Ninguno de los personajes me pertenece, excepto la presencia de uno que otro OC. Los lugares, nombres, entre otros, son obra del gran George R.R Martin y su obra maestra, Canción de Hielo y Fuego.


¡Qué miserable se convirtió en cuestión de minutos! Corriendo desnuda por el bosque con el fin de que las perras no la despellejaran viva, tal y como Ramsay le advirtió con una maligna sonrisa. Había logrado escapar de ellas, al menos por el momento, sin embargo, sollozó, lamentándose por su desdicha e humillación a la que estaba siendo expuesta; llegó incluso a pensar en morir, pero no bajo las fauses de las bestias de Bolton. Se agachó sobre un pequeño estanque, donde podía ver a través del reflejo los rasguños que las ramas habían hecho en sus hombros desnudos, así como pequeños cortes en su pálido rostro, como si fuesen hechas por las garras de un animal sediento de sangre. Yessia se incorporó y comenzó a caminar con torpeza sobre el estanque, haciendo una mueca de dolor, puesto que el agua fría acariciaba las plantas de sus magullados pies a causa de las espinas que atravesaban la carne. Levantó una pierna, intentando conservar el equilibrio y extrajo unas cuantas espinas, manchando sus dedos regordetes de sangre; repitió el mismo procedimiento con el otro pie, con la respiración acelerada y con sus sentidos en alerta. De pronto, unos pececillos mordisquearon sus dedos con suavidad, pero no gritó hasta que uno de ellos comenzó a dar pequeños mordiscos sobre sus heridas. Y entonces, la cacería comenzó de nuevo. Su exclamación de dolor atrajo la atención de las mascotas del bastardo de Roose Bolton. Podía escuchar como sus patas pisoteaban las hojas secas a su paso y su jadeo acelerado impregnado de una sed asesina que se reflejaba en sus ojillos oscuros y perversos.

Aceleró el paso, brincando sobre el agua helada acrecentando el dolor de sus pies, pero aquello no le importaba, ellas ¡Las chicas de su señor estaban acechando de nuevo! Iban a toda velocidad tras de su carnada, la desdichada escabulló debajo de unos troncos delgados que entrelazados formaban un puente y cuando lo atravesó se topó con una serie de arbustos y vástagos que cubrían las faldas de los pinos, que a sus ojos resultaban su última escapatoria.

—Sube, sube—se dijo así misma, a pesar de que las heridas de sus pies empeoraban al hacer contacto con las ramas. Estaba llorando, con la frente empanada en sudor y sangre, que se mezclaba con las sigilosas lágrimas que caían por su rostro.

Había escalado un buen tramo, de modo que cuando los encolerizados animales llegaron al sitio donde se hallaba, no pudieron alcanzarla.

—Hediondo, ¿Dónde estará esa ramera campesina?—lo escuchó gritar, fingiendo no verla aferrada al árbol con toda su fuerza—¿Acaso no ves que están hambrientas y ansiosas de comer su putrefacta y grasienta carne? ¿dónde estará, Hediondo?—soltó una carcajada llena de desprecio, mostrando su sonrisa demente, mientras observaba a sus perras que olisqueaban la sangre, rasgando la corteza del árbol, aunque sin éxito de poder escalarlo.

—Está ahí, mi señor, ahí— el demacrado hombre la señaló tembloroso, dejando entrever que le faltaban un par de dedos.

—Hediondo, tu señor quiere preguntarte una cosa— resopló el bastardo, mirándolo con aquellos maquiavélicos ojos de un pálido azul— ¿Jugamos?— se dirigió a su sirviente, mirando a su presa que lloraba entre el ramaje—¿Quieres jugar, Hediondo?—repitió con sorna.

—Sí a mi señor le complace— "Sirve y obedece. Juega según sus reglas" pensó—Sí, quiero jugar—repitió Hediondo, con una torcida sonrisa que mostraba los huecos donde se supondría estarían los dientes faltantes.

—Muy bien, Hediondo, muy bien—Ramsay Bolton asintió complacido—Dime qué parte de su miserable cuerpo quieres que atraviese. Esas serán las reglas del juego, elige y disparo—musitó, extrayendo una flecha del carcaj de cuero que colgaba de su espalda. Sus chicas ladraban encolerizadas, mientras que Yessia lloraba silenciosamente.

—Una pierna, señor. La derecha— Hediondo apenas podía mirar a la chica, porque sabía que le esperaba una muerte inminente. Ramsay gozaba con el dolor ajeno y él lo sabía mejor que nadie. Theon Greyjoy recordaba bien las torturas a las que había sido sometido, por ende, hasta sentía que quizá Yessia tendría más suerte que él; una muerte rápida era preferible a una vida miserable, repulsiva y a costa de vivir bajo el mismo techo que Bolton y sus hombres, Pero Hediondo ya no era más un Greyjoy, o al menos se obligaba a pensar así. Su señor lo desollaría si tan solo supiera lo que habitaba en sus pensamientos. Para ello se decía a sí mismo "Soy Hediondo, que rima con monstruoso" Sí, un monstruoso que deseaba que Ramsay acabara de una vez por todas con aquella pobre muchacha, pero no tan pronto, porque sospecharía de sus intenciones.

—¡Piedad! ¡Piedad! ¡Suplico piedad!— comenzó a gritar Yessia, cuando la flecha penetró el vientre por el lado derecho. La sangre brotaba de la herida como si fuese una casacada roja que caía por sus muslos. Sin duda, el dolor era insoportable y la pérdida de sangre hacía que perdiera fuerzas. Y entonces, cayó de espaldas contra un arbusto, golpeando la pate posterior de su cabeza dejándola casi inconsciente. Hediondo tan solo esuchó un apagado gemido y los gruñidos de las perras que comenzaron a morderla sin reparo. Ramsay Bolton no sonreía, parecía insatisfecho con el final de su presa. —Esperaba que el juego durara un poco más. Vamos, Hediondo, buscaremos a otra presa—terció con una mueca.

Se encaminaron a través del bosque hasta que llegaron al sitio donde Ramsay dejó a Sangre. El animal relinchó al ver a su amo, quien a su vez desató la cuerda que lo tenía enroscado a un pino torcido. El bastardo lo montó, dejando a Theon a cargo del carcaj y de las perras que los alcanzaron con las fauses empapadas en sangre. Andaron por un sendero de hojas resecas y troncos caídos; Ramsay comenzó a silbar "Las lluvias de Castamere" durante el último tramo de su recorrido hacia Fuerte Terror. El Río de las Lágrimas se abría paso ante ellos, dándoles la bienvenida a la fortaleza de la casa Bolton que se encontraba cerca de los límites del rí castillo oscuro y maldito se eregía ante ellos. Sangre relinchó nuevamente, al ver a los hombres de su amo acercarse. Helicent, una de las perras de la manada, mostró sus filosos y ensangrentados colmillos cuando un hombretón fornido, con su barba castaña hasta el pecho se acercó a Ramsay con un hacha manchada de sangre a cuestas. El bastardo descendió del caballo y con una brusca cabeceada le indicó a Hediondo que controlara a Helicent y a las demás perras.

—Mi señor, encontré al hijo de un campesino robando en la armería. Le corté una mano con la misma hacha que había tomado y lo encerré en uno de los calabozos— relató el hombre. Ramsay sonrió satisfecho.— Al parecer quería vendérselas a unos bandidos, pero si le complace, puedo terminar con él de una vez por todas—.

—No. A los ladrones hay que darles su merecido castigo. Desollaremos sus dedos y lo demás lo dejaré en tus manos— los presentes comenzaron a asentir, aprobando la decisión de Ramsay—¿alguna otra cosa?—

—Sí, mi señor— se adelantó un adolescente que tenía unas cicatrices en las mejillas y el cabello como la paja—En la caballeriza se encuentra una chica escondida. No quiere salir de ahí e insiste en quedarse a trabajar aquí.—

—Llévame con ella. Hediondo, ven tú también. Al parecer tenemos una nueva presa para jugar— bramó desdeñosamente, ansioso por conocer a quien sería su nueva víctima para jugar una vez más.


(N/A) Es la primera vez que escribo algo así y no solo eso, se trata de mi primer fic de esta increíble saga. Esto fue un verdadero reto para mi, porque jamás había redactado una historia como esta y debo reconocer que tampoco creí escribir algo sobre Ramsay.

En gran parte gracias a la serie y otro tanto por los libros, que decidí retarme a mi misma y experimentar con este personaje tan oscuro, sádico y tan extremista ( junto con Joffrey, de los pocos personajes que no tienen medias tintas en su personalidad, son crueles por naturaleza jaja pero le doy las gracias a los respectivos actores que los interpretaron por su excelente manera de personificarlos)

¡En fin! Aclaro que no estoy a favor de las practicas violentas y demás cosas que mi mentecilla imaginó para este fic.

¡Muchas gracias por darse el tiempo de leer!

Saludos y un abrazo.