Disclaimer: Todo lo que conozcan pertenece a nuestra Rowling.
NO ME PROVOQUES
He hecho mil cosas para que sepas que existo,
he cayado ante todo el mundo este bello grito,
por el miedo de pensar que no es así como está escrito..
He deseado tantas veces en silencio que te acerques a mí,
me abraces, me beses y me digas que me amas de la misma manera como te amo yo a ti.
He implorado al cielo que me dé la oportunidad de ser alguien en tu vida
y permitirme compartir tantas cosas curando esta triste herida.
He tenido que soportar tu ausencia,
aunque mi cuerpo sólo sobreviva con tu presencia.
He tenido que callar un sin fin de "te necesito"
y conformarme sólo con ser tu amigo.
1. Entre el Vapor de Agua
Hacía ya bastante tiempo que Ron estaba parado delante de la puerta. De tantas idas y venidas ya parecía que estuviera patrullando el corredor. Tenía las piernas completamente apretujadas y se aferraba con desesperación a la perilla. Estaba reprimiendo forzosamente aquella horrorosa sensación sin quejarse, hasta que ya no puedo contenerse más.
—¡Hermione, sal de ahí!
Se oyó un pequeño estrépito del otro lado de la puerta.
—¿Qué pasa?, ¡¿Qué pasa? —gritó la chica bastante alterada.
—¡Necesito entrar al baño!
—¡Por Merlín, Ronald! Creí que había irrumpido alguien en la casa, o que Harry tenía uno de sus ataques. ¡No me asustes así!
—Disculpa, pero déjame entrar por favor. ¡Ya no me aguanto más!
—Pues tendrás que ir al baño de abajo, o esperar a que termine de bañarme.
—¡Pero si hace más de una hora que estoy esperando! Además en el otro baño está Harry, y no creo poder usarlo después de que él salga.
Se escucharon varias risas ahogadas dentro del baño, y el pelirrojo no pudo evitar sonreír al tiempo que esperaba una respuesta.
—Lo siento, pero no entrarás. Si tanto lo necesitas, vete afuera bajo la capa de invisibilidad.
—¡Pero si está lloviendo! Y tú sabes que no puedo alejarme más del primer escalón de la entrada. ¡Déjame entrar, por favor! —dijo Ron en un tono realmente lastimero y suplicante; ya no podría retener su vejiga un segundo más.
—¡Huy, de acuerdo!. ¡Pero que ni se te ocurra espiarme!
Antes de que la castaña terminara de decir eso, él ya se había precipitado adentro.
No era un baño muy pequeño: tenía tres lavabos, dos cubículos y una bañera cubierta por una delicada cortina de ducha de un tono traslúcido; no era ni transparente, ni opaco.
Su corazón se aceleró. La cortina estaba cerrada pero aún así pudo vislumbrar el bosquejo de un cuerpo moverse detrás. Cerró los ojos y se dirigió sin más a uno de los cubículos, intentando borrar de su mente aquella desdibujada imagen, pero aún así se oía el ruido de la lluvia caer sobre el cuerpo desnudo de Hermione.
El vapor que inundaba el cuarto no le había permitido una muy buena visión, pero aunque hubiese podido observar detalladamente cada serpiente grabada en los azulejos, no habría vuelto a levantar la vista.
Su respiración estaba a cada instante más agitada, y su pecho se elevaba al compás de la misma. Sentía mayores nervios que cuando debió adentrarse en el Bosque Prohibido para encontrar la cueva de Aragog. Se encontraba completamente sonrojado y su corazón latía con mayor impulso al notar que tan sólo una débil cortina lo separaba de su cuerpo.
No espetó ninguna palabra durante los eternos segundos que estuvo allí dentro, y se dirigió con cautela —procurando no volver a levantar la mirada hacia la incitante cortina— hacia el lavamanos.
Al abrir la perilla, se oyó claramente cómo aumentó de repente el vapor en la habitación.
—¡Ah, me quemo! ¡Apaga eso, cabeza de troll!
—¡Perdona, perdona! —respondió atolondradamente y cerró al instante la llave del agua.
Los nervios que lo atacaron al escucharla, le hicieron abandonar el lugar velozmente, provocando un gran estrépito cuando cerró la puerta tras de sí mismo.
—La próxima vez cierra la puerta con más cuidado —oyó enunciar con enfado a la voz que provenía del baño.
—Sí, lo siento… y gracias.
