::: Capítulo 1 – El Misterioso Encapuchado :::
Minerva McGonagall se levantó con unas ojeras impresionantes aquél día, había estado bailando toda la noche en el bar donde trabajaba "Las Tres Escobas" y encima de eso le había salido otro grano en el medio del culo. Aunque cobraba un sueldo que era una miseria, no le quedaba otro remedio, ahora que había sido despedida de Hogwarts por bailar en tanga de leopardo sobre la mesa de los profesores delante de todo el colegio el día de Halloween, cualquier trabajo era bueno para ayudar a pagar el alquiler de su casa (una choza al lado de un criadero de cerdos) y para empezar a ahorrar para operarse las tetas, ya que las tenía bastante caídas.
Mientras se metía en la ducha (si es que a un cubo lleno de agua se le puede llamar ducha) pensaba en Albus Dumbledore, su gran amor. Aunque todavía no había logrado superar ese golpe tan duro que recibió hace tres meses atrás cuando se enteró de que Dumbledore había estado teniendo aventuras con esa ramera de Ravenclaw llamada Cho Chang y con un elfo doméstico de nombre Dobby, seguía amándolo como el primer día (hace una semana)...
- ¿Por qué lo has hecho, Albus? ¿Por qué lo has hecho?- se dijo a sí misma mientras salía de la ducha tapándose con un pedazo de tela en el que solía defecar el perro del vecino.- ¿Por qué te has llevado mi colección de sujetadores de marca y mis discos de Shakira?
El día pasó sin ninguna novedad, salvo que McGonagall se pasó la tarde pintándose las uñas de los pies de un color rojo pasión, y se quemó el culo con la plancha muggle.
Cuando dieron las dos de la mañana, Minerva se desapareció de su choza de madera y apareció en Hogsmeade, cerca del Cabeza de Cerdo y caminó por una calle hacia el bar llamado Las Tres Escobas, donde ella trabajaba bailando y una vez el gato del dueño le cagó en el zapato. Se tiró un pedo sonoro y oloroso, y entró. Ese día estaba especialmente lleno de gente, sobre todo de viejos magos que iban a emborracharse y a cambiar cromos de Pokemon.
Estuvo bailando como dos horas sin interrupciones, su falda se le había roto en el culo y ya estaba cansada. Encima un tipo encapuchado que estaba sentado en la barra bebiendo un jarro de hidromiel, no paraba de mirarla, y eso le incomodaba.
Se sentó en la otra punta del bar, lejos de la barra. En un sitio donde ese señor encapuchado no pueda observarla, y pidió una cerveza de mantequilla. Apenas apoyó el culo en la silla, pegó un grito y se levantó rápidamente.
- ¡Maldición!- exclamó. Acababa de pincharse el culo con una aguja. Intentó sacar la aguja pero no pudo, las otras mesas estaban ocupadas y en el único sitio donde había lugar, era en la barra, junto aquél señor tan misterioso que la observaba sin quitarle ojo de encima.
No sabía que hacer. Dentro de veinte minutos le tocaba bailar de nuevo, y si se iba lo más probable era que la despidan. Pero por otro lado aquel tipo que tanto la miraba le daba un poco de miedo, no quería sentarse junto a el.
Pero tenía que elegir: sentarse junto aquél tipo de malas pintas o perder su empleo y terminar pidiendo limosna por las calles de Hogsmeade como Lucius Malfoy.
Como veía la segunda opción más desagradable y deprimente que la primera, cogió su jarro de cerveza de mantequilla y fue a sentarse junto aquél tipo. La túnica negra del misterioso encapuchado escondía unos tacones amarillos horrendos y unos calcetines de corazones.
El hombre la miró y ella volvió a sentirse incómoda. Pudo ver como alargaba una mano blanca como la nieve, con dedos largos como arañas, y uñas pintadas con brillos de color café, al jarro de hidromiel.
Ella lo observó por unos momentos. Ese señor le daba algo de miedo, era muy extraño, no le parecía normal. Incluso tenía pinta de gay.
En ese momento, veinte encapuchados entraron al bar y comenzaron a lanzar sus hechizos y maldiciones.
- ¿No puedes tener más cuidado? ¡Me has roto una uña!- se quejaba uno de los encapuchados dándole una patada en la espinilla al que tenía a su lado.
El encapuchado que estaba sentado junto a McGonagall la cogió del brazo y se la llevó fuera de Las Tres Escobas. Ella forcejeó pero le fue imposible ya que el hombre le apretaba mucho.
Salieron y aquel misterioso encapuchado se la llevó lejos de allí, estuvieron como más de diez minutos caminando, ella no se atrevía a hacer nada por miedo a lo que podría llegar a sucederle. El encapuchado se paró de repente, la agarró de la cintura y la besó. Ella quiso soltarse, pero le fue imposible. Encima el tipo besaba fatal, además de que tenía olor a perfume de Barbie, sintió infinita asquerosidad en ese instante.
Cuando el encapuchado misterioso la soltó, se sacó la capucha. Minerva pegó un grito:
Era Lord Voldemort.
* * * * * FIN DEL CAPÍTULO 1 * * * * *
Espero que os haya gustado.
Por favor, dejadme reviews para saber si os ha gustado.
^o^ DjGryffindor ^o^
