Notas de la autora:

Espero que disfruten la lectura. Si notan algún error me disculpo de antemano, la historia la escribí desde mi celular y a pesar de haberla revisado desde la pc, suele pasarme que omito algún error sin darme cuenta.

Capítulo 1

Akane se sentía una maldita pervertida, pero por alguna jodida razón no podía moverse del sitio donde estaba. Cuando regresó a casa esa tarde, jamás pensó que se encontraría con una sinfonía pecaminosa que la dejaría tan absorta. Ranma y Shampoo estaban teniendo sexo mientras ella escuchaba el golpeteo de sus cuerpos, los jadeos y gemidos viniendo de ambos.

La casa se encontraba completamente en penumbra. Todos estaban fuera. Cada quien en sus actividades típicas del sábado por tarde noche. Ella llegó temprano de su cita con Ryoga, en realidad ambos habían terminado peleando por una mentira estúpida que dijo; que aunque no había sido descubierta, sí complicó más la situación entre ambos.

Tanto ella como Ranma empezaron relaciones paralelas luego de que diferentes circunstancias anularan su matrimonio arreglado; en un principio agradeció al cielo que esa tontería terminará de una buena vez, pero luego, cuando vio que Ranma seguía su vida y empezaba a salir con chicas, una diferente cada semana hasta que sentó cabeza con la persona que menos esperaban.

No podía mentir; sentía algo de celos. ¿Había razón? No, por supuesto. No sentía ningún interés por Ranma y deseaba que fuera feliz, clarísimo. Pero han escuchado eso de que a todos nos gustan que a los demás les vaya bien, pero no mejor que a ti, pues eso mismo era lo que le sucedía. Quería el bien para quien fue su prometido sólo unos meses atrás, pero no lo quería tan bien como estaba ahora.

Akane tenía las mejillas ardiendo. Una pared delgadísima era todo lo que la separaba de aquellos cuerpos sudorosos. ¿Qué debía hacer? Ese par fueron suertudos de que no fue Nabiki quién llegó antes, sino, ambos serían extorsionados para mantener a salvo su secreto. Ranma era un completo sinvergüenza por hacer algo así en su casa, más ahora que era un invitado y no alguien que terminaría formando parte de su familia.

Tomó mucha fuerza de voluntad caminar hacia su habitación. Tocaba fingir que no pasó nada. Aunque luego de escucharlos nunca más podría verlos a la cara sin imaginar lo que habían estado haciendo.

No era una santurrona. Virgen sí. Pero no ninguna santa. Entendía las necesidades físicas de las parejas perfectamente y también había visto las suficientes porno como para saber como funcionaba el acto en sí. Ella misma se masturbaba casi a diario e incluso varias veces en un mismo día. Entendía todo pero… también quería experimentar. ¿Podría ser que a eso se debían sus celos? Ranma no conocía únicamente la teoría sino que también la llevaba a la práctica. ¡Deja ya! Se dijo. ¡No te interesa en lo más mínimo!

Tenía cosas mejores en las que pensar como su pequeña discusión con Ryoga. Cerró la puerta con seguro. Se desvistió sin dejar que aquellos sonidos salieran de su mente y la hicieran imaginarse así misma en esa situación. ¿Cómo sería? ¿Qué sentiría? ¿Sería cómo en las películas? Dulce y romántico. O cómo en las porno; crudo y salvaje.

Se acostó en su cama y llevó lentamente su mano hacía su entrepierna depilada. Acarició su pubis para que sus dedos viajarán a sus labios húmedos. Se masturbó pensando en su prometido o al menos, quien lo había sido.

A la mañana siguiente, parecía ser un domingo como cualquier otro. Su padre y su tío hacían cosas de ancianos, Kazumi preparaba el desayuno, Nabiki jugaba con su celular, mientras Ranma se mantenía desaparecido. ¿Dónde estaba ese sinvergüenza? Acaso pensaba dormir el resto de la mañana.

—Buenos días. —un bostezo siguió al saludo perezoso.

Su ritmo cardíaco se aceleró al escucharlo y sentía la cara ardiendo. ¿Por qué se moría de vergüenza? No hizo nada malo. Bueno, tal vez escuchar a escondidas sí lo era, pero no contaba porque nadie más que ella y Dios lo sabían.

—Buenos días, Ranma. —Kazumi trajo el desayuno. —Llegas justo a tiempo. —el olor a pan recién horneado y a café abrió el apetito de Akane haciendo que olvidara por completo la presencia de Ranma.

Comieron en silencio y luego cada quien siguió en lo suyo. Ella tomó un baño tranquilo, debía llamar a Ryoga para arreglar el pequeño problema, pero no le daba la gana hacerlo. Él debía buscarla a ella, después de todo fue quien se comportó como un estúpido.

Al salir se topó con Ranma, quien esperaba fuera con una cara de no muy buenos amigos.

—¿Qué haces pervertido? —no disimuló en lo más mínimo la molestia. Aunque cierta parte de su cuerpo reaccionó de la forma equivocada. ¿Por qué Ranma le provocaba esto ahora, y no antes? Acaso todo esto se debía a algún capricho inconsciente.

—Quiero saber qué carajos le dijiste a Ryoga para que quiera matarme.

—¿Qué? ¿De qué hablas? —trato de irse pero él lo evitó agarrándola por los hombros.

— Eso mismo quiero saber yo. ¿Por qué recibo amenazas de muerte si en mi puta vida he tratado de acercarme a ti?

—No sé de qué hablas. Y tampoco me importa mucho. —pensaba matar ella misma con sus manos a Ryoga. Ella nunca mencionó el nombre de Ranma. Solo había dicho una pequeña mentirilla, pero jamás mencionó un nombre. —Quítate. Necesito vestirme.

—No pienso hacerlo.

—¿Qué crees que dirá papá si ve que me tienes acorralada aquí? Viéndome así. —recalcó lo último, pues sólo vestía la toalla que apenas cubría su cuerpo lo necesario. ¿Por qué se estaba excitando tanto? Bueno, pues eso ahora no importaba, tenía que huir antes de que le sonsacaran toda la verdad.

—Solo estamos nosotros dos. Todos los demás salieron. —respondió con cierto tono malicioso que le erizo la piel.

—¡Quítate! —dijo lentamente cada sílaba. —Sabes que puedo partirte la madre sin ningún jodido problema.

—No te tengo miedo, Akane. —le respondió sonriendo arrogantemente. —Puedo defenderme perfectamente de ti.

—Estoy desnuda. Necesito vestirme. —se empezaba a sentir incomoda.

—No veo el problema.

—Le dije que lo hice con alguien, ¿bien? Parece que le molestó que no soy virgen ni pura.

Sus palabras fueron con un balde de agua fría para Ranma. Aflojó su agarre sin poderse creer lo que había dicho. Ella aprovechó ese momento para correr a su habitación, reaccionó segundos después siendo demasiado tarde, ella se había encerrado en su habitación dejándolo afuera con muchas preguntas y sin ninguna jodida respuesta. ¿Qué diablos?

Akane había estado con alguien cuando ellos todavía estaban comprometidos y esa traición le hacía hervir la sangre. Quería saber quién había sido el maldito bastardo que se atrevió a tocar lo que le pertenecía.