Hola!
He iniciado un nuevo proyecto... Y creo que el primer longfic que publico, espero que le den una oportunidad.
Está ambientado antes de que Jack cayera en el hielo y se hiciera inmortal.
Disclaimers: Ni Rise of the guardians ni los personajes me pertenecen, sólo los uso con fines de entretenimiento.
Cartas de diversión
"¿A quién le interesa lo que creen esos cretinos?
Ellos no deciden quién eres, lo decides tú, tú eres quien decides ser"
El Gigante de Hierro
Jack NO era un adolescente que se identificaba por ser responsable. A él le gustaba la libertad; correr, jugar y divertirse eran sus únicas prioridades, bueno, y hacer reír a su hermana, pero eso venía incluido en esas prioridades.
Por lo que cuando los adultos le dijeron que tenía que encontrar un trabajo en lo que fuera bueno, su mundo se empezó a derrumbar. ¿Dónde encontraría un trabajo que fuera divertido? Todos los trabajos eran presión, estrés y obligaciones. Aburrido.
Así que decidió intentarlo de todo, algo bueno habría de encontrar ¿no? Su vocación… O al menos eso decían los adultos. Aún no tenía muy en claro el significado de esa palabra.
Hoy tocaba la carpintería.
Tallar madera es todo un arte, no cualquiera lo logra dominar, se necesitan manos expertas, ágiles y con buen pulso (esos requerimientos los cumplía Jack… o al menos eso creía), y, por supuesto, un buen ojo. El primer paso es el saber qué tipo de escultura se desea, después, conseguir una gubia para tallar la madera, que tenga buen filo y que sea adecuada para el tipo de figura que se va a realizar; también hay que conseguir un mazo para golpear la gubia, de preferencia que sea en forma de campana para no maltratar la gubia. Lo siguiente es empezar a darle la forma a la madera, apoyando la punta de la gubia en esta y golpeándola ligeramente con el mazo para empezar a raspar la madera. Dependiendo del tipo de acabado es la manera en que tienes que golpear, suave o con fuerza, y la manera en que debes apoyar la gubia.
A pesar de todas estas instrucciones que le había dado el carpintero del pueblo, Jack seguía un poco perdido sobre cómo debería comenzar, pero, al ser de naturaleza confiada y algo rebelde, empezó a golpear la gubia como el Hombre de la Luna le dio a entender, un poco por aquí y otro poco por allá mientras sacaba un poco la lengua y su cara se contraía en diversas muecas.
- Oye Jack - Escuchó una vocecita hablando a su espalda, pero no volteó, estaba demasiado concentrado inclinado en la mesa.
- ¿Sí? - Respondió, tallar madera resultó ser más difícil de lo que él esperaba. El carpintero se lo había tratado de advertir, pero él no había escuchado.
- ¿Qué le vas a pedir a Santa Claus? - La madera se encontraba en huelga, se negaba a cooperar y lo estaba haciendo a propósito para burlarse de él, pensó Jack, aunque lo más probable es que fuera por el clima helado. Recordando las instrucciones que le había dado el carpintero, intento sacarle un poco más de curva a su estatuita dándole un fuerte golpe a la gubia con el mazo. Mala idea. Ocasionando que casi se rebanara el dedo - ¡Jack! – exclamó preocupada su hermana mientras Jack se lamía el dedo.
- Rayos… - Había cortado de más. Miro el pedazo de madera, torciendo la boca, giro un poco la estatua para poder apreciarla de otro ángulo, pero no tenía caso, se había arruinado. Se encogió de hombros mientras que la aventaba por la ventana, tal vez tallar madera no era realmente lo suyo - ¿qué decías? – preguntó, mientras se giraba, al fin, para ver a su hermana a los ojos, sonriéndole.
- ¡Jack! - Se quejó por la falta de atención -, que qué le vas a pedir a Santa. - le repitió.
- Mmm - Abrió los ojos, recordando -, aún no lo he decidido… - dijo pensativo-. ¿Tú que le vas a pedir?
- ¡Unos patines! – Gritó feliz, mientras daba saltitos y se le iluminaban los ojos -. Para poder ir a jugar al lago cuando está congelado.
- ¡Buena idea! – La secundo Jack, parándose de su asiento mientras le ofrecía la mano a su hermana -. Vamos a pedirle ayuda al Señor Leduc para escribir nuestras cartas. - Su hermana, tomando la mano de Jack, asintió emocionada.
Salieron de su cabaña corriendo para dirigirse a la del Señor Leduc, el coleccionador de libros, famoso entre los niños por ayudarles a escribir sus cartas a Santa a cambio de una sonrisa y apreciado entre algunos adultos que nunca aprendieron a escribir o leer.
Aunque todos los adultos lo consideraban un loco, por su pasión por los libros. Nadie comprendía por qué prefería estar rodeado de unas frías páginas de papel a una cálida compañía humana.
- ¡Más rápido, Jack! – rio, mientras lo jalaba para que acelerara su paso.
La nieve ya había cubierto la mayor parte de la villa, aunque los caminos estaban descubiertos gracias a las fogatas que estaban prendidas por toda la villa. Había unos cuantos niños lanzando bolas de nieve mientras se correteaban y algunos adultos conversando al lado de las fogatas.
Jack y su hermana corrieron hacia el otro extremo de la villa, esquivando bolas de nieve y algún que otro adulto que se les atravesaba, riendo. Cuando por fin llegaron, la pequeña niña llamó a la puerta con tres golpecitos. Después de unos segundos, la puerta se abrió dejando ver a un señor alto, la piel blanca y arrugada, el pelo canoso, con unos ojos cansados pero llenos de sabiduría, y sobre su nariz alargada, unos lentes en forma de medialuna. Al ver los rostros sonrientes de los hermanos Overland, supo inmediatamente a lo que venían, por lo que se hizo a un lado para que pudieran pasar, y así lo hicieron.
- ¿No creen que es un poco pronto para enviar una carta a Santa Claus? – preguntó divertido mientras cerraba la puerta.
- Noup - le respondió Jack mientras curioseaba los estantes llenos de libros.
- Es el primero de noviembre… aún falta.
- Queremos ser los primeros – susurro la niña con una sonrisa cómplice y su mirada llena de emoción.
- Por supuesto que lo son. Cada año. – recordó el anciano, así que, con una sonrisa, se acercó a su escritorio y comenzó a preparar todos sus materiales.
Jack dejó lo que estaba revisando para poder acercarse más al escritor y poder apreciar el ritual con curiosidad, al igual que su hermana.
El señor Leduc primero sacó un botecito con tinta negra de un cajón y lo destapó. Después, sacó una hermosa pluma de algún ave exótica y la dejó al lado del frasquito. Cerró el cajón que había abierto y abrió otro, del cual sacó dos hojas de pergamino que colocó al centro del escritorio. Se acomodó en la silla, se ajustó las gafas y miró a los niños.
- ¿Y bien? ¿Quién será el primero?
- ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! – gritó la pequeña llena de emoción, dando saltitos mientras levantaba la mano, como si temiera que el señor Leduc no la fuera a ver.
- Está bien - Dijo mientras reía con ternura, agarró su pluma y la sumergió en la tinta -, ¿cómo quieres que comience?
- Querido Santa, - comenzó a narrar su carta mientras que el escritor agitaba la pluma por la hoja, hipnotizando a Jack.
Los movimientos del señor Leduc eran precisos, no hacia ni un movimiento en falso, no tenía ni una mancha de tinta y tampoco le temblaba la mano a la hora de escribir. Haciendo que la carta el quedara perfectamente escrita, con una caligrafía impecable. Y cuando la carta estuvo finalizada, la niña corrió al lado del escritor y este le paso la pluma para que garabateara su nombre en la hoja con un poco de su ayuda, a modo de firma.
Le devolvió la pluma al anciano y tomó en sus manitas su carta, después de analizarla su sonrisa creció aún más.
- Iré a enseñársela a mamá – dijo con algo de duda, no quería dejar a Jack solo, pero la emoción la invadía completamente, quería recibir la aprobación de su mamá.
- Ve - la alentó Jack -. Te alcanzaré en cuanto acabe.
- ¡Gracias, Jack! - y mientras corría hacia la puerta, exclamó - ¡Muchas gracias por su ayuda señor Leduc!
- De nada, pequeña -, le respondió, pero ella ya se había ido corriendo, por lo que no logró escucharlo-. ¿Y tú, Jack? ¿Algo en especial que quieras pedir?
Jack, quien de nuevo se había distraído con los estantes llenos de libros, volteo a ver al hombre mayor y se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.
- No realmente.
El señor Leduc, al tener experiencia escribiendo cartas para Santa, empezó a deslizar la pluma sobre la hoja, empezó escribiendo un saludo, una breve introducción sobre lo bien que se había portado Jack ese año y dejó de escribir cuando llegó a la parte del pedido del juguete, para voltear a ver al joven. Este, sintiendo su mirada inquisidora, empezó a pensar qué podría pedir.
- Tal vez… ¿unos patines? Para acompañar a mi hermana.
- Sabia decisión -. Terminó de escribir y le alargó la pluma a Jack -, ten, tienes que firmarla.
Un poco nervioso, agarró la pluma y giró el papel hacia su dirección. Temblando, escribió "JACK OVERLAND" en el pie de la hoja y frunció el ceño al ver el resultado. Sus garabatos resaltaban enormemente con la fina letra del escritor. Y este, al adivinar el porqué de su mirada le sonrió aun más.
- No te preocupes -, le dijo con comprensión-, irás mejorando, sólo necesitas practicar más.
- Supongo -. Algo decepcionado le devolvió la pluma y tomó su carta. Susurrando un "gracias", salió con dirección a su casa mientras se sumergía en sus pensamientos.
No lo comprendía. Todos parecían tener alguna actividad que les saliera a la perfección… ¡Excepto él! Había intentado de todo. Tenía una horrible puntería como para cazar, las plantas se le morían cuando las intentaba cuidar, cuando intentó cocinar casi se incendia la cocina, no tenía la suficiente fuerza para cargar cosas muy pesadas, ni la agilidad para tallar madera. Y al parecer tampoco podía escribir bien.
Todos le decían que siguiera practicando, pero eso era demasiado aburrido, tenía que encontrar algo en lo que fuera bueno a la primera, y pronto. Cada vez le quedaba menos tiempo para cumplir la mayoría de edad y entonces tendría que elegir un trabajo.
Pero qué caso tenía si no podía hacer nada bien… Frustrado, doblo la carta en cuatro partes y la metió en el bolcillo de su pantalón.
Llegó a su casa y entró. Su mamá estaba sirviendo la cena, la cual consistía en una especie de guiso con algo de carne y patatas, mientras que su hermana, sentada en el comedor, le relataba cómo había decidido escoger su regalo de navidad. La carta yacía doblada sobre la mesa, a un lado de ella.
En cuanto se sentó, su hermana le saltó encima.
- ¡Jack! ¡¿Qué le pediste!? – semi-gritó de la emoción.
- Oh, bueno, verás… -dijo Jack mientras se acercaba a su oído y lo cubría con su mano, mientras observaba a los lados. Como si le fuera a susurrar el secreto más grande de todos. Y su hermana, con una mirada cómplice, se acercó más a él -, es un secreto.
El rostro sonriente de la niña cambio a una mueca de decepción. Se regresó a su lugar para poder fulminarlo con la mirada.
- Eso no es justo… ¡Mamá, di-¡ -pero fue interrumpida.
- Hora de cenar, después pueden seguir jugando.
Su mamá no la ayudaría. Jack se encogió de hombros y empezó a comer, más rápido de lo usual, mientras que su hermana lo penetraba con la mirada. Eso no se quedaría así. Pero mientras tanto, siguió contándole a su mamá su aventura con la carta, quien de vez en cuando la regañaba por hablar con la boca llena.
Al terminar de comer, Jack se levantó de un salto y se fue corriendo a su cuarto a pesar de los reclamos de su hermana por no esperarla.
Se tumbó en su cama. Suspiró.
Estaba cansado de cada día intentar un oficio (nada divertido) nuevo. Y conforme más trabajos probaba, más aburridos se volvían y más concentración requerían.
Él sólo quería seguir jugando con su hermana y divertirse todo el día ¿Era mucho pedir?
¿Por qué los adultos no tenían trabajos divertidos? Absolutamente todos eran estresantes y llenos de tensión.
Con razón se quedaban calvos.
Estaba ensimismado en sus pensamientos cuando una vocecita lo distrajo. Se volteó hacia la puerta y vio a su hermanita asomándose.
- Unos patines – dijo Jack.
- ¿Qué?
- Le pedí unos patines para ir a jugar contigo al lago congelado – Le explicó con una sonrisa.
Pero por ahora, el trabajo de Jack era hacer a su hermanita feliz. Los adultos podían esperar.
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El 25 de diciembre, Navidad, ambos recibieron sus patines, llenos de emoción fueron a estrenarlos ese mismo día.
Sólo la niña regresó.
Jack murió.
Continuará...
¿Qué les parece?
Está idea surgió en diciembre mientras veía la película por centésima vez, y me quedé pensando en que me hubiera gustado saber más de la vida de Jack mientras era humano. En fin.
Otra duda que necesito que me respondan ¿Qué nombre tiene la hermana de Jack? No tiene nombre oficial, y he leído por ahí varios nombres que le ponen (Pepa, Emma, Mary...) En fin, me he encontrado de todo. Pero no me convence ninguno. ¿Alguna sugerencia?
Nos leemos en el siguiente capítulo.
Gracias por leer!
