La siguiente historia la realice sin fines de lucro, con tal vez varios cambios en los personajes, de antemano espero les agrade.
Los personajes de Inuyasha pertenecen a su respectivo autor.
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- Inuyasha – Mi suave musitar se perdió lentamente entre el fuerte viento que arremetía contra todo lo que hallaba a su paso, te mire una vez más consciente de tu dolor, después de todo, nuestro enemigo ha cobrado tantas vidas, a pesar de que todo terminara, sé que nada podrá devolver esas vidas perdidas. No quiero romper tu silencio, tal vez lo que necesitas por el momento es estar solo, mientras que yo debo respetarlo, aunque no deje de dolerme, sé que la amas, probablemente ese amor siempre superara con creces el amor que sientas por mí, porque yo quisiera que me correspondieses con la misma intensidad que yo.
Me di la vuelta lentamente, al alzar mi mirada hacia esa aldea vi a mis amigos reunidos allí, inclusive Rin, me sorprende que Sesshoumaru haya accedido al pedido de la anciana Kaede, pero nadie puede negar que aquella chica es tan importante para el Daiyoukai, tal vez ahora todos podremos empezar una vida, sin Naraku vivo, nada podría ser peor de cuando este se encontraba con vida.
Un mes paso rápidamente, todo iba bien, si tengo que indagar sobre mis sentimientos, pues no hay mucho que decir, Inuyasha aún se mantenía triste por lo de Kykio, sé que soy importante para él, es solo que se mantiene indeciso, yo le había prometido que siempre estaría a su lado, creí firmemente que no habría nada ni nadie que me haría sentir este sentimiento tan profundo, que siempre esperaría por él, no había peligro alguno ahora a excepción de uno que otro Youkai que quisiese atacar la aldea, aun así podría decir que la paz reinaba aquí, me encantaba esta época, sí, me siento feliz de que la perla ya no este mas, esa que trajo tanto dolor, esa que fue motivo de peleas, por fin todos podíamos empezar sin preocupaciones.
Esa noche fue como cualquier otra, era luna nueva, por lo que ver a Inuyasha en su forma humana no era nada extraño, todos nos reunimos esa noche, contamos anécdotas de nuestros viajes, entre risas las horas pasaron sin que nadie se percatase, a la hora indicada cada uno se durmió, sin embargo algo me lo impidió a mí, como si algo estuviera por cambiar mi vida para siempre, ese sentimiento de que algo no estaba bien se instaló en mi pecho, me voltee de un lado a otro sin poder conciliar el sueño, tal vez estaba siendo paranoica, no tenía por qué pasar nada, solo debía tranquilizarme.
- Oye, ¿Qué te sucede? – La voz de Inuyasha hizo que me levantara, no estaba de más contárselo.
- Veras, tengo un mal presentimiento – Le dirigí una mirada de seriedad.
- Ya tranquilízate y duérmete – Cerró los ojos lentamente – Naraku ya no está, ¿Qué podría pasar?
Le sonreí y decidí que le haría caso, mas algo me lo impidió, un grito de una mujer, ambos nos levantamos y corrimos hacia halla, en el camino Sango y Miroku se nos unieron, a lo lejos pudimos divisar a la anciana Kaede, la preocupación se hizo latente en cada uno de nosotros, esa era la cabaña de Rin, al llegar no esperamos e irrumpimos en la cabaña, al abrirla, no supimos cómo explicarlo, era una especie de humo la que la rodeaba, y se movía de un lado a otro cual serpiente atacando a su presa, esa energía era tan densa, tan maligna, quise utilizar mis poderes de sacerdotisa, no funciono, cuando de un momento a otro todo ese humo se fundió en el cuerpo de la pequeña, y al suceder aquello, esa energía se dejó de sentir.
- ¿Qué demonios fue eso? – Inuyasha miraba de un lado para otro – Nunca he sentido una energía tan llena de maldad.
- ¡Rin! – La anciana Kaede la movió de un lado a otro, mas esta no despertó.
- Sentí una sensación de vértigo, ¿Qué fue lo que ocasiono todo esto? – Miroku parecía estar contrariado.
- ¿Qué era ese humo? – Mi cuerpo se estremeció, nunca antes sentí esta sensación, el miedo recorrió cada fibra de mi ser, caí de rodillas inevitablemente, Inuyasha se acercó rápidamente a mí, lo que preguntó me dejo enajenada.
- ¿De qué humo estás hablando Kagome? – Abrí los ojos más de la cuenta.
- Yo no vi nada – Añadio Sango.
- Espera, no es posible que no lo hayan visto, era humo lo que rodeaba el cuerpo de Rin, se bien lo que vi, esa energía se fundió en el cuerpo de Rin – Explique mientras trataba de recuperarme. Entonces me di cuenta de que nadie lo había visto, a lo mucho ellos habían llegado a sentirlo, desde entonces Rin no volvió a despertar, debatimos lo que pudo haber pasado, no hallamos explicación, a pesar de haberlo intentado todo, esa pequeña tan importante para nosotros no despertó, no paso más de dos días cuando Sesshoumaru apareció, nunca lo había visto tan molesto, amenazo con destruir toda la aldea como no explicáramos exactamente qué sucedió, aunque Inuyasha lo desafío con colmillo de acero en mano, no logro nada, el demonio no estaba jugando, parecía que en cualquier momento cumpliría su amenaza.
Ese fue el comienzo de mi travesía, todo cambio a partir de ese momento, Sesshoumaru decidió que se llevaría a la pequeña a tierras del oeste, no dio más detalles, pero Jaken entre hipidos y lágrimas había añadido que tal vez allí encontrarían alguna solución y que Rin despertara, eso fue una pequeña esperanza en medio de tanta tristeza, pero fui yo quien los acompaño, yo era la única que había presenciado aquello, lo que vi podría ser de suma importancia para buscar una solución.
- Kagome, no tienes por qué ir, no confió en el – Cuando estaba por partir, Inuyasha había mencionado aquello, él y mis amigos buscarían una cura por su cuenta.
- No te preocupes, estaré bien – Mencione decidida – En estos momentos Rin es la prioridad, pero te prometo que volveré para estar otra vez juntos.
Las promesas eran importantes, yo lo sabía, pero a partir de ese momento parece que no podría cumplir ninguna, el destino se empeñaba en aquello, mis palabras serian vacías, porque todo cambio desde aquel momento. Todavía recuerdo que montada sobre Ah-Un me dirigí a tierras de oeste, al llegar lo primero que hicimos fue llevar a la pequeña a una de las habitaciones que tenían preparada para ella, todos en el castillo se habían movilizado de un lado a otro, hasta que al fin uno de ellos que según me entere era el general Satoru, dijo que probablemente el estado de Rin se debía a un hechizo, maldición u otra de esa índole. De cualquier forma lo único que pudimos lograr fue estabilizarla, aquella Youkai de nombre Livani solo podía hacer que Rin se mantuviese con vida pero sin salir del estado catatónico en el que se encontraba.
Y ese día fue el primero de muchos en el que analice cada una de las facciones de aquel demonio, se mantenía impávido, imponente, me sorprendía que aquel Youkai sanguinario estuviera al pendiente de una niña como Rin, me preguntaba qué pasaría por su cabeza.
Así fue pasando el tiempo entre búsquedas que no dieron fruto, volví con mi grupo solo por poco tiempo, al volver me fui inmiscuyendo más en lo que tuviese que ver con el estado de Rin y sin desearlo fui conociendo más y más la casa del oeste, me di cuenta que ser un señor cardinal acarreaba muchas responsabilidades, más el parecía que había nacido para gobernar, me llamaba la atención su forma tan diferente de ser. Sin pensarlo, sin desearlo las cosas fueron cambiando, mientras más lo observaba, porque mientras buscábamos una cura para Rin, mientras más tiempo pasaba más conocía a aquel Youkai que no estaba dispuesto a abrirle su corazón a nadie en lo absoluto, aquel de mirar fría, aquel que sin hacer absolutamente nada hizo que yo Kagome Higurashi se enamorara perdidamente de él, mientras creí que no habría nadie que hiciera que olvidara a Inuyasha, la vida se rio de mí, porque este sentimiento era más grande que lo que sintiera por el chico orejas de perro, era tan intenso, me di cuenta que estaba perdida, recuerdo haber llorado cuando lo descubrí, sería que siempre tendría ese destino, enamorarme de seres equivocados. Recuerdo también que trate de encerrar este sentir, el jamás me correspondería, era un caso perdido, Sesshoumaru solía odiar a los humanos, despreciarlos, jamás me amaría, este amor era un imposible, la única excepción a su rencor era la pequeña Rin.
Esta vez no quise pelear por lo que sintiese mi corazón, aunque el anhelo estuviera ahí, que caso tenia, por ello solía mirar la luna cuando se presentaba la oportunidad, además cuidar de Rin era mi prioridad, por lo que le hablaba todas las noches aun si ella yacía inconsciente, me encargaba personalmente de asearla y procurar su bien, tal vez por esa razón el príncipe del oeste permitió que me quedase, no todo era color de rosa, muchos aquí no estaban dispuestos a aceptar mi presencia, han pasado siete meses desde mi estadía y ellos aún son reacios.
- Pequeña humana, parece que no despertara – Salí de mis recuerdos, al ver ese rostro tan parecido a él, al príncipe de mirada imperturbable – Me pregunto qué hará Sesshoumaru esta vez.
- Sé que despertara, tiene mucho por vivir – Declare, sin importar que tuviese enfrente a la mismísima madre de quien ocupaba mi corazón – Debe hacerlo.
- No lo hará solo porque lo desees – Su presencia era tan imponente siempre - Siempre he dicho que ese cachorro mío heredo esa parte de su padre que no me termina de agradar, pero que se le puede hacer – Añadió con ese toque usual que siempre la caracterizaba.
Ese día Sesshoumaru no se encontraba en el castillo, después de todo tenia obligaciones que cumplir, pero yo sabía que no había día en que el no fuese a la habitación de la pequeña, su rostro no cambiaba nunca, no podía leer lo que pensaba, esos ojos me eran imposibles de descifrar, la mayor parte del tiempo estaba serio y me pregunto si algún día existirá persona con la cual Sesshoumaru se habra realmente, tal vez nunca sucederá, o a lo mejor quien sabe.
- Kagome he dejado tu desayuno en tu habitación – Era Mikasa, una demonesa, tal vez la única con la que me llevaba bien – Has de tener hambre.
- Gracias Mikasa, de hecho me muero de hambre
- A propósito, estaré en el ala sur del castillo por si me necesitas para tu investigación – Ah sí, desde que llegue he leído un montón de pergaminos junto a Jaken, tratando de encontrar en los escritos una pista sobre lo que le sucedió a la pequeña, pero hasta ahora nada. Seguramente Jaken ya se encuentra en la biblioteca leyendo un montón de escritos que por cierto solemos leerlos juntos, algunos son inentendibles para mí, a veces para el también.
- Llegas tarde mocosa, si queremos que la chiquilla reaccione, pues debemos trabajar – Jaken poseía en su poder varios escritos que debíamos revisar.
- Es verdad, ¿Jaken no hay más escritos acerca de hechizos o maldiciones o alguien que sepa de ellos? – Si buscáramos a tal persona tal vez….
- Si la hay, pero siempre pide algo a cambio, no es alguien que reciba a nadie así como así
- Entonces solo nos queda revisar todo esto
- Ahora que lo mencionas, en el despacho del amo bonito deben haber escritos sobre hechizos también.
-¿Enserio?, Iré a ver – Me levante rápidamente, camine a dicho lugar sin reparar en lo demás, al entrar hice todo lo posible por dejar las cosas tal y como estaban, lo último que quería era que el Inu peli plateado se molestara, tal como lo había dicho Jaken, al buscar entre algunos documentos halle algo en particular, eran vastos escritos sobre embrujos o maldiciones, pero algo llamo mi atención, era un ¿Libro? No podía ser verdad, esta se parecía demasiado a un objeto de mi mundo, es decir el futuro, no, solo debían ser imaginaciones mías. Algo me llamaba a hurgar el contenido del libro, tal vez estaba metiendo mis narices donde no me llamaban pero no podía simplemente dejarlo en su lugar y ya.
Me senté en el suelo y lo analice detenidamente, era un libro con la tapa negra, extrañamente un dragón rojo se alzaba en el centro, lo abrí, el interior mostraba líneas que habían sido escritas hace años, siglos tal vez, no pude detener mi curiosidad y empecé a leer.
Aun no puedo explicarme por qué ese sentir se alberga en mi pecho, es algo estúpido escribir lo que sucede, de todos modos tampoco puedo evitarlo.
Humanos
Esa simple palabra me intriga, su vida se esfuma rápidamente, son efímeros, además de complicados, son débiles, cobardes, su miedo los lleva a cometer actos que son propios de su raza, no puedo decir que los odio, ni me agradan.
He crecido con la ideología de que no debería importarme su existencia, solo son una vil raza, basta con observarlos un poco para saber que no valen la pena.
Ese pensamiento debería seguir firme, sin embargo alguien entre sangre y enfrentamiento se atrevió a romper esa lógica.
Detuve mi lectura, esto parecía un escrito muy antiguo, extrañamente mire más detenidamente las letras impecables, esa caligrafía, era indudable, era la de Sesshomaru, mi corazón dio un vuelco al saberlo, por alguna razón quise leer todo su contenido, pero escuche unos pasos a la lejanía, no tuve tiempo para nada, solo cerré el libro tan fuertemente, si el me descubre hurgando entre sus cosas no sabría lo que pasaría conmigo.
- Kagome no deberías estar aquí – Afortunadamente solo era Mikasa – Si el amo te descubre aquí no quiero saber lo que pasara, muy raramente el permite que alguien entre aquí.
- Claro, solo vine a tomar algunos documentos, ahora salgo – Estaba nerviosa, sin querer Mikasa me había confirmado que este lugar era celosamente resguardado por el Daiyoukai, si seguía leyendo de que más me enteraría.
Mikasa no necesito otra palabra más de mí, se retiró inmediatamente, sonreí, tal vez no debía hacerlo, es solo que la curiosidad era tan grande, tomé el libro otra vez y abrí casi por la mitad, perdiéndome entre un fragmento que yacía plasmado allí.
Mi cuerpo se movió como autómata, no se supone que debería de ser así.
¿De todas formas que estoy haciendo?
No debería de haber ido, esto no puedo ser incontrolable, que diablos me pasa, de un momento otro siento que algo ha cambiado y maldición me desagrada completamente.
Por qué mierda mi cuerpo se niega a seguir la razón y la lógica, es estúpido que haya seguido sus pasos desde la lejanía, desde la distancia.
¿Qué me sucede?
Por qué tengo esta maldita necesidad de verla, de saber qué hace, de escuchar su voz, su energía, siento que por un momento quiero seguir lo que la razón no me permite. Soy un maldito Youkai, joder me siento estúpido, que irónicos son los designios de la vida, porque yo de todos he tenido que tener este cambio, este cambio que me hizo caer en el amor con una chica humana, ella, esa ingenua que puede llegar a ser tan hartarte a veces.
De un momento a otro me detuve abruptamente de mi lectura, ¿Era verdad lo que leía? ¿Sesshomaru estuvo enamorado?, y de una humana, es imposible, es siquiera inverosímil hacerme a la idea, no sé si esto que se muestra ante mis ojos es real.
Cierro el libro con firmeza, no quiero saber nada más, trato de auto convencerme, no soy nadie para entrometerme así en su vida, avanzo rápidamente a la salida, es solo que algo me detiene, sin querer regreso y abro el libro otra vez, en la parte final, allí solo viene escrito muy poco, un tanto confuso.
Maldita sea la vida. Maldito este día que me negó tener aquello que quería.
Fuiste tú Kazu, quien marcó un antes y un después en esta patética historia. Tú y tu rotundo "No" le pusieron sello a este episodio.
Te has ido, no escuchaste, tan solo corriste como una vil cobarde, no importa que dejase mi orgullo a un lado para pedirte que te quedases, no, más bien te rogué, y fue tu estúpida decisión la que jamás revertirá ese suceso sin solución.
¿Estas feliz?
Porque yo no, no importa cuento haga o deshaga nada volverá a ser igual, y joder porque siento que duele, y aquí estoy como un imbécil escribiendo palabras que se olvidaran con el tiempo.
Es contradictorio, si una parte de mi me traiciona al no soltar tu recuerdo, te juro que la otra te odia, si, te odio Kazu, odio el haberte conocido, maldigo el que te cruzaras en mi camino, maldito el momento en que mis pies fueron a parar en aquel patético lugar lleno de humanos y te odio a ti por ser tan débil, te fue tan fácil huir, olvidar lo sucedido, solo te largaste, mientras te perdías en la espesura de la noche, solo quise alcanzar tu mano, detenerte, pero tu ignoraste todo lo que tenía por decirte, por eso te odio con toda mi alma, maldigo tú existencia, y ahora me reprocho el no haberte matado en el preciso instante en que te conocí.
Respire con dificultad, no entendía muchas cosas de aquel extraño relato, solo me quedo bien en claro que si hubo alguien a quien amó y al parecer la chica a quien el eligió solo lo lastimo, me fue difícil asimilar todo esto.
- Ojala y te hubieras enamorado de mí, yo no me habría ido, no te habría lastimado – Sin querer un poco de resentimiento se guardó en mi interior para aquella mujer, aquella que alguna vez fue " Kazu"
Decidí no seguir leyendo porque Mikasa volvería inmediatamente, además eran cosas privadas que en un principio no debí haber cogido, esa tarde vi a Sesshomaru llegar y quedarse en el campo de flores, por en medio pasaba un pequeño riachuelo, ese que para mí era mi lugar favorito.
De alguna forma sentí que no podía mirarle a la cara, evite toparme con él a toda costa, aun rondaba en mi mente aquel relato, en estos días me la pase más seguidamente en la recamara de Rin. Livani venia seguidamente para ver como seguía la niña y si se habían mostrado cambios, esa mañana en especial fue, como decirlo, ¿Amable? Como si quisiese decirme algo y note un cambio en ella que quise indagar, mas no me dio tiempo a nada, se levantó bruscamente y acelero su salida de la estancia.
Pocas horas después, casi al atardecer la vi salir apresurada, ¿Dónde iría?
Mi cuerpo se movió mecánicamente, salimos del castillo hacia el bosque, pero la perdí casi inmediatamente y de paso me perdí, genial, mi situación no podría empeorar, después de deambular por lo menos dos horas más me di por vencida, cuando una voz me saco de mis pensamientos.
- Humana – Parado frente a mí se encontraba nada más ni nada menos que a quien estaba evitando todo este tiempo.
- Me llamo Kagome – Levaba siete malditos meses en sus territorios y el me seguía llamando así, mi nombre no era tan difícil de aprenderse, nótese el sarcasmo.
- ¿Qué haces aquí? – Ignoro olímpicamente mi reclamo.
- Yo debería hacer esa pregunta además…..
- Cállate
-¿Qué dijiste?
- Cierra la boca Miko – Será, como se atreve a callarme, no se supone que me calle cuando fue el quien pregunto, ah no, pero esto no se queda así, estaba dispuesta a reclamarle cuando escuche algo, eran ¿Voces? Vi a sesshoumaru dirigirse hacia halla, lo que me confirmaba que si lo eran, seguí al peli plata de cerca y dimos con una escena poco usual.
- Es livani – Musite, mi voz se confundió con la suave brisa, la escena de enfrente me conmovió, pero de inmediato algo hizo clic en mi cabeza, subí la mirada para observar la reacción de Sesshoumaru, una vez mas no podía descifrar esa mirada. Nos quedamos así solo un momento más.
La youkai que servía en el castillo, alguien de suma importancia al ser una sanadora, se encontraba despidiéndose de un humano de unos 18 años, podía jurar que ambos estaban enamorados, ya que ella no se percató de nuestra presencia al estar ensimismada con aquel chico, al encontrarse sola se llevó una gran sorpresa al voltear.
- Se-Sesshoumaru-sama – Pude ver el aparente miedo en su mirada – Yo….
- Lo que hagas o dejes de hacer no me interesa – Interrumpió a Livani, pude notar su voz como siempre – Pero, los humanos y los Youkai no deberían mezclarse y lo sabes - Sesshoumaru dio la vuelta dispuesto a irse.
- Lo sé – Livani menciono débilmente – Pero no quiero perder ese vínculo – Ella levanto el rostro con aparente determinación mezclada con una gama de emociones que no sabría decir cuáles. Si antes el demonio perro se mantenía imperturbable, ahora parecía molesto mientras le dirigía una mirada penetrante.
- No te pedí una explicación, ahora solo regresa al castillo antes de que cambie de opinión – Fue mordaz en su comentario, estoy segura que no se refería a exiliarla, sabía que eso fue una amenaza de muerte.
Livani no menciono nada más, avanzo rápidamente hacia el palacio sin mirar atrás, sin embargo a mi aquello sí me afecto, no iba a quedarme callada.
- El amor puede existir incluso entre demonios y humanos – Levante la voz, con eso detuve el avance del Inu peliplateado.
- Ingenua – No volteo – Los humanos y demonios no están destinados a estar juntos.
- ¿¡Por qué!? – Sabia que mi voz ya había sido lo suficientemente fuerte - ¿¡Quién lo dispuso así!?
- Solo estas cegada por el amor que dices tener por mi despreciable medio hermano, ese hecho no te permite aceptar las cosas tal y como son.
- Eso no tiene nada que ver – No, porque mis sentimientos han cambiado, era el a quien yo amaba - ¿Acaso no eres un demonio que entiende los sentimientos? No te atrevas a decir que los humanos y demonios no pueden amarse, porque si pueden hacerlo.
Dio media vuelta y se acercó a mí, me fulmino con la mirada.
- Ya deberías de saber cómo acaban las patéticas historias entre ambas especies, un claro ejemplo es Inuyasha, ese sentimentalismo que tenía mi padre por aquella humana lo llevo a su muerte y de pasos aquellos que son fruto de una aberración como aquella no son aceptados ni por los humanos ni por los demonios – Ante eso no supe que responder – Son odiados, despreciados.
Quise replicar, por un momento estuve a punto de gritarle lo que descubrí en aquel despacho, en algún momento el debió estar dispuesto a dejarlo todo por aquella mujer, sin embargo no tuve el valor, ahora solo te veo avanzar lentamente mientras tu cabello se balancea por tu caminar, me pregunto si algún día mis sentimientos podrán alcanzarte.
Continuara…
