Capítulo 1
La luz de un nuevo día se coló a través de la cortina iluminando suavemente la habitación. Afuera, el sol empezaba a calentar la mañana de un día esplendoroso.
Bo despertó y sin abrir los ojos extendió el brazo buscando y encontrando al instante el cuerpo que yacía a un lado. Sonrió. Se movió hasta que ambos cuerpos quedaron juntos. Abrió los ojos, acodó un brazo y sostuvo su cabeza para poder contemplar el sereno rostro de la rubia que dormía plácidamente. Se sentía inmensamente feliz. Cada noche a su lado era única. La pasión y la ternura se mezclaban de forma tal que la incendiaban y la elevaban a cimas increíbles de placer y luego la embelesaban en maravillosos valles de calma y suavidad, convulsionándola, aturdiéndola, enajenándola. Incluso cuando el cansancio del día no le permitía más que dormir entre sus brazos o con las manos enlazadas, le bastaba para sentirse feliz. Ya no había dudas ni indecisiones. Finalmente había encontrado su lugar.
«Si supieras cuánto te amo…», pensó, acariciándole suavemente la mejilla.
—¿Preciosa…? —preguntó una voz adormilada.
—Buenos días, amor —saludó, besando los amados labios.
El beso fue dulcemente correspondido. Al separarse, ambas sonrieron.
—Será mejor que me levante o no podré marcharme —suspiró Bo, con resignación.
—¿Tienes que salir, cariño?
—Sí, Kenzi debe hacer algunas cosas y me necesita. No sé cuánto tiempo me llevará.
—¿Nos bañamos juntas?
—Hoy no, cielo. Eres mi debilidad y yo debo estar allá temprano.
—Si no hay manera de retenerte… —Lauren hizo un mohín de fingida contrariedad, pero de inmediato sonrió, se incorporó y besó rápidamente a Bo en los labios antes de abandonar la cama—. Te amo… Mientras te bañas prepararé el desayuno.
Bo la tomó de la mano impidiéndole alejarse y obligándola a tumbarse en la cama. Lauren rió divertida y Bo la rodeó con sus brazos, besándola amorosamente. Sus labios se acoplaron perfectamente mientras sus lenguas jugueteaban entre sí y los besos se volvían más intensos y apasionados. Ninguna de las dos se resignaba a renunciar a la dulzura de sus caricias, a la dicha de sentirse amada y deseada, a ese mar infinito de placer en que ambas se sumergían hasta la extenuación. Las manos iban y venían recorriendo y reconociendo cada centímetro de los cuerpos desnudos… Un zumbido seguido casi inmediatamente de otro se dejó escuchar lejanamente, volviéndose simultáneamente insistentes y logrando arrancar de su embeleso a las dos mujeres.
—¡Malditos teléfonos! —gruñó Bo sin soltar a Lauren—. No contestes. Que dejen mensaje o vuelvan a llamar.
—No, mi amor. Tengo que contestar. Es el Ash —dijo Lauren, mostrando la pantalla de su teléfono, a la vez que inspiraba profundamente para recuperar la serenidad; luego tomó la llamada.
Maldiciendo interiormente a la gente inoportuna, Bo se incorporó y tomando su propio celular le contestó a Kenzi, quien le recordó que la estaba esperando.
Al terminar sus respectivas llamadas, ambas mujeres se miraron y suspiraron resignadas. No había tiempo para más. El deber les llamaba. .
Después de desayunarse, Bo se dispuso a marcharse. Abrazó a Lauren y le sonrió:
—¿Pensarás en mí?
—Todo el tiempo. ¿Y tú en mí?
—Sí, y en el momento de regresar a tu lado —Bo acarició suavemente la mejilla de la rubia con la palma de su mano—.Te amo.
—Yo también te amo.
Ambas mujeres se besaron largamente. Finalmente, Bo se apartó y abrió la puerta.
—Cuídate, cariño —pidió Lauren.
—Lo haré, amor. Te llamaré —prometió Bo antes de cerrar la puerta tras de sí.
Sonriendo aún, la doctora dio media vuelta y tarareando suavemente una canción, se dispuso a tomar su ducha matutina. Tenía tiempo suficiente para acudir a la entrevista con el Ash. No tenía idea de lo que Hale quería decirle, pero debería ser algo importante para que él la hubiese citado.
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Hale golpeó con su mano el escritorio y se levantó encolerizado.
—¡¿Cómo te atreves…?! ¡De ninguna manera, Morrigan! ¡De ninguna manera!
—No hay necesidad de gritar, Hale. Somos personas educadas.
—Es que lo que pretendes es inadmisible. ¿Cómo se te pudo ocurrir?
—Ya sabes, suelo tener muy buenas ideas —respondió sarcástica.
—¡¿Buena idea una insensatez?! —Hale trataba de contener su ira.
—Mira, abreviemos. Necesito que me digas qué quieres a cambio.
—Lo que quiero es que no digas una palabra más y olvides este asunto o lo tomaré como una provocación.
—¿El joven Ash se atreverá a desatar la guerra que sus mayores han tratado de evitar? —Se burló la Morrigan-
Hale miró a la mujer con ojos brillantes de furia.
—No tienes ningún derecho de intervenir en los asuntos de la Luz y mucho menos a pedirme tamaña estupidez. Si llevo esto ante el Consejo, puede costarte caro.
La Morrigan le sostuvo la mirada con actitud desafiante.
—En ese caso, creo que te saldría más caro a ti, querido Ash.
—No me busques como enemigo, Morrigan. Tú no me conoces aún.
—Te equivocas, Hale. Te conozco mejor de lo que tú crees.
Hale trató de recuperar la compostura y volvió a su lugar, se acomodó en el sillón, miró a la mujer y luego sonrió mordazmente.
—Creo que enloqueciste, Evony. Prepárate porque esto lo sabrá el Consejo de Ancianos.
Evony lanzó una carcajada.
—Lo mismo te recomiendo, Hale. Porque si insistes en negarme lo que pido, esto —enfatizó la última palabra al tiempo que ponía un sobre en el escritorio, al alcance de Hale—, lo sabrán los ancianos, incluyendo a los de tu familia.
—¿Qué es?
—El pago. O una correspondencia, como quieras llamarle.
—Puedes tomar tu dinero y marcharte, Morrigan. No hay trato.
—No es dinero. Es algo mucho más valioso… para ti —afirmó socarronamente.
Hale miró el sobre amarillo sobre su escritorio. No abultaba, así que de no ser un cheque, tal vez fuera algún otro documento. «¿Valioso para mí?», pensó. Movido por la curiosidad, tomó el sobre y extrajo su contenido. Una inmediata palidez cubrió su rostro.
—¿Qué dices ahora, Hale?
—¡¿Có… cómo es que…?! —La voz salía con dificultad y las manos le temblaban—. ¡¿Quién…?!
Repentinamente, Hale rompió todo en varios pedazos, provocando una nueva carcajada de la Morrigan.
—Sabía que harías eso. Eres tan predecible… Por eso traje sólo copias .¿Hacemos el trato ahora, querido?
—¡No te creo, maldita embustera! —espetó enfurecido.
—Pasaré por alto esa ofensa por el estado en que te encuentras. Mira, aquí tengo otra copia. Los originales están en un lugar seguro y si algo me pasa, ya tienen destinatarios. ¡Ah, lo olvidaba! También hay un video.
El Ash contuvo el impulso de estrangular a la Morrigan. Comprendió que estaba en sus manos.
—Llámale ahora mismo —indicó Evony, señalando el teléfono.
—No es necesario —dijo Hale consultando su reloj—. Tiene cita y ya debe estar por llegar.
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Después de visitar algunas tiendas donde Kenzi compró algunas prendas y accesorios, ella y Bo regresaron a la casa, llegando casi al mismo tiempo que la pizza que habían ordenado. Después de comer, y en un momento de pausa en la charla, Bo le pidió a su amiga que las acompañara a ella y a Lauren esa noche en el Dál.
—Claro. Hace tiempo que no tengo buena compañía y bebida gratis a la vez. ¡Dupidudabaga, la súcubo paga! —Haciendo un gesto gracioso, Kenzi se frotó las manos, provocando que Bo riera francamente.
—Claro, pero quiero que seas mi cómplice.
—Siempre lo he sido, ¿no? —Se extrañó Kenzi.
—Sí, pero ahora se trata de algo diferente.
—¿Me alegro o me asusto, sucubito?
—Bueno, yo espero que te alegres; pero antes de explicarte de qué se trata, hay otra cosa que quiero decirte. Yo sé que no te cae bien Lauren, que la toleras por mí, y que quisieras que Dyson fuera mi compañero, ¿cierto? Pero yo la amo a ella. Mi corazón le pertenece para siempre. Siempre me sentí como un barco a la deriva y Lauren es mi faro y mi puerto seguro. Por eso quiero pedirte con todo el cariño que sabes que te tengo, que ya no menciones lo que hubo entre Dyson y yo ni lo que quisieras que hubiera otra vez.
—Pero Bo-Bo, es que él es tan lindo. Se sacrificó por ti y vive sólo para amarte. Además, ustedes dos hacen una pareja estupenda. Tendrán bellos suculobitos que me dirán tía, me darán el toque subyugante cuando quieran algo o me enseñarán sus colmillitos cuando se los niegue. Me emociona la idea, Bo.
Bo rió imaginando la escena, pero luego volvió a ponerse seria.
—Yo le agradezco mucho a Dyson lo que ha hecho por mí y le tengo cariño, pero eso no es suficiente para unirme a él de por vida.
—Pero tú estabas enamorada de él, no lo niegues.
—Hubo un tiempo en que lo estuve, o creí que lo estaba, pero nunca sentí por él lo que siento por Lauren, ni tuvimos la conexión emocional que existe entre ella y yo. De verdad, te agradezco la intención, Kenzi, pero ustedes dos deberían entender que así como Dyson no puede amar a nadie más, yo tampoco puedo amar a nadie más que Lauren. Y también es por eso que me gustaría que tú y ella se llevaran mejor. Sobre todo ahora.
—¿Ahora? ¿Cuál es la diferencia?
—Voy a pedirle a Lauren que se case conmigo.
N/A: Gracias por leer. Los espero en el próximo capítulo.
