Hola a todos, el día de hoy traigo un nuevo fic, estoy de vacaciones y quise aprovechar para publicar algo pues desde hace rato que no publico anda en este bello foro. Debo decir que esta historia estaba olvidada en una carpeta del pc y el releerla me di cuenta de que sería excelente adaptarla al SasuSaku (pues la había escrito con otros protagonistas), entonces heme aquí mostrándoselas, espero que les guste (es lo más importante) y que queden con ganas de leer el siguiente capítulo, sin más aquí la ficha de resumen y prólogo. Gracias por leer, los quiero ^3^

Sueños y Letargos
Haru

Nombre del fic: otoño 23
Autor: Haruko
Adevertencias: palabras fuertes, tragedias, posible lemmon
Clasificación: 15+
Género: drama/romance
Resumen:

Hoy es 12 de Abril, mi otoño número veintitrés...
Un día especial, claro, debe ser especial...
El día de hoy me encantaría estar con Sasuke, oírlo cantarme canciones, abrazarlo y recordarle que lo amo...
Pero estoy sola, porque yo mísma lo quise...
Estoy sola el día en que moriré...

- ¡Sakura, ¿por qué me escondiste esto?!- dijo gritando con los ojos llenos de lágrimas.
Fijé mi mirada en la autopista y aspiré de nuevo el humo del cigarro
- ¡Sakura al menos mírame!- Le ignoré y agaché la cabeza, estaba llorando.
Se acercó me quitó el cigarro y lo lanzó por la ventana, me abrazó con fuerza y dejó que llorara hasta la última lágrima.
- Sakura. jura por favor que no te irás-
- Te amo Sasuke- y así cerré los ojos...

PRÓLOGO

Le di un largo sorbo al vaso que estaba sobre la mesa y mantuve el agua unos segundos en mi boca para saborearla, una rara costumbre.

- Está amarga- apunté mentalmente, hacía ya tiempo que postulaba la teoría de que el agua tenía sabor y cada vez que la tomaba anotaba algo al respecto para luego olvidarlo.

Miré el reloj sin premura y noté que ya era la hora exacta de la cita, siete y cuarenta y cinco minutos, algo temprano para mi horario habitual. Como era de esperarse, dos minutos más tarde, Jodi la enfermera asistente del doctor Kabuto salió del consultorio y con una sonrisa se dirigió a mí:

- Señorita Haruno, el doctor la espera adentro-

- Puntual como siempre, gracias Jodi-

Rió por lo bajo y me acompañó adentro donde el doctor examinaba mi historia con sus lentes redondos que me recordaban invariablemente a John Lenon y aquel cabello blanco que alcancé a conocer negro cuando tenía apenas cinco años.

- Señorita Haruno, buenos días- saludó el doctor con cortesía

- Buenos días-

- ¿Qué la trae hoy por aquí? Hacía tiempo que no la veía, ha cambiado mucho-

- Verá doctor estoy empezando a presentar unos síntomas raros y quisiera que me ayudara a descubrir de qué se trata- dije ignorando aquel comentario del cambio y refiriéndome al motivo de mi visita

- Si, la escucho-

- Hace más o menos un año y medio tengo mareos frecuentes que desembocan en un desmayo, al despertar tengo un dolor de cabeza agudo, y también se duermen mis manos, en ocasiones es un dopaje tan fuerte que no puedo moverlas y finalmente, vomito, vomito mucho- resumí

- Bien, acérquese a la camilla para auscultarla-

Caminé y me acosté en la pequeña camilla, el doctor me examinó con su estetoscopio y con mirada seria observó algunos aspectos de mi cabeza.

- Veo Sakura. A simple viste no podría decirte algo concreto, puede ser embarazo, ya sabe estas cosas… ¿tiene un novio?-

- No, nada de eso-

- Ya, digo, ¿tiene una vida sexu…-

- No doctor, le digo, soy virgen- corté bruscamente, el rió, lo más probable era que no me creyera, es muy raro que hoy en día haya mujeres de veinte años que sean vírgenes pero de igual manera no me importaba su opinión.

- Veo Sakura, le creo- Mintió- sin embargo quiero que se tome ciertos exámenes, solo para confirmar ciertas cosas-

- Vale-

- Apenas los tenga quiero que venga de inmediato y me los muestre, ¿de acuerdo?-

- Claro- Dije algo confundida, ¿por qué "inmediatamente"?

- Bueno Sakura, tenga usted un buen día, estaré atento a los resultados-

- Gracias doctor, hasta luego- me despedí y caminé hasta mi coche con las órdenes de los exámenes.

Al llegar abrí la puerta del clásico escarabajo negro que tenía desde mi cumpleaños número dieciocho y me senté al mando, busqué entre el bolso la cigarrera y puse un pitillo en mi boca que luego encendí y mientras fumaba revisé las ordenes con detenimiento. El primero era una prueba de embarazo, ese doctor mentiroso. Le seguía uno de sangre del cual no tengo idea y finalmente uno en el que solo pude distinguir la palabra TAC.

El pequeño monosílabo hizo que recordara mi juventud, cuando mi madre hizo que acompañara a mi abuela a tomarse este examen, justo después se descartó que tuviera cáncer. ¿Acaso tendría yo cáncer?, reí, eso era imposible