En un lado de la puerta.

Robín, el chico pelinegro y enmascarado, se encontraba en la azotea de la torre "T", con la mirada perdida en algún punto de JumpCity, el joven de la capa estaba metido en sus pensamientos y era protagonista, de cada uno de ellos, la atractiva Starfire.

Robín: Star, Star, Star… - pronuncio acariciando una bolita de papel arrugada que había sacado del bolsillo- Starfire ¿sabías que me traes loco?

Robín: Dime, Starfire ¿cómo es que me he enamorado de ti? Si tan solo tuviera el valor suficiente para decirte Te Amo, o aunque fuera un poco más de cobardía para gritarlo a los cuatro vientos y que así te llegara, a través de alguno de ellos, en un susurro mis sentimientos, pero no… ni siquiera soy capaz de ello.

Flashback

Un encapuchado corría por un callejón de JumpCity, con una bolsa en su mano, huyendo de la policía, estaba a punto de lograr su cometido pero de la nada salió un objeto que le rozo la cabeza y le quito la bolsa, asustado se volvió para ver quien le impedía huir y se encontró con quien nadie esperaba encontrarse por esos lares.

-¡Esta no es tu ciudad!- exclamo aterrado- Tu, tu deberías estar con…

-Me acabo de mudar, y a partir de ahora trabajo solo- le interrumpió el enmascarado, desenfundando el bastón.

Ya iba a terminar con su objetivo, cuando de repente miro al cielo, donde cruzo veloz como un rayo una ráfaga de luz verde. Robín dejo al ladrón atado, colgando de un edificio y se dirigió hacia dónde había impactado esa cosa. Cuando llego vio a la gente huir desesperadamente de un enorme cráter en medio del asfalto, afuera de él pudo apreciar a una joven chica de largo cabello rojo, cejas del mismo color y unos inmensos ojos verdes con el iris de un verde ligeramente más oscuro. Vestía de manera peculiar, llevaba una corta falda morada con un cinturón plateado, un top de igual que dejaba al descubierto su cintura, el top parecía terminar en una especie de joya y tenía las manos aparentemente esposadas.

El joven de la capa negra y amarilla se puso en guardia y la alienígena hizo lo mismo. La chica de ojos verdes resplandecientes, resulto ser mucho más fuerte de lo esperado y ahora estaba en apuros. Desde las sombras cada uno por su lado, Raven y Chico Bestia lo observaban, veían una gran batalla entre un joven terrestre y una chica del espacio. Chico Bestia intervino cuando Robín eludió un vehículo que la chica había lanzado.

-¡No es posible! Tú, tú eres- balbuceo bestia, mientras sus ojos se iluminaban- ¡eres Robín!

-Sí, Sí, soy yo- respondió indiferente- ¿Chico Bestia, verdad? ¿Vas a ayudarme o qué?

El chico de color verde apenas si acepto, cuando Robín regreso al campo de batalla. Raven los vio combatir inútilmente contra Starfire –que todavía no llevaba aquel nombre- durante eternos minutos, hasta que la chica tamaraniana les arrojo un auto, ellos lograron esquivarlo por centímetros, pero el carro fue detenido en el aire y arrojado en una dirección distinta por una figura borrosa que se encontraba entre la nube de polvo, de aquella nube apareció Víctor Stone, un joven que se vio obligado a reemplazar varias partes de su cuerpo por pedazos de metal, convirtiéndose así en un ciborg. De alguna manera Starfire logro liberar sus manos del metal que las cubría, aunque aún seguía esposada y llena de rabia por no saber en qué planeta estaba, por no tener la más mínima idea de porque esos villanos la atacaban, encendió sus manos y disparo contra los chicos unos flamantes discos de luz verde. Tuvieron suerte de eludirlos y estando a punto de contraatacar, Raven emergió de las sombras.

-No creo que pelear sea la respuesta.

-Tal vez ella tenga razón- dijo haciéndole caso a la violácea- No quiero que nadie ataque.

-Espera un momento, ¿Quién te creíste tú, para dar órdenes?- replico Cyborg.

Robín decidió ignorar el comentario y se aproximó a la chica, guardando su bastón. Cuando estuvo cerca de la pelirroja, casi lo ataca pero este la tranquilizo.

-Tranquila, no te voy a hacer daño- comento mientras sacaba un destornillador del cinturón y la liberaba de sus esposas- ¿Ves?

Viéndose libre, Starfire solo atino a hacer una cosa. Agarro al chico por el cuello de su capa y lo beso, para sorpresa de todos los presentes.

-Listo, ahora déjame en paz si no quieres terminar destruido- le amenazo la oji verde en un español perfecto y se fue, mientras todos la observaron irse como una estrella fugaz verde.

Fin Flashback.

Robín: Ah Star, como quisiera que me besaras de nuevo, pero esta vez que significara algo más que un simple método de aprendizaje.

Robín: ¿Sabes Starfire? Si tan solo me dieras la oportunidad, si tan solo me vieras como algo más que tu mejor amigo. Bah pero que digo Star, la culpa no es tuya es mía. Mía por no tener la valentía necesaria para decírtelo. ¿Sabes? Aún recuerdo cuando te rescatamos en Tamaran, que noche más loca. ¿Todavía me pregunto si lo que sentías al verme con Minina era celos o simplemente alucinaciones de un enamorado?- suspiro y miro al cielo evocando el pasado.

Flashback

A años luz de la tierra, en un planeta blanco con toques de un rojo ardiente llamado Tamaran, se llevaba a cabo una gran boda para celebrar la espléndida unión entre la princesa Starfire y un baboso extraterrestre, que su malvada hermana Blackfire había designado para ella. La chica de ojos verdes estaba profundamente desilusionada, pero Robín no iba a dejar que aquella boda se celebrara, costara lo que le costar. El petirrojo reunió al resto de su equipo, ya que Starfire se había retirado a su habitación.

-Muy bien chicos, no voy a permitir que esa boda se lleve a cabo- ordeno Robín- Chico Bestia, Cyborg ustedes vayan a investigar la flota del glich, tú Raven ve por la derecha, y avísenme si descubren algo.

-¿Y tú que vas a hacer?- intrigo la gótica.

-¿Yo?... iré a ver a Starfire- respondió el pelinegro.

Robín dio la vuelta y se dirigió a la habitación de la tamaraniana, la cual ya se encontraba arreglándose para su no tan deseado matrimonio.

El meta morfo y el chico mitad robot caminaba en medio de mugrosos y oscuros pasillos a unos buenos metros bajo tierra. Raven por su parte recorría unos pasillos más limpios y un poco más iluminados, volteo la mirada hacia la pared izquierda y encontró un gran cuadro en el que se retrataban dos figuras, una mesita en la que se hallaba un florero y una extraña caja de madera que llamo de inmediato su atención, cuando se disponía a abrirla Blackfire entro en el recinto junto con el asqueroso alienígena conversando en un raro dialecto que no se molestó en entender.

La emperatriz tamaraniana, que era una copia casi exacta de su hermana Starfire, exceptuando su cabello negro, sus ojos oscuros y su notable maldad, agarro la cajita y la abrió, descubriendo una preciosa gema roja, la cual debía ser tan poderosa que resplandecía y todo. Blackfire le dedico una escalofriante mirada a la cosa verde y babosa, este a su vez hizo lo mismo– si es que aquello siquiera tenía ojos- Un portal apareció lentamente entre el techo, la adolescente mitad demonio asomo lentamente su cabeza, entonces pudo comprender que hablaban en español y efectivamente todo había sido planeado por Blackfire para deshacerse de su hermanita.

Mientras Raven, Cyborg y el joven transformable yacían en una celda, ya que a Chico Bestia y a Cyborg los habían metido ahí después de descubrir que las tropas era en realidad dirigidos por control remoto, a Raven simplemente el klerk, el glich o el como se llame, la diviso y con un disparo de baba verde la bajo al suelo, como Robín había sospechado, la boda no era más que un engaño de Blackfire. El chico maravilla había empleado su tiempo en escalar el alto balcón para llegar hasta Starfire, ya que sabía que la entrada a su habitación estaba vigilada por fuertes guardias tamaranianos.

-¡Starfire! ¡Starfire!- la llamo el pelinegro asomando la cabeza por la baranda de piedra.

-¡Robín! ¡Gracias a Dios!- dijo Starfire volteándose apenas oyó la voz del petirrojo- Perdón, me alegra que disfrutes tu estadía- se corrigió tratando de ocultar su alegría.

-Starfire- respondió Robín- debería volver, yo sé que realmente no lo quieres. yo sí y estoy seguro que tú a mí también- pensó, casi lo dijo pero se contuvo.

-No se trata de si lo quiero o no, se trata de hacer lo mejor para Tamaran.

-Pero te estás olvidando de lo que es mejor para ti.

-Lo más importante es el bienestar de Tamaran, no el mío- respondió la pelirroja bajando la mirada- y si no puedes estar feliz por mí, tal vez no debería venir a mi boda.

La tamaraniana le dio la espalda a su amigo, quien iba a responderle pero alguien le amordazo y lo llevo lejos de allí. Starfire giro sobre si misma esperando ver al chico maravilla, se llevó una gran decepción al ver que no había nadie más que el suave viento. Robín cayó al piso de la celda con un estruendo, sus compañeros titanes le dieron lugar para caer, el joven de la capa se levantó del suelo y se sacudió el polvo, mientras el guardia se alejaba con un porte marcial. El enmascarado lo miro con odio y a través de su mascar dominó se podía percibir su perseverancia para irrumpir esa boda.

La princesa de cabellos rojo ardientes se acercó al altar tomada del brazo por su querido Galfore. En él la esperaban el extraterrestre y su hermana con una malvada sonrisa en su rostro. La pared estallo y los titanes quedaron libres, aunque todavía les quedara un obstáculo para salvar a Starfire: los guaridas tamaranianos. Robín no estaba dispuesto a dejar que aquellos guardias se convirtieran en un impedimento, así que saco su bastón y se preparó para la batalla. Llevaban ya un buen rato luchando contra los guardias y en su pelea habían recorrido buena parte del castillo, hasta llegar al punto en donde el petirrojo se encontraba siendo superado en cantidad, al lado de un gran ventanal cuya vista daba al lugar de la celebración. Por obra y gracia del espíritu santo a Robín se le ocurrió girar la vista y a través pudo observar a Starfire, vestida de novia, al alienígena y la odiada Blackfire. Galfore se hallaba al lado de su pequeña, esperando que esta cayera en cuenta del error que iba a cometer.

-¡Starfire!- grito Robín en cuanto la vio.

Starfire giro sorprendida al oír la voz de quien la llamaba, indudablemente era él, el joven de la capa que se debatía la vida junto a aquellos guardias.

-¿y le vas a dar el sí quiero a esta cosa?- pregunto exasperada la emperatriz tamaraniana.

-Si quiero…-Starfire vacilo un momento- Si quiero… ¡irme!

La estupefacción reino en la sala cuando Starfire pronuncio esas palabras, y para rematar las grandes puertas se abrieron violentamente, dándoles paso a los jóvenes titanes dispuestos a rescatar a su amiga. Los ojos de Blackfire se encendieron de furia al saber que su plan estaba siendo frustrado, en cambio la chica de ojos verdes había retrocedido y ahora llevaba su traje de batalla a cambio de su vestido de novia.

-¡Ustedes!- grito iracunda Blackfire- ¡Como se atreven a destrozar mis planes!

Pero esta vez la chica de ojos esmeraldas no iba a permitir que su hermana mayor les hiciera daño a sus amigos, esta era una batalla entre ella y su hermana, y la iban a resolver ella y su hermana.

-¡No eres una buena gobernante para Tamaran, Blackfire!- le espetó a la pelinegra- ¡Yo desafío a mi hermana, por la corona!

-¿Tú te atreves a desafiarme… a mí?- pregunto incrédula, la emperatriz tamaraniana y sus ojos brillaron de la forma más aterradora posible.

Y a partir de aquel instante comenzó la más feroz de las batallas jamás presenciadas. Starfire atacaba con todo lo que tenía, lanzaba ráfagas de starbolts y oleadas de rayos faciales, pero al parecer ningún ataque de la pelirroja surtía efecto alguno en su hermana. Blackfire, en cambio, arremetía constantemente contra la chica y aunque sus ataques eran poderosos no lograban malherir lo suficiente a Starfire. Robín estuvo a punto de intervenir, preocupado por su amiga tamaraniana, pero Galfore le detuvo.

-¡No! La princesa debe hacerlo sola- el gigantón le puso una mano encima la petirrojo, deteniéndolo- Si alguien interviene, el desafío se anula y la princesa perdería.

-Además, nuestra chica puede hacerlo sola- le tranquilizo Cyborg.

Habían combatido casi por media hora, en la que el recinto y parte del castillo estaban destrozados, la emperatriz lanzo al chica de cabellera roja contra una columna destruyéndole completamente, se detuvo en el aire a unos tres metros de herida Starfire que trataba recuperarse.

-¡Eso es, inclínate ante tu reina!

-Tal vez gobiernes a Tamaran- la oji verde levanto la cabeza, encendiendo sus ojos- ¡pero no me gobiernas a mí!

La menor arremetió con fuerza a su hermana, que a su vez ya había emprendido vuelo contra Starfire. Se encontraron justo en la mitad de la habitación y en un golpe de astucia Starfire logro agarrar la gema de shakra que llevaba su hermana, Blackfire cayo inmóvil al suelo y su rostro reflejaba la incredulidad de haber perdido, la tamaraniana de menor edad aprovecho ese corto instante para descargar todo su poder contra la pelinegra que chocó contra la pared y se quedó allí, estática, vencida, recuperando el aliento.

La corona rodo por el piso deteniéndose a los pies de Starfire que la recogió y la puso sobre su delicada cabeza ante las miradas atónitas con mezcla de alivio de los presentes. Los guardias recogieron a Blackfire, derrotada y hecha de una masa de odio.

-Tamaran tiene un nuevo gobernante. Y en cuanto a Blackfire serás desterrada.

-¡¿Qué donde se supone que voy a vivir?!

El glich la miro y con esa mirada le dijo a la, antes, emperatriz que en su baboso planeta sería más que bienvenida.

-Me parece que el glich estaría encantado de recibirte en su planeta- se burló a la pelirroja dedicándole una mirada al alienígena.

-¡Me las pagaran, titanes!- le amenazo Blackfire mientras era llevada a prisión- y en cuanto a ti, Starfire, ya me vengare.

-Bien hecho, Star, ahora vámonos- irrumpió el enmascarado sonriendo.

Toda la gente tamaraniana se encontraba reunida en la plaza, esperando la salida de su nuevo gobernante. Dos figuras se acercaron al balcón, eran nada menos que Galfore y su querida Starfire.

-¡Querido pueblo de Tamaran!- llamo la atención la princesa- ¡Deben que me complace quedarme a gobernarlos, pero también deben saber que alguien me dijo una vez que debía hacer lo que mi corazón dijera!- Starfire miro a su niñero con dulzura- ¡Y deben saber que mi vida y mi corazón están en la tierra, pero no se preocupen los dejo en las mejores manos, las manos de quien mi crio! ¡Saluden a su nuevo gobernante, Galfore!

Acto seguido, Starfire tomo la corona y suavemente la coloco en la cabeza de Galfore, aquel que la había criado y protegido toda su infancia. Los tamaranianos saltaron de emoción al saber que tenían un nuevo gobernante, mas bueno y justo que la anterior.

-¿Lista para irnos, Star?

Los titanes aparecieron de las sombras y con un gesto le indicaron a la pelirroja que entre ellos siempre sería bienvenida. Se aproximaron un poco más a la chica y le sonrieron. Starfire se despidió de su adorado Galfore, con una mezcla de tristeza, ya que probablemente no volvería a verlo nunca más, y de felicidad al saber que seguiría viviendo en la Tierra, con sus amigos y sobre todo con Robín. La tamaraniana le susurro algo a su niñero y justo cuando los héroes dieron la vuelta, lo dijo en voz suficientemente alta como para que solo la escuchara Galfore.

-Quien sabe, Galfore, tal vez encuentre un prometido para mí en la Tierra.- dijo haciendo referencia al chico maravilla.

Y luego solamente se unió al resto de los chicos, camino a la tierra.

Fin flashback

Robín: Starfire, no me explico todavía como es que he sucumbido a tus encantos. Aún no sé si me enamore de ti cuando me besaste o fue a medida que pasaba el tiempo- el chico seguía acariciando la arrugada bolita.

Robín: Que irónico es el destino, ¿no?, tú no sabes cómo sufro al tenerte tan cerca y no poder tocarte. O cuando me abrazas y tus labios están tan cerca de los míos que las ganas de atraparlos y declararte mi amor con un beso, me consumen por dentro. Pero no, en que estoy pensando, no puedo hacerlo mientras tú seas tú y yo sea yo, mientras sigamos siendo los jóvenes titanes.

Flashback

El capo de aquella limosina rosada y su parte trasera levitaba en el aire, los presentes no podían creerlo, algunos incluso sacudían la cabeza como despertando de un sueño, aquel vehículo estaba siendo destrozado por una chica que no tendría más de quince años. Efectivamente la limosina rosa sufría lo celos de Starfire quien, vestida de gala, había asistido al baile de graduación de la manipuladora Minina en caso de que Robín necesitara que los salvasen. Hay estaba la tamaraniana hecha una bola de rabia, de rabia y de los celos más puros que un ser humano pudiera sentir, viendo como aquella tramposa rubia se alejaba tomada de un brazo, un brazo perteneciente al petirrojo.

Toda esa pesadilla había comenzado cuando la polilla asesina, tratando de complacer a su caprichosa hija, había utilizado una maña perfecta para conseguir que el pelinegro fuera la pareja de su hijita. El trato era bastante simple, solamente consistía en que Robín asistiera al baile con Minina y él no destrozaría JumpCity con un enjambre de polillas mutantes. El chico maravilla había aceptado la propuesta por el solo hecho de salvar la ciudad, de lo contrario no se hubiera ofrecido a acompañar a aquella fastidiosa chica de ojos azules, que no paraba de llamarlo "mi Robín lindo", ni porque le dieran todo el oro del mundo, y cada vez que esas palabras salían de los labios de la rubia, Starfire ardía, literalmente, de celos, era ahora una potente llamarada de la que sobresalían un par de furiosos ojos verdes.

El enmascarado se balanceaba ansiosamente en su silla, mirando a cualquier lado y deseando fervientemente que aquella miserable noche llegara a su fin.

-Mi Robín lindo, ¿Quieres bailar?- propuso la mañosa chica de cabellos rubios.

-No, gracias yo no bailo. Lo intente una vez y no me gusto- le rechazo Robín.

-Te lo diré de otra forma, mi Robín lindo- cambio de semblante la oji azul- O me sacas a bailar o JumpCity será destruido por un montón de polillas.

-Está bien, ¿gustas bailar?- le ofreció la mano a regañadientes.

Los obligados tortolos bailaban lentamente, muy cerca el uno del otro, demasiado cerca como para que la pelirroja pudiera contener las ganas de evaporar a aquella Minina con un rayo facial y borrarla para siempre del mapa. Starfire los observaba desde la mesa de aperitivos, con la ira suficiente como para hacer subir el ponche hasta parecer nieve. Aquella ira aumentaba cada vez que el petirrojo rodeaba la cintura de Minina, o cuando veía que la rubia apoyaba la mano en el pecho del pelinegro, sus ojos estaban encendidos y cuando una inocente pareja se acercó a beber ponche, esta le petrifico con una cara demoniaca y ellos decidieron, prudentemente, alejarse.

-¡Oh!, otra canción lenta mi Robín lindo- la rubia le retuvo en sus brazos, obligándolo a bailar una pieza más.

Poco a poco los celos se iban consumiendo a la chica de ojos verdes, que ahora echaba humo por las orejas y trataba de contralarse apoyando las manos en la mesa, que se iba hundiendo a medida que la furia arremetía contra la tamaraniana, ¿Por qué diablos no la atravesaba con una starbolt y terminaba con el sufrimiento del chico maravilla y sobre todo con el suyo? A pesar de todo lo que sucedía delante de sus ojos, la gota que colmó el vaso fue cuando Minina intento besar a Robín, entonces sus ojos se abrieron como platos y la furia se apodero de ella por completo. ¿Pero quién se había creído esa arpía para intentar besar a Su Robín lindo?

-Es hora del beso, Robín lindo- le dijo la oji azul, echándose lápiz labial y agarro al pelinegro por la camisa- Prepara tus labios.

Robín se espantó al ver los labios de Minina tan cerca de su rostro, sus labios prácticamente se rozaban, su respiración se agito y su mente se bloqueó por completo, mientras los labios de la rubia se acercaban más y más. El petirrojo reacciono cuando sus labios estaban a punto de encontrarse, para sellar aquel fingido amor de una vez por todas, el aludido le puso un dedo en los labios y le arrebato el control que liberaba a las polillas.

-Ni aunque me pagaras.

Starfire se relajó al ver que su, perdón, Robín había rechazado a la desgraciada rubia que había querido besarlo. Justo cuando el enmascarado iba a destruir el control, un chorro de veneno casi le impacta, aquel chorro había sido disparado por un tipo con una conocida cabeza de araña.

-¡Quita tus manos de mi chica!- grito el joven.

-¿E… ese es tu ex novio?- pregunto el pelinegro.

Robín arranco su esmoquin de un jalón y quedo listo para el combate con, su ya conocido, traje de superhéroe, mientras la pelirroja lo miro con una cara de ¿en serio has llevado eso debajo de tu ropa toda la noche?, y luego se cambió su vestido.

-¡Oh! ¡Punk, te extrañe tanto!- Minina se abalanzo sobre el chico arácnido.

-Yo también te extrañe, Minina, nunca más volvamos a pelear- el aludido le correspondió el abrazo y le mostro varias joyas robadas.

El mutante le pego una patada al joven de la capa, quien cayó estruendosamente sobre una de las mesas. Starfire miro al chico maravilla tumbado en la mesa destrozada y después miro al arácnido, y su ojos brillaron de con ese conocido verde esmeralda. Aquel joven a salir bien librado.

-¡Y tú quita las manos de mi chico!- le amenazo, lanzándole una de sus starbolts.

El petirrojo se levantó de un salto, desencadenando con su acto un largo y feroz combate. Ahora el objetivo de la tamaraniana era la desgraciada de Minina, pero rubia resulto ser un contrincante respetable y en ese momento las dos chicas se encontraban jalándose el cabello encima de la mesa del banquete, rodando encima de ella. Mientras las féminas combatían una contra la otra en el banquete, Robín tenía sus propios problemas con el joven mutante, que gracias a sus largas patas le estaba dando una buena pelea al enmascarado.

La batalla termino cuando Starfire venció a la chica de ojos azules, cuando el batboy tumbo al chico arácnido atándolo de las patas y cuando el control rodo lentamente hasta acabar bajo la bota del pelinegro, quien lo aplasto dando fin al combate. En ese instante todas las polillas que atacaban a Cyborg, Raven y Chico Bestia inmediatamente se convirtieron en larvas, dejándolos muy confundidos.

La policía se llevó presos a Minina y al arácnido ladrón de joyas. Luego de semejante espectáculo, los titanes se encontraban sentados en la baranda del barco, que había sido el escenario de aquel extraño baile de graduación, descansando de una larga noche llena de peleas, celos e intentos de besuqueo.

-¿Saben?, cuando estas cosas no están en su forma adulta, son realmente adorables- comento el changeling, sosteniendo a una pequeña larva en sus brazos- Hasta podrías tener una de mascota.

-Ni lo sueñes, Chico Bestia- dijo Robín, comprendiendo a donde quería llegar su amigo.

La pelirroja y el petirrojo (gracioso, ¿no?) se levantaron cuando vieron que los agentes transportando a la inocente pareja, que Starfire había atacado hace un rato, completamente inmóviles al haber recibido un chorro de veneno, los dos titanes se avergonzaron apenas vieron a los dos chicos paralizados.

-Sentimos haber arruinado su baile- se disculpó el chico de la capa, rascándose la nuca.

-¿Bromeas? Este fue el mejora baile de mi vida- respondió el joven.

-Sí, aun si no puedo mover ni un musculo- agrego la chica.

La pareja fue llevada al hospital, dejando a los dos chicos solos en la pista de baile sin saber qué hacer. De un momento a otro las luces los iluminaron sin consideración alguna, y una voz se escuchó por los parlantes.

-¡Y los reyes del baile son: Robín y Starfire!- todo el mundo aplaudió al escuchar aquella voz.

-Bueno… supongo que un baile más, no me va a matar- se ofreció Robín.

Y la tamaraniana sonrío.

Fin Flashback.

Robín: Ah, Star, aquella noche fue uno de los pocos momentos en los que pude sentir tu cuerpo contra el mío, en el que pude embriagarme con la magia de tu oler, en el que pude acariciar tu rojo y suave cabello.

El chico desdoblo el papelito y encontró una vieja rima de Bécquer, escrita ya hace mucho.

Robín: Por una mirada, un mundo;

Por una sonrisa, un cielo;

Por un beso, Star… yo no sé

Que te diera por un beso.

Robín pronuncio aquellas palabras lentamente, para poder sentirlas sucumbir en su interior, para que pudieran terminar de derribar sus defensas, ya hechas añicos por Starfire.

Sin saber que alguien más lo observaba.