Debería hacer algo con mi vida, leer por ejemplo.

Bueno, este fic participa en el reto "Solagelo fever!" del foro El monte Olimpo.

Los capítulos no tendrán un orden cronológico, así que saltaré del pasado al presente y del presente al futuro y a la inversa. El título del fic va por la primera historia, no creo que tenga tanta relevancia para las demás. Puedo escribir una novela de mil páginas, pero no soy capaz de escribir un bueno título ni para salvar mi vida.

Los personajes pertenecen a Rick Riordan escribo esto sin fines de lucro.

La imagen de portada salió del buscador de Google, los créditos al artista.

Nico Di Angelo no tenía corazón. A Will le bastaron dos semanas de salir con Nico de manera oficial para darse cuenta de eso, el hijo de Hades no tenía corazón, y si lo tenía no era para el sanador.

−¡Una semana, Nico, una semana completa!

Sus hermanos habían huido en cuanto lo oyeron levantar la voz, posiblemente Nico hubiera querido escapar como ellos (y posiblemente lo hubiera hecho de no ser porque vestía sólo con boxer)

El sanador había aplicado algunos puntos a su pierna, ni siquiera se sentía con ánimo de preguntar que bestia lo había mordido, había curado algunos feos raspones en su espalda y puesto algunas compresas en las terribles marcas de su abdomen.

−No pudiste despedirte, no te tomaste la molestia en atender mis mensajes Iris. Una semana completa no supe de ti ¡ni una palabra!, no sabía siquiera si estabas vivo.

−No seas tonto, no iba a morir –desde que Nico había "aprendido" a sonreír hacía un sorprendente uso de ellas, sabiendo lo fácil que lograba manipularle a su antojo, Will era débil a las encantadoras sonrisas, por lo que ante esa le dio la espalda al pelinegro, dispuesto a no ser sometido una vez más.

−¿Dónde estabas? –se atrevió a preguntarle sentándose en la cama que se encontraba frente a la del italiano.

−Yo… −El pelinegro buscaba una excusa o quizá una mentira.

−Olvídalo –Will suspiró−, si quisieras decírmelo lo hubieras dicho.

−Eres la primera persona que vine a visitar.

−¡Porque soy tu médico! De lo contrario soy el último en enterarse que has vuelto, así como me entero a partir de otros que te has ido ¿Qué acaso no soy tu novio? –su pregunta hizo que Nico agachara la cabeza, ocultando algo ¿Qué? ¿Desagrado ante la palabra novio?−. Fue un error pedírtelo ¿no? –expresó por fin lo que tanto le preocupaba−, fui insistente y eso fue lo que te hizo decir que sí, el hecho de que quisiera huir de mí una semana completa me dice todo. Nico, no tienes corazón.

−¡Eres un completo idiota, Solace! –Will esperaba eso, su última frase había sido excesiva y grosera.

El pelinegro bajó de la cama, el sanador estaba seguro que se marcharía ofendido y no volvería verlo. Pero Nico no se fue, tomó su chaqueta, sacando un paquete del bolsillo fue con Will, ofreciéndoselo molesto, el rubio lo tomó con torpeza.

−¿Dulces?

−Lo traje para ti, ni siquiera he ido con Quirón –sus mejillas se sonrojaron a pesar de que lucía molesto−, vine corriendo a dártelo y-y por… una abrazo y un beso, pero tú te pusiste histérico por el golpe en mi mejilla así que ya no pude darte nada.

−¡Oh dioses! –Will no pudo evitar reír aliviado− yo… pero te fuiste sin avisar.

−¡Venía a hacerlo! Pero la estúpida pulsera que me dieron para entregar a mi padre me hizo diluirme en las sombras. Yo sé que soy tu novio –las mejillas se sonrojaron de manera sorprendente− no lo soy porque fuiste insistente, aunque realmente lo fuiste; tú principalmente deberías saber que yo sólo hago lo que quiero, nadie me obliga a nada.

−Lo siento tanto –el ojiazul realmente se arrepentía de sus palabras−, encima de todo te dije que no tenías corazón.

−Es en lo único que tuviste razón.

−¿Cómo?

Nico subió a la cama en la que Will se encontraba sentado, subiendo a sus piernas, pasando uno de sus brazos por el cuello del rubio, mientras que tocaba con delicadeza su mejilla.

−No tengo corazón –murmuró−, es claro que te lo quedaste tú.

El hijo de Apolo pasó saliva al ver al pelinegro relamer sus labios, dejó el paquete de dulces sobre la cama, pasando las manos por la espalda desnuda, atrayendo al pelinegro a él, besando los labios que tanto había ansiado esa semana.

−He vuelto –comentó con una sonrisa el pelinegro, para corresponder el beso con más pasión.

Besos y abrazos de mi parte. Muchas gracias por leer.