Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Bueno, bueno, una locura así, de cuchillos, sangre y gente que no sabe lo que es ni lo que quiere ser. Todos en la vida hemos tenido un momento en que hemos perdido el rumbo, lo bueno es saber por lo menos adonde nos dirigimos.

Ya sé que la mayoría en el fandom me siguen por el Ereri y el Riren, pero poooorr favooorrrrr, juro que les va a gustar, o al menos les va a parecer interesante, nya? Si fue así, déjenme un bonito review con todos sus piropos o insultos, ambos serán bien recibidos.

Qué dicen? Se animan a la continuación y final?

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de Isayama Hajime, o al menos el Levi masculino.

Advertencias: Un poco de lime, lenguaje vulgar, palabras altisonantes, un poco de violencia de género y muchas críticas machistas.

DEDICADO CON TODO CARIÑO PARA MARU RYU, QUE CUMPLIÓ AÑOS EL 22/03 QUE QUERÍA UN ERURI DE LEY, PERO YO LE SALÍ CON ESTO, IGUAL NO TE PREOCUPES HERMOSA, YA SABES NUESTRO TRATO (GUIÑO CÓMPLICE).

.

.

"Nunca bajes la cabeza. Siempre manténla alta.

Mira al mundo directo a la cara".

Helen Keller

.

.

-: No puedo seguir manteniéndote – dijo Kenny con el ceño fruncido -. Comes demasiado, y si, mantienes el lugar limpio pero no me sirve de todas maneras, eres una inútil. Ya he cumplido con Kuchel lo suficiente. Toma, con esto podrás rentar un cuarto durante unos meses hasta que puedas hacer algo provechoso con tu vida. En el pueblo hay una agencia de limpieza, está a cargo de Hanji-san, búscala y pídele trabajo, dile que vas de mi parte.

Levi miraba fijamente al suelo, era una jovencita que acababa de cumplir 16. Estaba yendo a la escuela, pero ahora con esta realidad tendría que dejarlo al menos por ese año.

-: Si trabajo, puedo ayudar con los gastos – dijo resuelta con las manos sobre su regazo -. Pagaré mi comida, y te pagaré por el cuarto.

-: No, tú sabes a lo que me dedico. Ya han sido tres peleas que tuve por salvar tu culo, eres un problema para mí. Tengo enemigos y buscarán la manera de dañarte. Lo mejor es que te vayas lejos.

-: Sabes que puedo defenderme, Kenny, soy buena usando armas.

-: No, justamente eso es lo que no quiero, una señorita no debería saber manejar mejor una navaja que un cucharón. Además, no es bueno que un hombre grande y solo cuide de una niña, necesitas la guía de una mujer, yo no puedo ayudarte. Anda, arma tu bolso y no me des problemas.

Riva, como le decía cariñosamente su tío, si es que se podía decir "cariñosamente", porque ese hombre podía ser muchas cosas pero menos cariñoso, se puso de pie y se fue a su cuarto. Dolía muy profundo en su pecho. Tenía la secreta esperanza que la dejara formar parte de su escuadrón. Había practicado mucho, había invertido horas y horas fortaleciendo su cuerpo, y lo sabía, era mucho mejor que cualquiera de esos imbéciles que se hacían llamar sus discípulos. Podía vencerlos a todos, así vinieran de a tres.

Pero su problema era ser mujer. A pesar que llevaba el cabello en un rodete debajo de un gorro y se vestía como ellos, a Kenny no le parecía suficiente.

"No puedo dejar que mis hombres sean humillados por una chiquilla", solía decir su tío, "arruinas nuestra reputación, de esa manera si los rumores se esparcen nadie querrá contratarnos, procura que nadie te vea cerca de nosotros. Tampoco puedo perder tiempo encontrándote marido, con lo flacucha y plana que eres, más tu actitud poco femenina, estás condenada a la soltería".

Nada servía, en ese pueblo de mierda donde solo tener bolas era suficiente para ser considerado un buen ciudadano, las mujeres eran cargas inútiles, con ese pensamiento se había criado. Aunque Riva pensaba que ser soltera era más bien un alivio. En el colegio sus compañeras se desvivían por coquetear con los muchachos, mientras que ella prefería subirse a los árboles o usar hondas para cazar pájaros o ratones y afinar su puntería con los cuchillos. No era su objetivo ser ama de casa y criar niños.

Estaba acostumbrada a las peleas, no se amedrentaba fácil ante los puños ajenos, sean de jóvenes, hombres o viejos. Y tenía una asombrosa resistencia, al igual que una fuerza descomunal para lo menuda que era.

Su madre había sido una costurera, que ganaba apenas lo mínimo para que ellas pudieran vivir, ya casi no recordaba su rostro. Había muerto cuando ella tenía 4 años. Fue entonces cuando una señora de cara amargada la había llevado sin explicación a casa de su tío Kenny. Al principio el hombre no quiso hacerse cargo de ella, por lo que no la dejó entrar a la casa por una semana. Levi entonces se hizo un lugar en el cobertizo del patio, donde estaba lleno de elementos de podar y artículos de limpieza. Dormía sobre trapos de piso secos que había encontrado, y abrazada a un plumero, que había sido lo único suave que había hallado. Algunos días llovía. Tenía mucho hambre, por lo que cuando su tío se iba a dormir, revolvía en la basura para comer restos de lo que fuera que hubiera.

Finalmente cuando estaba piel y huesos, algo se removió en el frío corazón del hombre y decidió dejarla entrar.

"-: No vas a estar de vaga e inútil aquí – le dijo de inmediato -. Vas a aprender a limpiar y a mantener esta casa brillando, lo mismo con la cocina, cuando tengas la altura suficiente para prender la estufa vas a aprender a cocinar también. A ver si alguien se apiada de tus huesos en el futuro, es menester que al menos sepas esas cosas para conseguirte un marido."

La niña no entendía demasiado, pero de algo estaba segura, si limpiaba bien y cocinaba, al menos el techo lo tenía asegurado. Hasta que empezó su *regla (*período menstrual), entonces Kenny decidió que ya había sido suficiente. Sus conocidas, porque no podía llamarlas amigas, habían tenido su regla a los once y doce años, ya estaba resignada a que a ella no le tocaría. Ahora esa jodida naturaleza femenina la había dejado sin hogar.

No que fuera a extrañar al frío de Kenny, pero se podía decir que estaba a gusto en esa casa, o acostumbrada. Pero sabía que cuando su tío tomaba una decisión no había marcha atrás.

Guardó un par de prendas, el juego de cuchillos nuevos que le regaló en su cumpleaños de quince, las cuatro navajas que adoraba (trofeos de las peleas callejeras), una pistola pequeña que le había ganado en una pulseada de manos al Gran Peter, el plumero pequeño (si, ése que había usado de almohada la primera vez que visitó esa casa, era como una especie de amuleto para ella), un relicario con una foto de su madre (o eso le había dicho su tío), una botella de whisky (la mejor que tenía Kenny, que se jodiera), unas mudas de ropa interior y su fe en el futuro.

Kenny la dejó en la estación, ni siquiera se quedó a esperar el tren, le dio el boleto y luego de palmearla en la espalda se fue. Levi tocó el rollo de billetes que le diera ese tosco hombre, serían unos quinientos dólares, una pequeña fortuna en ese tiempo. Con su cara seria siempre, miró a los rieles esperando el transporte que le cambiaría la vida por completo.

-0-

Hanji-san era ruidosa, todas en general. Le asignó un cuartito en esa casa enorme y sucia. Se preguntaba cómo era que la gente le contrataba los servicios siendo que la casa se caía a pedazos. Se pasó los primeros dos días arreglando ese cuartucho. Reparando goteras, agujeros, cambiando los vidrios destrozados de la ventana y cosiendo sábanas y colchas. Compró un poco de pintura azul y al fin quedó medianamente satisfecha con su obra.

Se sentó en el patio a fumar un cigarro mientras esperaba que se secara la pintura un poco. Hacía frío, y encerrarse en el cuarto sin que se oreara lo suficiente le aseguraba una fuerte jaqueca por intoxicación.

-: No sabía que fumaras – le dijo la mujer sentándose a su lado -. ¿No tienes faldas? No puedo mandarte vestida como un muchacho a las casas.

-: Sí, tengo, las usaré para el trabajo únicamente.

-: Niña, con esa actitud no conseguirás marido – dijo la mujer preocupada.

-: No me interesa – respondió rodando los ojos, hastiada de escuchar esa frase.

-: Pues debería, no puedes dedicarte toda la vida a esto, es agotador.

-: Me gusta limpiar – dijo con simpleza y Hanji la miró como si estuviera loca.

-: Es la primera vez que escucho a una de las chicas decir eso. Como sea, te explicaré como funciona, te consigo la labor, puede ser un día, una semana, un mes o una temporada. De lo que ganas me rindes el 50%, con eso mantengo el lugar, tendrás comida caliente y un baño decente, puedes lavar aquí tu ropa, jabón, toallas y todo lo que necesites te lo voy a proveer. Aunque trabajes mucho no se gana gran cosa, por eso te digo, deberías empezar a ponerte linda, arreglarte, hay muy buenos partidos, además tienes 16, si en dos años no consigues pretendientes después se vuelve más y más difícil.

-: No necesito un hombre que me mantenga – aseguró la joven.

-: Te convertirás en una solterona.

-: ¿Cómo tú?

-: Soy viuda, mi esposo, el comandante Shadis murió en la guerra civil de la gran ciudad – aseguró con orgullo y un poco de nostalgia en la mirada -. Tengo una pensión que me permite vivir tranquila gracias a él, en paz descanse. Pero tú, debes hacer algo, o terminarás en el "pasillo bermello".

El pasillo bermello, Levi había escuchado rumores acerca del lugar. Apartado del pueblo, era la zona roja, donde mujeres y algunos pocos jovencitos vendían su cuerpo por unos dólares. Incluso eso le parecía un mejor destino que vivir bajo el ala de un hombre, a la sombra, dependiendo de los gustos ajenos, agachando la cabeza por todo, no gracias.

Una jovencita de nombre Armina se había vuelto muy afecta a ella, a pesar de la parquedad de Levi. Era una preciosa rubiecita, pequeña y bien formada, en extremo inteligente. Solía hacerle compañía, no trabajaba demasiado porque era de salud delicada. Su padre, un barbero del pueblo vecino, muy enfermo y a punto de morir, había escuchado de Hanji y la había dejado a su cuidado antes de perecer. Levi muchas veces le había comprado remedios, o comida. Le gustaba su parloteo, sabía mucho de todo porque leía mucho, y su alegría contrastaba con el ambiente en general de la casa.

-: Oh, ¿sabes? En el pueblo dicen que va a llegar una horda de matreros.

-: ¿De qué? – dijo Levi dándole una calada a su cigarro y colgando las sábanas de su cuarto.

-: Delincuentes, aunque yo escuché al oficial Jean decir que eran caza recompensas. Ah, qué vida más violenta, ¿no crees? A mí me dan miedo las armas.

-: Tú y ese oficial andan mucho juntos – Armina se ruborizó un poco y bajó la mirada -. Ey, no dejes que te toque, ¿entendiste? Si quiere algo que venga aquí y hable con Hanji como corresponde.

-: Sí, sí, no te preocupes… ayer quiso darme un beso, y le dije que no, que si volvía a intentarlo le patearía las bolas, como tú me enseñaste.

-: Eso es, que no se haga el pícaro, si te toca un cabello yo le rebanaré la verga.

-: Riva, no hables así – dijo ruborizándose aún más -. No es propio de una dama.

-: Yo no soy una dama.

-: Entonces… ¿qué eres?

-: Una persona, una persona que se cabrea fácil si la joden. Como sea. ¿Qué más te enteraste de los cuatreros?

-: Mmm… bueno, eso, ellos cazan gente, gente mala, la entregan a las autoridades y ganan mucho dinero con eso. Dicen que el líder es un tal Farlan. Eso fue todo lo que pude escuchar.

-: ¿Con que Farlan, uh? – Levi lo recordaba, una vez se enfrentaron con Kenny, tuvo que esconderse un buen tiempo hasta que se cansaron y se fueron del pueblo. Una idea comenzó a formarse en su cabeza -. Oye, paliducha, dime la verdad, cuando me viste la primera vez me dijiste que creías que era un muchacho, ¿eso era cierto o solamente estabas exagerando?

-: No, bueno… no te molestes, pero realmente parecías un chico, me sorprendió mucho saber que no era así… incluso… me pareciste apuesto, ja, ja – rió delicadamente mientras un sonrojo se le pintaba en el rostro.

-: Eso es bueno. Vas a ayudarme, entonces.

-: ¿Q-qué tienes en mente Riva?

-0-

-: Su empleada le dio una paliza a mi hijo – dijo una mujer iracunda, gritando a Hanji, que suspiraba.

-: Su hijo se quiso propasar conmigo – se defendió Levi -. Sólo le enseñaba los modales que usted como madre no le inculcó.

-: ¿Qué dices, pequeña zorra? ¿Quién en su sano juicio te haría algo? Pareces un saco de huesos. ¡Quiero un resarcimiento o haré una denuncia a las autoridades! – amenazó la mujer.

-: Vamos Azura, no hace falta hacer eso, Riva, pídele disculpas a la señora por favor.

-: No lo haré.

-: No te preocupes, te daré servicio de limpieza por un mes, completamente gratis. Y lamento mucho esto, no volverá a suceder.

-: Me parece poco – contestó ofuscada -. Pero como sea, agradece que te conozco Hanji y no quiero perjudicarte, pero esa pequeña rata, deberías echarla de aquí.

-: Está bien, Azura, yo me encargaré – acompañó a la mujer a la puerta y regresó.

-: Ese imbécil me tocó el trasero, y mira – señaló su pechera de su delantal blanco que estaba desgarrada -, quiso tocarme los pechos, yo solo me defendí, debería haberle roto todos los dientes y no solo una muela.

-: Ya basta, Riva. Sabes que Azura es la esposa del secretario del Alcalde, son gente importante.

-: ¿Y qué debía hacer? ¿Dejar que me viole?

-: No, ¡Dios! ¿Ves por qué te digo que debes conseguirte un marido? Para evitar estos episodios.

-: Perfecto, démosle una medalla a ese engendro pervertido ahora – se quejó la joven.

-: Ya, tranquila. Lo siento pero voy a tener que guardarte un tiempo, esto me va a salir caro. Te encargarás de la limpieza de la casa hasta que pueda ubicarte, pero voy a tener que esperar un tiempo… demonios. La vida de una mujer sola no es fácil, Riva, son las reglas de esta sociedad.

-: Pues que la sociedad me bese el culo, me voy a bañar.

Levi se metió a la tina, sentía tanto asco, ese idiota la había agarrado desprevenida, y aunque le sacaba dos cabezas de altura, le enseñó que toda mala acción tiene su reacción. Le dolían los nudillos, le había dado duro, con seguridad se lo pensaría dos veces antes de sobrepasarse de nuevo.

Luego se puso a pensar en la pandilla del tal Farlan, "los sabuesos de las montañas". Un nombre patético si le preguntaban. Los había visto por el pueblo, siguiéndoles la pista a unos ladrones de banco. Tenía cierta idea de donde podrían estar por toda la información que recolectaba Armina y porque ella sabía bien como pensaba un delincuente. Bien, era ahora o nunca.

-0-

-: Armina… Armina… - susurró en la noche cerrada.

-: ¿Riva? ¡Dios! Me asustaste, es muy tarde, ¿qué sucede?

-: Ven, necesito tu ayuda.

Sigilosamente, ambas se fueron al cuarto de Levi. Donde tenía algunas navajas, ropa acorde, vendajes y otros implementos desparramados sobre la cama.

-: ¿Recuerdas que me dijiste que tu padre era barbero?

-: Sí.

-: Entonces, algo sabes sobre cortar cabello, ¿no?

-: Un poco, sí.

-: Perfecto. Quiero que me lo cortes, y que me rapes la nuca y los costados de la cabeza.

-: ¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

-: Me uniré a la banda de Farlan – dijo con determinación.

-: ¿Qué?

-: No te preocupes, soy muy buena peleando, tengo mucha fuerza, y si hago lo adecuado, puedo pasar fácilmente por un muchacho. Me cansé de esta vida de mierda, haré mi propio camino.

-: Pero esa es gente peligrosa, Riva, si ellos se enteran te matarán.

-: No lo harán, y si lo hacen escaparé. En todo caso no te preocupes, y rápido, vamos, corta mi cabello.

-: Oh, tienes un cabello tan hermoso y sedoso, es una pena.

-: ¿Vas a ayudarme o qué?

-: Está bien, pero no hice esto desde hace mucho, no sé qué tal me salga.

-: Esfuérzate, hazlo lo más masculino posible.

-0-

Caminó con las piernas ligeramente abiertas, imitando lo que veía a diario, se sentía bien el roce del pantalón negro acariciando sus muslos. Llevaba un vendaje sobre su ceja derecha, donde se había hecho un profundo corte, mientras se miraba al espejo se dijo que esa sería la marca de su nueva vida.

El obscuro cabello caía sobre su frente en un ligero flequillo con raya al costado y la nuca estaba limpia y despejada. Mucho más cómodo y fácil de mantener. Se sentía un delicioso frío colándose por su cuello donde antes lo cubría la tupida cabellera. En su espalda, a la altura el cinto, llevaba dos fundas con sendos cuchillos, en un bolsillo interno de su chaqueta el arma. Venía masticando un pedazo de tabaco, escupió a un costado antes de entrar a la taberna.

Tenía sus brazos torneados (motivo por el cual Kenny y luego Hanji, la obligaban a usar camisetas largas o vestidos de mangas anchas para ocultarlos, porque les parecían demasiado masculinos), parte de genética y parte de los duros entrenamientos allá hace tiempo con el tío Kenny. Botas cortas negras golpeando el suelo de madera, apretados vendajes sobre su torso marcado y fibroso, aunque tuviera pocos senos era necesario tapar absolutamente todo, no podía permitirse fallar en ningún detalle. Un chaleco marrón, una camisa blanca y un gran pañuelo verde musgo que tapaba parte de su rostro y mandíbula, completaban el atuendo. Los ojos ligeramente delineados para aparentar una mirada más dura. Se sentó como había ensayado las últimas semanas, en una de las banquetas altas de la barra. Con una voz rasposa y grave le habló al cantinero.

-: Dame whisky.

-: ¿Eres nuevo forastero? – preguntó el hombre del otro lado que tenía un parche en el ojo. Sacó un vaso bajo y le puso una medida, seco.

-: Tch – fue toda la respuesta. Se lo bajó de un solo trago, aunque le dio un poco de asco la suciedad notoria del lugar. Miró alrededor, la banda estaba apostada sobre una mesa de pool, acaparando una mesita en una esquina, donde algunos jugaban a las cartas y otros tantos un tiro al blanco con dardos.

Farlan la miró a lo lejos, era obvio, no se perdía un solo movimiento del lugar. En los otros lados uno que otro borracho mascullando a su propia suerte. Al parecer la banda quería su privacidad, por lo que los pueblerinos estaban evitando la única taberna disponible, considerando lo despoblado que estaba de caras conocidas, mejor así.

Un hombrecito tocaba la pianola a un costado, mientras una prostituta vieja estaba apoyada sobre el artefacto con el codo, mirando con aburrimiento el lugar, portaba orgullosa un grosero escote y un vaso de cerveza caliente en la otra mano.

Levi se puso de pie luego de pagar. Y se fue a la mesa contigua de pool. Armina le había confeccionado unas hombreras pequeñas, que le daban una forma más masculina a su espalda. La ropa la había robado esa misma tarde, cuando se descuidaron en una casa donde un jovencito de su mismo tamaño vivía.

Tomó uno de los *tacos (*palo para jugar al pool), y silbando bajito se dispuso a acomodar las bolas sobre el paño verde.

-: Ey – le dijo uno de los hombres -. ¡Lárgate! No queremos extraños en nuestra zona.

Levi ni siquiera se inmutó, continuó como si nada sucediera y dio el primer golpe. Farlan miraba de reojo la escena. El hombre, que le sacaba al menos una cabeza y se notaba mucho más corpulento, se puso de pie y lo fue a encarar.

-: ¿Eres sordo o eres estúpido?

-: No te di permiso para que me hables – le contestó con seriedad Levi. El moreno se le fue encima de inmediato. Levi giró el taco con una velocidad asombrosa, con el mango le dio un golpe justo en medio del plexo solar, luego lo volvió a girar y se lo partió en la cabeza.

Fue entonces cuando todos dejaron sus cosas y fueron a rodearlo de inmediato.

-: Te vamos a partir la madre, enano de porquería – le largó uno.

Levi buscó tener una pared a su espalda y los miró con aire de suficiencia.

-: Quiero ver como lo intentan, soretes.

Después de derribar a cinco, tirar por la ventana a otro, y apuntar con el cuchillo en el cuello a uno más, escuchó el característico "clic" del seguro de una pistola siendo sacado a su costado. Se detuvo agitada y miró, era Farlan.

-: Guarda tu cuchillo, ahora – le ordenó el rubio.

-: Guarda tu pistola o lo rebano entero – amenazó sin echarse atrás, apretando la hoja contra el cuello del hombre.

-: Un cuchillo no es más rápido que una bala, pendejo, no soy paciente, no me hagas repetir las cosas o saldrás de aquí con los *pies delante (*expresión para decir que saldrá muerto).

-: ¿Quieres apostar?

-: ¿Qué mierda buscas?

-: Hablar contigo, tengo una propuesta para hacerte.

Farlan bajó el arma.

-: Bueno, llamaste mi atención, vamos a tomar unos tragos y hablemos.

Los hombres murmuraron y se quejaron, pero no contradijeron a su jefe. Ambos se fueron a la barra, donde Levi estaba atento a los movimientos del rubio.

-: Soy Farlan, y soy el líder de estos idiotas – le habló mientras el cantinero les servía whisky otra vez.

-: Levi – fue toda su presentación -. Quiero unirme a tu grupo.

-: No estoy reclutando gente – cortó en seco el hombre.

-: Pues si mato un par de esos inútiles que tienes, tal vez aceptes.

-: Toca a uno y no vivirás para contarlo. No te conozco y no me importa lo que tengas en la cabeza, ve a formar tu propio grupo y no me jodas.

-: Tengo valiosa información de la gente que buscas, eso y que soy el mejor cuatrero que vas a conocer en tu vida. Puedo vencer a tu grupo entero, en una pelea justa, mano a mano, creo que ya has visto de lo que soy capaz. Y no te he mostrado todas mis habilidades.

-: ¿Por qué? ¿Para qué quieres vivir como nosotros?

-: Por lo mismo que todos, dinero.

-: Ja, ja, ja, ¿crees que vas a venir a increparme y te dejaré entrar para repartirte una parte del botín?

-: Sí.

-: Ja, ja, ja, ¡qué joda, pendejo! Me das risa, en serio, puedes ser rápido, me doy cuenta, pero ya te dije, no ando reclutando gente.

-: Bien, lo pongamos así, si consigo la gente que buscas, me metes al grupo.

-: Cómo si pudieras…

-: ¿Es un trato?

-: Me gustaría verlo.

-: ¿Es un trato? Quiero tu palabra.

-: La palabra de un cuatrero no tiene validez, pero como gustes, tienes mi palabra si así lo quieres. Si consigues a esta gente para dentro de tres días, te aceptaré en el grupo.

-: Dalo por hecho.

Y cumplió. Con la ayuda (a escondidas), del cerebro de Armina, sus contactos, un poco de información de la zona roja y lo aprendido con Kenny, Levi capturó a los dos delincuentes por sus propios medios. Por lo que Farlan le dio el 10% del botín y lo metió al grupo.

-: No dejes que el idiota de Jean avance si no viene con una propuesta seria – fue el último consejo que le dio a su única amiga, quien lloró amargamente cuando la vio partir, aunque a Levi no se le conmovió un solo cabello. No significaba que no sintiera nada, simplemente no estaba acostumbrada a exteriorizar sus emociones.

-0-

Pasaron cuatro largos años, en donde a fuerza de trabajos, esfuerzo y sus habilidades, se volvió la mano derecha de Farlan. Jamás dudaron de su condición masculina, a estas alturas todos los hombres del grupo estaban curados de espanto, y respetaban al menudo "Levi". Riva quedó en el recuerdo. Nadie dudaba en absoluto de su hombría, simplemente pensaban que era algo excéntrico, por su amor a la limpieza, el no querer mostrar su cuerpo o bañarse con ellos, y con respecto a no tener pareja, Levi les dijo que su pene no servía, ellos entendieron que se refería a ser impotente (lo que también explicaba en parte lo de hacer pis sentado) y nunca más nadie lo cuestionó al respecto. El rubio aceptó que Levi era el hombre más preparado y fuerte de todo su equipo, y confiaba plenamente en su capacidad.

Como quien diría todo marchaba viento en popa, hasta que les llegó "ese" encargue.

-: ¿Quién es esta vez? – dijo acercándose a Farlan que bebía vodka mientras estudiaba el caso, Levi aprovechaba para sacarle filo a sus cuchillos y pulirlos, actividad que siempre lo relajaba sobremanera. El rubio tenía una carta de una noble, una foto y un identikit hecho a mano.

-: Tenemos un pez gordo, Levi, uno bien gordo. La condesa de Miralpeix, ha pedido la captura de un burgués. Su nombre es Erwin Smith.

-: ¿Un ladrón?

-: No. Un heredero bastardo. Quiere eliminarlo del mapa para quedarse con el dinero, por supuesto no es ella la que pide el trabajo, es uno de sus amantes, es una mujer astuta y cautelosa.

-: ¿Desde cuándo atrapamos chicos buenos?

-: Nadie es bueno, Levi, ya deberías saberlo. Ofrecieron cinco mil dólares.

-: Pide diez.

-: ¿Vas a enseñarme a negociar?

-: Siempre aceptas a la primera, idiota.

-: Sé lo que hago. Es una presa fácil. Técnicamente lo atrapamos y se lo entregamos.

-: No me vengas con mierdas, ella no hará el trabajo sucio.

-: Bueno, si quiere que escondamos su mugre el precio se incrementa.

Levi tomó la foto. Era un hombre alto por lo visto y muy bien formado, estaba sonriendo cálidamente. Tenía ese semblante que las personas nobles y buenas aparentaban. Era lindo. Considerando que nunca se fijaba en posibles candidatos, porque para ella todos los hombres eran iguales, feos y desagradables. Le pareció que sería una lástima que un hombre tan lindo tuviera que sucumbir. Pero ni modo, si lograban sacarle 20 grandes a la mujer, se quedaría al menos con cuatro, Farlan le daría los trabajos más pesados como siempre. Y con ese monto lograría terminar de juntar el dinero necesario para comprar la pequeña granja.

Estaba en un pueblo lejano, Estrella del Norte, para ser más precisos. Era un valle rodeado de preciosos cerros verdes. La granja tendría al menos unas cuatro hectáreas, incluido un pequeño bosque con árboles de moras. Estaba colindante a un lago, donde había un molino comunitario habilitado, e incluso ya venía con un gallinero, diez cabezas de ganado, veinte ovejas y cinco cerdos. La casa necesitaba muchas refacciones, nada de lo que no pudiera hacerse cargo, y no veía las horas de poder comprarla e irse a vivir allí, perdida de la civilización y siendo autosuficiente, no se imaginaba futuro mejor. Claro, Farlan no la dejaría ir tan rápido, pero siempre podía volver a ser Riva, y jamás la encontrarían.

-: Como sea, trata que los trabajos solo incluyan delincuentes.

-: ¿Por qué? ¿Te da cargo de consciencia ahora? – Preguntó el rubio sonriendo ladinamente.

-: No me arrepiento de las decisiones que tomo, si a eso te refieres.

-: Ah, por cierto, iremos con los muchachos al bar del pueblo, y luego al burdel, ¿vienes?

-: Alguien tiene que cuidar el campamento.

-: ¿Puedo preguntarte algo sin que te enojes? – pero el rubio no esperó que contestara -. ¿Cómo le haces para vivir así sin metérsela a una mujer?

Levi levantó una ceja con cara aburrida.

-: Ya te lo dije, no me funciona.

-: ¿Pero has intentado? – dijo haciendo un movimiento vulgar con la mano -. ¿No se te para?

-: No – Levi no entendía demasiado de sexo, aunque le quedó bastante claro cómo era la interacción, por un par de veces que se encontró, desafortunadamente, con Farlan dándole cariño a algunas de las prostitutas de los diferentes pueblos en la carreta que usaban como cárcel para las "presas" que atrapaban. Más bien le dio un poco de asco. Ni hablar cuando más de una vez ciertas jovencitas se le acercaron para "complacerlo" o confesarle que gustaban de él. Ya llevaba tanto tiempo viviendo como un hombre que no recordaba en absoluto como debía comportarse una mujer. Pero tampoco era que lo extrañara.

Muy pocas veces se había sentido algo sofocada por algunos pensamientos indecentes, pero se ponía a entrenar, a cazar o a correr y pronto se le pasaba. Para Levi una vida sin sexo estaba bien.

-: Aaah, de lo que te pierdes, hermano mío, no hay nada más lindo que enterrarte entre las piernas de una mujer.

-: ¿Ah sí? – preguntó con curiosidad -. ¿Qué se siente?

-: ¿Nunca lo hiciste? ¿Siempre fuiste así? – Levi asintió -. Me da pena por ti, en serio. Bueno, te digo que se siente tan rico, como cuando te aguantas hacer pis todo el día y al fin puedes, algo así pero mil veces mejor. Las mujeres son suaves, lindas, tienen pechos redondos que son una delicia amasar, chupar y morder – Decía estrujando los dedos en el aire -. Y cuando el amigo de abajo se levanta, te hundes en su carne… mmm, que es la gloria misma. Es un lugar cálido, agradable, que te hace sentir cosquillas en toda la verga, y mueves las caderas, sacas y metes, sacas y metes, y luego viene la mejor parte, cuando sientes que todo tu cuerpo se tensa y es como un tirón aquí – dijo señalando su abdomen bajo -. Entonces en un segundo te sale todo de adentro y la llenas bien. Y esa sensación es la mejor del mundo.

-: ¿Qué es lo que sale?

-: Pos semen, ¿a poco no sabes ni como se llama?

-: Tch, qué mierda me importa, de todas maneras no me sirve de nada saber.

-: Ah, ya me dieron ganas, me voy al pueblo – dijo poniéndose de pie y buscando su sombrero.

-: Oye, y eso… ¿a ellas les gusta?

-: ¿Qué si les gusta? ¡Lo adoran! – acotó efusivamente -. Cómo será que les gusta, que gritan de placer, siempre te piden más y más. Y sabes que no te mienten porque se humedecen allá abajo.

-: ¿Qué? ¿Se humedecen?

-: Oh, sí, cuando les gusta en serio, las tocas un poco, y las besas y empiezan a largar sus jugos.

Levi se ruborizó un poco ante la explicación tan cruda.

-: ¿Te da vergüenza?

-: ¿Cómo podría saberlo? Yo nunca antes estuve con una mujer.

-: ¿Por qué no pruebas? Tal vez no se la metas, pero puedes recibir un par de caricias y eso también es lindo, besos… Por un par de billetes ellas harán lo que sea, vamos, yo invito.

-: No, gracias, déjame así, estoy perfecto.

-: Aburrido, nos vemos después, te dejo con el Colorado y Mouse.

-: Está bien – Levi se sentó frente a la ventana y se quedó pensando en todas esas cosas de las que hablaba Farlan. ¿Algún día se sentiría así con alguien? Hanji le había dicho, en una clase de educación sexual que NO le había pedido, que la primera vez dolía mucho y a veces sangraba. Eso no era para nada atractivo. Y que la virginidad era un regalo que las esposas hacían a sus esposos, que había que llegar "pura" al altar, o algo así.

Pero ella no se iba a casar… después de todo nadie le había atraído lo suficiente para hacer una cosa tan íntima. Bueno, mentía, había estado ese chico en ese pueblo, el de ojos verdes, pero estaba casado, y ni modo que en esas fachas de cuatrero, ni los sheriff se le acercaban.

No que sintiera la necesidad, pero si curiosidad, había visto lo mucho que alardeaban los hombres y la cara roja de Farlan, con una expresión tan extraña, como si estuviera a punto de desmayarse… parecía que se la pasaba bien. Tal vez era cuestión de buscar un compañero adecuado y ya. Pero eso sería cuando volviera a ser Riva otra vez, hasta entonces el asunto podía esperar.

-0-

La emboscada salió perfecta, como todo lo que Farlan planificaba, dejaron a los choferes y los ayudantes amordazados y atados. Sacaron todo lo de valor, tal como si fuera un robo, con la diferencia que se llevaron al rubio grandote de rehén.

Erwin tenía cierta educación militar, pero aunque quiso defenderse, fue doblegado por Levi en un abrir y cerrar de ojos. El hombre estaba muy impresionado, ese muchachito no tendría más de 15 o 16 años y lo había doblegado como si nada. Con una agilidad y una fuerza, que eran como mínimo sorprendentes. Viendo las armas del resto, tuvo que resignarse y dejarse atrapar.

Levi iba con el hombre en el carro cerrado. El mismo era de madera de cedro, lustrado y pulcro, dentro de lo esperable. Tenía una sola ventana cubierta de rejas y un vidrio, por lo que hacía un poco de calor adentro. Erwin estaba en un rincón, fuertemente atado con cuerdas gruesas en las mulecas y cadenas en los tobillos, tenía un gran morado en la mandíbula y un chichón en la frente. Llevaban cerca de un día entero de viaje. Habían parado lo mínimo para orinar, tomar apenas unos sorbos de agua y seguir.

-: ¿Por qué hacen esto? – le preguntó Erwin con auténtica curiosidad, no entendía nada.

-: No preguntes – Se sorprendió de la carrasposa voz del joven, parecía pertenecer a una persona mayor. Como no había demasiado para hacer, la mayor parte del tiempo se adormecía, pero era una posición muy incómoda para descansar y menos en el duro suelo que se bamboleaba por las imperfecciones del camino. El resto del tiempo miraba de reojo al chico que lo cuidaba. Había algunas cosas que le parecían peculiares, a pesar de estar en una media sombra, Erwin tenía una excelente vista. Primero la blancura y aparente suavidad de su piel, parecía un trozo de loza fina, luego que hablaba muy poco, siempre miraba con desconfianza, era increíblemente menudo, a comparación del resto, por eso uno no esperaría que fuera tan duro rival, sus dedos eran pequeños y finos, y sus nudillos no eran muy prominentes. Y aunque no debería estar fijándose en ello, considerando el grado de aburrimiento, era un poco llamativo el abultado trasero que tenía. De atrás fácilmente podría ser confundido por una mujer. Aunque los ojos de matón eran imposibles de eludir. Daba un poco de miedo su manera psicopática de mirar.

Levi tomó una pera, previamente lavada y con una navaja comenzó a cortar algunos trozos que saboreaba con placer. Erwin tragó en seco, haciéndosele agua la boca. La joven lo miró, suspiró y se acercó.

-: Intenta morderme o hacer el menor movimiento brusco y te cortaré los dedos, uno por uno – le siseó violentamente. Luego cortó un pedazo de la fruta con la navaja y se la acercó a los labios.

Erwin abrió su boca y tomó el trozo saboreando con ganas, era dulce y jugoso.

-: ¿Está bueno, no? – Dijo Levi mirando de cerca como el hombre movía su mandíbula para masticar y luego tragaba -. Me gustan las peras. ¿Quieres más?

Erwin asintió, y de inmediato recibió otro trozo. Levi se quedó mirando un rato el color de ojos del hombre, de un celeste fuerte, con las pestañas tupidas y las cejas grandes. Con el dedo índice delineó una de las cejas.

-: Joder, las tienes enormes.

El rubio sonrió y luego soltó una pequeña risa.

-: Herencia de mi padre.

-: ¿Sabes quién fue tu padre?

-: Sí, fue un importante funcionario. Claro, mi madre no era una noble. No tuvo otros hijos, así que él me tenía cierto afecto, nos vimos un par de veces, a escondidas por supuesto, pero al fin antes de morir me reconoció como su legítimo heredero – Levi levantó una ceja, tenía entendido que el tipo no sabía sus orígenes -. Sé que su viuda me odia, y que quiere que yo desaparezca, y también sé que no me dirás nada, pero estoy seguro que ella está detrás de esto – lanzó un hondo suspiro.

Levi cortó un pedazo de fruta y comió, para luego darle otro al rubio.

-: Tú… eres muy joven… - dijo el hombre masticando aún.

-: Ni tanto, cumplo los 21 este año. Ya soy mayor.

-: ¿De verdad? Hubiera jurado que no pasabas los 16 – Se hizo un silencio, Erwin miró con más detalle a ese muchacho delante suyo -. Aún estás a tiempo, podrías dedicarte a otra cosa.

-: Cállate, no necesito lecciones de vida.

Luego que la fruta se terminó, Levi se fue a lavar las manos con unos cacharros y tiró una frazada donde se sentó, mientras tomaba un pedazo de madera y seguía tallando.

-0-

-: Ey, te digo que éste apesta – expresó con molestia Levi.

-: ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué lo bañe? ¡Joder! – respondió de mala gana Farlan.

-: Como sea, siempre me dejas el trabajo sucio – se quejó Levi. Todos estaban nerviosos, se suponía que vendrían a buscar a Erwin hacía 24 horas y aún nada -. Me lo llevo al río, que se dé un baño.

-: ¡Joder, Levi! Tú y tu maldita manía de la limpieza. No demores y más te vale que no se te pierda.

-: ¿Alguna vez perdí a alguien, idiota?

Levi le tensó una fuerte mordaza a Erwin que llevaba desde el día anterior y se había aflojado un poco, y se lo llevó río abajo. Le desató las manos mientras lo apuntaba con un arma.

-: Te desnudas y te bañas, no se te ocurra sacarte la mordaza. En cuanto intentes escapar de rajo un tiro en la entrepierna, y créeme tengo una puntería que es la envidia del maldito Robin Hood.

El muchacho se sentó en una piedra, Erwin se quitó la ropa y con la piel un poco erizada por lo frío del agua se pudo lavar decentemente. Levi no perdía posibilidad de estudiar el perfecto cuerpo de ese tipo. Porque no se le ocurría otra palabra para describirlo. Sus piernas de dios griego, su espalda ancha y poderosa, su abdomen plano y marcado, sus brazos enormes, sus cabellos eran como una mata de rayos de sol, y sus ojos grandes, de mirada fuerte. Sintió que algo se le revolvía en las tripas. Si no lo mataban le gustaría invitarle una cerveza. Charlar con él…

Erwin se tomó su tiempo para lavarse. Luego salió, se secó y se colocó el mismo pantalón, pero una camisa y un chaleco nuevos que Levi le había conseguido.

-: Es difícil encontrar cosas para tu talle, eres un jodido gigante. Como sea, tienes una odiosa barba, te afeitaré, siéntate ahí – le dijo indicándole una roca. Claro que Levi nunca había afeitado a nadie en su vida, aunque había visto a Farlan miles de veces. Pero era una excusa tonta, simplemente quería acercarse a Erwin, quería tocar esa piel ligeramente bronceada y tensa -. Te quedas bien quieto, no quiero que mi mano resbale y te corte la garganta. Voy a sacarte la mordaza – le anunció hablándole muy cerca del rostro -. Si tratas de gritar o de morder, ten por seguro que te sacaré un ojo de la cuenca. No vas a morir, pero te va a doler como el infierno, y si la jodes demasiado, te saco los dos, ¿has entendido?

Erwin asintió, sabía lo letal que era ese menudo muchachito, no se arriesgaría a hacerlo enojar de nuevo. Le sacó la mordaza que le había lastimado un poco la comisura de los labios.

-: Yo no gritaré ni nada parecido, pero por favor no vuelvas a colocarme eso – Erwin era tranquilo para hablar, parecía que adivinaba sus pensamientos con la mirada.

Esparció la espuma de jabón, tragando en seco al sentir sus resbalosos dedos en esa barba algo tupida ya. Sacó una de sus afiladas navajas y abriendo las piernas para dejar una de las largas extremidades de Erwin entre las de ella, se acercó. De manera firme, como si hubiera nacido para ello, raspó el filo de la hoja para quitar el jabón y los bellos. Luego limpiaba la hoja sobre la remera sucia del hombre.

El rubio tuvo que aceptar que los ojos de Levi eran demasiado hermosos, parecían dos bolas de acero brillando con la fuerza de un animal salvaje.

Levi sentía que la sangre le hervía en las venas, nunca le había pasado nada similar, era… asfixiante. Una vez que lo tuvo limpio, sendos tres diminutos cortes por la falta de experiencia, mojó un pedazo de tela y lo limpió adecuadamente. El rostro de Erwin parecía brillar, ¿cómo era que una persona podía ser tan malditamente hermosa? La mirada profunda del rubio le incomodaba, por lo que con la mordaza improvisó para taparle por completo los ojos. También volvió a colocar las cuerdas en sus muñecas, por detrás de su espalda.

-: No veo nada… - dijo con suavidad.

-: Es la idea.

Capturó la fuerte mandíbula con una mano, acercó sus rostros y ya sin aguantarse, lamió sobre los labios de ese hombre enorme, sintiendo su aliento fresco. Obnubilada por la perfección de sus dientes, por la brillante cabellera rubia, el cuerpo bien formado y hermoso. Dios era injusto, dándole tanta belleza a algunos y tan poca a otros. Erwin instintivamente alejó un poco la cabeza algo sorprendido por el repentino ataque.

-: Quieto, dije – repitió el joven con su voz grave, tomándolo del flequillo y zamarreándolo suave -. Sólo… pórtate bien, quiero… tocarte un poco…

Deslizó el filo de la navaja sobre la mejilla del hombre, pero no con intenciones de lastimarlo, sino de mostrarle que iba en serio con sus palabras. Hábilmente con la mano libre comenzó a desprender los botones de su chaleco… y luego los de la camisa, sintiendo que la ansiedad crecía a pasos agigantados. Tragó en seco. Abrió las prendas que rebelaron el torso grande, fibroso, marcado por completo con abdominales y pectorales firmes. Tenía una ligera nube de bellos rubios, algo enrulados y Levi estaba obnubilada por esa exquisita visión.

Ella sabía de hombres, los veía desnudos casi a diario, pero éste, era de una belleza peculiar. Se sentó a horcajadas sobre la pierna de Erwin y acercó su mano libre para tocar esa piel caliente, sus dedos parecían fríos en comparación. Primero apoyó las yemas de sus dedos, apenas en un sutil roce y luego la palma completa, apretando, sintiendo, subió y bajó la misma un par de veces, tocando los bellos corporales, era tan… adictivo tocarlo, quería ver más, quería verlo todo. Se lamentaba no haber aprovechado antes.

Acercó su boca al cuello musculoso, que se tensaba al sentir el aliento del supuesto joven encima suyo. Lamió con ganas sintiendo el sabor masculino de Erwin y un dejo levemente salado. Hacía calor ese día, a pesar de que se hubiera bañado recién, la tensión el miedo, habían hecho que transpirara un poco.

-: Ah… - suspiró embriagada de su sabor, clavó la navaja a un costado en el suelo y metió ambas manos en los dorados cabellos. Acercando su rostro y hundiendo su nariz en ellos, suaves, eran increíblemente sedosos.

Erwin estaba entre sorprendido y alarmado. ¿Qué estaba haciendo ese joven? No sabía si dejarse llevar y disfrutar de los suaves toques, lo cual le llamaba la atención, considerando el grado de violencia del jovencito, o si mejor se quedaba alerta. Pero sentirlo refregándose contra su falda, sus manos explorándolo tan descaradamente, y eso sumado a que no podía ver sus expresiones, más si imaginarlas, era algo que no era fácil de manejar. Recibió un cuantioso número de torpes besos en las mejillas y los labios. Ese joven sin dudas era un inexperto total… o un total pervertido. Por las dudas prefirió quedarse quieto recibiendo el gesto sin replicar.

Levi estaba roja hasta la médula, nunca había besado un hombre, ni una mujer tampoco, y ahora era como si quisiera gastar todos los besos que tenía acumulados con esa persona. Le gustaba la suavidad de su piel, tal vez porque lo había afeitado recién. Le gustaba la respiración pesada de ese hombre. Se aferró a su cuello y hundió sus labios una y otra vez sobre esa boca que era más atrayente que una jarra de agua fresca un día de impiadoso sol.

Tantos roces y fricciones empezaron a hacer mella en Erwin, también. No podía decir que le causara repulsión, si bien no era afecto a los hombres, tenía que admitir que era tan delgado y menudo que bien podría pasar por una mujer sin problemas, no era la primera vez que pensaba en eso. Se empezó a preguntar cómo sería hacerlo con un muchacho como él. Aunque quisiera evitarlo, no era de piedra, su cuerpo reaccionaba solo. Algunos de sus amigos le dijeron que no había mucha diferencia a hacerlo con una mujer, que de todas maneras se trataba de llenar un agujero y liberar sus necesidades por un rato.

Pero Erwin no era de los que tomaban a una persona por un rato, a él le gustaba creer en el amor, en los afectos, en el respeto. No por nada se había reservado soltero hasta la fecha. Y ahora, detrás de una venda en los ojos, ni siquiera podía decir que sus besos se sintieran diferentes a los de una mujer. Cuando le asentó los labios con vehemencia por décima vez, decidió colaborar, ¿qué podía pasar de todas maneras? Abrió ligeramente la boca para capturar el labio inferior ajeno y deslizar su lengua.

-: ¡Ah! – el jovencito saltó a un costado por la sorpresa y trastabilló para caer sentado de ese lado. Tenía el corazón que se le salía del pecho -. ¿Por… por qué hiciste eso? – le dijo con la voz alterada y molesto.

-: ¿No estabas buscando un beso? ¿Acaso no has besado antes? Las personas juntan sus labios y disfrutan del sabor de sus bocas, así es como son los verdaderos besos, pensé que eso querías.

Erwin lo confirmó, el joven no tenía experiencia alguna. Y al parecer se sentía atraído a él, tal vez, sólo tal vez, tenía una posibilidad de salvarse, si lograba acercarse lo suficiente…

-: Si quieres… podemos practicar… no me molesta… - dijo con la voz suavizada -. Tus besos… son dulces… eres suave para besar.

-: ¿Eso está mal? – preguntó Levi algo perturbada, no sabía si el tipo la estaba elogiando o no.

-: Digamos que me siento halagado de ser el primero en besarte…

La joven se ruborizó un poco, se acercó con cautela para sentarse de nuevo sobre sus piernas, el corazón le latía muy fuerte. Pero antes de que pudiera volver a unir sus bocas, un tremendo estallido se sintió no muy lejos. Se puso de pie de inmediato, mirando hacia el lugar. No, eso no era nada bueno.

-: ¿Qué sucede? – dijo Erwin alarmado, sin poder saber qué pasaba. Levi le desató el pañuelo para que pudiera ver.

-: Nos acaban de atacar, ¡hijos de puta!

.

By Luna de Acero… intrigada… 0o0