EL orgullo de los Black

Siempre ha sido lo que nos ha perdido, el orgullo. Desde el primer Black hasta mis hijos y mis sobrinas, el orgullo siempre nos había perdido. Y yo había sido las más orgullosa de todos ellos, es lo que me habían enseñado. Es lo que era. La pureza de sangre, el linaje, y el apellido era lo prioritario.

A fin y al cabo. Era una Black

¿Qué había conseguido con ello?

Sentada en mi butaca, enfrente del gran tapiz de la familia, encerrada junto con mi soledad en esta gran casa. Reí con amargura, mientras me llevaba la mano a la frente y limpiaba discretamente una lágrima.

Sobre mi regazo descansaba el periódico donde me decían que mi sobrina Bellatrix había sido encerrada en Azkaban. No era la primera vez que leía en la primera página algo sobre algún miembro de los Black.

Sin embargo, el que más me impactó y el que más lloré en soledad, fue cuando vi a mi primogénito, ahora mi único hijo, condenado a cadena perpetua a Azkaban. Cuando leí el motivo debo decir que entre lágrimas me reí ¿Sirius acabando con la vida de muggles y siendo responsable de la muerte de dos Potters?

No habíamos discutido él y yo durante cinco años por diferentes posturas. Mi primer impulso fue informarme de cuando era el juicio, no sabía exactamente por qué ¿Que podía haber hecho? Sabía que para él yo era un monstruo y sería la última persona a la que querría en su vista.

Por orgullo, el no me deseaba en su juicio y por orgullo yo no me atreví a ir con la cara al descubierto y apoyarle, sabiendo su inocencia. Por orgullo, hace cinco años le había perdido para siempre, sabiendo que lo último que le dije fue que no volviese a pisar la noble casa de mis padres hasta que recapacitase.

Por orgullo, ese día no sollo perdí a mi primogénito, también a mi hermano Alphard. Es cierto, que nunca le soporté demasiado, pero era mi hermano, el único que me quedaba.

Por orgullo había perdido a mi querido Regulus. Sabía que se había unido a ese maldito mestizo de Tom Riddle, ahora llamado Lord Voldemort. Señor Oscuro... Un maldito mestizo con síntomas de inferioridad camuflado por un gran Ego. Lo reconozco, ahora opinaba así. Antes estuve muy orgullosa de que mi pequeño Regulus se uniese a sus filas.

Ahora lo único que me quedaba de él eran recuerdos y la vana esperanza de que volviese a casa tras varios años desaparecido. Incrédula de mi. Siempre esperaba que todos los que se marcharon volviesen a tocar en esa puerta.

Por orgullo, había perdido a mi adorada sobrina Dorea, de pequeña la idolatraba, tan parecida a mi a su edad... Hasta que nos dijo que se iba a casar con un sangre sucia. Por Morgana... ahora veía reacción desproporcionada, nunca había gritado tanto a esa pobre niña. En un primer momento me dieron igual las lágrimas que corrían por su rostro. Ahora me carcomía la tristeza.

Bellatrix. Supuestamente debía estar orgullosa de ella, como he dicho supuestamente. Había defendido la pureza de sangre hasta el límite, pero ¿Torturar hasta la locura a unas personas? ¿La sangre de cuantos magos mancharía sus manos? Si, debía estar orgullosa de ella. Entonces ¿Por qué me llenaba de desconsuelo cada vez que veía en qué se había convertido?

Es cierto, el orgullo no me había traído más que soledad y amargura. Entonces ¿Por qué no me levantaba de esta butaca e iba a Azkaban a declarar que mi hijo siempre había sido un eterno defensor de los hijos de muggles? ¿por qué no visitaba a Andrómeda, a su marido y a su pequeña hija? ¿Por que no iba a ver a mi hermano Alphard?

Por supuesto, ese maldito orgullo.

Yo era la matriarca de la familia. Al vivir en esta casa, conservar el apellido y ser el miembro de más edad, bordaba amorosamente los nuevos miembros de la familia y con rabia quemaba a los traidores a la familia

Levanté mi copa de Brandy hacia el gran tapiz familiar y con gran amargura y sarcasmo dije

- Por orgullo... Viva la noble y Ancestral familia de los Black.