Disclaimer: Ninguno, absolutamente NINGUNO de los personajes que aquí aparecen son de mi invención, sino de la imaginación de otros que para que nombrarlos si ustedes ya saben a quienes me refiero.
Antes de empezar diré que esta es una forma de hacer las paces con un personaje al que no le he tenido mucha estima: Ginny Weasley, pues no me agradó mucho la idea de que terminara ella con Harry, pero viendo fríamente el asunto, admití que es un buen personaje femenino, con mucha fuerza y carácter. No es una historia de romance, sino de aventura y humor. Draco Malfoy estaba contemplado al principio, pero decidí hacer algo distinto, a ver que resulta….
En busca de la Ciudad Perdida, la Sirena de Fuego y la Fuente de la Vida...
Capítulo I
Que habla de los hechos y como acontecieron para que diera inicio tan absurda aventura.
Agitó el objeto en sus manos y casi al instante lo abrió. No pareció quedar convencido. Volvió a repetir el procedimiento y nada. Ahí de nuevo. Maldijo entre dientes y cerró el objeto pensando, tenía que encontrar la forma. No podía ser que de nuevo no supiera lo que quería, o, tal como lo había dicho la tía Dalma (Calipso a final de cuentas), lo sabía pero temía reclamarlo como suyo. Agitó la cabeza negando. Eso estaba en el pasado y ahora tenía un objetivo muy preciso: quería la inmortalidad a toda costa. "El inmortal Capitán Jack Sparrow" murmuró con deleite. Pero mientras esa maldita brújula siguiera confundida no iba a funcionar nada de lo que intentara. Fijó su vista en el mar, verde azulado e inmenso como los misterios que albergaba. Formando olas que se rompían delicadas contra las rocas, con una suavidad cadenciosa. Cadenciosa y sensual como los movimientos de una mujer.
"Sensual como una mujer" masculló entre dientes con sorna, repitiendo los pensamientos repentinos que le asaltaban – necesito con urgencia ir a Isla Tortuga – se dijo ahora en voz alta, pensando en las mujeres reales y más palpables (muchísimo más palpables) que ahí podría encontrar.
El mar arreció su fuerza, las olas, momentos antes cadenciosas, se volvieron poco a poco más irascibles. Miró el cielo extrañado. No había señales de tormenta. Con un rápido vistazo evaluó las olas, evaluó el cielo, y comprendiendo de golpe el significado, se dio media vuelta dando pasos cautelosos con la intención de internarse en la isla.
- Hola sobrino. - Murmuró una voz voluptuosa y suave a sus espaldas. Crispó los puños, deteniéndose con gesto trágico y pensando "maldición". Se volvió despacio, precavido, y al ver a la mujer que lo miraba con astuta malicia a unos cuantos pasos de él, sonrió forzadamente – ¡Tía Dalma! ¡Cuánto tiempo! ¡Qué agradable sorpresa! Veo que te ha sentado bien… el mar, claro, como no habría de sentarte bien el mar si tú eres el mar, es tan lógico, claro, pero también las sirenas son del mar y ellas tienen ese olor, ya sabes, pero tú…
- ¡Basta, Jack! – gruñó la mujer y Sparrow calló de golpe. La mujer había estado mirándolo todo el tiempo sin dar la impresión de creer en su falsa galantería. Jack sonrió de nuevo, y la mujer arrugó la frente con desconfianza – veo que no cambias.
- Claro que no, tía Dalma, soy el mismo Jack de siempre…
- Ya veo – dijo la mujer – aunque es difícil precisar si eso es bueno o malo…
Jack examinó la situación. La presencia de Calipso no podía augurar nada bueno. Sería mejor ir actuando con cautela, no hacerla rabiar.
- Bien tía Dalma, me ha dado un enorme gusto el verte, pero ¿sabes? – dijo con expresión de fingido apuro – tengo cosas que hacer, en la isla, tú sabes, conseguir víveres y todo eso…
- No tienes el Perla. – Atajó la mujer y Jack hizo una mueca que intentó hacer pasar por sonrisa.
- No, eso debo agradecérselo una vez más a Barbossa, y a ti, supongo, por haberlo revivido…
- De no haberlo hecho tú seguirías en los terrenos de Davy Jones y yo seguiría atrapada en ese cuerpo humano, pero ahora, tú estás aquí y yo soy libre.
- Si, es tan maravilloso… y a propósito ¿qué con Davy Jones? Supongo que ya que se lo tragó el mar, o sea tú, ambos son completamente felices…
Los ojos de la mujer relampaguearon mientras Jack mascullaba "eso no estuvo bien" comprendiendo su error. Pero fue momentáneo, Calipso, al instante, recuperó su sonrisa llena de dobles intenciones.
- Hemos tenido… - habló haciendo pausas – ciertas dificultades para ello. No prevenimos ciertos detalles.
- ¿En serio? – Preguntó Jack curioso – cuánto lo siento, me gustaría ayudarte tía Dal…
- Oh, de hecho lo harás – interrumpió la mujer y Jack la miró con alarma.
- ¿Lo haré? – preguntó confundido.
La mujer se acercó, llevando en sus movimientos el serpenteo del mar. Jack se puso en alerta, pendiente de lo que la diosa pudiera decir.
- Gracias a los siete Lores Piratas estuve prisionera por un largo tiempo, eso, querido sobrino, no fue nada agradable – dijo quedando frente a él.
- Tienes toda la razón, estuvo muy mal lo que te hicieron y, si me permites decírtelo, yo siempre estuve de tu lado…
- Si eres pirata no podrías estar de mi lado, Jack…
- Vamos querida tía, no puedes ser tan rencorosa, esas cosas pasan – aclaró Jack caminando alrededor de ella con su peculiar estilo - de pronto tienes amigos, de pronto no, de pronto tu tía favorita puede revivir a uno de tus enemigos que te quitará tu preciado barco, y, de pronto una bola de rufianes pueden encerrarte en un cuerpo humano, ¿qué vamos a hacerle? ¡La vida sigue!
Calipso lo miró con una sonrisa burlona, y ante la sorpresa de Sparrow, indicó – estoy de acuerdo contigo, Jack – el aludido arrugó la frente preguntando extrañado "¿lo estás?", mientras la mujer siguió hablando – sí, lo estoy, por eso mismo he venido a buscarte, necesito tu ayuda.
- ¿Ayuda? ¿Qué tipo de ayuda y para qué? – quiso saber Sparrow, mientras la mujer guardaba un pequeño espacio de silencio.
- Quieres la inmortalidad Jack Sparrow – comenzó la mujer con solemnidad – para ello, necesitas el Agua de la Vida, ir en busca de la Fuente de la Juventud. No es un viaje sencillo Jack, y menos si no cuentas con un barco apropiado – dijo negando con el dedo índice frente a él mientras Jack lo seguía con la vista – tú quieres algo, yo también, y aunque diosa, no puedo tenerlo todo tan fácilmente. Al tragarse el mar a Davy Jones su cuerpo desapareció en las profundidades del más allá, en los terrenos de Poseidón y no pude evitarlo. – Hizo una pausa evaluando que decir y luego continuó – Poseidón y yo no tenemos una relación muy amistosa. Problemas… sentimentales, podríamos decir. No puedo bajar y decirle simplemente que me lo devuelva, porque, obviamente, no lo hará. Eso, como comprenderás, me pone muy triste, por eso pensé, que tal vez tú podrías ayudarme.
- ¿Qué? ¿Quieres que baje a las profundidades del mar, pelee con Poseidón y traiga a tu querido Davy Jones? Disculpa tía Dalma pero eso no…
- Tranquilo Jack, no tendrás que hacer eso, hay otra forma.
- ¿Ah, sí? ¿Cuál? – preguntó Jack muy seguro de que nada de lo que dijera Calipso iba a ser sencillo.
- Traerme a la Sirena de Fuego.
Jack la miró perplejo – si claro, la Sirena de Fuego, es tan sencillo, sólo que hay un problema, no se donde demonios conseguir una maldita sirena de fuego, es imposible cazar una sirena, claro, en dado caso que sobrevivas a su embrujo, cosa que no es por presumir pero lo he hecho – dijo muy circunspecto – pero, como decía, es difícil cazarlas, y no hay muchas, y de las pocas que conozco, ninguna es de fuego, quizás por el agua, supongo, entonces… - una idea pareció cruzar por su mente- al menos, claro, que no sea una sirena literalmente ¿se trata de una estatuilla? - Preguntó.
Calipso dejó escapar una risa divertida y enigmática, siendo ella quién ahora caminara a su alrededor hablando en un suave susurro, lleno de voluptuosidad y advertencia – Joya. Tesoro. Embrujo y gracia, suavidad y belleza, llenas de fuerza y atracción, encantadoras y sensuales, perdición de los hombres y misteriosas como el mar. Una sirena es un hechizo en sí misma. Poseidón perdió la suya hace mucho, esa, su joya tan preciada. Yo le doy su tesoro, y él me devuelve a Jones.
- ¿Así de sencillo?
- Así de sencillo querido Jack, y no te desviaré del camino – Se acercó un poco más a él – vas en busca de la Fuente de la Juventud, a beber el agua de la vida, vas, entonces, en busca de la inmortalidad en la llamada Ciudad Perdida.
- Vaya, en verso.
- Así es Jack, un verso lleno de buenos presagios, al menos si lo consigues, si logras llegar. Ahí hay un navío – murmuró Calipso señalando hacia el lado oeste de la costa – es rápido y poderoso, aunque jamás será como el Perla, pero te servirá en tu viaje junto con los vientos favorables que te otorgaré, y será más cómodo que viajar en una inútil barca como lo has estado haciendo. – Tomó su mano y la frialdad de su tacto le causó escalofríos – Recuerda que soy el mar, y el mar es sólo uno. Te doy esta pista, perteneció a Poseidón, te ayudará con el rumbo a seguir, aunque no de la misma forma que tú brújula.
- He tenido problemas con ella- aceptó – creo que ya no sirve.
Calipso se posó sobre su hombro, dejando su rostro y su aliento marino muy cerca del rostro de Jack – claro que sirve Jack, pero no encuentra cerca de aquí lo que más deseas – bajó la voz hasta convertirla en un suave murmullo – tráeme a la Sirena de Fuego, Jack, y yo te daré lo que más deseas.
- ¿La inmortalidad?
Calipso volvió a reír con suavidad – también eso – dijo y ante la sorpresa de Sparrow, se disolvió y se derramó en la arena, volviendo al instante al mar con ayuda de una ola.
Jack se quedó ahí, mirando hacia el barco que Calipso le había regalado, tratando de analizar que tan buena era la oferta que ella le había ofrecido y si había alguna trampa en todo eso. De pronto reparó en aquello que seguía frío en la palma de su mano y lo observó, era un viejo medallón de oro partido a la mitad, con extraños símbolos grabados en él. Suspiró resignado.
- Bien, que se le va a hacer, no todos los días se tiene la ayuda de una diosa – se dijo en voz alta guardando el medallón en su bolsillo – encontraré la estatuilla y se la daré a Calipso. Y después ¡bienvenida inmortalidad!
Y acomodándose el sombrero se dirigió con paso sinuoso rumbo al barco.
