¡Hola!

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Tulipanes

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La noche estrellada de ese día era precisamente hermosa, como el espectáculo que tenía frente a sus ojos, a esos ojos tan rojos como la sangre misma.

El frío que hacía en aquella habitación se asemejaba a la temperatura corporal de su acompañante.

Observó su rostro una vez más y probablemente la última; era tan blanco como una hoja de papel. La luz de la luna le daba un tono ligeramente azulado a su piel y sus largos cabellos esparcidos por el suelo la hacían ver como la muñeca que él creía creer que era. Si tan sólo no hubiera tenido los ojos cerrados podría haberla tomado una vez más, pues quería ver a través de ellos su alma cuando él le demostrara todo ese amor que sentía en el acto más apropiado para entregarse que él conocía.

Pero el amor requería de dos personas.

Y él lo sabía.

-¿Sabes? Los idiotas de mis hermanos dicen que mis ojos deben ser como los del diablo. Qué soy el demonio encarnado.

Tomó uno de los mechones de su cabello y lo acercó al suyo.

-Pero tú no crees eso, ¿verdad?- sin esperar respuesta prosiguió –Tu y yo somos tan iguales…La primera vez que te vi Momoko, ni siquiera reparaste en mí- Soltó un suspiro más, de cansancio –Y eso me dolió Momo.

-Yo sé que si las circunstancias hubieran sido distintas tú hubieras llegado a amarme como yo te amé a ti. Probablemente jamás sabrás como me llamo, pero de todos modos te lo diré; Brick.

Soltó una sonrisa innecesaria y abrió sus parpados para poder ver sus ojos.

-No me mires así, das un poco de miedo cuando no parpadeas Momo-Tras pensar un poco soltó -Bueno, me agradas más cuando me miras en silencio que cuando suplicas porque te deje ir.-

Sonrió de medio lado ante su intento de hacerla reír.

De igual manera, nunca lo lograría.

- La última vez que me hablaste me suplicaste por tu vida pero no pude detenerme, te veías tan linda a punto de llorar y cuando comenzaste a ponerte tan blanca como el ángel que eres perdí el control. Tenías que ser mía o de nadie más. Y no querías ser mía.

Los sabios de Momoko comenzaban a ponerse de un color violáceo el cual Brick no pasó por desapercibido. Y le preguntó:

-Si te beso bajo la luz de la luna ¿me perdonarías?-

Aún cuando ya sabía que no habría respuesta.

-Claro que sé que no hay nada que perdonar Momo...-Dijo para salir de puntillas de la pequeña casa en dónde Momoko vivía, él no quería despertarla, mañana volvería a visitarla pero primero la llevaría a través del jardín lleno de tulipanes para poder besarla.

El día de mañana él volvería con ella, hasta que el jardín de tulipanes que ella poseía se secara junto con ella.

Junto a su bello cuerpo inerte.

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16 de junio del 2015