Hola a todos y a todas ;_; ¿Cómo están?...espero que bien. Empecemos:

· Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, sino a su respectivo autor y no estoy haciendo esto por fines de lucro ni nada, sólo por entretención mía y de los que me leerán.
· Parejas: US/UK, Alfred/Arthur, etc.
· Advertencia: Influencias francesas, chocolate y celos.

Este fic más que nada es como para decir: "Sí, aun estoy viva", ya que no he tenido tiempo últimamente pero pronto escribiré. ¿Se preguntarán si no tuve tiempo para escribir, que es esta historia? Pues bueno, preguntas simples tienen respuestas simples, el capitulo ya estaba escrito de antes. Bueno, espero que les guste... y si alguien de los que lee este fanfic leyó alguno otro mió tratara de apurarme y hacerme time ¿Bien?. Sin más espero que les guste.


Chocolate: Es un alimento que se obtiene mezclando azúcar con dos productos derivados de las semillas del cacao. La pasta de cacao y la manteca de cacao.
Gracias a esto se puede producir el chocolate, pero a veces se combina con diferentes productos para dar algún otro gusto, tales como leche, almendras, pasas, entre otros.
No se conocen con certeza los orígenes del árbol de cacao (Theobroma cacao). Algunas teorías proponen que su diseminación empezó en las tierras tropicales de América del Sur, de la cuenca del río Orinoco o el río Amazonas…

—¿América? ¡Hey, América! —dijo el francés quitándolo de sus pensamientos al americano.

Alfred tuvo que dejar de pensar en su casi memorizada información del chocolate proveniente seguramente de Wikipedia.

—¿Qué sucede Francis? —preguntó mientras se llevaba un trozo de chocolate casero en forma de corazón a su boca.

La mesa yacía llena de ellos. De variadas formas y tamaños, algunos caseros, otros comprados en tiendas.

Habían elegantes en finas cajas forradas de un papel dorado en los bordes con un plástico blanco en el centro que dejaba ver alguno de esos manjares. Pequeños, en formas de rosa, alguno que otro en rama. Sus figuras eran realmente variadas, iban desde un simple corazón, a lo que era un intento de pudín de chocolate, o quizá no era un pudín…si no que sólo tenía una forma espantosa que atentaba con derretirse.

Ese sólo significaba un día en especial, este era el día de San Valentín o día de los enamorados.

Francia por su parte ni siquiera se molestó en llevarlos en las manos, eran casi o incluso más que los del muchacho, algo que podía sacarle en cara pero no iba a arruinar el "día del amor", era su día después de todo. Debería llamarse, "San Francis" en su opinión. O día de Francia.

—¿Celebrando san Valentín? —preguntó curioso con una sonrisa picara. — ¿Con quien de todas estuviste más tiempo?, o debería decir, "con quien de todos" —refiriéndose a la estancia del muchacho norteamericano con alguien de su mismo sexo.

El muchacho extrañamente pensó la pregunta para luego teclear el notebook cercano a él para colocar una cara medianamente alegre al encontrar lo que deseaba comenzando a leer mientras ojeaba a Francia.

Hace mucho tiempo en Francia era costumbre francesa para el día de San Valentín que las mujeres jóvenes fueran a una casa y los hombres jóvenes iban a otra, justo enfrente de la casa donde estaban las mujeres. Entonces ellos se llamaban por las ventanas. Al final si el hombre no se sentía atraído por su compañera, la abandonaba. Más tarde, las mujeres encendían una hoguera e insultaban y quemaban fotos de los hombres que las habían abandonado. ¿Qué romántico, he?— dijo recitando información antigua del francés con una sonrisa mientras se metía otro chocolate a la boca.

—Podrías dejar ya de mirar Internet, no deberías creerle todo a la red Jones—comentó con una fina gracia pero algo perturbado por lo dicho. Pero todo el mundo ya sabia como era Francis, aun que muy bien si llegara a amar a alguien no lo abandonaría tan fácilmente

El menor continúo ojeando su Notebook mirando la hora al costado inferior derecho de este. Movió los ojos con rapidez abriendo tres pestañas nuevas, uno a su correo, otro a un link, y el último simplemente en google.

Bufó un poco al ver que no le había llegado lo que se supone que recibía casi por costumbre.

El francés tomó asiento en una de las sillas y se apoyó en ésta mirando desganado al menor que seguía en aquel computador a pesar del hermoso día que hacia afuera, que forma de desgastar su día. Estaba sentenciado a ver a ese estadounidense comer kilos y kilos de hamburguesas diarias, a ver como miraba su computador por horas, jugar juegos sangrientos, de los Rugrats (¿Serie de aventuras de bebes?)… de Indiana Jones en lego, de Star Wars en lego ¿Qué cosa no sacaban en lego?, entre muchos otros por unas cuantas semanas más.

Maldijo el tiempo que tenía que pasar con Alfred sin contar que no podía "hacer" nada con él. Casi llegó a apostar que el muchacho era asexual o simplemente había creado otra tendencia sexual ¿Una hacia a la hamburguesas quizás?

El chico se levantó y se rascó un poco la parte de atrás de la cabeza para luego bostezar y mirar hacia los lados, casi parecía que olvidara que el majestuoso y muy llamativo Francia estaba a su lado.

—Me iré a dar una vuelta—le comentó tomando unos cuantos chocolates guardándoselos en los bolsillos

—¿Puedo irme yo también? —pregunto Francia un poco cabreado

—Claro. Nadie te obliga a quedarte.

—Tu jefe de estado sí…

—¿Dijiste algo Francis? —preguntó volteando antes de salir.

El francés desvió su mirada hacia al muchacho y respondió sólo con un leve "no". Apenas se fuera el norteamericano saldría de esa habitación. Estar allí era un suplicio, además que tenia que festejar la celebración del día del amour como era debido. Molestando a los demás países y muy posiblemente a un muchacho de nombre "Arthur".

Ya habían pasado al menos 20 minutos desde que USA se había retirado de ese lugar, definitivamente podría hacer de las suyas.

Antes de despedirse saludo con un coqueto gesto a un montón de mujeres que estaban pegadas a una ventana. Rasguñaban histéricas tratando de abrir el grueso cristal. A cualquiera persona le hubiera dado miedo aquellas muchachas, parecía que querían carne o matar a alguien, pero a Francia no le pareció así, más bien le pareció "felino", "salvaje", algo muy estimulante.

En ese momento junto a Alfred…

El muchacho caminaba…y caminaba, y siguió caminando por un espacio no muy grande. El creía más o menos que había pasado 17 veces por la puerta del baño y unas 12 por la puerta de juntas.

La fuerza de la costumbre era fuerte, y quería encontrarse con alguien para que se cumpliera aquella tradición, ¿El problema era dónde se había metido?, había pillado a Canadá antes que a quien esperaba (de las 37 veces que se lo encontró lo reconoció 4, estaba mejorando debía aceptar.)

Hasta que al fin lo encontró, casi sonrió al verlo y saco un chocolate de su bolsillo y comenzó a masticarlo.

Era el inglés, venia con una cara serena y tan perfectamente ordenado como siempre pero esta vez con un traje un poco menos formal si no usual de colores predominantemente oscuros destacando unas extrañas líneas rojas y negras. Se había quitado miles de años encima literalmente, incluso parecía un muchacho común y corriente.

Alfred dejo de mirar esto y extendió su mano a palma abierta con una sonrisa esperando al británico. Éste miro algo confundido. Ojeó por arriba y por debajo la mano del muchacho tratando de saber que era lo que este se proponía o quería decirle, pero no pudo y continúo con su camino pasando del norteamericano.

El estadounidense se volteó después de un rato sin entender ¿Lo había ignorado?...no, eso no era, nadie podría ignorarlo a él, se trataba de otra cosa. Seguramente Inglaterra estaba esperando hasta más tarde para darle su chocolate, no es que Alfred fuera fanático o amante de los chocolates ingleses, sólo que su mente ya estaba acostumbrada a recibir uno de parte del británico año tras año.

Decidió ir a la sala de reuniones, aun faltaba tiempo para que comenzara pero no tenía nada mejor que hacer. Podría irse a divertir a su fantástico país pero la junta era en Paris, Francia, sin decir que si tiene que irse a su país tendría que llevarse consigo a Francis, no le caí mal ni nada, hasta le había ayudado con el tema de su independencia pero un día como ese no era muy bueno con Francia sin contar que por mucho, muchooo que le costara aceptarlo y aun no lo conseguía el francés era un poco más popular en su propio país…los Estados Unidos, cuando le venia a visitar.

Muchas cosas en si le decían que era mejor llegar más temprano y también irse más tarde.

Llegó a la sala, Corea del norte y China parecían tener una discusión, inconcientemente al ver a ellos dos le recordó a Arthur, más le valía que se apurara. A pesar de que tan sólo era "la fuerza de la costumbre", él estaba esperando a que Inglaterra le obsequiase.

Rusia estaba en un rincón junto con Bielorrusia. Parecía que ambos estuvieran jugando con unos cuantos juguetes…de seguro a petición de la menor. La muchacha sostenía una muñeca y extrañamente su hermano también.
Bielorrusia no era una muchacha que solía jugar con muñecas, pero perturbadoramente los muñecos eran idénticamente iguales a ellos mismos y sin mencionar que la perteneciente a Bielorrusia poseía un traje de novia en miniatura bastante hermoso y elegante… y el muñeco que se parecía a Rusia uno de novio.

Pobre muñeco, pensó Jones con compasión, ya que la figurita superando la lógica de un muñeco sin vida y muerto "lloraba", extrañamente hasta el muñequito de él lloraba

—¿No quieres jugar a otro juego Bielorrusia? —preguntó con nerviosismo Iván mientras con un pañuelo secaba un poco la cara de la figurita de plástico que si pudiera hablar estaba seguro que expresaría algo como "sáquenme de aquí" o "ayuda", o al menos eso es lo que él diría en la miserable situación del muñeco.

—No hace falta hermano. Es tan divertido realizar una boda con estos muñequitos ¿No lo crees?. Las bodas son hermosas…—mencionó Bielorrusia mirando fijamente a su hermano.

Rusia se estaba asustando, sabía lo que se proponía su hermanita, y no faltaba mucho para que la situación se pusiera terrorífica.

—Sí, estaré allí. Claro, ¡Eres el mejor! —escuchó mientras Inglaterra entraba a la sala hablando por teléfono.

Tomó asiento en el mismo lugar de siempre pero una extraña esencia lo envolvía, estaba alegre, sereno, hasta "satisfecho" se podía decir.

—Ajajajaja… ¡Pues claro!, ya te lo dije, no puedo fallarte…

El americano seguía escuchando la conversación. Le comenzaba a agarrar interés ¿Con quien Inglaterra se podría llevar tan bien? e incluso esa risa, no es como si a él le importara mucho, se decía a sí mismo, sólo era algo "inusual" verlo tan alegre hablando con otra persona. Otra persona…¿Con la que se divierta? pensó el norteamericano con algo de tristeza, no le agradaba para nada esa idea.

—Mmmm, sí, muchas gracias. Ajam—seguía contestando con una liviana sonrisa en su rostro a medida que hablaba—Bien, nos estaríamos viendo…I love you, too

—Cof! Cof! —tosió junto con unas leves arqueadas el americano al atorarse con lo que estaba comiendo.

Bien, eso si que había logrado desencajar a América a tal punto que se atoró peligrosamente con el pedazo de chocolate que estaba comiendo botándolo unos20 metrosfuera de aquella sala ya que había hasta roto una ventana el intrépido dulce de cacao.

—¿Qué sucede America? ¿Se siente bien, aru? —pregunto china a quien lo seguía de cerca Corea también preocupado por el estadounidense.

Hasta Inglaterra volteó para ver si ya estaba bien el americano.

—¿Te encuentras bien Alfred? —preguntó el británico levantándose de su silla hasta donde se ubicaba el menor.

—Cla-claro—respondió agitado con una sonrisa algo forzada principalmente al inglés.

Los chocolates de hoy en día, deberían ser considerados una amenaza, casi atentaban con la vida de Estados Unidos después de todos pensaban algunos países. En ese preciso momento iban entrando España y Francia hablando bajo mientras se reían un poco. Tal parecía que el francés estaba hablando un poco sobre su país, después de todo estaban en él.

—Mon amour ¿Cómo vamos con este día tan especial? —recitó en coro el francés apenas entrando a Arthur.

Para sorpresa de Alfred más que ninguna el británico no pareció enojarse ni alterarse en lo más mínimo, es más, hasta le sonrió. ¿Qué le pasaba a Inglaterra ese día?

Tuvo cuatro racionamientos uno más tonto que el otro:

1. Se había dado un buen golpe en la cabeza mientras cocinaba.
2. Sus ilusiones tomaron poder político y atentaron contra su propio jefe de estado.
3. Sus scones sabían bien (esta no tanto para Inglaterra si no que sería extraño para Alfred y por una razón algo "mística" causarían el cambio en el británico).
4. Se lo había raptado un pariente de Tony y lo habían cambiado por otro Arthur.

Botaba por la 4 el americano, luego le iría a preguntar a su amigo.

Japón también llegó algo agitado a la junta. Llevaba unas cuantas bolsas con diseños animado a los costados, no parecía muy importante el contenido de las bolsas pero para el asiático lo eran ya que las dejó con sumo cuidado al borde de la silla donde se sentarían.

Alfred quería pasar un poco el tiempo así que fue a ver a Japón a ver que contaba o si tenía nuevas actualizaciones para su industria tecnológica o de diversión.

—¿Y Angleterre, que te parece? ¿Suena tentador no es así? —le comentaba muy de cerca el francés al británico con aquella típica sonrisa picara en su cara.

—Mm…supongo. ¿Pero no es algo precipitado? —preguntó tranquilo el inglés.

—¡Para nada! tú sólo debes confiar en mí.

—¿Sabes desde cuando me dejaste de inspirar confianza Francia?

—¿Desde el siglo XIV?

—No—respondió inmutable.

—¿Desde que naciste? —intentó nuevamente.

—Exacto…—dijo con un leve asentimiento.

—¡Y como te iba diciendo Japón! —comentaba algo alto América ya que veía demasiado "cómodamente" conversar a Francia e Inglaterra, ¿Por qué él no podía? Más que nada lo que le enojaba es que sólo a él parecía importarle algo como eso.

Después de conversaciones algo subidas de tono, no por su contexto específicamente, sino por que prácticamente los países gritaban para hacerse escuchar por el compañero con el que charlaba y todo eso gracia al tono que comenzó a llevar el americano.

La junta había dado comienzo. Habían varios países importantes que se habían ausentados, entre ellos extrañamente el amante de las pastas. Y no estaba precisamente con Alemania ya que él si estaba presente en aquella reunión.

—¿La anorexia es un problema? —preguntó Estados Unidos en media de la junta.

—Pues claro, su último crecimiento mundialmente ha sido algo preocupante—dijo Japón con información apoyada con unos cuantos papeles. Él era uno de los países que tenia problemas con aquel tema últimamente

—Con que sí he…—susurró pareciendo entender, mas no era así.— ¿Define anorexia?

No es que el americano no supiera que era Anorexia, sino que en su país ese concepto no era muy preocupante aparte del sector "famoso" en si. Pero un problema que él sí tenía que ver se lo harían saber muy pronto.

—Hafff... no sirve de nada hablar este tema contigo América ¿Por qué no hablamos de la obesidad? —comentó Inglaterra pero sin rastro de indirecta o burla, sólo con la intención de que el norteamericano hablara de un tema que si llegaba a entender.

En eso Alfred dejo completamente de lado el chocolate y casi soltó un pequeño atraganto ante lo mencionado.

Sí, el junto con México y ni siquiera después de él, si no que antes de él tenían la mayor taza de "obesidad" entre los países, eso lo tenía más que presente, pero era cruel según él que se lo recordaran.

—Bu-bueno, eso es un tema que se está solucionando. Ya saben, estamos tomando medidas y todo eso…—comentó algo incomodo sin esa gran confianza que lo embarcaba siempre.

En el resto de la junta se desviaron todos los temas una y otra vez no dando una respuesta completa o una verdadera solución a ellos, pero los problemas que más notaban que se cambiaban poco disimuladamente eran los de España y los de Estados Unidos.
Un extraño dato anexo fue que en aquella junta el tema relevado como el "más importante, más urgente" fue la escasez de queso en Suiza, todos los países parecieron preocuparse extrañamente por este hecho.

Eran las 9 PM con 37 minutos y 26 segundos exactamente en el reloj Estadounidense.

¿Dónde está mi chocolate?, mi chocolate…mi chocolate…, pensaba triste y decaído Alfred, nunca pensó que en todo ese tiempo Inglaterra aun no se lo diera, ya le valían todos los que había recibido anteriormente, quería el de Arthur right now.

¿A dónde se habría metido Francia?, pensó también acordándose de ese hecho. Tenia que llevarlo consigo en el vuelo a Los Ángeles le gustara o no si no quería tener problemas con su jefe de estado.

—Francia— llamó al verlo pero se detuvo al notar que estaba en la sala conversando con alguien más. "Ese alguien", era Inglaterra.

Se acercó un poco para poder escuchar lo que conversaban, era sólo sana curiosidad.

Un...!Un chocolate!, sonrió al ver que Inglaterra llevaba un chocolate en sus manos, sabía que la costumbre de Inglaterra de darle aquella barra hecha de cacao no podía olvidarla. Pero esperen un momento,¡Aquí hay algo que no calzaba!, concluyó con notable asombro.

El inglés le estaba entregando la barrita a Francia ¡Le estaba dando su barrita a Francis!.

Se volteó y continuó hacia al aeropuerto algo deprimido, allí esperaría al Francés. Era patético, se apreciaba patético al sentirse mal al ver que el británico le daba aquel chocolate a alguien más. ¡Como si me importara! él no tiene obligación de hacerlo, ya que él y yo no somos…, pensó triste finalizando con un "nada".

El americano para olvidar este hecho se había auto-convencido de lo que le importaba en si era "el chocolate", no Inglaterra…así conseguía que le molestara menos. Recuperaría aquella barra de chocolate cueste lo que cueste.
Después de un prolongado tiempo se encontró con el francés, éste le preguntaba si sucedía algo, pero este lo negaba pero se le notaba la mala actitud con el francés.

Llegaron en un silencio incomodo hasta Los Ángeles. Guió al francés hasta su habitación y cerró la puerta de éste con él adentro.

—¡Oh dios! ¿Es esto una insinuación América? ¿Quieres aprender biología con Francia? Sabía que no podías sólo ver el computador y comer chocolate para San Valentín—dijo con una extraña sonrisa ya que:

1. "Extraño comportamiento y poco habla".
2. "Guía extraña hacia una habitación estadounidense de Los Ángeles no muy grande".
3. "Y no menos importante, carácter serio mientras cerraba la puerta con pestillo".

La única respuesta para Francia es que aquel joven muchacho quería aprender la maravilla del mundo francés.

—Devuélvemelo…—dijo con voz de ultratumba.

—¿He? —pregunto desencajado Francis.

—Devuélveme mi chocolate Francis—repitió con una voz algo monótona que prometía muerte a todo aquel que tuviera la desgracia de llamarse "Francis Bonnefoy".

—Yo no saber de lo que estás hablando…—dijo algo nervioso el francés preguntándose sobre la estabilidad mental del muchacho.

Extrañamente afuera del edificio se escuchaba el fuerte sonido del viento siendo cortado por las aspas de un helicóptero y el rugir de motores proveniente seguramente de muchos aviones de la fuerza aérea de los Estados Unidos.

—El que te dio Inglaterra—comentó esta vez algo más tranquilo Alfred.

El francés se sorprendió un poco acordándose de lo que podía estar refiriéndose la ex-colonia de Arthur.

—Ha ¡Te refieres a ese chocolate! —dijo con animo Francia encajando todo a una velocidad increíble, incluso la actuación del norteamericano.

—Sí ¿Ahora me lo darías Francia?, o si no tendré que decirle a mis queridos amigos que opinan al respecto—señaló para la ventana donde yacía fuerza realmente potencial y militarizada estadounidense.

—¿Te das cuenta que me tiras a la fuerza aérea por un miserable chocolate que además es dietético? —preguntó lógicamente.

—¿Dietético? — dijo con algo de duda. —Me da igual de que sea ¡Quiero ese chocolate! —dijo infantilmente.

—¿Seguro que es el chocolate lo que quieres? —preguntó con una sonrisa el francés casi sin miedo a pesar de que estaba rodeado por batallones y armas estadounidense dispuestas a matarlo por un chocolate semi-descremado dietético.

El americano torció un poco el gesto ante la pregunta—¿A qué te refieres?

—¿Te sientes mal porque Inglaterra no te dio un chocolate como cada año, no? —volvió a explicar.

—No…no es eso—dijo algo nervioso.

El francés sonrió, casi dejaba escapar una risa, él era el país del Amor, nadie lo podía engañar en ese aspecto, y Alfred estaba siendo más que obvio.

—¿Quieres que te diga como conseguir que te de uno? —volvía a dominar la conversación Francis.

El norteamericano agacho la cabeza mirando cabizbajo—Sí…—susurró bajo.

—Así se dice muchacho. Lo primero, saca a este tipo "x" de al lado mió, soy alérgico a las pistolas, más a las de calibre 10mm —dijo aun con una sonrisa a pesar de que un hombre vestido completamente de un terno negro algo así como "hombres de negro" le apuntaba con una pistola en la cabeza.

—Claro…

Alfred le decía al tipo "x" junto con gran parte de su armada que se retirara. Aceptar ayuda francesa podía ser peligroso, pero él sí había podido conseguir que Arthur le diera chocolate.

—¿No te importa que te lo de después de San Valentín?

—Yo sólo quiero el chocolate Francia…nada más particularmente—mintió, ya que sí quería recibirlo aquel día, pero ya era imposible.

Se pusieron a charlas un rato sobre aquello. Después de una larga conversación entre ellos dos…

—¿Entendiste? y no importa si te dice algo como, "detente", "ya no más", "¿Qué haces?", "me duele" . Eso es sólo una excusa para decir que le gusta.

—OK, mañana lo intentaré. Aunque aún no estoy seguro…—mencionó algo preocupado y hasta levemente sonrojado el menor—¿Seguro que con eso me dará chocolates?

—Chocolates y mucho más que eso pequeño…—le aseguró el francés con una sonrisa.


Bien, como ya dije gran parte de este fic ya lo tengo escrito, así que espero no tardarme mucho. En este fic saldrá gran participación de Francia, quien sabe si positiva o negativamente.

Y bueno en cuanto a lo que "aconsejo" éste a Estados Unidos, lo podrán saber en el siguiente capi, espero que les haya entretenidos... (Posdata: tienen derecho a mal pensar ¡Vamos, hablamos de Francia!)