Ok, antes que nada, a mi siempre me gusta hablar de donde salen mis super ideas super locas. Asi que de donde nació esto? De haber terminado el segundo libro de los juegos del Hambre, En llamas. Quien sabe de que hablo, sabe lo que le espera.

Espero que disfruten tanto como yo al escribirlo. Bueno, no, si lo hice bien, en realidad no :D


Disclaimer: Lo unico que me pertence es la historia. Axis Power Hetalia le corresponde a Himuraya, y a un par empresas anime que no recuerdo (Funiamation en USA y no se cual en Japon) (Ne, no es que a nadie le importe tampoco, yo solo digo)


Le compte à rebours est commencé

Run, run, little girl. You can run but you can't hide.

.

Capitulo I: Rescate

Recuerdo que una vez Francis me comentó que tiende a perder la noción del tiempo durante la guerra. Creo que yo heredé eso. No lo voy a negar, me habían avisado de la gran posibilidad de una invasión, pero a pesar de las advertencias juro que jamás lo vi venir. Aptitud para la batalla, eso sí es algo que no heredé, ni de Francis ni de Arthur.

La guerra parecía tan lejana hasta hace unas horas atrás. Devastadora, interminable e ilógica, pero completamente encerrada en el interior del continente. Me sentía segura en mis islas, protegida por el mar, esperando que mi neutralidad me escudara. ¿Por qué vendrían por mí?

Me he ganado el título de el último paraíso, pero un paisaje bonito no es especialmente útil para una guerra, menos para una de tal magnitud. No hay ni reservas de dinero ni una gran población que sirva de recurso humano.

Bueno, ya no importa realmente. Lo único que importa es que esos desagradables hombres con suficiente fuerza como para dominarme con un brazo y con intenciones lo suficientemente sucias como para que tema por algo más que solo perder la vida me están pisando los talones prácticamente y yo llevo escapando más de una hora sin parar. Me interceptaron en el puerto, cuando volvía de dar una vuelta por mis islas, y me siguieron sigilosamente. Los noté antes de que se abalanzaran sobre mí y enseguida empezó la carrera. Mis instintos me dirigieron a mi casa, a pesar de que estaba a varios kilómetros, pero es donde tengo guardadas las únicas armas de fuego que poseo (claramente mi pez espada no va a servir mucho en contra de sus ametralladoras de última generación)

Ahora estoy destruida físicamente, asustada hasta los huesos y completamente paralizada. Frente a mí está mi reloj despertador que tiré por accidente al lanzarme debajo de la cama. Las 5 en punto.

Puedo sentir como llega el momento de rendirse; me gustaría poder pelear hasta el final, pero sinceramente no encuentro incentivo para hacerlo. Porque, ¿qué hacer ahora? ¿Salir al pasillo y empezar a disparar desquiciadamente cual película de Hollywood esperando que los pueda matar sin que sus balas me alcancen primero? Dudo que las cosas vayan a salir tan bien como en la ficción, sobre todo dado mi pésimo manejo de las pistolas ¿Planear una emboscada? No tengo ni la inteligencia, ni la confianza, ni la lucidez necesaria en este momento como para si quiera sopesar la idea ¿Llorar? Bueno, por algo se empieza.

Se escuchan disparos, gritos, órdenes, golpes, pasos. Yo me tapo los oídos con fuerza, porque no sé si esos ruidos son de mis futuros captores, o son lo que me llega de mi pueblo que está sufriendo, escuchando sus ataques y sus lamentos como si estuvieran dentro de mi cabeza.

Aprieto los ojos y rezó por mi vida. Genial, así es como le rindo tributo a mi gente, esos que ahora mismo están peleando hasta con palos y piedras y que están siendo masacrados por los invasores. Escondida bajo la cama, abrazada a una pistola que probablemente si la quiero usar me termine disparando a los pies. Sí, así es como paso mis últimos momentos de soberanía.

El picaporte se mueve y yo no puedo evitar dar un pequeño grito. Me consuelo a mi misma diciéndome que de todos modos me iban a encontrar e intento detener las lágrimas, para que aunque sea mi captura sea con algo de dignidad. Un par de botas aparecen frente a mi, seguidas de otras que parecen empujar al primero que entró para poder pasar. Pero estas no son las enormes y negras botas de mis captores. Las reconozco de inmediato y no paro en un ningún momento a pensar en otra posibilidad. En un impulso algo peligroso, salgo de mi escondite y me lanzo a los brazos que se abrieron para mí.

-Oh, Dieu, Dieu, estás bien, no puedo creerlo. Esa es mi chica, manteniéndose a salvo y logrando sobrevivir-escuchó como Francis susurra, siento sus labios moverse sobre mi pelo

Escondo más la cabeza en su pecho, dejando que me meza un poco, mantenerse a salvo y logrando sobrevivir no es exactamente como definiría mis actos sino más bien como huyendo y siendo inútil como siempre

-Thank God-fue todo lo que dijo Arthur dejándonos nuestro espacio.

De fondo aún se sienten disparos y golpes, pero por ese mínimo momento me permito tranquilizarme un poco antes de que todo vuelva al caos nuevamente.

Se escuchan más pasos y yo, siendo la cobarde que soy, me refugio aún más en Francis. Risas, un choque de manos y pronto puedo advertir que ya han llegado hasta nosotros. Sin embargo, no siento que ni Francis ni Arthur se alarmen, así que me permito levantar un poco la cabeza para ver justo a tiempo como Arthur golpea en la cabeza a América y luego a Canadá.

-Estamos en una guerra, no en uno de sus juegos de video. Nada de risas.-los reprendió.

-Sorry-murmuró Matthew

A lo lejos hay una explosión, de nuevo no sé si está en mi cabeza o afuera pero me recuerda donde estoy, cómo, por qué y con quiénes.

-Han…todos ustedes han venido hasta aquí…-no se por qué de golpe tengo un nudo en la garganta, pero se me está complicando mucho decir algo que se repite tantas veces en mi cabeza-hasta aquí-repito para que se entienda el énfasis-sólo para…para…

Francis y Arthur se miran un momento y se giran hacia mí algo culpables.

-Escúchame bien, Sesel-empezó Arthur, hablando tan serio que hasta para él suena fuera de lo normal- estamos aquí para llevarte, a ti, a un lugar seguro. Quiero que quede esto claro. Lo sentimos terriblemente, Sesel, pero solo podemos salvarte a ti, tus tierras…son otra historia.

Mi única reacción es mirar para abajo, porque la verdad es que ya estoy resignada. Las lágrimas acumuladas en mis ojos no caen aún, pues las palabras de Arthur no me generan ningún sentimiento nuevo; ya sabía que, por el momento al menos, mi pueblo está condenado. Lo supe desde que escuché, o sentí ya no sé en realidad, la primera explosión.

Sé que cualquiera de ellos cuatro haría lo imposible por ayudar mi nación, Arthur y Francis por ser ex colonia y porque siempre me consienten, Alfred por su necesidad incesante de ser el héroe, Matthew por su naturaleza innata de ayudar a cualquiera. Sin embargo, también conozco la magnitud de la guerra, sé lo mucho que esto está dañando a los países, y sé de lo ocupadas que están las fuerzas militares de más de medio mundo. Elegí la neutralidad porque soy consciente de que no tengo ningún tipo de oportunidad en ningún bando, y también porque desesperadamente me sigo aferrando al pasado, añorando que en algún momento podamos volver a ese tiempo de tan solo unos años atrás en donde África no era pacífica pero buscaba la paz de todas formas. Sé que de alguna manera solo me estoy negando a ver esta realidad de hermanos contra hermanos en la guerra más sangrienta y sucia de la historia, pero no tengo otra defensa. Tengo miedo de colapsar y perder la cabeza como ya le ha pasado a tantos por culpa de este baño de sangre que nadie recuerda bien cómo empezó

Es pensando en esto que me doy cuenta de un detalle muy importante. Las fuerzas armadas no dan abasto. Incluso países como Estados Unidos, cuyo despliegue militar es enorme, están teniendo problemas para cubrir todos los frentes de guerra en los que está involucrado para proteger sus aliados, muchos de los cuales sin su apoyo están perdidos; ni hablar de Francia y Reino Unidos sumidos en el menjunje de bandos y alianzas que hay en Europa, los misiles vienen de todos lados; mucho menos Canadá, ocupado con contener a Rusia y su amenaza nuclear fuera de Las Américas, Alaska se ha vuelto tierra de nadie. No tiene sentido que hayan cruzado medio mundo para recatarme a mí, sólo a mí, de todos mis habitantes, solo a mí. Me están salvando de no caer personalmente en las garras del enemigo, pero no supone ninguna ganancia para su bando. No es más que un desperdicio de dinero y recursos y una enorme muestra de afecto fraternal.

Pero como vienen a salvarme solo a mí, la damisela en peligro que no puede hacer nada útil por su nación ni por sí misma, no hay ejército que los respalde. No hay ningún tipo de refuerzo. Solo ellos cuatro en misión suicida para salvar a la princesita inservible.

-Intentaron capturarme antes de empezar la invasión, pero como pude escapar comenzaron con los ataques hace unos momentos, al menos aquí en Mahé, no sé que ha estado pasando en las otras islas. Llevo sintiendo que algo anda mal toda la mañana, así que fui a recorrer algunas por el norte, no vi nada raro ahí-informo, esforzándome por ayudar en lo que pueda.

-Apuntábamos a llegar antes que ellos, se suponía que llegaríamos hoy en la mañana, sabíamos que el ataque era en la tarde, pero tuvimos unos problemas antes de partir.

Oh, ya puedo imaginarme qué tipo de problemas, seguramente algo de superiores oponiéndose rotundamente a esta locura, nada fuera de lo normal.

Pero, a pesar de todo, miento si digo que no estoy agradecida, y aliviada, y alagada. Porque soy así de egoísta, así de despreciable. Mi nación se está desmoronando, puedo sentir como cae poco a poco, pero me encuentro feliz de que yo sí me salve. Iack.

-Tenemos que movernos rápido, y eficiente. Nuestro barco espera escondido en la zona de bahía. Sí somos cuidadosos y lo suficientemente rápidos podremos llegar sin problemas.

-Libre-anunció Kumanjiro entrando en la habitación y saltando directamente a los brazos de Matthew.

-Ok. Sesel, busca lo que quieras llevar contigo, solo lo esencial, y nos iremos los más pronto posible-ordenó Arthur.

Solo lo esencial es una definición bastante amplia para mí. Reparando un poco en mi apariencia, como para empezar, lo primero sería cambiar mí vestido azul por algo más todoterreno. Además de que necesitaría un abrigo para cuando estemos en el océano. Y acondicionador porque seguro que ninguno de ellos tendrá un poco para mí. Bueno, quizás Francis sí. Crema desenredante, mi fiel cepillo, mi celular, mi reproductor de música portátil, mi gps-…-

¡BAM!

Apenas estoy estirando el brazo para tomar mi campera cuando Alfred, que esta vigilando por la ventana del este, da la señal de alarma. Menos de un segundo pasa que otra vez me encuentro de cara al piso, con dos fuertes brazos haciendo presión en mi espalda. La explosión que se escucha es tan fuerte y provoca que mi casa vibre tan peligrosamente que es la única que estoy segura sucede fuera de mi cabeza. Sólo me doy cuenta que la conmoción ha terminado por que las dos personas a mi lado, Francis y Arthur, se levantan, en mi interior mi gente sigue gritando, peleando, y muriendo.

Creo que es Alfred el que pregunta si estamos todos bien, yo no contesto porque la verdad no sé qué decirle, y porque por lo que mis oídos escuchan en este momento podría estar a 100 metros de distancia, sus voces están demasiado tapadas por el ruido de mi mente.

-Merde-musita Francis desde la ventana contraria a Alfred-Hay más. Son muchos, los árboles no me dejan ver cuántos, pero bastante más que nosotros.

-Alguno debió habérselas ingeniado para pedir refuerzos antes de que Mattie y yo los rematáramos. Damn.

-50, o quizás 60, según Kumataro-susurró suavemente Matthew.

-Quizás más, quizás menos. Mucha tierra en el aire. Mucha pólvora. Difícil.-dice el oso olisqueando el suelo.

Todos se quedaron en silencio por un momento mientras yo una vez más intento llegar hasta mi abrigo. Muy bien. Primer paso completado. Ahora por ropa adecuada. ¿Por qué es tan difícil? Me siento mareada, tengo miedo de vomitar si me muevo muy rápido. Francis tiene que agarrarme de un brazo cuando me ve tambalear tanto y me sienta en la cama a su lado. Dejo que me atraiga hacia su costado y me concentro en respirar. Me siento observada, y cuando levanto la vista me encuentro con los verdes ojos de Arthur clavados en mí con mirada analítica. Seguimos mirándonos por unos segundos, hasta que cambia de objetivo y ahora observa a Matthew. No sé que estará pasando por su mente, pero sé que está elaborando algún tipo de plan. Ahora se gira a mirar a Francis a mi lado y yo lo miro con él, para ver si tiene una mirada de confusión y con algo de estoy listo para tus órdenes como la de Matthew y la mía. Pero no, en los ojos azul zafiro solo veo determinación y aprobación mientras asiente con la cabeza. Francis pudo leer sin problemas lo que Arthur quiere hacer.

-Sesel-empieza el británico metódicamente, todos se giran a mirarlo sabiendo que la explicación del plan comenzará-¿tienes alguna otra salida además de la principal?

Ilógicamente, me dan ganas de reír ante la pregunta. De pequeña, cuando jugaba en casa de Francis, imaginaba que detrás de las paredes y debajo del suelo había miles de pasadizos que conectaban con lugares importantes de parís, listos para ser usados en caso de conspiración, revolución, guerra, o para cuando una de sus amantes llegara con amenazas de muerte por haberla engañado con otra, u otros. Me pasaba tardes enteras moviendo libros, intentando abrir estatuas y levantando cuadros para encontrar el mecanismo secreto. Lo mismo cuando pase a manos de Arthur. Con los años crecí y dejé de jugar, pero siempre me gusto creer que los pasadizos estaban ahí, listos para ser usados en caso de emergencia. Me hacía sentir segura de alguna forma.

Sin embargo, mi hogar en Victoria no tiene nada de eso. Es una casa pequeña y simple, muy diferente a los casi castillos que Francis y Arthur poseen. Detrás de cada pared hay una habitación, bajo el suelo solo cimientos. Nunca pensé en construir un pasaje secreto para escapar de una invasión. Como dije, cero aptitud para la batalla.

Ya estaba negando con la cabeza cuando una realización vino a mí.

-Por la ventana-dije en mitad de movimiento-Por la ventana del ático se puede salir al techo, y luego saltar al árbol que está al lado y bajar al suelo.

Varias veces lo he hecho cuando mi superior me manda a que me encierren en mi casa hasta que no terminé el papeleo gubernamental cual niña que no quiere hacer sus deberes. Voy a extrañar eso.

-Perfecto-respondió Arthur.

Se escuchó un golpe, alguien está intentando forzar la puerta principal en la planta de abajo. Yo soy la única que parece alarmarse.

-Matthew, te irás con Sesel por el ático y la llevaras lejos de aquí, fuera del peligro. Refúgiense en la selva, cerca de la zona de bahía, y esperen a que los encontremos. No intenten buscarnos, y bajo ninguna circunstancia vuelvan aquí o se introduzcan en la ciudad.

-Ok…-asiente el canadiense. Parece algo reticente a obedecer pero de todas formas lo hace, porque sabe que no hay tiempo para nada.

Arthur me mira de nuevo mientras Canadá toma mi mano para comenzar la huida. Parece dudoso ahora, su confusión me hace sentir aún más nerviosa.

-Alfred-continua con las órdenes, por su voz parece ser un cambio de último momento-irás con ellos.

-What?-dice Matthew, ahora sí se detiene a discutir-No, no, no. No es necesario, yo puedo solo, ustedes son los que necesitan refuerzos.

-La misión es llevar a Seychelles a un lugar seguro. Enfócate en eso, Matthew.

-Lo que quieren hacer es suicido. Es una exageración. No escúchate al oso, ¡Son sesenta!-protestó Alfred esta vez-¡Quizás aún más!

-¡He dicho que se vayan! ¡Acaten y no discutan!

-Que vaya Alfred con Sesel, yo me quedo ayudar aquí-ofreció Matthew apresuradamente.

-¡No, sigamos con lo original! Matthew con Sesel en la jungla, nosotros derrotando a los chicos malos, y luego todos volvemos a casa.

A mí tampoco me gusta el plan, pero entiendo lo que Arthur quiere hacer. Y también sé como Alfred y Matthew lo están malinterpretando.

Arthur quiere quitarnos a nosotros tres del camino. Porque somos los niños. Y Francis le da su completo apoyo, por eso está tan tranquilo acomodándose sus botas mientras en el piso de abajo decenas de hombres armados se ocupan de dejar mi puerta de roble completamente inservible. Estamos sumidos en la guerra más grande del siglo y Arthur y Francis aún intentan protegernos, a pesar de que han pasado muchos, muchísimos años desde que nos independizamos.

-I said...-musitó entre dientes Arthur, mostrándose tan peligroso como jamás antes lo había visto-Dije que se vayan. Ahora. No tenemos tiempo para esto. Francis, vamos.

Francis se levanta tranquilo y camina hacia mí y Matthew que aún estábamos de la mano. Mirándonos con amor paternal, nos abraza a los dos juntos, en el gesto hay tantas emociones juntas que no puedo evitar dejar caer un par de lágrimas.

-Prends soin de toi. S'il vous plait, prends soin de toi.

Nos da un rápido beso en la mejilla a cada uno antes de dejarnos ir. Nos despeina cariñosamente, y también despeina a Alfred. Los tres queremos protestar ante tanta muestra de afecto, como si jamás volviéramos a vernos, pero ninguno tiene el corazón para negarse y aceptamos los cariños, atesorándolos y guardándolos secretamente para recordarlos en futuros momentos de desesperación que sabemos pronto llegarán. Francis camina hacia a la puerta y se para junto a su nuevo compañero de guerra. Arthur, por su parte, solo nos dedica una mirada que tiene tantos sentimientos encerrados como el abrazo de Francis, y asiente con la cabeza. No hay tiempo para despedidas largas. De hecho, ya hemos perdido bastantes segundos valiosos.

Dan media vuelta y nuestras figuras paternas ya no están.

Esto es la guerra.

Matthew tira de mi brazo y los tres corremos hacía el lado contrario a donde fueron Francis y Arthur. Les indico donde es el ático y cuando llegamos nos aplastamos contra la pared al lado de la ventana. Mientras Alfred analiza el perímetro y Matthew supervisa la puerta, yo me tomo esos mínimos segundos para cerrar los ojos e intentar asimilar la situación en la que estoy perdida. Respiro profundo, reteniendo el aire por un momento y cuando lo suelto dejo que mi gente se me venga encima

.

.

No me lastimen. No podemos darles nada. Llévenme a mí ¡Mamá! ¡Seychelles! Huye con los niños ¡Deténganse! ¡No a él! Por favor, dejen a mi familia en paz. ¿Por qué?¡No a ella!Soy inocente, lo juro. ¡No, no los niños! ¡Papá! ¡Ya basta!Les daré lo que quieran ¡No lo hagan! ¡Sesel! ¡No nuestro hogar! ¡No enfrente de mis hijos! ¡No me toquen! Ayuda...¡La vida por la patria!

.

.

Continuará


Traducción del titulo: La cuenta regresiva ha comenzado (según lo que me dijo google)

Traducción subtitulo: Corre, corre, pequeña niña. Puedes correr pero no esconderte

S'il vous plait, prends soin de toi: Por favor, cuídense