Delirios

-¿Alguna vez te han dicho lo escandalosa que eres?...- Me decías a la vez que yo me movía intrépidamente tratando de librarme de tu agarre, sin resultado alguno me quede quieta, me sonreíste burlonamente y bajaste un poco tu rostro para poder observar el mío, me sentía avergonzada por el simple hecho de que me tenías en tus muslos y yo empezaba a acurrucarme más en tu pecho, hacia tanto frío esa noche, mis padres podrían llegar en cualquier momento de su reunión y a ti no te importaba si nos encontraban en esta posición, ambos sabíamos que estábamos muy cómodos y no queríamos separarnos por la razón evidente y por el frío.

-S-Si algunas veces…- Conteste sin ánimos, mis ojos se estaban cerrando por completo, mi vista se fijó en la ventana mirando cada gota de nieve que caía y la fuerte ventisca que chocaba contra los arboles; tus brazos bajaron por mi espalda y rodearon mi cintura, la situación en la que me encontraba me hacía sentir nerviosa y a la vez fatal, ese mismo día me había dado la fiebre, cada vez que tenía fiebre mi madre me decía que en varias ocasiones comenzaba a hablar tonterías y a fantasear y no estaría nada bien que me escucharas decirlas, sería realmente vergonzoso.

-Que linda eres, es bueno que ya hayas entrado en calor, parecías un pequeño hielito cuando entre...-sonreíste y apoyaste tu barbilla en mi cabeza, la calidez que me brindabas me hacía sentir muy bien, estaba llegando a mi limite.

-Es que...tu...eres tan cálido como una vela...tan brillante como los rayos solares, sabes...como consolar a la gente cuando se sienten mal...como hacerla sonreír, a pesar de todas tus bromas...ciertamente no sé porque estoy muy feliz.

Sentí tus labios tocar mi cabeza, pero no tenía la fuerza suficiente como para poder voltearme.

-Vaya...sí que deliras un poco...-expresaste viéndome y analizando los muy pocos movimientos que hacía, sabias que me había quedado dormida después de haber dicho eso.

-Esto...realmente me emociona y me pone nervioso...-acomodaste tu cabeza en la mía y me acercaste a ti-Realmente...me fascinas...-te quedaste dormido y ninguno de los dos sentimos el sonido de la puerta abriéndose, mi padre miraba atónito donde tú estabas recargado en la cabecera de la cama con las piernas cruzadas y yo encima de ti con un brazo en tu hombro y abrazando tu cuello, mientras que mi madre se hallaba recargada en la puerta sonriéndonos y sermoneando a mi padre para que saliera y nos dejara descansar.

Mi madre sabía que nosotros nos gustábamos, pero no éramos novios, me acaricias, abrazas y besas pero no teníamos ese tipo de relación...no aun