Bff... Hacía mucho tiempo que no publicaba nada! Se que tengo una historia pendiente por actualizar pero de verdad que tengo problemas para continuarla :( se me ocurren muchas ideas pero ninguna que sirva de continuación -.-

Esta vez traigo un EdxWin que son una de mis parejas favoritas aun que me cuesta escribir sobre ellos. Aquí esta la prueba :') Es la primera vez que escribo sobre ellos, espero que os guste ^^

¡Dos años! Dos largos años pero por fin había vuelto a casa. O a algo a lo que le podía llamar hogar. Mientras caminaba sonrió como un estúpido, pues estúpido había sido al no darse cuenta antes. En esa casa le habían dado una pierna para caminar y un brazo para luchar. En esa casa siempre había alguien que velaba por ellos cada vez que marchaban, y que los recibían con alegría cada vez que regresaban. Observaba los campos y praderas según iba caminando. Gente que se cruzaba y le saludaba con cariño, o con algún comentario como: "¡vaya, si que has crecido!", cosa que le ponía de los nervios y le sacaba una sonrisa por igual. Ya podía distinguir a lo lejos la amarillenta casa, el árbol donde jugaban, la colina donde solían hacer carreras, el camino al rio donde iba su hermano cada vez que se sentía triste, desolado. Al menos él tenía un lugar. El mayor simplemente se enfadaba con el mundo y acababa recibiendo un golpe de la estúpida llave inglesa de Winry.

Winry…

Pensar en ella le recordó aquel día en la estación de tren, donde se confesaron sus sentimientos de la forma más absurda habida y por haber. Se golpeo la cara con la palma de su mano derecha. ¡Ni si quiera la había besado! Era un idiota. ¿Luchar contra homúnculos? Chupado. ¿Hacer a Mustang Füher? A regañadientes admitió que fue satisfactorio. ¿Viajar por el mundo sin alquimia? Un reto que debía tomar con fuerza. ¿Confesarle tus sentimientos a la mujer que amas, la cual es tu mejor amiga? Antes tenía una cita con Havoc. Le avergonzaba saber que él, el gran alquimista de acero, Edward Elric, se sentía cohibido ante lo que su mecánica provocaba en él. Acostumbrado a no meter el corazón en sus asuntos, tardó bastante en darse cuenta. Pero merecía la pena. O eso pensaba él. Hoy sería la primera vez que la veía desde hace dos años. Mentiría si dijera que no estaba ilusionado. De verdad le alegraba el hecho de poder estar con ella como algo más que su amiga de la infancia.

Finalmente había llegado. Den ladraba su llegada con alegría, como si realmente entendiera lo que hacía, el peligro al que se exponía cada vez que se marchaba y de las lagrimas que soltaba la rubia cuando nuevamente le dejaba sola. Escuchó la puerta abrirse y cuando levantó la mirada encontró unos ojos celestes que contemplaban los suyos. Se levantó dejando de jugar con Den y dando unos pasos hacia delante, a la vez que ella bajaba los pocos tramos de escalera que los separaban. Estando ya a pocos centímetros de distancia la chica le brindó una brillante sonrisa que hizo que su corazón le diera un huelco.

Bienvenido a casa, Ed. – Dijo solamente antes de ajuntar sus labios con los de él.