Los personajes de Inuyasha no me pertenecen, sino a Rumiko Takahashi.
En la era feudal Inuyasha y compañía habían luchado arduamente contra un hanyou llamado Naraku, quien poseía la joya más deseada, tanto por humanos como por demonios...la famosa perla de Shikon.
Muchas personas murieron por proteger a la perla, otras sólo habían estado en el lugar y tiempo equivocados y otros sirvieron como herramientas o armas en la batalla como Kohaku y Sango, al igual que los siete guerreros y como sucedió con Kikyou, Inuyasha, Kagome quienes fueron la diversión del perverso demonio quien gustaba de poner en apuros al joven con orejitas de perro ya que las dos humanas eran la debilidad para él, provocando los celos de Kikyou hacia Kagome y viceversa y todo esto le era fácil debido a la indecisión de Inuyasha hasta que un día por fin lograron recuperan la preciada perla dándole muerte al malvado Naraku quien logro reunir todos los fragmente cobrando algunas vidas con tal de tenerlos.
Por fin la paz regreso al Sengoku, Kohaku regreso a la vida gracias a Lord Sesshoumaru y a su madre, Miroku contrajo nupcias con Sango y Shippo decidió viajar y entrenar por todo el Japón, Kikyou entrego la perla de Shikon en manos de Kagome para que esta la relevara de su antigua tarea, despidiéndose así de Inuyasha y de Kagome. Inuyasha no sabía en ese momento que hacer, decir o pensar, solamente observo como la sacerdotisa de barro caminaba a paso firme fuera de la aldea.
— ¡Kikyou, espera! — Kagome le dio alcance, no comprendía en ese momento lo que antepasado le estaba dando a entender, pero ella al mirar la expresión de duda en la cara de su reencarnación adivino para que la alcanzaba—
—Cuida de ambos Kagome, sólo tú has tenido el poder para cambiar el corazón de Inuyasha, por lo tanto confío en que tendrás el suficiente poder para cuidar de la perla—
—No es eso…Kikyou, Inuyasha te ama, no puedes dejarlo así nada más—
—Te equivocas, nos ama a las dos, yo solamente le estoy facilitando las cosas al igual que a ti—
— ¿Qué nos ama a la dos? —
—Si, simplemente no sabe como decirme adiós, por el amor que alguna vez me tuvo y que ahora te tiene a ti, por favor cuida de él y haz lo correcto para los tres y sobre todo confía en él que el te cuidará siempre—
—Yo…no lo sé—
— ¡Tonta! ¡No puedes dejar pasar las oportunidades que te ofrece la vida! —
—¡Lo haré! Cuidaré de Inuyasha y de la perla, lo prometo, pero…¿Qué será de ti? —
— Existen personas que me necesitan aun—
— Entiendo…gracias Kikyou— Ella trató de mostrar una cálida sonrisa pero en su lugar escapo una lagrima cargada de agradecimiento y felicidad—
— ¡Kikyou! ¡Kikyou!— Saltaba entre las ramas de los árboles, ya que las serpientes caza almas la elevaban por el aire. Hasta que por fin Inuyasha se dio por vencido, volvió su mirada hacia atrás y pudo notar la tristeza en los ojos de su compañera. —Perdóname Kagome— le susurró. —No puedo corresponderte…no aun…dame tiempo—
—Yo…no sé que responderte—Su voz era entrecortada, trataba de contener el llanto y en su lugar una falsa y triste sonrisa apareció. — ¡Abajo! ¡Tomate todo el mugroso tiempo que quieras! —Realmente estaba furiosa — no me importa, me voy a casa, desde allí cuidaré la perla— Inuyasha se levanto del piso y sólo atinó en dejarla ir, ya que en ese estado de enojo, Kagome era más peligrosa que el mismo Naraku, así que sólo le siguió con la mirada hasta que se perdió de su vista.
— ¡Feh! Es una tonta, pero ya se le pasará—
Kagome tomó sus cosas y se fue molesta a su época, rogando en silencio que Inuyasha fuera por ella y le pidiera perdón de rodillas, suplicándole que lo amara. Ese era su mayor anhelo.
Continuara…
Lo sé es muy cortito, pero es solamente el primer capitulo, claro mientras se me ocurre algo más.
