Tuve esta idea en el momento de leerme el capítulo ochenta del manga, donde Hinata intenta rematar un pase que es para Asahi, de ahí surge.

Disclaimer: Haikyuu! no me pertenece, esta grandiosa pertenece a Furudate Haruichi.


No todo lo que brilla es oro

Nishinoya intuitivo, como solo él podía serlo en ocasiones, después del pequeño conflicto –si es que podía llamarse conflicto–, entre Hinata y Asahi, decidió acudir al encuentro del último. Era bien sabido por el equipo, y más por él mismo, que su as no era la persona más segura de sí misma, esa era la principal razón por la que ahora se encontraba corriendo, llevándose algunas personas de frente cabe a destacar, por los pasillos de la posada donde se hospedaban.

Luego de una serie de eventos, donde fue reprendido por correr en los pasillos por el entrenador Ukai, logró dar con el paradero de su compañero de tercer año.

– ¡Asahi-san! – gritó atrayendo su atención y de paso asustando al "Jesús" de Karasuno. – ¡Lo sabía! ¡Estabas aquí deprimido! – exclamó, al mismo tiempo colocó sus manos en la cintura en posición de jarra. Nishinoya lucía como una madre reprendiendo a su hijo, pensó inocentemente Asahi.

– No estaba… deprimido. – murmuró desviando la mirada.

Esa actitud evasiva ponía nervioso al libero, de la lista de cosas que le disgustaban entre las primeras estaba que Asahi no le mirara a los ojos. El motivo era simple, cuando lo hacía significaba que se encontraba mintiendo, a Nishinoya no le gustaban las mentiras.

– ¡Mentiroso! – declaró sin ninguna pisca de tacto, alterando al mayor. – ¿Estás así por lo que pasó con Shoyo? – para el líbero el silencio otorgado era la respuesta, un si afirmativo en todo sentido. No dudó en acercarse a tomar de la camisa al mayor y desde su posición, por la increíble diferencia de alturas, le observó molesto. – ¡Idiota!

Y Asahi cerró los ojos en espera de algún golpe por parte del menor, más al no recibir ninguna especie de impacto sobre su cuerpo abrió lentamente los ojos encontrándose a Nishinoya aun mirándolo fijamente.

– Eres un idiota Asahi-san. – susurró. La mano aferrada a su camisa fue descendiendo hasta alcanzar la altura de la cadera, lentamente ambos brazos se cernieron en torno a su cuerpo, abrazándolo. – Escucha bien Asahi-san.

– ¿Nishinoya?

– Nadie brilla como tú. – habló con los labios prácticamente pegados a su cuerpo. – Eres la estrella de Karasuno. – aseguró, escondiendo aún más su rostro en el pecho del mayor.

El mayor sonrió ligeramente. De pronto ese sentimiento opresivo que lo invadió al sentirse superado por Hinata se había tornado insignificante en comparación a la ola de sensaciones que Nishinoya provocaba en él.

– No te deprimas tan pronto, idiota. – musita enfurruñado. – La próxima vez no tendré piedad. – asevera sin abandonar el abrazo.

Asahi sonríe nuevamente, si no se sintiera tan cohibido le respondería a Nishinoya que quien realmente brillaba era él, en cierto modo el líbero era su luz. Cierra sus ojos, permitiéndose disfrutar de ese contacto, y sostiene el menudo cuerpo del menor con cariño.