conseguir marido!, bueno no me queda de otra que cumplir sus esperanzas, seré esta vez una chica encantadora.
A las nueve en punto comenzó un hermoso vals en la mansión Black, esta prestigiosa familia era muy cercana a los Ryuzaki ya que desde pequeña yo había crecido con la hija y única heredera, siendo ella mi mejor amiga Carlie Black. Desde muy niñas éramos muy traviesas dándoles dolores de cabeza a ambos padres y al igual que yo esta era su segunda temporada. La divise a penas deje atrás el vestíbulo; me dejo algo impresionada la decoración, todo estaba rodeado por el aroma de las rosas rojas dando una atmósfera de romance según ella. Todo el salón e incluyendo las mesas estaban decoradas con tonos blancos y rojos, el suelo de mármol deja ver tu propio reflejo con lo increíblemente pulido que estaba. Y en las escaleras principales, en todo el medio del salón se encontraba mi amiga hablado animadamente con alguien, así que para no perder tiempo me dirigí en su encuentro.
-¡Sakuno!- grito ella apenas me vio- ¿Cómo estas amiga?-.
-Como siempre, aburrida de asistir a estas fiestas-.
-No seas así, mira que me costo mucho dirigir a los sirvientes para que decoraran el salón, justo como a mí me gusta-.
-Sabía que estabas detrás de tanto arreglo- dije para tomar una de las rosas que decoraban las escaleras.
-Discúlpeme señor Hunter, debo hablar con la señorita Ryuzaki- dijo mi amiga para alejarme unos cuantos metros del adorable anciano con quien hablaba- Mira Sakuno no te burles de mi toque femenino- dijo con aires de ofendida y yo suspire.
- Si tú lo dices…- ella abrió levemente su boca para refutarme pero inmediatamente su mirada me traspaso dirigiéndose a otra dirección-¿Qué?- dije pero ella solo señalo a alguien.
La mire levantando una ceja, ¿Cómo podía desviar la conversación tan fácilmente? Pero ella siguió mirado hacia aquella dirección con ojos libidinosos. Ok tenía que voltear y así lo hice pero no vi nada extraño solo un montón de personas rodeando a alguien…un momento, eso era ¡muy extraño!
- ¿A quien rodean?- pregunte extrañada pues no veía a la persona en cuestión.
-Al duque Echizen- dijo sin aire- Él esta aquí- esta vez vi claramente como respiraba aceleradamente.
-¿Quien?- me miró con incredibilidad.
-¿No sabes quien es?- negué con la cabeza- Esto es el colmo, ¿Cómo no sabes quien es?- suspiro tratando de calmarse- El duque es el hombre más guapo y adinerado que si no fuera por el titulo todos dirían que es el Rey de Inglaterra, además se rumorea que jamás a desposado a una mujeres para tener ya sus treinta años.
¿Treinta? Dios de seguro no era tan hermoso como lo planteaban, la multitud se disperso y no alcancé a ver al famoso duque, mi amiga dijo que volvería en unos minutos pues el Lord Wentz acababa de pedirle un baile.
Me sentí un poco mareada con el ambiente, la gente murmurando, otras bailando y el intenso olor a rosas me nublo la mente. Decidí pasar por el jardín, de seguro que ahí había más del intenso olor pero al menos estaba al aire abierto y con el frío nocturno golpeándome las mejillas.
Suspire, ya sabía que esta fiesta sería igual a las demás. Otro vals se escuchaba a lo lejos en el salón y yo sentada en una banca mirando fijamente a la luna, que casualmente se encontraba llena rodeada por unas nubes dándole un toque de misterio.
-Buenas noches-dijo una voz muy seductora que al oírla me sobresalto. Lo que me faltaba otro idiota que intentaba coquetear conmigo.
- Buenas-dije sin mucho animo, a ver si con eso el hombre se largaba.
Al parecer lo había logrado, pues no se escuchaba nada alrededor pero cuando por fin conseguí relajarme la voz ya se encontraba a mi lado, al voltearme me quedo mirando fijamente a unos ojos de color negro intenso. Era un hombre muy apuesto para que mentir y con esa sonrisa de superioridad hizo que unas extrañas sensaciones nacieran de la boca de mi estomago, las muy conocidas "mariposas" jamás pensé en sentir algo como aquello.
-¿Por qué una joven tan hermosa como usted esta tan sola?- inclino su rostro hacia mi haciendo que unos mechones de su rebelde cabellera negra cayeran intencionalmente y profundizando su mirada.
Y por primera vez fui yo la que se quedo sin habla, este sujeto nublo mis pensamientos con tan solo una mirada, imposible que eso me estuviera pasando. Volvió a sonreír de aquella manera como si ya supiera desde hace tiempo como iba a reaccionar.
- Mi nombre es Echizen Ryoma- dijo naturalidad y en ese momento desperté de mi ensoñación.
-¿El duque?-
-Ah vaya, veo que sabes de mi- dijo con arrogancia.
-En realidad no mucho- sonreí- Hoy me entere de su famosa existencia, al poner pie en el salón y armar tanto escándalo- le conteste como si él no tuviera tanta importancia. Soltó instantáneamente una carcajada y mi corazón se acelero que hasta podía sentir como retumbaba en mi pecho.
-¿Usted como se llama?- dijo levantándose de la banca.
-Ryuzaki Sakuno- y él me sonrió de nuevo.
-¿Será posible que la señorita me permita esta pieza de baile?- dijo inclinándose ante mi y extendiendo la mano.
Ahora que lo veía bien tenía el aspecto de un adolescente, ni mucho menos de veintitrés años. Con la piel más pálida de lo normal, genial conseguí a alguien mucho más blanco que yo. En fin asentí y tomé su mano pero me estremecí al instante ya que su piel era muy fría y dura como el mármol.
-¿Pasa algo?- negué con la cabeza y en menos de unos minutos ya estábamos bailando al ritmo de la música, en todo el medio del salón.
-¡Por fin!- escuche a Carlie desde una parte del salón y yo me sonroje de una manera que sentía mi cara arder.
- La voy a matar- susurré simplemente moviendo los labios.
-¿Por que?- ¡imposible que él me hubiera escuchado! Lo mire incrédula y pareció estar inquieto- Eh…nada solo que ¿Por qué esa joven dijo eso?-.
-Ah, es que yo no suelo bailar en una fiesta y mucho menos hablar con alguien-.
-¿En serio?- dijo como examinando mi rostro y ver si en realidad decía la verdad- Normalmente las mujeres vienen a los bailes para conseguir pretendientes o ¿me equivoco?-.
- Se supone que es así, pero esta es mi segunda temporada de "caza" y aun estoy sin esperanzas sobre el asunto-.
- Impresionante- dijo el-¿Cómo ahuyenta a los hombres?-.
-No es eso- dije volviéndome a sonrojar- Si he tenido pretendientes…-
-Pero...-
-Pero no son lo que yo esperaba e incluso prefieren tomar mi amistad que tener una relación más seria-.
-Mmm- pareció que él estuviera buscando las palabras- Discúlpeme-.
-Eso se debe a…-
-Que al parecer su madre se ilusiono con la idea de haber encontrado un nuevo novio para usted- dijo dándome una vuelta y regresando al compás de la música- y creo haber desilusionado a las demás jovencitas, pero mi intención de sacarla a bailar era con ese fin, alejar a esas arpías que se suelen llamar "madres"-.
-Al contrario debería agradecerle yo a usted- fue esta vez él quien me miraba con una interrogación en el rostro-Así me ahorro el discurso de mi madre después de cada baile-.
-Sigo sin comprender-.
-Ella diría que solo pierdo mí tiempo y que no me esfuerzo por conseguir a mi futuro esposo en cada baile que asisto-.
Él volvió a soltar una carcajada y yo tirite en sus brazos, no por que su piel fuera fría sino por que su aliento choco contra mi rostro y de él procedía un aroma tan delicioso que sería muy difícil calificarlo con un perfume en específico. Ryoma me vio con ojos hambrientos en cuanto mi corazón comenzó a palpitar de más y casi sentía que me faltaba el aire, acaso estos eran los efecto del enamoramiento. ¿Era posible que yo me hubiera enamorado a primera vista?
-Debo irme- dijo de inmediato cambiando radicalmente de humor.
Él me soltó bruscamente y sin que nadie en el salón se diera cuenta, desapareció misteriosamente dejándome algo confusa, pregúntame a mi misma ¿Él realmente estuvo conmigo esta noche? Ni yo misma podía responderme en estos momentos.
-¿Y el duque?- pregunto Carlie-¿No estaban juntos?-.
-Tubo que irse…eso creo- dije algo dubitativa.
-¡Oh por Dios!-dijo ella alejándome un poco de la gente- Sakuno tu rostro esta completamente sonrojado- su sonrisita de burla no ayudo mucho a mi estado de animo.
-Déjame y prométeme- la mire seriamente- Que harás como si nunca hubiera sucedido algo en esta noche-.
-¿Por qué?- dijo ensanchando su sonrisa- Si te veías encantadora entre los brazos del duque-.
-Por eso mismo, no quiero que se creen rumores falsos-.
-Huy no me digas que ¿te importan tales rumores?- Carlie no me dejaría en paz en lo que resta de la noche.
-Por supuesto que no- dije volteándome, mi corazón de nuevo palpitaba de más.
-¡Aja!- dijo acercándome para susurrarme en el oído- Te gusta el duque Echizen ¿verdad?-.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
-¡Pusiste a nuestra familia en peligro!- dijo el mayor de los Echizen y padre de Ryoma.
Ellos iban rumbo a su gran mansión en Silver Street, en una de sus más lujos carruajes se daba presente esta charla entre los Echizen. Nanjiro podía sentir la tención que había en el salón, claro esta que para él y para su hijo era diferente que a todos los demás, solo ellos dos sabían el significado de su repentina marcha.
-No fue mi intención y sabes que es así- dijo Ryoma cruzándose de brazos- Pudo haber pasado algo peor-.
-¡Si menos mal que eres consiente chiquillo!- reprocho su padre.
-¡Pude matarla ahí mismo!- respondió Ryoma en el mismo tono- Cuando la encontré sola en el jardín, no seria raro que nadie notara su ausencia, ¿pero lo hice?- dejo la pregunta al aire.
-No-dijo bajando la mirada- Pero de todas formas, si no te hubiera advertido ya esa jovencita no estuviera viva y se descubriría nuestro secreto-.
-Lo se pero sabes tan bien como yo que jamás había sucedido- dijo extrañado- Nunca pensé en hallar a alguien que me produjera tanta sed-.
-Huy si, lo dices como si hubieras vivido mucho- dijo Nanjiro en tono de burla.
-Menos mal sino sería un viejo libidinoso como tu-.
-Mira niño no te permi…- el carruaje paro inmediatamente y la puerta se abrió para ellos, Nanjiro prefirió dejar esa discusión para después. Su mujer de seguro ya estaba en casa y podía escucharlos perfectamente a ambos sin importan la distancia.
-Sabes que, no soporto esto- dijo Ryoma.
-¿Qué quieres decir mocoso?-.
-Me voy…debo hacer algo primero- En cuanto él bajo del carruaje desapareció en menos de un suspiro, dejando a Nanjiro con los ojos completamente abiertos.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Ya me encontraba en mi cuarto, le dije a mi madre que me sentía indispuesta y que debía irme inmediatamente a la casa. Así que, aquí estoy. Con un palpitar que no lograré callar y un sonrojo que no creo poder borrar. ¿Acaso me gustaba ese misterioso duque? No me podía explicar como un hombre como él me impresionaba, es decir se notaba desde lejos que era un engreído, descarado y que estaba acostumbrado que todas las damas de lugar suspiraran por él, al fin y al cabo yo me convertí en una de esas damas.
Me dormí como pude pero me levantaba muy seguido entre las horas de las madrugada, mis sueños con el duque eran inusuales jamás había soñado de una manera tan erótica como esta vez, sudando me levantada en ocasiones para lavarme el rostro. Y al llegar la mañana me sentía tan cansada que no me pude levantar a tiempo para el desayuno, así que la única vez que medio dormí fue en las horas de la mañana aunque el sol resplandeciera en todo su alto.
Me levante y fui a lavarme inmediatamente, después me coloque un vestido de color azulado que normalmente utilizaba en casa, me amarre un lazo en el cabello sujetándolo como una media cola y me fui directo al salón de té de mi madre. Algunos sirvientes al verme me preguntaron si me sentía mejor, les dije que solo me había desvelado un poco y se terminaron sus preocupaciones, yo solía ser muy amable con los criados de la casa algo muy extraño en una sociedad aristócrata. Encontré a mi madre bordando un pañuelo y la sorpresa de encontrar a mi hermano mayor a su lado fue mucho más intensa.
-¡Eiji!- él se levanto a abrazarme al instante en que corrí hacia él-¿Cómo estas hermano?-.
-Sakuno ¿Dónde están tus modales?- dijo mi madre sin dejar de ver su bordado y sonriendo plenamente.
-Hay por favor madre, ni que tu no hubieras hecho lo mismo cuando me viste en las escaleras de la entrada- dijo él sonriendo y aun teniéndome en sus brazos- Y tú- dijo hacia mí- ¿Como te sientes? Madre me dijo que te fuiste muy temprano anoche-.
-Me siento muy bien hermano- dije para volver a abrazarlo- Te extrañe mucho ¿Sabes?-.
Eiji y yo éramos muy unidos desde la muerte de nuestro padre, el vizconde Ryuzaki; fue como si automáticamente Eiji se convirtiera en un nuevo padre para mí, ya que yo era muy pequeña cuando él murió. Fue él quien me enseño a montar y a nadar, busco clases para que aprendiera matemáticas, arte, literaturas y de más materias. Así que para mí era mi mundo, sin él no sabía que hacer y cuando contrajo matrimonio sentí que esa mujer me arrebataba algo muy preciado para mí. No era que me cayera mal mi cuñada al contrario, cuando conocí a Kate entendí que no había mejor esposa que ella para mi hermano.
-¿Y Kate?-pregunte al notar su ausencia.
-Esta cuidando de tu sobrino- yo abrí los ojos como platos.
-¿Sobrino? ¿Cuándo? ¿Como?- dije desesperada.
-Hace poco que dio a luz a Jhon así que prefiere quedarse a cuidar al pequeño-.
-¡Que hermosura! Un sobrinito- agarre la mano de mi hermano- ¿Puedo ir a verlo?-.
-¡Claro! Esperábamos a que te levantaras para ir a mi casa-.
-¿En serio madre?- esta vez ella levantó la vista y me sonrió- Bien ¿que esperamos? Quiero conocer a mi sobrino-.
Nos fuimos en uno de nuestros coches hacia la mansión de mi hermano; la cual antes toda la familia Ryuzaki vivía, pero era de esperar que mi hermano al ser el vizconde nosotras debíamos dejarle la casa a él. Eiji se opuso, él prefería buscar un nuevo hogar para su familia pero al final lo convencimos y él compro una nueva casa para nosotras. Cualquiera que me viera diría que era la joven más feliz de toda Inglaterra.
Las semanas transcurrieron y yo no sabía nada de mi duque, y en ningún momento trate de averiguar algo de él puesto que seria muy obvio para mi madre que estaba enamorada de él. Los sueños siguieron, cada noche me atormentaban recordándome su rostro, su aroma y su piel tan helada que me hacia tiritar del deseo.
Fue un día martes cuando mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, todo paso tan rápido, que ni me di cuenta cuando deje de existir en este mundo.
Era la fiesta de presentación del joven hijo de Eiji a la sociedad, para que todo Londres se enterara del nacimiento del primogénito del vizconde Ryuzaki, fui vestida con el mejor vestido que mi madre compro para mí, ya que era un momento muy especial para mi hermano. Entonces volví a verlo, tan radiante como la primera vez y tan encantador que hizo que mi respiración se detuviera y mi corazón reaccionara tan velozmente a mis sentimientos.
Se veía diferente, algo inusual pero que si era visible en mis sueños. Se acerco a mí en un momento que no descifre, tomo mi mano y me alejo de la gente, como tantas veces había soñado su piel a mi tacto resultaba tan fría como un témpano de hielo. Era muy extraño que nadie lo hubiera notado por que en la última vez que lo vi había formado un alboroto a penas piso el salón.
-Deseaba verla joven Ryuzaki- dijo besando la mano que él sujetaba.
-Igualmente duque Echizen- dije sonriendo.
-Por favor llámame Ryoma y dejemos las formalidades- un vals se escucho a lo lejos ya que nos encontrábamos en el jardín de la mansión Ryuzaki.
-Me parece muy inusual en usted no llamar la atención- dije al momento en que colocó su mano en mi cintura y empezó a bailar conmigo.
-¿Qué le dije de las formalidades? Prefiero que me tutees- la sonrisa llego hasta sus ojos y ahí note la diferencia. Me detuve por un instante y me quede mirando fijamente aquellos ojos color miel-¿Sucede algo?- preguntó.
-Tus ojos…-dije dubitativa.
-¿Pasa algo con ellos?- mencionó acercando su rostro hacia mí haciendo que me sonrojara.
-Eran de color negro- afirme. Ryoma se tenso por un momento pero continúo dirigiendo el vals.
-Al parecer no te fijaste bien Sakuno- dijo como si no tuviera importancia- Siempre han sido de éste color- me mentía y lo sabía muy claramente.
-Mmm si seguro- dije sarcásticamente y el soltó una carcajada que hizo que me estremeciera.
-Le das importancia a cosas minúsculas-.
-Es solo que no estoy acostumbrada a que me mientan- dije otra vez insinuando algo.
-No te estoy mintiendo- dijo volviendo a cercar su rostro al mió y por un instante creí que me besaría.
Un grito ahogado pero que incluso yo pude escuchar se hizo presente arruinando el momento más romántico de mi vida. Una mujer extremadamente hermosa apareció en frente a nosotros. Era de una tez tan pálida como la de Ryoma y sus cabellos marrones caían hasta la cintura, su vestido de color rojo intenso resaltaba su hermosura.
-Tomoka…- dijo él separando su rostro solo centímetros de mí.
-¿Quién es ella?- dijo la mujer.
-Ryuzaki Sakuno- dijo para mirarme dulcemente- Ella es…- dijo para presentármela.
-Tomoka Osakada, su prometida- dijo entre dientes.
Yo mire a Ryoma y él tenía un rostro frío que hasta me dio miedo.
-No es cierto Sakuno- dijo para mirarme y rozar su muñeca contra mi rostro- Nosotros anulamos nuestro compromiso hace poco- durante todo momento yo me quede callada, preferí quedarme así y no avivar el fuego, deseaba preguntar el porque anulo su compromiso con una mujer que desde lejos era todo diamante para los hombres.
Ella se fue velozmente, mis ojos no alcanzaron ver el momento en que se había marchado, Ryoma y yo seguimos hablando de trivialidades y preferimos no tocar el tema de la joven Osakada. Nuestro vals concluyo y nos dirigimos hacia el salón donde por fin la gente se había dado cuenta de su presencia, muchos rumores se crearon esa noche y en ningún momento me importo ser el centro de atención de los cotilleos de la sociedad.
La noche transcurrió y llegó el momento del brindis, todos tomaron su copa de champagne y se hizo la presentación del niño. Todos celebraron tomando hasta el fondo su copa, como dije, todo sucedió muy rápido. Primero Ryoma, al momento del brindis parecía buscar a alguien, después yo mire hacia la dirección él miraba con tanta frialdad; Tomoka se hallaba muy lejos de nosotros con una sonrisa implacable en el rostro y yo sin darle mucha importancia fui tomando mi champagne. Solo escuche la voz de Ryoma diciendo un leve…
-No- mi copa cayó al suelo rompiéndose en mil pedazos.
Mis piernas me fallaron y me fui desmayando hasta encontrarme con los fríos brazos de Ryoma, en ese preciso momento supe que nada volvería a ser igual.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
-Vamos Sakuno- dijo Ryoma tratando de mantenerla despierta- No debes irte de mi lado-.
-Ryo…-a Sakuno le costaba respirar.
Un grito por parte de Charlotte Ryuzaki fue quien advirtió a todos en el salón que su hija había caído desmayada en los brazos del duque Echizen, algunos médicos que se encontraban presentes en la reunión fueron quienes le dijeron a Ryoma que debía llevarla a las habitaciones de arriba acompañado de Charlotte, Eiji y Kate quien llevaba consigo al bebe. La acostaron en la habitación principal y él nunca dejo de tomar su mano, una fuerte fiebre inundo de sudor el cuerpo de Sakuno y por desgracia de todos nadie sabía que le sucedía, jamás pudieron llegar a la conclusión de que la joven Ryuzaki había sido envenenada. Solamente el duque, quien permaneció las veinticuatro horas que le quedaban de vida supo la verdad.
No se hallaron culpables tras la trágica muerte de Sakuno, desde ese momento la familia entera dejo él país ya que no podían soportar la perdida de su adorable hija. Ryoma, cuya vida duraría más allá de la eternidad trató por varias décadas en buscar a Tomoka, puesto que él sabía que era ella quien dominada por sus celos le arrebató la vida a su futura esposa. Así es, él planeaba pedirle matrimonio a Sakuno por ello anulo su antiguo compromiso. Se había dado cuenta que la amaba justo los días después de la fiesta en que se conocieron. La visitaba a media noche sin que ella se diera cuenta, disfrutando al verla soñar y decir su nombre entre sueños.
Siglos pasaron y su corazón quedo sellado para siempre, nunca más amaría a nadie ya que eso traería desgracia para el ser amado, lo dedujo él mismo en el momento en que su corazón perteneció a una simple humana, sabiendo él mismo que su relación entre los humanos estaba completamente prohibida. Al ver como el tiempo pasaba con rapidez y que su dolor se aminoraba prefirió utilizar su vida para algo productivo, decidió realizar varios viajes con su familia, la cual aumentaba con los años. A ellos se unieron Momoshiro, Ann, Ryoga y Sakura. Todos bajo el apellido de los Echizen.
Su último viaje fue en Japón donde ahora se relata nuestra historia, en el año 2008 en el mes de septiembre, cuando nuestro Ryoma se encontraba conduciendo su Ferrari de color negro, por la calles de esta alocada ciudad dirigiéndose a su primer día de clases en el colegio Seigaku.
-Demonios- dijo para cuando el semáforo se coloco de color rojo.
-Tranquilo hermano, no se nos hará tarde- dijo Momo desde el asiento trasero.
-Así es más bien tenemos media hora para llegar a tiempo a clases- dijo Ann quien jugaba con los dedo de Momo, cuya mano se entrelazaba con la suya.
Era costumbre que él llevara a sus hermanos durante los días de clases, ninguno ponía objeción, además del carácter de su hermano mayor por las mañanas les advertía que no debían poner "pero" cuando él conducía.
Entonces justo antes que la luz del semáforo cambiara de color, una joven de cabellos rojizos, de tez blanquecina y de una figura casi infantil paso enfrente del Ferrari dejando a Ryoma petrificado. Se notaba desde lejos que su uniforme era de la secundaria Seigaku pero él jamás la había visto en la escuela, hasta ahora. Un recuerdo lejano trajo hacia él la misma imagen de la jovencita pero con un aspecto diferente, con viejos vestidos de antaño bailando un vals que nunca podría olvidar.
-Sakuno…-
Continuará…
