Exención de Responsabilidad. Ni Free! Iwatobi Swim Club ni Free! Eternal Summer ni High Speed! ni sus personajes me pertenecen. Son propiedad de Kôji Oji, Hiroko Utsumi y KyoAni.
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Gracia.
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Oye, ¿no crees que esto apesta?
Seijuurou desvía la mirada de Rin, pero asiente sin culpa. Es Momo, es Gou y apesta, está de acuerdo.
Sus ojos se fijan en el césped y luego suben hasta las guirnaldas hechas con luces blancas y flores silvestres. Más allá, las estrellas que sólo pueden verse en el campo donde Momotarou descubrió a los dos años su gusto por los bichos, se burlan de ellos.
Idiota escupe Rin a su lado y Seijuurou no discute. El idiota –su hermano– le está quitando un escarabajo del pelo a Gou en medio de la pista de baile. Gou ríe, pensando que es una broma y Momo la distrae hablando fuerte y gesticulando con el exceso de entusiasmo con el que se ha dirigido a ella por más de seis años, mientras retira a otro insecto que sube por el encaje de su vestido de novia. Quítalelasmanosdeencimaamihermana.
Momotarou deja a su esposa despidiéndose de los invitados y encamina sus pasos hacia el punto en el que ambos padrinos se han exiliado a contemplar la fiesta. Rin se rehúsa a prestarle atención, como si con la sola negación bastara para borrar el hecho de que Gou está a punto de irse de luna de miel. Momotarou lleva los brazos abiertos y una alegría cargada de nervios en el rostro y Seijuurou recorre la distancia que los separa en tres zancadas. Hazme sentir orgulloso, bromea cuando atrae con fuerza el cuerpo de su hermano menor hacia sí y lo estrecha. Momotarou no dice nada, pero el mayor de los Mikoshiba siente en su cuello cómo se le ensancha la sonrisa.
Gracias, hermano es lo que logra articular y Seijuurou lo aprieta incluso más fuerte cuando están a punto de separarse. No lo hagas, Momo; te lo prohibí cuando tenías cinco, ordena y su voz firme ya no parece su voz. Momotarou ríe. Lo siento, hermano, ya lo hice. Cuida de Pyunsuke Tercero por mí.
Gou llega a su lado y cuesta que Rin la deje partir una vez ha besado y abrazado a su cuñado. Momotarou necesita un salvavidas y su hermano se lo tiende, como hacía cuando su madre preguntaba qué escondía Momo-chan bajo la cama y él –de repente– sentía la urgencia de confesar que había obtenido una calificación innombrable en el último examen de Historia para darle tiempo de ocultar el terrario en el fondo del clóset.
Vamos, Rin, nos merecemos un trago, apunta y Momotarou deja de moverse intranquilo sólo cuando Gou toma su mano y se despide sacándole la lengua a Rin. No irás a rechazar la invitación de tu capitán, ¿o sí?, agrega al ver que su concuñado parece incapaz de encontrar la determinación suficiente para, al caminar, no ir detrás de Gou.
Ex capitán, replica Rin y se adelanta a regañadientes. Sin embargo, las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba cuando los novios se alejan entre aplausos y pétalos de flores. Es una sonrisa aunque nadie más la vea; una que mezcla la gracia y la amargura de tener un hermano menor.
Seijuurou contempla la espalda de Momotarou hasta que, más allá de los farolillos clavados en el pasto, esta se funde con la oscuridad. Momo y Gou desaparecen en ella y comprende que Rin no sea capaz de mirar. A fin de cuentas, una de las cosas que no te dicen acerca de ser hermano mayor; una para la que nunca estarás suficientemente preparado –y la que, como sostiene Rin, de verdad, de verdad, apesta–, es esa.
Crecen a pesar de que se los prohíbas.
Seijuurou sonríe también y Rin lo apresura desde la barra. Así que sólo somos tú y yo, eh, Matsuoka, sentencia cuando pone su brazo derecho alrededor de los hombros de Rin. Comparten la gracia y la amargura pero, principalmente, la gracia de tener un hermano menor. Porque tampoco nadie te habla de esa dualidad, de la capacidad de ir delante para guiar sus pasos y espantar los monstruos a media noche, cuando se te meten en la cama; y de quedarte atrás para verlos en primer fila alcanzar la felicidad por sus propias manos, esas manos que ya no son tan pequeñas y que, eventualmente, llegarán (llegaron) a ser sostenidas por alguien más.
Y eso es bueno. Significa que aquellas cosas que sí te advirtieron acerca de ser un hermano mayor (y aquellas que descubriste por ti mismo), las hiciste bien.
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Fin.
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Aw~ La bendición y el dolor de ser hermanos mayores. Nunca pensé que escribiría de Seijuurou, pero Gracia surgió ayer después de leer Huellas en la Arena de Misila y llorar con el abrazo de Momo y Sei. ¿Qué les pareció? ¿Les gustó? ¿Hubo OOC? ¿Errores? ¿Mal los diálogos?
Me siento terrible por publicar teniendo mensajes por responder, reviews y un fanfiction para el Reto del Mes por entregar, pero no me ha dado tiempo de cumplir pendientes. Pido disculpas; me pondré al día esta semana.
Muchas gracias por estar aquí y haber leído la historia. Espero sinceramente que la hayan disfrutado y dejen sus impresiones.
