He estado pensando en nosotros, en lo que sentimos y en la forma en que nos conocimos.
Fue en una fiesta en casa de Wilson, no recuerdo cual era el motivo de la celebración, pero recuerdo que era una fiesta muy relajada, hasta que llegó House con una maquina de karaoke y hecho a perder todo el ambiente relajado.
-Vamos, anímense, ni que fuera un striptease, no, nadie, ¿Qué tal usted señora Taud?
Todos te miramos, pero no todos te miramos de la misma forma, para la mayoría era la primera vez que te veían; otros ya te habían visto pero no te recordaban, pero sólo yo te miraba de una forma peculiar, era como si nunca te hubiera visto pero aun así como si te conociera de toda la vida.
Te quedaste callada ante la propuesta de cantar en público, pero mí irreverente jefe pronunció una frase que sólo alguien como él podría decir:
-Oiga si no va a cantar la oferta del striptease sigue en pie.
Ante semejante comentario, sólo te dedicaste a sonreír, tomaste el micrófono y empezaste a cantar. Tu forma de desenvolverte me cautivó, era como un sueño, como si tú no fueras real, como si fueras una ilusión.
Después de muchas canciones y muchas copas sólo quedábamos tú y yo. Foreman y Trece se habían ido ya, Wilson y Cuddy se habían ido a llevar a un muy ebrio House a su apartamento, tu esposo estaba "llevando a su casa" a una enfermera, sólo quedábamos tu y yo.
Tu no sabias donde estaba tu esposo, pero sabias con quién estaba y qué estaba haciendo y eso provocó que un rio de lágrimas y unos aullidos de dolor salieran de tu alma. Estabas llorando en el baño y yo me dedique a escucharte, hasta que recogí el valor para ir a verte y en ese momento sólo te pude decir esta estupidez:
-Disculpe, es que, no he podido preguntarle su nombre.
¿Qué me pasó?, ¿Por qué dije semejante tontería?, sería el alcohol, no sé, pero tú te quedaste callada un momento como tratando de encontrarle sentido a mi frase carente de este.
-Soy Rachel Taub, la esposa del docto Taud. Pero seguro usted ya lo sabe dado a que el jefe de mi esposo lo gritó frente a todos.
Lancé una risita estúpida y tú me devolviste una sonrisa.
-Soy Robert Chase, soy colega de su esposo, seguro el doctor Taub ya le habrá hablado de mí.
-No la verdad es que no.
-Hijo de puta.
-Disculpe, ¿qué dijo?
Maldito cerebro lleno de alcohol, si no vas a decir algo inteligente no digas nada mejor. Después de ese comentario tan "constructivo" con migo mismo regresé a la situación que vivía en el baño con la mujer en frente mío y le dije:
-¿Por qué llora?
Pero semejante estupidez si dije.
-Nada.
-¿Por qué me dice que nada?
Le pregunté
-porque eso me enseño mi mamá que debía decir cuando un hombre me preguntara la razón de mi llanto.
Me respondió y yo le contesté:
-Las mamás se equivocan muy de vez en cuando.
Ella rió y me miró a los ojos, sus ojos brillaban, mi cabeza volaba y sin darme cuenta cerré mis ojos y me acerqué a su rostro, puse mis labios sobre los suyos, pero, ella no se inmutó, abrí los ojos y su rostro tenía una expresión de estupefacción, que se convirtió en una mueca de horror. Cuando iba a decirme algo… el teléfono sonó y Rachel se paró y contestó, su cara se puso pálida y después de tener por unos segundos el auricular del teléfono sólo respondió: "si ".Se volteó hacia mí y me dijo con un tono de voz similar al de su homónima de dos años Rachel Cuddy:
-Mi esposo está ocupado y no tengo dinero para un taxi, ¿me haría el favor de llevarme a mi casa? por favor.
-"Ocupado".
Murmuré con rabia, pero aun así acepté.
En mi auto parecías nerviosa y sólo me mirabas esporádicamente, tenía la impresión de que sería la última vez que hablaría con tigo y no pude aceptarlo; entonces dije:
-Sé que es vendedora de bienes raíces; ¿sabe? Quiero vender mi casa, ¿me ayudaría?
-Tendré que pensarlo.
Contestaste, antes de que pudiera protestar ya habíamos llegado a tu casa, te bajaste y entraste; yo me quedé ahí por aproximadamente diez minutos, escuchando como la voz en el interior de mi cabeza me decía: esto no ha terminado Rachel, ¡no ha terminado! Me sentí como un lunático
