Nota del autor: Vuelvo a escribir un fic de Hellsing, pero esta vez un crossover con el juego King of Fighters; aquí voy a poner los personajes que quiero y lo hago a mi estilo. Una cosa, esta historia esta hecha personalmente por mí, así que no se lo tomen tan en serio, así me expreso.
I
Corría el año 1631, el corsario de origen holandés, llamado Murat Reis, asolaba las costas del sur del Viejo Continente, atacando naves y costas, pero el botín mas preciado por los corsarios del Imperio Otomano eran los esclavos, que los necesitaban para remar sus galeras o reclutarlos a las fuerza en su ejercito.
Así poco, había atravesado las Columnas de Hércules y se adentro en el océano Atlántico y su acto mas feroz fue el ataque a la ciudad irlandesa de Baltimore.
Esto afecto la rutina de la joven Victoria, que era una huérfana que trabajaba día y noche para poder subsistir en las costas de esa parte del reino de Inglaterra, que en esos tiempos era gobernado por el despótico Carlos I.
Para cambiar un poco, y por el temor de los piratas de religión musulmana, decidió enlistarse en la marina, donde tuvo que vestir de hombre.
Cuando cruzo el estrecho de Gibraltar, conoció en una fragata a una mujer llamada Diana, que estaba de compañía de su hija adoptiva Kula, que era muy tímida; y con ella viajaba la ñapanga albina de nombre Ángel, poco después entablaron una amistad y ella Victoria le decía:
-Por la amenaza de los piratas musulmanes, decidí formar parte de la marina real inglesa y combatir a esos barbaros-
-No digas eso, mencionar a esos piratas trae mala suerte, además se lo que hacen con las mujeres…las convierten en sus esclavas-Dijo Diana.
-No os preocupéis, yo se pelear y si uno de los lacayos del sultán nos atacan, yo les daré su merecido-Dijo con coraje Ángel.
Ellas estaban reunidas en la cabina del capitán de barco, por ser las pasajeras más importantes de a bordo, que era una nave con la bandera del rey Felipe III de España.
La rutina estaba a punto de cambiar. En el horizonte se aproximaban tres naves de vela latina, que no eran más que naves tripuladas por los corsarios berberiscos.
A bordo de la fragata, el vigía avisto las naves que se aproximaban a todo remo, ya que los capataces daban latigazos a los remeros para avanzar más rápido.
Llegando hacia la fragata, estaban listos para disparar los cañones de proa, que solo podía disparar de forma certera, pero los españoles estaban dispuestos a defender su bajel, ya que los soldados y marineros preparaban sus armas y los cañones.
El capitán fue a su cabina y les dijo a las pasajeras:
-No se muevan de aquí, nos van a atacar los berberiscos, tengan cuidado-
-Dios mío, tendremos que defendernos de esas bestias, por eso tenemos armas escondidas-Dijo Diana.
-Bien hecho, amiga-Le dijo Ángel.
Cuando los musulmanes disparaban sus cañones hacia el casco de su presa, sus capitanes ordenaron avanzar más para envestirlos mediante el pesado espolón de la proa de sus naves.
Pese que los españoles disparaban sus armas, nada pudieron para evitar la embestida de las naves piratas. Una vez envestido, los corsarios se lanzaban hacia el bajel enemigo, otros disparaban con armas de fuego y otros con arcos y flechas, que causaron estragos entre las victimas.
Los corsarios se les venían encima, pero el capitán de la fragata aun resistía con oficiales y soldados sobre la cubierta de alcázar, pero el enemigo ingreso al castillo de popa y sorprendieron a las pasajeras, pero estas pudieron defenderse. Victoria disparaba sus pistolas; Diana usaba su florete; Kula se defendía con su estoque y Ángel les daba golpes y patadas.
Pero la defensa del alcázar iba a caer, ya que los corsarios diezmaron a varios soldados, y algunos oficiales estaban muertos, y abordo uno de los capitanes que se enfrento al capitán español, pero como el turco llevaba una cimitarra, lo despojo de su espada y le hundió el acero de su cimitarra al español.
Sin embargo, la suerte les sonreía a los musulmanes ya que los cristianos que estaban vivos se rindieron. Como el enemigo comenzaba a saquear la fragata y llevando a los prisioneros a sus galeras; las cuatro pasajeras salieron de la cabina y bajaron en un bote que estaba colgado y huyeron de los musulmanes.
Mientras se alejaban, observaban como los piratas pillaban la fragata,; cuando estaban mas alejadas, miraban como quemaban el bajel.
Victoria pregunto:
-¿Y ahora que hacemos?-
-Vamos hacia España, vamos a necesitar ayuda de ellos-Dijo Diana.
Asi, las cuatro mujeres tomaron los remos del bote y se dirigieron hacia la costa española, pero Diana sabia sobre que uno de los secuaces del pirata Murat, era un europeo que se paso del bando de los otomanos, se llamaba Alambra Tulbancain; hace poco ese cristiano renegado había tomado una nave europea a la que lo adapto a sus necesidades e izo la bandera turca, para que forme parte de la flota del sultán Mustafá I.
