Disclaimer: Haikyuu! no me pertenece, esta grandiosa pertenece a Furudate Haruichi.
Mi estúpido astro rey
Kageyama exhala exhausto.
El mismo pensamiento predomina su mente, a la misma hora, debido a la misma situación. Es idiota. Eso piensa de sí mismo después de competir instintivamente contra Hinata, solo para comprobar quién es más rápido.
Esa mañana aparecieron entre la neblina ambos en dirección contraria. La noche lentamente era opacada por el día mientras ellos iniciaban una carrera hasta el gimnasio. Antes de echarse a correr nota como Hinata se deshace de su bicicleta, lo cual le da unos ligeros centímetros de ventaja en comparación al rematador. Siente la victoria como suya pues esos leves segundos de retraso son suficientes para hacerse vencedor y obtener la revancha por el día anterior donde Hinata le ha ganado.
Sube el ritmo, sabe que si subestima la velocidad de Shoyo puede terminar perdiendo. No le apetece perder de nuevo, no contra Hinata. Divisa desde lejos el gimnasio, no perderá esta vez.
– ¡Kageyama! – oye el grito desesperado del rematador a sus espaldas. Lo ignora, seguramente es una distracción para ser obtener la victoria. – ¡Me gustas!
La confesión lo distrae por medio segundo y es suficiente para que Kageyama tropiece con un contenedor –que no recuerda estuviera ahí en primera instancia–, de basura y cayera al suelo de forma violenta. Observa desde el suelo, en una posición no muy cómoda, como el rematador obtiene la victoria y lo celebra con pequeños brincos.
– ¡Hinata, idiota! – brama, recuperando la compostura. Esa ha sido una jugada muy sucia por parte del otro. Sitúa una de sus manos sobre el cabello del más bajo, apretando su cabeza sin piedad alguna. – ¿Cuáles son tus últimas palabras? – cuestiona sombrío. No solo por jugarle sucio, también le hará pagar por la caída.
– K-kageyama, ¡me gustas! – exclama, ruborizado hasta las orejas.
El armador desvía la mirada al mismo tiempo que retira la mano de su cabeza y la dirige hasta el costado de su cuerpo, sin saber muy bien que hacer con ella ahora.
– Idiota. – responde. – Hinata, estúpido.
Shoyo sonríe, sabe que de alguna manera es una respuesta positiva. Y es ahí donde Kageyama exhala sintiendo sus fuerzas mermadas. Simplemente no puede acostumbrarse a la idea de que Hinata exponga sus sentimientos tan fácilmente. Ese es el por qué ha perdido dos carreras seguidas contra el rematador. Algún día cuando se sienta con la misma libertad para expresar sus sentimientos hará caer a Hinata.
Por el momento parece que seguirá perdiendo los encuentros matinales contra su novio.
