Sangre Sucia.
"Quizás no todo es lo que parece… quizás ellos no son quienes te hacen creer que son. Quizás hasta tus propios amigos en un momento de tu vida te den la espalda. Todo esto gracias a una poción, que te hizo abrir los ojos y descubrir la verdad"
Estudiar, Hermione vivía para eso. Estudiaba todo el tiempo, y más ahora que estaba a un mes de que las clases comenzaran. Ella, se encontraba en su habitación, encerrada, realizando una poción conocida como: "El espejo de la verdad".
-Unas gotas de sangre de dragón…-Murmuró fijando sus ojos en el añoso libro de pociones que descansaba en su regazo. – Un toque de varita…-La poción adquirió un tono violeta- ¡Listo! –Con el dorso de su mano secó unas gotas de sudor que caían por su frente. – Ahora…a comprobar si realmente funcionó. –Vertió un poco del contenido del caldero en un vaso de cristal. Y lo bebió.
Muy dulce, amargo, ácido, dulce de nuevo aunque no excesivo solo lo necesario para que fuere agradable al gusto, y nuevamente agrio. Extraño, increíblemente extraño. Según el libro, la poción reflejaba la vida de la persona que lo bebía, y mostraba recuerdos olvidados. ¿Por qué tanta mezcla de sabores? ¿En qué momento tuvo una vida excesivamente feliz? Sus padres habían dejado de quererla desde que desarrolló poderes mágicos, no, más bien nunca la quisieron, desde que descubrió su magia, simplemente la ignoraron.
No…parecían…sus padres…tal vez…no lo eran.
Su ritmo cardiaco se aceleró, su respiración se agitó, sus piernas dejaron de funcionar, cayó al suelo inconsciente.
Dolor, miedo, terror.
¡Hermione! El grito de una mujer angustiada.
¡Clarissa! Grito de un hombre preocupado. ¡Vamos, ya vienen!
¡Elliot! Protestó la mujer. Depositó al bebé en una cesta frente a una casa muggle. … Adiós Hermione… Un beso en su frente…
…Obliviate…Un susurro masculino y ningún recuerdo más…excepto:
El llanto de un bebé culminando la escena.
Parpadeó, se sentó con cuidado, el dolor producido por el golpe no existía. Estaba en su habitación, sí, pero se sentía distinta. Una mano a su cabello, lacio, suave, sedoso. ¿En dónde estaba ese arbusto castaño que tantos problemas le ocasionaba? Se levantó. Caminó a la puerta y la abrió.
Caminó a la escalera. Y escuchó una discusión, cuatro personas, calculó. Dos eran de sus padres, las otras, las voces del recuerdo.
-¡Es mi hija! ¡Ustedes no la merecen! ¡Debe volver con nosotros! –La voz de una mujer se escuchaba en toda la casa.
-La abandonaron. –Contestó su padre sin mayor interés.
-Para protegerla. –Respondió una voz severa. – Les solicito que nos entreguen a Hermione, ella debe vivir desde ahora con nosotros.
-¿Por qué? –Preguntó su madre histérica.
-Porque ya descubrió la verdad. –La otra mujer, ahora más calmada habló.
Hermione bajó la escalera, y entró en el salón. Observó las dos figuras extrañas, pero igualmente conocidas que se hallaban frente a ella. La mujer, hermosa, rasgos elegantes, alta, delgada, con una postura aristocrática. Cabello dorado ondulado y ojos color miel, idénticos a los suyos. El hombre, varonil, de cabello castaño y liso, ojos verdes, porte elegante, seguro y guapo.
Una serie de recuerdos regresaron a su cabeza, Hermione los meditó un momento y miró nuevamente a los extraños que estaban en la sala. Sus padres la miraban y los extraños también. Ella sonrió, y se acercó a los extraños.
-Ustedes ¿Son mis padres verdad? –Preguntó ladeando su cabeza, ellos sonrieron.
-Hermione te equivocas tus padres somos nosot..- Intentó decir Jane Granger.
-¡SILENCIO! Osan llamarse mis padres si me ignoraron desde que descubrí mi magia. –Hermione los hizo callar. Dirigió nuevamente su mirada a los extraños.
-Somos Elliot y Clarissa Rumsfeld. –Dijo la mujer- Del único linaje puro que nunca estuvo aliado con la oscuridad. Y tú, Hermione Elizabeth Clarisse Ariadna Rumsfeld, eres nuestra hija. –Se acercó elegantemente a Hermione y la estrechó entre sus brazos. Abrazo que fue enormemente correspondido por la muchacha.
-¿Quieres venir con nosotros? –Pregunto su padre.
¡Sí! ¡SI! ¡CLARO QUE SI! . No sabía por qué, pero definitivamente quería alejarse de aquel lugar, e irse con esos desconocidos, los cuales estaba segura, eran sus padres.
-Por supuesto. –Contestó, ignorando las quejas de su anterior familia. Los tres se tomaron de las manos y mediante un hechizo no verbal aparecieron en las afueras de una enorme mansión, que incluso ganaría en tamaño a la de los Malfoy. Los grandes jardines, llenos de flores de distintas formas y colores, las fuentes de agua, los árboles perennes, y algunas hadas revoloteando por aquí y por allá, le daban un aspecto opuesto a lo tétrico y espantoso que caracterizaban a las mansiones así de magnas.
Comenzaron a caminar, hasta atravesar el umbral de la puerta, allí dos elfos domésticos (Un elfo y una elfina), vestidos y sonrientes le dieron la bienvenida.
-Soy Mocksie, señorita –Dijo el elfo, vestido con un pantalón de tela costoso y frac.
-Y yo Lipsie, señorita –Dijo la elfina, vestida con un vestido color índigo.
-Es tarde, - Comentó su padre mirando un reloj de oro que sacaba de su bolsillo. –Mocksie, Lipsie, vallan a dormir, no los necesitaremos más. –Ellos asintieron.
-Descansen bien. –Dijo su madre.
-Gracias por la bienvenida –Finalizó Hermione y con un Plop, ambos elfos desaparecieron. – Es increíble la forma en que los tratan. –Comentó asombrada. – Usualmente los magos sangre pura los denigran y los tratan como esclavos. –Recordó a Dobby e inevitablemente a los Malfoy, por extensión del recuerdo.
-¿Son seres mágicos como nosotros, no? …No veo por qué denigrarlos –Ella sonrió. Clarissa era todo lo que ella pudiese desear, una madre hermosa, cariñosa y educada, que la quisiera y además tratase bien a los elfos. - ¡Merlín! –Exclamó de pronto. –He olvidado presentarte a alguien. ¡Nick! ¡Baja por favor! –Pidió al pie de la enorme escalera de mármol. Y enseguida un apuesto muchacho apareció junto a ella. – El es tu hermano, Nick.
-¡Hermi! –Gritó y corrió efusivamente a abrasarla. - ¡No sabes cuánto te he extrañado! –Dijo apretándola contra su bien definido torso.
-Nicholas, compórtate, la estas asfixiando. –El chico la soltó. Y extendió una mano hacia ella.
-Me llamo Nicholas Adrian Cameron Philip Rumsfeld. –Hermione abrió los ojos y ahora ella fue la que saltó sobre él.
-¡Nick, Nick, oh Nick! ¡Ahora lo recuerdo! Eras tú, el niño que aparecía en mis recuerdos comiendo mi comida y cortando el pelo de mis muñecas. –Se aferró fuertemente a él y él a ella.
Estaba feliz, ¿Por qué no estarlo? Ahora tenía familia, una familia real, mágica como ella, de sangre pura. Un hermano de dos años más, ósea de 17, una madre y un padre cariñoso. ¿Qué más podría pedir?
Todos se trasladaron de la nada a una enorme habitación, de un color violeta oscuro en las paredes, donde el negro y blanco armonizaban perfectamente dándole un toque juvenil y coqueto.
-Tu habitación querida Hermione. –Dijo su madre. Ella abrió los ojos emocionada. –
-Gracias, por ir a mi encuentro. –Dijo Hermione.
-Será mejor dejarte sola, princesa. –Propuso Elliot. – Este ha sido un día muy agitado y debes descansar.
-Duerme bien, mi querida –Clarissa besó su mejilla y la abrazó temiendo perderla nuevamente.
-Adiós Hermi. Que descanses bien. –Se despidió su hermano.
Acto seguido, se encontró sola, se arrojó sobre la mullida cama y comenzó a pensar:
Ahora era feliz, si, realmente feliz, estaba tranquila. Porque era amada, tenía una familia que la amaba y que la quería porque ser simplemente ella. En los cinco años en Gryffindor se había dado cuenta de algo, Harry, Neville y Luna la querían por ser simplemente ella, Ginny, la quería por ser amiga de Harry y amiga de su hermano. Si no, nunca hubiesen sido amigas. Y Ronald, solo le interesaba su ayuda académica, puesto que era un orgulloso y nunca admitiría que sin ella estaría muerto. Al igual que Voldemort.
Quizás un cambio de casa sería bueno, Ravenclaw sería una buena opción. Así vería si sus amigos eran realmente sus amigos. Y, como su nueva y verdadera familia, la querrían al ser sangre pura, al ser una Rumsfeld. Al ser Hermione Elizabeth Clarisse Ariadna Rumsfeld. Ah, era increíblemente gratificante decir su nombre con ese tonito de arrogancia. Ahora entendía a Draco Hurón Malfoy.
Cerró sus ojos. Y se durmió al instante.
Al abrirlos ya era hora de ingresar al colegio. No pudo, ni deseaba creer que ese mes pasara tan rápido. Había montado en escoba con Nick, descubriendo que lo hacía bastante bien. Sus padres le habían enseñado su enorme biblioteca privada. Le habían comprado una lechuza negra (Blacky), un gato (Miaus) y un hurón (Dragón). Se levantó de mala gana de su cama, se dio un baño y posteriormente se vistió con una blusa negra y un pantalón ajustado de jeans. Junto con unos tacones bajos, de color negro.
-Princesa, vamos ya es hora. –Elliot estaba junto a Nicholas y Clarissa, frente a la chimenea conectada con la red Flú, que los llevaría directo al andén 9¾. Era el primer año de Nicholas en Hogwarts, había estudiado en otras escuelas mágicas, pero ninguna en la que se sintiera cómodo ya que le faltaba Hermione.
La chimenea los succiono y los dejó frente al tren escarlata de Hogwarts. Ambos sonrieron. Hermione volvería al lugar que amaba y con Nicholas junto a ella. Una mujer de andar aristocrático y arrogante se acercó a su madre. Hermione la reconoció enseguida, Narcissa Malfoy.
-¡Clarissa! Hace mucho que no sabía nada de ti. –Su madre la miró y sonrió.
-Hola Narcissa, un placer verte de nuevo. –Narcissa, sonrió y asintió levemente. – Te presento a mis hijos, Nicholas y Hermione. –La bruja pareció estupefacta ante esta declaración.
-Señora Malfoy, un placer encontrarnos… de nuevo. –Comentó Hermione en forma cortés.
-¿Tú? No eras una sangresu…-Calló de pronto al sentir la mirada de Elliot Rumsfeld sobre ella.
-Lamentablemente querida, hubo un error. Hermione es tan sangre pura como tu querido Draco. –Sonrió amablemente su padre. El silbato sonó. Nicholas y Hermione se despidieron de sus padres y de la señora Malfoy y subieron al tren.
"Prometo que les escribiremos cada semana" –Dijeron ambos a sus padres al adentrarse en el tren.
Escogieron un compartimento vacío, en donde se sentaron cómodamente uno junto a otro leyendo el mismo libro. De la nada Draco Malfoy, junto con sus compañeros Theodore Nott y Blaise Zabinni entraron en aquel compartimento.
-Oh, genial, la sangre sucia y su nuevo novio. –Ambos lo ignoraron. Cosa que molestó a Malfoy, y siguieron concentrados en su lectura –Al menos la rata de biblioteca arregló ese nido de cuervos que tenía por cabeza. –Hermione seguía inmutable. Un pequeño animal alargado se subió a las piernas de ella y lo acarició. -¿Una rata para la rata? –Ella sonrió. Pero no dijo nada. Mas su hermano si.
-¿No me recuerdas, Draco? –Preguntó el muchacho con amabilidad fingida. – Y por lo visto tampoco a ella. Dime Draco, reconoces el nombre de: Hermione Elizabeth Clarisse Ariadna Rumsfeld. –El rostro del rubio palideció.
-Si…-murmuró-Ella era mi mejor amiga y prometida cuando tenía tres años. Pero murió.
Sus amigos lo miraron intrigados, nunca supieron de la existencia de ella, ya que nunca Draco la había mencionado.
-Oh, eso te dijeron. No era de extrañarse puesto que tus padres eligieron en lado oscuro. –Dijo con sorna Nicholas. – Pues permíteme aclararte la situación, Malfoy. Mi nombre es Nicholas Adrian Cameron Philip Rumsfeld. –Palideció aún más y una sonrisa burlesca apareció en el rostro del muchacho- Oh, así que me recuerdas. ¿Tambien recuerdas el enorme grito que dí al verte intentando besar a mi hermana cuando tenias tres años? –Nott y Zabinni dejaron escapar una risa contagiosa. Miró a Hermione que reprimía una gran risa.
-Pensé que tu también estarías muerto. –Comentó con la mirada gacha, y bastante sonrojado por ese fallido intento de primer beso.
-Y ella –Tomó a Hermione de los hombros y esta sonrió. – Es mi queridísima hermana, Hermione Rumsfeld. –Ella hizo una reverencia. – Una sangre pura, Draco. Tu antigua prometida.
-Es imposible. Tú no puedes ser la hija de Clarissa y Elliot. Eres una sangresu… –Hermione lo apuntó a con su varita.
-Palalingua. –Sonrió. Y tomó a la pequeña criatura blanca que yacía en el asiento. –Petrificus totalus –Murmuró aún apuntando a Draco. – Querido Malfoy, conoce a mi mascota Dragón. Dragón, te presento a uno de tus más cercanos familiares –Dijo hablándole al hurón, al cual puso en el hombro de Draco- ¡Oh Merlín! Son idénticos. ¿Verdad Nick? –Tenía un claro tono de rencor, que hizo a dos de los tres Slytherin salir de ahí.
-Draco, amigo te quiero, pero Rumsfeld da miedo. Y prefiero no arriesgar este guapo rostro a un accidente –Dijo Zabinni.
-Adios Draco –Se despidió Nott.
Al verse los tres solos Hermione se acercó amenazadoramente a Draco – Finite Incantem –Le dio un pequeño empujón que hizo que se quedara sentado. – Este año, querido Draco, habrá un cambio. Yo ya no soy Granger, una sangre sucia. Soy Rumsfeld y como tú, haré lo que se me dé la gana. No intentes nada en mi contra, porque yo, ya dejé de ser la niña perfecta de Gryffindor. Y puedo pronunciar una maldición imperdonable si se me antoja.
Regresó a su lugar, con un hermano sonriente a su lado, un Draco silencioso frente a ella, y un hurón dormido en su regazo.
El muchacho frente a ella se encontraba pensando. ¿Acaso fue su primer amor a quien llamó sangre sucia durante estos años? ¿Era ella la insufrible sabelotodo que gozaba con superarlo en todo? Hermione era la niña a la que a la edad de tres años le dijo "Yo te quiero, y tu vas a ser mi esposa cuando mayores y tendremos muchos hijos" y justo en el momento en que la iba a besar en la boca, su inoportuno hermano los interrumpe y sus padres se ven alegres de formalizar el compromiso.
Pero ella había cambiado, si ya de niña era linda, ahora, con el cabello lacio y sedoso era hermosa. Lo que más llamaba su atención era el cambio de su trato con él. Pero claro, quien reacciona dulcemente después de cuatro años tratándola de sangresucia, burlándose de ella y haciéndole la vida imposible. Probablemente debería volver a conquistarla. Sí, eso debería hacer.
El trayecto a Hogwarts se hizo corto, todos los estudiantes se sentaron en sus mesas, excepto los nuevos alumnos de primero, Hermione y Nicholas. Como siempre el director Albus Dumbledore dio su discurso acerca de los sitios prohibidos y de ánimo a los estudiantes. Y por último mencionó un asunto poco usual.
-Este año cursará séptimo año Nicholas Rumsfeld, transferido de Drumstrang. Y su hermana la señorita Hermione Rumsfeld será seleccionada nuevamente para cualquier casa de Hogwarts. Dicho esto que disfruten este año. Y que comience la selección.
Fueron seleccionados 13 alumnos de primero para Gryffindor, 13 para Hufflepuff, 14 para Slytherin y 10 para Ravenclaw.
-Nicholas Adrian Cameron Philip Rumsfeld –Silencio parcial en el comedor. –
-¡Slytherin! –Gritó el sombrero y los de Slytherin aplaudieron.
-Hermione Elizabeth Clarisse Ariadna Rumsfeld –Todo el comedor quedó en silencio. Hermione se sentó en el sillón y sobre su cabeza pusieron el sombrero seleccionador.
-Mmm...Veamos…rencor…determinación…miedo…astucia…elegancia…inteligencia…En Gryffindor funcionaste bastante bien, pero no era tu casa predestinada. Ravenclaw, contrario a lo que piensas tampoco lo es. Hufflepuff, no servirías ahí…Entonces, te enviare con tu hermano cariño.
-¡SLYTHERIN! –El comedor quedo perplejo y Hermione avanzó en cámara lenta a la que sería su nueva casa. Les sonrió de forma altanera a los Slytherin y se sentó junto a su hermano. Quedando frente a la casa de Gryffindor. Donde sus amigos la miraban como su hubiera asesinado a algún profesor.
Ahora comenzaría una nueva vida, en una nueva casa, con nueva familia, con nuevos amigos y con nuevos enemigos.
Y Hermione ese día comprendió, que hasta tus mejores amigos son capaces de darte la espalda por alguna situación ocurrida en tu vida.
