SuperStar
Hablemos de forma honesta. Aparentemente, no había ninguna razón minimamente lógica para aquello. Porque, pensémoslo bien... ¿Había un mínimo sentido en aquellas letras? ¡Por el amor de Dios! ¿¡A quién se le ocurría llamar a una canción "Hamburger Street"!? ¿Qué transmitía esa música? Bueno, eran bastante distintas al resto de canciones que sueles escuchar por la calle, pero... ¡Pero no era el caso! Si tan estúpido era todo aquello... ¿a qué venía esa extraña sensación? ¿Eran a sus profundos ojos azules como un cielo sin nubes, que parecían mirarle directamente a través de la pantalla? ¿Era aquel cabello rubio que resplandecía a la luz de los focos? ¿O aquella hermosa voz que hipnotizaba totalmente su mente? Y es que, admitámoslo, ¿quién no ha pensado alguna vez "amo a ese famoso"? Todo aquello podría haber sido normal para una adolescente, ese típico enamoramiento hacia una persona hermosa que aparecía en televisión. Sí, todo podría haber sido normal, si él no hubiera sido del mismo sexo.
Esta historia empieza como todas las historias de este tipo. De una manera normal. Había escuchado alguna canción por la radio, pero no le había prestado atención. En el instituto, todas las chicas hablaban de él, pero poco le importaba. Al fin y al cabo, pensaba, solamente es una persona, ¿por qué debe de tener preferencia? Ha obtenido la fama en poco tiempo, y en poco tiempo la fama se le irá... Pobre inocente.
Él seguía hablando con sus amigos de lo mismo, seguía haciendo las mismas cosas, y poco le importaba la aparición en básicamente todos los medios de una persona que se llamaba héroe en sus canciones. Todo en su vida iba perfectamente normal y sin alteraciones. Hasta aquel día.
-¿Eh? ¿A casa de Kiku?
-¡Sí! ¡Tiene un nuevo juego! ¡Va a venir todo el mundo! ¡Será divertido!
-Pero yo teng...
-¿Entonces vendrás? ¡Genial! ¡Se lo diré a los demás!
Observó como su hermano castaño se alejaba corriendo a hablar con los de su curso. Suspiró, ¿de dónde había sacado tantas energías? Bueno, una visita a casa de uno de sus amigos nunca le importaba, pero precisamente el martes había quedado con el club de lectura... Aunque ya su hermano menor había interpretado que iría a casa del japonés a jugar, y sabía como se pondría Allan si le informaba de que no podía asistir... Montaría un escándalo impresionante, haría pucheritos, dejaría que sus mascotas ensuciasen su cuarto, y le molestaría hasta que se le olvidara. Geez... tendré que avisarles... Resignado, marcó el número del presidente del club de lectura.
Y, así, llegó el martes. Después del instituto, fue con Allan a recoger al menor de los tres hermanos, llegaron a casa, y le dijeron al pequeño Peter que no debia abrirle la puerta a nadie, ni tocar sus cosas, ni... bueno, lo de siempre. Aunque conocían lo suficientemente bien a su hermano como para cerrar la puerta con llave en cuanto salieron de casa. Se dirigieron al hogar del japonés mientras Allan le comentaba cosas sobre los partidos el equipo de rugby, cricket y fútbol, en los que estaba. La verdad era que su hermano se había llevado toda la parte buena en los deportes. A lo mejor era porque no compartían el mismo padre. Allan era el fruto del amor sin protección de la madre de los tres hermanos con un desliz, en un viaje a Australia. Bueno, solo había visto al padre genético del castaño en algunas fotos. El típico australiano fuerte, bien formado, castaño y con pinta de "I can do everything, mate". Su madre había vuelto a Londres embarazada, pero por aquel entonces el mayor solo tenía un año y su madre estaba divorciada. Unos años después del nacimiento de Allan, su madre y el padre del hermano mayor habían vuelto, y la madre estaba esperando al menor de los tres. Cuando Peter pasara al instituto, serían conocidos como "El trío dinámico cejotas". Pero era divertida la entonación con la que lo decía el hijo del desliz.
Llegaron a la residencia del japonés un cuarto de hora más tarde de la hora acordada,, aunque no se oía el típico alboroto de cuando "todo el mundo", según Allan, se reunía en casa de alguien. Tocaron la puerta, para recibir un "¡ya voy yo!" desde dentro. La puerta se abrió dejando ver a un chico de piel bronceada y cabello marrón.
-¡Oh, si son los hermanos cejones! ¡Pasad, pasad!
El español dejó paso a los dos hermanos, cerrando la puerta cuando estos hubieron entrado a casa del japonés. Bueno, tenía todo el típico estilo que podía esperarse de alguien como Kiku. No era la primera vez que estaban allí, por supuesto, ya que era un compañero de clase del mayor, pero siempre habían pequeños detalles que cambiaban.
Pasaron al salón, donde solo se encontraban los dos gemelos italianos, los dos hermanos alemanes, el francés, y el japonés, sirviéndoles comida a los invitados. Supuso que aún faltaba para que llegase más gente.
-¡Arthur-san, Allan-san! Bienvenidos.
Les saludó con una reverencia, yendo luego a acercar más vasos.
-Kiku, no hace falta que te mol...
-¡Ey, Arthur! ¡Mira, mira! ¡Kiku tiene nuevos sillones! ¡Son de esos puff que si te sientas en ellos hacen puff!
El australiano ya estaba saltando sobre uno de los puff, divertido como un niño pequeño. Arhur suspiró, yéndose a sentar cerca de su hermano. Pronto, se percató de que había más pequeños detalles cambiados en la pared del japonés. Posters de varios tamaños, todos con la misma persona, y todos rezando el mismo nombre "Alfred F. Jones"
-¿Tú también? -Le preguntó al japonés, cuando se acercó a servirle un vaso de agua. El pelinergro siguió con la mirada a dónde señalaba el inglés, observando los posters y luego mirando de nuevo al rubio.
-Sí. La verdad es que es bastante moderno, ¿no cree, Arthur-san?
-Well... si tú lo dices...
Fue una cosa inconsciente, pero se quedó observando fijamente aquellos ojos perfectamente azules, como si le hipnotizasen. Pasó su mirada por todo el cuerpo del cantante, toda su figura, por cada uno de los varios posters que habían en la pared. Era como si algo en aquellas fotos le atrapase ¿tal vez el poder del Photoshop?. Como si, por primera vez, sintiera un hilo invisible que le obligase a mirar fijamente aquella hermosa figura.
Ya no había marcha atrás.
Aquel mismo día, cuando volvió a su casa, y después de asegurarse de que el menor no hubiera roto nada, subió directamente a su cuarto, encendió la pantalla del ordenador, y fue a YouTube. Escribió el nombre Alfred F Jones. Como sugerencias de búsqueda, aparecieron varios nombres de sus canciones, aunque el inglés se quedó mirando lo que había escrito, con las manos sobre el teclado. ¿Qué estoy haciendo? Se preguntó. ¿No era una pérdida de tiempo? ¡No le gustaba esa música! ¡Para nada! ¡Era imposible que él se volviera un fanático! Porque... porque... ¡Demonios, porque era un hombre! Sin embargo, pulsó enter.
Al cabo de unos días, tenía en su iPod una carpeta a la que solo se podía acceder con contraseña (regalo de dieciséis cumpleaños por parte de su amigo japonés). La carpeta rezaba inocemente el nombre de "Twinklebell", aunque dentro se encontraba lo que se había convertido en el pequeño paraíso privado del inglés. La carpeta ocupaba, como mínimo, la mitad de la memoria del mp4, Más de dos gigas de canciones, fotos, letras, videos y entrevistas. Y todos del mismo famoso.
Era impresionante la rapidez con la que se había convertido en su mundo. ¿¡Cómo!? Ni idea. El caso era que se sentía feliz al escuchar su voz, sus ojos se iluminaban cuando, en algún videoclip, le guiñaba el ojo a la cámara, y habría podido colarse en alguna de las conversaciones de las fanáticas de su escuela para corregir algunos datos como "Sí que tiene un hermano gemelo" o "su cumpleaños no es a la doce de la mañana, si no a las cuatro de la tarde". Pero... ¡No! Sabía que ere fanatismo era... ¡tan propio de chicas! ¡Y él era un chico! ¿¡Cómo podía sentir aquello por ese cantante cualquiera!?
Su vida pasaba con normalidad. Evitaba que sus amigos y hermanos notasen su nueva gran afición, y cuando las vendedoras le miraban raro al comprar algún disco, revista, o merchandaising, simplemente suspiraba y decía:
-Es para mi hermana pequeña.
A veces soñaba que tenía el privilegio de estar en alguno de sus conciertos. Por supuesto que, en uno de verdad, hubiera pasado desapercibido como otro de los novios de las fanáticas, obligados a ir al concierto. Aunque, en sus sueños, simplemente a nadie le importaba que estuviera allí, cantando las canciones y gritando con emoción. A veces, sentía que su corazón palpitaba a mil por hora, porque su mirada se encontraba directamente con sus amados ojos de azul profundo, más de un solo segundo. En los sueños más descabellados, por alguna de las varias coincidencias del destino, hasta podía hablar con él, en privado. A veces incluso podía sentir su mano tocar y acariciar su rostro... Era impresionante, inaudito, como alguien como era el inglés sentía aquello, como si ese cantante al que la fama podía no durarle ni un día más fuese todo en su vida, como si se estuviera enamorando de alguien a quién jamás podría conocer. Pero se había adaptado fácilmente a aquellos pensamientos. Puede que, de ahora en adelante, su vida no fuera la misma que siempre, pero podría fingir que si lo era.
O al menos podía... Hasta que recibió la noticia. Un e-mail del club de fans. La actualización de Julio, en la que se anunciaban los conciertos, discos y novedades. Alfred F Jones había terminado su gira en su país natal, Estados Unidos, e iba a comenzar una gira mundial. ¿Cuál era su primera parada? Reino Unido.
Ehei~
¡He aquí un nuevo fic! Eeer... A lo mejor alguien ha leído antes alguno de mis fics inacabados~ ¡Prometo acabar este! ¡Podéis amenazarme si queréis! ¡Prometo acabarlo! ¡No me matéis! ;O;
Bueno, eeeh... Un día, tan tranquila, escuché la canción de Taylor Swift "Superstar". No sé por qué, pero inmediatamente la imaginación me golpeó como una sardina cruda en la mente y dije "¡Anda! ¡Tengo un fic!". Aunque he tardado bastante en empezar a escribirlo, principalmente porque el Office no hace más que trabarse y solo puedo escribir cuando voy con mis padres a una casa que tenemos en medio de la nada, donde no hay conexión y todos los programas me funcionan bien. -_-u.
Espero que os haya gustado ver a un Arthur fanboy, y que os gusten los capítulos que vienen. ¡Prometo tardar lo menos posible!
~PD: Puede que algunas personas hayan visto algunas imágenes de Australia. Bueno, como no tiene (al menos que yo sepa) nombre oficial, yo le digo Allan (sé que es un nombre tan australiano como Juan, pero a mí me gusta, jo). Su personalidad es... pues la que he visto en las imágenes, básicamente. También aparecerán países semi-inventados por mí, espero que la imaginación se porte bien conmigo y que sepa lo suficiente de esos países como para no meter la pata hasta el fondo.
Byeni~
~Haru Kohaku
