EPÍLOGO

¿Alguna vez habéis pensado que consecuencias tendría cambiar una sola palabra de vuestras vidas? Me refiero a que, si tuvieras la opción de volver al pasado durante unos minutos y cambiar lo que dijiste en un determinado momento ¿Qué cambiaríais?

Probablemente todos vosotros estáis pensando en algo excesivamente cruel que dijisteis a alguien que queríais, o quizá en algo soberanamente estúpido que os hizo ganar una fama no deseada. O incluso algunos, solo queréis cambiar una respuesta de sí o no, de la que os seguís arrepintiendo por que puso vuestra vida patas arriba.

Aunque no lo penséis, las palabras tienen el poder de cambiarlo todo, pero solo si las cargas de significado. En esta historia esa palabra, llamémosla…mágica, fue; Slytherin

Sobre amigos y recuerdos

Lily Evans recordaba su primer día en Hogwarts, escuela de magia y hechicería con total claridad. El maravilloso viaje en expreso que la trasportaría todos los años desde la estación de King Cross a lo que ella llamaba su segundo hogar, en compañía de Severus Snape; su mejor amigo, que no paro de hacerla reír en todo el trayecto. El dulce sabor de las ranas de chocolate, que desde ese momento, se convirtieron en su dulce favorito, las barcas surcando las tranquilas aguas del lago, y al bonachón de Hagrid admirando la belleza del castillo iluminado. Y por supuesto, como olvidarlo, si lo ve todos los días; el techo del gran comedor que aquella noche iluminaba los rostros de todos los alumnos con el brillo de miles de estrellas.

Pero sin duda, el recuerdo que mas vívido está en su mente es el momento en el que la jefa de Gryffindor la llamo para que pudiera ser seleccionada. Ese momento que condicionaría toda su vida (al menos la de los siguientes siete años)

Y como olvidar al sombrero seleccionador, el querido y viejo sombrero seleccionador, gritando esa palabra para todo el comedor, esa única palabra, que sin que nadie lo supiera en aquel momento, cambiaria la vida de más de uno para siempre.

El sombrero había tardado en tomar la decisión, analizando todas y cada una de las cualidades y defectos de Lily. Encontrándose con que la chica, aunque valiente, noble y testaruda, era una verdadera serpiente; astuta, suspicaz y brillante. La única pega era su sangre. Desde la época de los fundadores ningún hijo de muggles había pertenecido a la casa de las serpientes por deseo explícito de su fundador.

Pero qué demonios-mascullo en voz baja el sombrero que una vez había pertenecido a Godric Gryffindor- soy el único sombrero capaz de pensar, hablar y componer canciones. Los fundadores llevan siglos muertos, ya va siendo hora de que empiece a hacer las cosas a mi manera, si dejase que esta chica fuera a Griffindor la estaría engañando a ella y a mi mismo.

Segundos después se la anunciaba al gran comedor.

Y así como todos los alumnos después de su selección Lily Evans se dirigió entre feliz y aterrada hacia la mesa de Slytherin. Donde desayunaría, comería y cenaría a partir de ese momento. Allí recibió más tarde a un Severus Snape visiblemente emocionado por estar en la misma casa que su mejor amiga, y desde donde fue guiada junto a sus nuevos compañeros por un prefecto llamado Ernest Montage hasta su sala común. Él chico se encargo de dejarlos a todos en sus respectivas habitaciones; no sin antes informarles de las reglas que debían seguir si no querían meterse en problemas y desearles suerte para el curso que comenzaba. Lily era feliz. Deseaba con todas sus fuerzas comenzar las clases y conocer a todos sus nuevos compañeros. Su habitación era preciosa y el colegio estaba sacado de un cuento de hadas muggle.

Al ver que ninguna de las tres chicas con las que le había tocado compartir cuarto tenía intención de elegir cama decidió que ella sería la primera. Con paso vacilante se acercó a la más cercana a la estufa, pero cuando estaba a punto de dejar sobre la colcha su bolso una mochila de cuero le pasó rozando la oreja para caer encima de la almohada.

-Esa cama es mía, la de la derecha es para Mandy y la que está al lado de la puerta para Angelica. Me temo que vas a tener que ocupar la que está bajo la ventana sangre sucia.

Lily se había quedado estática, nadie la había tratado con tanto desprecio. Nunca.

Enfadada, se dio la vuelta dispuesta a enfrentarse a la persona que se había atrevido a hablarle en mal tono; encontrándose con una niña de bucle negros y los ojos más grises que Lily había visto en su vida.

-Si vas a preguntar quién demonios soy para darte ordenes no te molestes, soy Bellatrix Black-dijo la niña haciendo especial énfasis en su apellido- y puedo hacer lo que me de la gana.

Lily temblaba de furia, mañana será un día mejor, intentó tranquilizarse mientras se acostaba intentando ignorar los comentarios mordaces de las otras tres niñas.

Si alguien aquella noche le hubiera dicho a Lily que Bellatrix acabaría siendo su mejor amiga le hubiese tirado desde la torre de astronomía por atreverse a pensar tal locura.

Pero como todo el mundo sabe el destino es caprichoso.