Desclaimer: Los personajes de SS Lost Canvas no me pertenecen, pertenecen a Masami Kurumada y Shiori Tenshirogi.

Tenía esto en la cabeza hace un tiempo, así que decidí plasmarlo como una historia más que tiene relación con mi fic Broken Blossom, donde hago mención de Eleni en los caps de Regulus y Nike, y ahora vemos lo que le pasa a otro santo con ella, ojalá les guste!

Algunas reviews de Broken Blossom que NO puedo contestar porque son GUESTS:

Jockla: Bueno, primero y principal, muchas gracias por tu review!, segundo, no me molesta que me pregunten, lástima que no pueda contestarte de forma privada, y la respuesta es: pues mira, yo no tengo nada en contra de las personas que gustan del YAOI/YURI, pero a mi particularmente me desagradan profundamente, especialmente cuando los animes/manga NO son yaoi/yuri (Saint Seiya en sólo uno de tantos) por lo que escribo y siempre escribiré hetero, y no tengo ninguna intención de escribir de otra clase. Vuelvo a repetir, está todo bien con la gente que gusta de ese género, pero yo no lo comparto.

Camy: Gracias por dejarme review, y concuerdo que Manigoldo necesita que alguna mujer lo ponga de buenas XDD, pero no creo que por ahora vaya a ser yo quien escriba su historia (ya que nada se me viene en mente)

Jennette: Hazte la cuenta, chica! Y gracias por la review!

A Honey Sweetened Blend of Tea

Parte 1

El santo de Aries estaba parado al lado de su maestro, e incidentalmente patriarca del santuario de Atena, esperando que el anciano lemuriano le proporcionara una par de antiguos manuscritos en el que se describían algunas técnicas para reparar armaduras doradas, las cuales el joven Shion aún desconocía. Sage le entregó ambos papiros después de quitarles un poco el polvo a los tubos de madera que los contenían.

"Aquí tienes, muchacho, espero que nunca tengas que usarlos, pero nunca se sabe, aunque las armaduras doradas son increíblemente resistentes, son seres vivos y a veces se pueden dañar." Dijo Sage, Shion aceptó con una mirada reverencial los manuscritos, poniéndoselos bajo el brazo. Una suave llamada a la puerta de la biblioteca logró llamar la atención del anciano patriarca, que con suave voz dio permiso de entrar a quien fuera que estuviera solicitándolo. Shion, quien estaba mirando otros libros a espaldas de su maestro, apenas si prestó atención a la persona que entraba.

"¡Ah, Eleni! Qué gusto verte ¿Supongo que traes mi té, cierto?" Dijo con amable voz Sage, la muchacha, de unos catorce años, le sonrió con dulzura, y se acercó a ambos hombres. Shion volvió su mirada hacia la chica y sintió una extraña curiosidad por ella. La joven tenía el cabello del color de la rica caoba, el cual le llegaba a media espalda, algo ondulado en las putas; no era muy alta, pero de delicadas y casi frágiles curvas, aún no completamente desarrolladas, su rostro era de una belleza tranquila, no demasiado despampanante, pero lo que al joven si le hizo tragar saliva eran esos hermosos ojos del color de las avellanas, casi dorados cuando la luz se reflejaba en ellos. Eleni le sonrió con calidez al alto y elegante muchacho detrás del patriarca, debía ser el santo de Aries, pero no podía asegurarlo ya que no llevaba su armadura puesta. Shion se sonrojó ante esa sonrisa tan adorable y casi se le doblaron las rodillas. ¿Qué clase de poderes tenía ese prototipo de mujercita para hacerle eso con una sola sonrisa?

"Eleni, te presento a mi discípulo y santo de Aries, Shion. Si tienes algún problema, no dudes en consultarlo con él si yo no pudiera atenderte" Dijo afablemente Sage, que invitó a su medio distraído discípulo a sentarse a disfrutar del delicioso té que la doncella vestal estaba sirviendo y endulzando con dorada miel. Shion se sentó medio robóticamente, observando como hipnotizado la manera delicada en que las manos de Eleni preparaban las tazas, luego servían la caliente y humeante infusión, para luego agregar la miel, que al joven le pareció casi del mismo color que los ojos de la tranquila vestal. Había un aura de controlada paz que parecía ser una segunda piel en Eleni, que hacía imposible que alguien le quisiera gritar o agredirla, ya que quedaría como un completo idiota delante de todo el mundo. De todo esto había tomado silenciosa nota el mudo santo de Aries, a quien Eleni amablemente le alcanzó una humeante taza.

"Gracias, Eleni, tu té es el más delicioso que haya probado jamás. Toma un sorbo, muchacho, y verás que tengo razón" Elogió el patriarca, viendo como Shion tomaba un sorbo y observando el deleite en su rostro.

"Creo que la palabra divino es lo único que podría describirlo" Sentenció Shion, con verdadera admiración en su voz, la joven vestal se sonrojó un poco ante el halago, sonriendo más brillantemente aún. Shion también se sonrojó ante la respuesta tan adorable de la chica.

"Muchas gracias, me alegro poder hacerlos felices con algo tan humilde como una taza de té" Respondió Eleni, haciendo una leve reverencia y dejando la biblioteca para continuar con sus tareas. Sage miró de reojo a su discípulo, quien había seguido con la mirada a Eleni hasta que desapareció tras la puerta.

"¿Adorable criatura, verdad? Pronto reemplazará a la actual jefa de las vestales y creo que es una excelente elección ¿no lo crees?" Comentó Sage, viendo como el muchacho asentía casi por inercia "Creo que deberíamos tirarnos por un acantilado" Dijo el patriarca, viendo que de nuevo su discípulo asentía. Sage lanzó una sonora carcajada que logró que Shion saliera de su estupor y lo quedara mirando sorprendido.

"¿De qué se ríe, maestro?¿De qué me perdí?" Preguntó con tanta inocencia el joven santo que Sage no logró dejar de reírse.

"¡Ja ja ja! Nada, nada, muchacho, sólo me acordé de algo" Dijo consoladoramente el patriarca, palmeando afectuosamente el hombro de su discípulo, que lo miraba como si le hubiera crecido otra cabeza.

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"Oi, borrego, ¿en dónde andas volando?" Le preguntó Dohko a su amigo peli verde, que tenía una mirada extraviada y parecía más distraído que de costumbre.

"¿Eh? Oh, no, en ningún lugar, Dohko... Dime, hipotéticamente hablando, si tuvieras que hablarle a una chica... umm, bueno que te pareciera muy atractiva y no supieras ni como decirle 'hola'... ¿qué harías?" Le preguntó Shion al otro joven, quien incidentalmente era su mejor amigo en el mundo. Dohko lo miró inquisitivamente, como sopesando cada palabra y buscando el porqué su normalmente tranquilo amigo le preguntaría algo como eso; luego de unos segundo, la sonrisa del santo de libra de extendió por casi toda su cara, mirando a Shion de forma ladina y codeándole el hombro.

"Aaaaah, con que esas teneeeemos ¿eh? Bribón, te lo tenías bien escondido, ya estaba empezando a creer que no tenías lívido ¿quién es ella? ¿la conozco?" Musitó al fin Dohko, logrando que Shion se pusiera rojo como un tomate y entrecerrara los ojos peligrosamente.

"¿Qué insinúas con eso de que no tengo lívido? ¿Crees que no soy hombre o qué?" Exclamó muy enfadado el carnero dorado, quien estaba tentado a darle unos cuantos puñetazos a cierto payaso desequilibrado.

"No, no, me malinterpretes. Sólo digo que usualmente no eres de los que miran a una linda señorita cuando te pasa por al lado" Trató de aplacarlo Dohko.

"Que no sea un pervertido como tú o Kardia no me hace menos hombre" Espetó aún enojado Shion, vaya con Dohko, con amigos como ese mejor tener enemigos.

"Yare, yare, no te sulfures, carnerito, no quería insultarte... ¿y quién llamó tu atención, eh?" Respondió Dohko volviendo a sentarse al lado del otro joven, que también se reacomodó en su lugar.

"Se llama Eleni, es una de las vestales de Atena, es la chica más adorable que haya visto en mi vida... pero temo acercármele y que se enfade si le insinúo que me agrada" Por fin dijo Shion, suspirando con verdadera resignación. Dohko dio un silbido de sorpresa y le palmeó el hombro a Shion.

"Viejo, te fuiste a fijar en la chica equivocada, esas son doncellas consagradas, no puedes insinuarles nada o te podrían castigar... y si a ella también le gustaras, pues tendrías que esperar a que la chica terminara sus diez años de servicio para quedar libre de sus responsabilidades" Le dijo Dohko, no sin algo de pesar en su voz. Shion asintió, él pensaba lo mismo, pero ver que también se lo confirmaba su amigo sólo ayudó a que su decisión de callar lo que sentía por la muchacha se fortaleciera.

"Es lo que yo había pensado, por ahora no diré nada, no quisiera que Eleni se sintiera presionada ni molestada por mí, si alguna vez decide dejar de ser vestal, quizás le pida poder cortejarla" Sentenció Shion. Dohko simplemente le dio su silencioso apoyo, ¡pobre borrego! Difícil mujer se había ido a buscar.

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Eleni veía con gracia las cosas que se decían, mientras entrenaban, los jóvenes santos para molestarse mutuamente. A los muchachos más mayores, como ser el santo de Géminis, Aspros y el santo de Sagitario, Sísifo; se los veía moviendo la cabeza negativamente ante las payasadas de otro de sus compañeros, el joven santo de Libra, Dohko, el cual estaba entrenando con el joven Shion, quien había logrado acorralarlo y, cuando el otro muchacho iba a atacarlo, lo hizo estrellarse estrepitosamente en contra de una Crystal Wall puesta en el último segundo. La joven vestal, de quince años ahora, sonrió y sacudió la cabeza, haciendo que algunos rizos rebeldes se desprendieran de su rodete. La chica los trató de soplar fuera de su vista, pero no logró mucho, los mechones estaban sobre su cara y no pensaban cambiar de lugar, para colmo la pobre vestal tenía los brazos cargados de ropa y sábanas para enviar a lavar, por lo que usar sus manos estaba fuera de cuestión.

Shion, siendo declarado el vencedor, ayudó a Dohko a ponerse de pie, quien aceptó la mano de su amigo mientras se frotaba la nariz.

"Oye, Shion, no seas tramposo, eso de poner tus parecitas mientras entrenamos me va a dejar sin nariz uno de estos días" Se quejó el santo de Libra, Shion sólo se encogió de hombros de forma indolente y poniendo su mirada más inocente.

"En una pelea tienes que jugar tus mejores cartas algunas veces" Dijo risueño el muchacho peli verde, ganándose una mirada muy fea de Dohko. Ambos estaban regresando a sus templos, viendo que tendrían que darse un baño, ya que estaban sudados y llenos de polvo y barro, para luego almorzar. Ambos muchachos iban hablando de cosas sin importancia cuando de repente vieron que alguien se acercaba cargando una montaña de ropa para lavar. Dohko rió por lo bajo, la pobre vestal no se veía detrás de tal montaña de tela, para colmo era una chica menuda y el santo se preguntaba de dónde sacaba fuerzas para seguir caminando, y ni hablar de ver por dónde iba pisando... por cierto que la chica no estaba viendo NADA, e iba casi por costumbre bajando los escalones. Shion se rió también, más no alcanzó a hacerse a un lado ya que Dohko había tenido la increíble idea de empujarlo en el camino de la chica, a modo de broma. Shion maniobró rápido, pero igual terminaron él y la chica estrellados uno contra el otro, pero al menos ambos estaban en pie, y ahora compartiendo la carga de ropa que quedó entre los dos.

"¡AH! ¡Lo siento tanto! ¿a quién me llevé por delante?" Preguntó Eleni sorprendida. Dohko estaba muriendo de risa a un costado, pero en cuanto vio la cara de Shion, que se había puesto rojo como una de las rosas de Albafika, miró a la joven y rió más fuerte aún. Así que esa era la que había logrado capturar la atención del borrego. Shion sólo atinó a agarrar la carga de ropa y sacarla de los brazos de Eleni, que suspiró aliviada.

"Oh, es usted, Sr. Shion, perdón por mi torpeza, y gracias por agarrar esta montaña de ropa" Dijo dulcemente Eleni, de verdad estaba aliviada de que no terminara todo en el suelo. Shion asintió, mirándola desde atrás de las sábanas, no encontrando su voz para contestarle. Pero gracias a Atena, Dohko vino en su rescate.

"No hay problema, umm, ¿Eleni, cierto?" La chica sintió sonriéndole, el santo de Libra entendió que una sonrisa como esa desarmaría hasta a alguien tan serio como Elcid, por lo que no se asombraba de que su pobre amigo hubiera sucumbido tan rápidamente. "Shion te ayudará a llevar todo ese montón de ropa ¿verdad, Shion?" El aludido asintió como pudo, mirando al suelo, aún muy avergonzado; el santo de Aries deseó por una vez tener esa facilidad de habla que tenía Dohko, ya que nada se le venía a la mente que ahora estaba en blanco y tratando de comenzar a funcionar de nuevo, tal era el efecto que la menuda vestal tenía en el. Dohko les guiñó un ojo y se marchó en dirección a su templo, viendo que Eleni era seguida por Shion hacía el río.

"Ponga todo en ese canasto, así podrá ver por dónde va de nuevo" Dijo Eleni, señalando dicho canasto. Shion se apresuró y puso todo rápidamente, luego se frotó las palmas de las manos en contra de sus pantalones, aún cohibido por la presencia de la dulce vestal.

"Umm... errr... yo...err... creo que tengo que, aah... regresar, sí, eso, Dohko me está esperando" Tartamudeó el pobre muchacho, que echaba alguna que otra mirada tímida a Eleni, que le sonrió tiernamente, lo que hizo que el corazón del caballero se acelerada y sus rodillas amenazaran con dejar de sostenerlo. Tenía que irse. ¡Ya!

"Gracias por la ayuda de nuevo. Lo veré a la hora del té, si lo toma con el patriarca, claro está" Dijo ella, mientras le daba la espalada para darle instrucciones a las lavanderas. Shion asintió y se fue antes de que sucumbiera a la necesidad de quedarse sentado mirándola cual cachorro enamorado.

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"Tengo que hacer algo, Dohko, no puedo seguir desgraciándome así cada vez que la veo, parezco tonto" Se lamentó el joven santo dorado, mientras se paseaba inquieto de lado a lado del templo de Libra, su amigo lo miraba divertido, la verdad era que esta faceta de Shion era completamente nueva para él.

"Bueno, ya que parece que tu lengua hubiese sido congelada por Degel cada vez que la chica se te acerca, yo diría que hagas lo que mejor sabes hacer..." Empezó diciendo el joven santo, observando la reacción de Shion, quien se detuvo en su ansioso andar y se lo quedó mirando, esperando a que continuara. "Deberías escribirle un poema, una carta, o algo que expresara lo que ella te hace sentir... podrías acompañarlo de alguna flor... ahora tendrías que teletransportarte cuando nadie te vea a su habitación y dejarle la nota, fírmalo como un admirador secreto; así estarás seguro de que ella no sabe quién es su enamorado" Dijo como idea Dohko, que de verdad quería ayudar a su tímido amigo. Shion se tomó la barbilla entre los dedos, pensando que no era mala idea, así no habría peligro de que lo castigaran por andar mirando una virgen consagrada a Atena... esperaba que Eleni no se lo tomara a mal.

"Es buena idea, gracias, amigo." Dijo Shion, mientras regresaba a su propio templo pensando qué escribirle a su adorable vestal.

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Eleni suspiró, agotada del día de trabajo, dirigiéndose a su alcoba, la cual compartía con un par más de doncellas, pronto tendría su propia habitación, ya que tomaría el cargo de jefa de las vestales en una semana. Se encaminó hacia su cama, en la cual se sentó pesadamente, soltándose la abundante masa de cabello caoba, el cual llegaba ya a su cintura. No se había percatado aún del sobre y la delicada flor de Aciano que estaba pegada a esta, que estaba depositada en su mesa de luz. La muchacha se desperezó, notando por fin el sobre, miró para todos lados para ver si de verdad era para ella, tenía su nombre elegantemente escrito en el dorso del sobre, así que así debía ser; además de que estaba sellado con lacre, por lo que nadie la había abierto aún. La doncella despegó con suavidad la flor de intenso color violeta, y luego abrió por fin el sobre. Eleni leyó lo siguiente:

"Si tan sólo pudiera decirte, que tu sonrisa ilumina la vida de quienes tienen la fortuna de poder verla, diría que hasta el sol celaría tanta calidez. Hasta las flores parecen desplegar sus pétalos cuando una sonrisa les dedicas. Jamás dejes que se apague esa luz divina en tus dulces labios.

Firma: Tu Eterno Guardián"

La chica bajó con cuidado la casi traslucida hoja de papel, releyendo varias veces tan bellas palabras, nadie jamás había dicho cosas tan hermosas sobre su sonrisa. Eleni suspiró, acercando la flor a sus labios, le dio un pequeño beso y le sonrió. Tan gallardo admirador debía ser muy diestro para meterse a las habitaciones de las doncellas vestales sin ser visto; o tendría una cómplice que lo ayudara. No importaba como, la joven sintió su corazón dar un saltito, sentía una curiosidad casi demoledora por saber quién era el autor, pero debía ser paciente para ver si podía atraparlo. Guardó en una cajita de madera tallada, que escondía bajo el colchón, la carta y puso la flor en el diminuto florero que no tenía nada más que agua, ya que la flor que antes lo adornara había sido ya retirada. Eleni no tardó en cambiarse y meterse a la cama, todo antes de que sus dos compañeras de habitación llegaran e hicieran lo mismo, apagando las luces. Pero esa noche, lo joven doncella tuvo dificultades para conciliar el sueño.

Bueno, a ver qué les parece!