El hombre de negro

Clare trataba de disimular que estaba alterada por el movimiento de las personas y el silencio que reinaba en el edificio, junto con la oscuridad, que parecía confabular para que los secretos que dormían tras las paredes de piedra que formaban aquella sede, no fuesen desvelados jamás. Ahora que la sangre de Teresa hacía estragos dentro de su cuerpo, ella era una más o lo sería pronto. El hombre de ropas negras que solía seguir a su predecesora la miraba con una sonrisa en los labios, pero Clare ignoraba si le parecía que su situación era divertida o detrás de las gafas oscuras estaba triste. Hubiera querido tomarle la mano, pedirle un afecto que le hacía muchísima falta a esas alturas, pero su figuraba emanaba algo inquietante, así que se contuvo.