Hola, este es el primer fanfic que publico en este sitio, ojala les guste.

La historia se desarrolla durante la Segunda Guerra mundial, donde el amor entre Sesshomaru y Lin nacerá.

Ambos pasarán un largo camino para lograr estar juntos...


NACE UN AMOR

(Sesshomaru y Lin)

Capítulo 1

Sentirse triste es normal, normal en este lugar. El terror y el miedo se viven cada día. Yo soy un tanto especial. Tengo 17 años, soy una chica un tanto bella, según dicen, y vivo el segundo terror de la humanidad: La Segunda Guerra Mundial.

Mucha gente muere asesinada, ahora estamos hacinados en algo que le llaman gueto,un campo de concentración en el cual vivimos condiciones inhumanas.

Anoche llegaron tres oficiales, no les pude ver, pero por su forma de hablar me inspiraron terror. Dos instantes después se escuchó un balazo. Habían matado a mi madre y sólo por placer.

Jamás los entenderé. No tienen derecho a arrebatarnos la vida, y menos por pensar diferente.

Yo no soy totalmente judía, yo soy diferente, aunque mis creencias igual son motivo de muerte para ellos. Yo creo que existe un mundo más allá de este. Creo en lo paranormal, en la magia y en lo espiritual. Soy extraña. Nadie en este lugar me entiende y sólo me represento con los judíos, al igual que mi ya fallecida familia, por no hallar algo más en lo que poder identificarme.

Ahora estoy sola, me siento segura aunque mi madre, mi padre y mi hermano yacen muertos en las calles. Pero no siempre es así, porque a veces el miedo recorre mi cuerpo y necesito controlarlo.

Cuando me volteé vi a mi madre, estaba allí, muerta, asesinada por aquellos barbábamos. Oculté mi angustia y me cubrí con una vieja manta que tenía. Me dormí, sumergida entre el hambre y la miseria, lo que provocó que no conciliase el sueño por mucho tiempo.

Decidí levantarme. Me dirigí al lugar más alto que encontré, quería observar todo mi alrededor. No vi mucho. Todo estaba devastado, días antes nos habían arrojado unas cuantas bombas y muchas mujeres y niños dejaron oír sus gritos entre la explosión.

Dirigí mi mirada a uno de los puestos de vigilancia y allí lo vi. Era un muchacho alto, esbelto, vestido de soldado, de cabellos plateados y una mirada fría. Era nuevo, jamás le había visto, se veía fuerte y sereno. Con miedo lo observé un rato y cuando su compañero se retiró me acerque a él sigilosamente.

- No deberías estar aquí. -Sentenció cuando me vio.

Me quede allí, parada, observando, sin moverme.

- Ven te invito una taza de café, de seguro no has probado una en mucho tiempo.- Me dijo él, un tanto dulce con esa bella mirada.

Yo asentí, era verdad. Ya no recordaba su sabor. Me senté a su lado. No había nadie más. Estábamos solos, juntos bajo la luna, nuestra única cómplice.

Me acerqué a él y le susurré mi nombre.

- Lin, mi nombre es Lin.

- Mucho gusto, yo soy Sesshomaru. –Respondió cortésmente, algo extraño para ser un soldado consumido en la guerra. El observó el cielo.- ¿Aún conservas a tu familia?

- No -Le contesté y él bajó la mirada.

- Es lamentable, esta guerra es sólo un capricho. -Me dijo.

Después de un rato de conversación me aleje de él, era peligroso estar cerca, si alguien nos veía de seguro nos matarían a los dos. Mientras me alejaba, mi cuerpo aún vibraba con esa pequeña cosquillita que sentía recorrer por mi cuerpo cuando estaba a su lado; con esa mirada fría, que en su interior reflejaba serenidad, me hacia alucinar.

Esa noche pensé en él, pero me sentía angustiada, pensaba que jamás le volvería a ver, ya que todos los día en la tarde venían algunos soldados a matar judíos y yo podía ser la próxima. Además, a menudo cambian a los soldados de lugar.

Observé un antiguo libro que había junto a mí, era un libro extraño. Hablaba de muchas cosas, pero en lo esencial trataba de magia y espiritualismo, jamás lo comprendí así que lo utilicé para alimentar la fogata que había logrado encender. Era una noche fría que pronto acabó, aunque la llegada del día no fue muy esperanzadora, donde posaba mi vista había ancianos y niños muriendo de hambre, también yo tenía hambre, me encontraba harapienta, sucia y desaseada, pero sentía la necesidad de ayudarles.

Esa tarde, al igual que las otras, llegaron tres soldados. Esta vez sí les pude ver: Uno era de cabellos castaños y ojos ámbar, le llamaban Kohaku. El otro era de cabellos castaños y ojos blancos, era un muchacho albino, se llamaba Hakudoshi, o al menos eso decía su identificación. El tercero era Sesshomaru, tan guapo como siempre.

Me sentí incomoda, él me estaba observando, sentía como si me estuviese recorriendo con la mirada.

Esta ves los soldados no vinieron para matar sino que para poner orden y dar algunas noticias. Unas malas noticias. Seríamos llevados a un campo de concentración, pero no como en el que nos encontrábamos, sino que uno en el cual nos matarían de verdad, donde nos sumergirían en duchas de gas para dormirnos. Ellos no nos explicaron las cosas de este modo, sino que de una forma un tanto más suave, mas yo sabía lo que sucedería, desde pequeña tenía presentimientos que se hacían realidad. Me asusté, pero no dejé de observar a Sesshomaru.

Cuando él se marchaba pasó junto a mi y me miró, no de cualquier forma, sino que con una mirada cautivadora que me hacía sentir emocionada y feliz. Tenía una exaltación inimaginable, me sentía radiante, plena, y todo lo que se pueda decir, todo esto sólo por esta oportunidad de volver a verle.