Vale, lo de siempre, espero que lo disfruten y gracias por leer.
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Era horrible. Un día extremadamente caluroso en un tren lleno de gente. Simplemente lo peor que te podía pasar después de un día duro en el trabajo. Se podía apreciar un olor a patatas fritas con kétchup que venía del niño que tenía al lado. ¡Qué asco le daba aquel olor! Llegamos a la quinta parada (quedaban dos más para la parada de nuestro protagonista) cuando entró una mujer de edad avanzada. Miró al resto de pasajeros del tren, igual que nuestro hombre. Un niño por aquí, una embarazada por allá, uno con la pierna escayolada por el otro lado y gente de su edad, que hace 5 segundos estaba leyendo o escuchando música, ahora estaba "misteriosamente" dormida.
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-"¡Qué cabrones!"-pensó un hombre de extraño pelo plateado, ojos negros, pantalón vaquero y camisa blanca casi desabrochada hasta la mitad, mientras se levantaba de su asiento para cedérselo a la anciana.-Por favor, señora.-le dijo a la par que hacía un gesto a la mujer para que se sentara.-
-¡Muchas gracias, hijo!-le contestó, cortésmente, mientras se sentaba.-Empezaba a pensar que todos los jóvenes eran unos maleducados.-rió la señora.-
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Cuando las puertas se cerraban y el tren estaba a punto de volver a ponerse en marcha, el hombre estaba por agarrarse al aro que colgaba del techo pero, entonces, vio una estela púrpura. Acto seguido algo le golpeó el pecho y cayó de espaldas con algo encima del sitio dónde había sido golpeado. Al intentar levantarse y mirar que tenía encima, pudo ver a una chica de pelo violáceo recogido en una coleta, camiseta corta y azul, con el dibujo de un lirio y un pantalón corto que le daba por las rodillas pero que, debido a la caída, ahora le llegaba casi hasta el final de los muslos, dejando ver sus largas y delgadas piernas. La peli-púrpura levantó la cabeza y se topó a pocos centímetros de la cara del chico que había parado su caída. El chico se quedó totalmente embobado con los ojos caramelo de ella; tanto que sonrió sin querer. Al ver la cercanía y, sobre todo, la, según su propio pensamiento, sexy sonrisa que le dedicaba su, técnicamente hablando, "para-caídas", la chica se sonrojó. Ambos fueron sacados de sus pensamientos por una voz, más concretamente, la que venía de megafonía:
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-"Les recordamos a los señores pasajeros que de deben respetar las normas de seguridad y que es peligroso entrar en el tren cuando las puertas se están cerrando. Gracias y buen viaje."-ante las palabras de, posiblemente, el conductor, la chica sacó la lengua, mordiéndola ligeramente y, acto seguido se levantó y le tendió la mano al peli-plateado, que la aceptó encantado.-
-El conductor dirá lo que quiera pero-empezó a decir la chica mientras ayudaba a levantarse al muchacho.- creo que la agilidad, rapidez y destreza que he demostrado colándome antes de que las puertas se cerraran, son admirables.-el chico sonrió.- Soy Anko.- le dijo estrechándole la mano, aprovechando que ya se la tenía cogida.-
-Es la disculpa más rara que he oído en mi vida.-le respondió. Ambos sonrieron. Luego él susurró, para que solo ella lo oyese- Y, ¿sabes, Anko? No sé si tu agilidad, rapidez y destreza son admirables, pero tus piernas sí.-Anko se sonrojó más.- Y, soy Kakashi.-nuevamente se estrecharon la mano pero, esta vez, se la soltaron luego. La de ojos caramelo, se agarró a uno de los aros del techo, igual que hizo el peli-plata.-
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El tren se vació casi por completo en la siguiente parada, solo quedaban Kakashi, Anko, la anciana y un hombre dormido junto a su acompañante, que escuchaba música. Entonces ambos aprovecharon para sentarse. Cuando se dieron de cuenta de que lo habían hecho uno al lado del otro se sonrieron mutuamente.
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A medida que iba pasando el tiempo las miradas entre ambos eran más constantes. El de ojos negros se fijaba en las largas y estilizadas piernas de la chica mientras que esta no dejaba de mirar el torso de su acompañante que, aunque estaba tapado por la camisa al ser esta muy fina y, con ayuda del sudor de Kakashi, se le pegaba al cuerpo y le marcaba los abdominales.
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Antes de darse cuenta, Kakashi, había llegado a su parada.
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-¡Oh, bueno!-se levantó.- Esta es la mía.-le sonrió a Anko, que lo miraba golpeando de forma constante el suelo con los pies.- Un placer Anko. Y un placer también, señora.-se despidió de ambas y se dispuso a salir.-
-¡Kakashi!-fue Anko la que llamó. El chico se giró.-
-¿Qué?
-Mmmm, nada que… siento haberte tirado…
-Vaya, al final resulta que te disculpas como una persona normal.-el chico rió y, después de hacer un gesto con la mano, salió del vagón del tren. Anko solamente suspiró.-
-¿Por qué no le has pedido el teléfono?-oyó decir a la señora.-¿O el "mesenjer", o lo que sea que utilicéis los jóvenes de hoy? Parece un chico majo.
-¡No lo sé!-dijo Anko.-Pero ahora ya está…-miró desanimada por la ventanilla.-
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Cuando Kakashi llegó a casa eran cerca de las 7 de la tarde. En el mismo instante en el que cruzó el umbral de la puerta, recibió un mensaje de Asuma, un compañero de trabajo.
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"Hey, Kakashi, los chicos y yo vamos a salir a tomar algo. Si te quieres apuntar a las 9 y media en el bar de siempre.
Asuma"
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Suspiró y decidió darse una ducha puesto que, debido al sudor, incluso se le transparentaba la camisa. Para cambiarse decidió coger ropa para salir; le vendría bien. Estaba un poco cabreado consigo mismo por no haberle pedido el número de teléfono a Anko. A veces no se entendía a sí mismo…
Acabó de ducharse y cenó algo ligerito. Luego picaría algo en algún bar. Para matar el tiempo que le quedaba hasta tener que marcharse miró un rato la televisión. Cuando dieron las nueve y veinte, apagó el televisor, cerró la puerta con llave y se fue hasta el bar donde había quedado con Asuma y sus amigos. Quedaba lo suficientemente cerca como para poder ir andando.
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Llegó al bar a eso de las diez menos cinco.
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-Tío, llegas tarde.-reconoció la voz de Asuma detrás de él.-
-Sí, siempre haces lo mismo.-añadió Genma.-
-Bueno, lo importante es que ya está aquí.-puso paz Iruka.-
-Si ya sabéis que llegaré tarde, decidme que venga una hora antes y solucionado.-dijo sonriéndoles a sus amigos.-
-¡Boh! Da igual.-dejó el tema el de la perilla.-¿Qué vas a tomar?
-Con una cervecita me apaño.-sonrió de nuevo el peli-plateado.-
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La noche fue pasando tranquilamente y ninguno de ellos llevaba encima copas de más. Jugaron un par de billares y de futbolines, incluso una partida a los dardos. Cuando pasaban de las doce de la noche decidieron ir a algún local con un poco de música.
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Cuando encontraron uno que era de su agrado, con música bailable pero no excesivamente alta (por si querían hablar) pidieron algo de picar y algo de beber. Un rato después de que ellos llegaran, y sin que ninguno notara su presencia, entraron en el bar un grupo de cuatro mujeres. Una con los ojos rojos y el pelo negro y largo; otra, con media melena, pelo negro que le daba justo por donde terminaba su cuello y de ojos negros; la tercera, con el pelo violeta hasta la mitad de la espalda y ojos color castaño oscuro, casi negro y la última con el color de pelo casi igual que la anterior, era la chica que Kakashi había conocido en el tren: Anko.
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Bueno, la verdad es que me he divertido mucho escribiendo la escenita del tren, jijiji. Tenía ganas de un fic de estos dos que se diera allí.
Por si no quedó claro, la segunda chica es Shizune y la tercera Yugao (no sé de qué color tiene los ojos… xD)
Espero que hayan disfrutado con el capítulo.
Un saludo desde España:
Averno#10
