Consecuencias de meterse con una Weasley.

La primera vez que Rose Weasley pisó la enfermería de Hogwarts fue en su primer año, poco antes de las vacaciones de Navidad. Aquella mañana había tenido clase de pociones. El profesor les había repartido los ingredientes y se había dedicado a pasear por la mazmorra, observando las pociones de sus alumnos. La de Rose era la que mejor iba, hasta que echó las raíces de acónito antes de lo que debía y comenzó a remover en el sentido contrario. Entonces la poción había explotado. Rose era la mejor alumna de su curso y había heredado la inteligencia de su madre, pero no en vano era la hija de Ron Weasley.

La explosión le había dado un susto de muerte y la había cubierto completamente hollín, pero eso no era lo peor: le había puesto el pelo completamente de punta. Ahora sus rizos pelirrojos se enredaban unos con otros, entretejiendo lo que parecía una enorme pelota de playa roja, sobre la cabeza de Rose. Ahora la chica estaba sentada en la enfermería, bastante malhumorada, acompañada por Al y Scorpius, que estaban haciendo verdaderos esfuerzos por no reírse. Lo que era difícil, porque su aspecto habría sido demasiado cómico incluso aunque su cabello no hubiera tenido ese color rojo intenso que ahora la hacía parecer un payaso que hubiera estado limpiando chimeneas. Rose les fulminaba con la mirada mientras sus amigos luchaban para que no se les escaparan las carcajadas.

-¡Bueno, vale ya! Esto le podría haber pasado a cualquiera.

-¡Pero te ha pasado a ti, y eso es lo divertido! –dijo Scorpius, echándose a reír finalmente. Al no tardó en unirse a él.

-¡Sois terriblemente infantiles! No sé que tiene divertido un accidente de pociones. Podría haber salido muy malherida.

-¡Jajaja! Pero lo único que ha ocurrido es que ahora parece que alguien te haya pegado un globo rojo en la cabeza. ¡Tómatelo con humor, Rose! –replicó Al.

Rose miró a su primó con reproche.

-¡Pero yo no me reiría así si esto os hubiera ocurrido a vosotros!

-¡Es que nosotros no habríamos tenido esa pinta! ¿Te has visto Rose? ¡Parece como si te hubiera peinado un trol! ¡Jajaja! –dijo Scorpius, atragantándose con su propia risa –Cuando te vi en pociones pensé: ¡Ha llegado el circo a Hogwarts! Paséate un poco por el castillo y alomejor consigues resucitar la moda afro.

-Scorp, creo que te estás pasando –dijo Al, parando de reír ante la expresión de su prima.

Pero el rubio continuó riéndose hasta que la enfermera llegó y les dijo a los dos chicos que se fueran para poder revisar que Rose no tenia ningún daño y de paso intentar arreglar el desastre de su pelo. Antes de salir, Scorpius se volvió hacia su amiga, riendo por lo bajo.

-¡Ten cuidado al acercarte a la ventana, no vaya a ser que un hipogrifo anide en tu cardado!

-¡SCORPIUS MALFOY, ESTA ME LA PAGAS! –pudieron escuchar atraves de la puerta.

Al terminar el día, Al y Scorpius subieron a los dormitorios de Gryffindor. El rubio dejo sus libros en la mesilla y entonces reparó en algo arrugado sobre su cama. Cogió el objeto y lo sostuvo a bastante distancia de su cara. Aquello podía ser suyo. Antes de que empezara el curso, Scorpius (¿por qué no decirlo?) había estado bastante seguro de que le pondrían en Slytherin. Y le había parecido que una buena forma de integrarse en la casa era que toda la ropa que llevara a Hogwarts fuera de color verde. Con algún adorno plateado como mucho. Pero aquella camiseta era… rosa. Y ni siquiera era de un tono bonito, era del tipo de rosa chillón que no gustaba ni a las niñas de más de ocho años.

-Al, ¿esto es tuyo?

-O si, claro. Menos mal que has encontrado mi querida camiseta rosa, no sé qué haría sin ella –respondió su amigo con sarcasmo.

-En serio, esto no es broma. No sé qué hacía en mi cama…

De repente, Scorpius tuvo un mal presentimiento. Abrió su baúl y comenzó a sacar apresuradamente sus prendas. Camisetas, pantalones, calcetines, bufandas, guantes, gorros, incluso su ropa interior. Todo era del mismo color rosa ofensivo a la vista. Scorpius miró a Al, horrorizado, pero este tampoco entendía lo que había pasado.

¿Quién podría haber hecho algo así? No había sido un Gryffindor, llevaba ya varios meses allí y aunque al principio todos le miraban como si estuviera fuera de lugar, con el tiempo había acabado por llevarse bien con todos sus compañeros de casa. Había tenido un par de peleas con algunos Slytherin, pero ellos no sabían la contraseña de la sala común de Gryffindor. ¿Entonces quien era? No llevaba suficiente tiempo en Hogwarts como para haberse ganado ningún enemigo acérrimo. Y entonces lo vio claro.

-¡ROSEEEEEEEEEE!

La risa de la Weasley se escuchó hasta en lo alto de la torre de astronomía.


¡Mi segundo fic! Una serie de drabbles cortitos sobre el primer año en Hogwarts de Albus, Scorpius y Rose.

Si recibo reviews positivos seguiré subiendo capítulos.

By Sally