¿Por que pasó de esta manera?
Es la pregunta que se hacía una y otra vez ...
No podía entender, el dolor no le permitía pensar con claridad, las lagrimas no paraban de caer, el miedo hacia que se revolviera con la esperanza de salir pero el dolor se lo impedía.
Pero si hasta hace unas horas todo parecía tan ameno ...
Todos los grupos se reunieron a los pies de la montaña para que cada familia recibiera una porción para la cena del jefe Lucario. Su madre estaba algo distraída hablando con otros sobre nuevos territorios de los cuales le comentó su amigo Gallade.
En el camino de regreso su padre se reunió con ellos, le contó de como pelearon contra un grupo de Ursaring con el que se cruzaron. Como siempre le pareció gracioso que su padre se emocionara al hablar, él estaba ansioso por evolucionar y poder ir con él de recolección.
En el camino saludó al Emboar que vive en una cueva mas abajo de las de su grupo, a pesar de ser intimidante es un tipo agradable e incluso ayuda al grupo de recolección a veces, cuando lo encontró estaba a punto de salir, al parecer tenía algo que hacer, se despidieron de él y volvieron al camino.
Ese día los grupos de familia se reunieron en el centro de la cueva donde vivían, lo había olvidado, ya pasaron 30 días desde la última vez que lo hicieron, le encantaba estar rodeado de sus semejantes, lo hacía sentirse seguro.
Se dispuso a comer algo, pero un escalofriante aullido lo detuvo.
Eran ellos.
En tan solo 2 minutos el hogar de los Lucario fue convertido en un campo de batalla.
Los atacantes, un grupo de Zoroak con el que habían luchado en el pasado.
No había espacio para débiles en la manada, incluso los Riolu peleaban contra el enemigo pues estos tampoco les mostrarían piedad solo por ser niños.
Ya habían pasado 5 minutos y como era de esperarse los Lucario mostraron superioridad en el combate, pero algo cambió el curso de esta batalla.
Fuego ... Fuego por donde veía, ¡Los Zororak estaban lanzando fuego desde sus bocas!
Recordó a Emboar hacer lo mismo, incluso a veces pasaban Charizard volando en grupo que escupían fuego como si de respirar se tratase.
¿Como se sentiría? ... Nada de lo que había vivido en su corta vida lo preparó para lo siguiente.
¡El calor era insoportable! Pero si algo hizo que se desesperara más es el horrible grito de los Lucario al ser golpeados por las ardientes brasas.
Vio a los suyos retorcerse en el suelo mientras gritaban a todo pulmón, incluso él estaba en la misma situación.
Pero no sería suficiente, los Lucario son fuertes, no cederían un terreno tan seguro sin sacrificios.
Solo 10 minutos pasaron y ya había visto a varios de los suyos fallecer a manos del enemigo.
El fuego se expandía y los números seguían cayendo en ambos lados, pero el enemigo llamó por ayuda y como el demonio llamando a más de sus huestes aparecían más y más, esos horribles ojos azules que lo miraban parecían no acabarse. Los Lucario llamaron por ayuda pero no contaban con que sus amigos tenían que lidiar con la misma suerte ... Un ataque planeado.
¿Cuantos Zoroark invadieron la montaña aquella noche?
Miles, millones, no se detendría a pensar.
Su padre llamo a retirada a los que quedaban pero fue demasiado tarde ... Su padre tuvo que ver como su hijo fue arrastrado de las piernas de vuelta a la cueva.
No era tan débil al fuego pero igual dolía. No solo con fuego, arañazos, mordiscos, no podía hacer nada contra tantos.
Golpeaba a tantos como podía pero uno de ellos tuvo una idea.
Con la piedra mas filosa que encontró tomo el brazo del joven Riolu y le incrustó aquella piedra dejándolo suspendido en el aire contra la pared.
Gritó del dolor hasta que se quedó sin aliento, dolía tanto que las lágrimas salieron salvajemente.
Los Zororark no se detuvieron, continuaron mordiéndolo y lastimandolo.
Aquel líquido rojo que a menudo veía en las heridas de su padre ahora salía sin ningun reparo de todas sus heridas, de pronto se sintió tan cansado que no pudo sentir que gritaba cuando su otro brazo sufrió el mismo destino, estaba perdiendo la conciencia.
En algún momento vio como su padre peleaba hasta con uñas y dientes por salvar a su hijo, pero lo perdió de vista entre la multitud.
20 minutos después se escuchó un aullido aun mas aterrador ... No era un Zoroak, era algo mas siniestro.
Como si el demonio hubiera llamado a su mascota un Houndoom llegó a donde estaba y baño en flamas a un más intensas a su padre, lo identificó por sus gritos.
Él corrió con el mismo destino.
Entre la pérdida de sangre y las llamas el joven Riolu dejó de vivir en el momento en el que el Houndoom dirigió su mirada hacia a él, quizá burlándose de su padre por no poder proteger a su retoño o de el joven por lo que le hizo a su padre, quien sabe ... Ya no podía pensar. Todo era oscuro.
No, no todo.
Una luz en forma de grieta era todo lo que veía ... La grieta se hacía mas grande, ya podía ver el exterior.
Había que salir ...
Una nueva vida había empezado en ese momento.
Dos Swampert lo miraban contentos, habían otros pokemon que lo miraban también.
Efectivamente, se trataba de un ser completamente diferente cuyos recuerdos eran una hoja en blanco donde puedes escribir.
Agitó su cola entusiasmado y feliz, se asombro cuando unos lampiños brazos lo separaron del suelo y observó un pokemon que nunca había visto antes, su cara era rara y era mas alto que él.
"¡Te pondré Ajolote! Espero que tengas buenos IV's" No entendió nada de lo que dijo.
Miró a los alrededores y observó a dos pokemon jugando inocentemente ... hasta que un horrible dolor de cabeza lo atacó.
Uno era pequeño y tenía alas, parecía un hada. Color rosado y ojos grandes, cabeza de cebolla, por alguna razón le dolía la cabeza al verlo.
Hasta que dirigió su vista al otro y el dolor se extendió por todo su cuerpo ... Pequeño, ojos azules, color oscuro con toques rojos ...
Y lo recordó.
¡Las memorias de la vida del joven Riolu fueron recobradas en un ser totalmente diferente!
Lo recordó todo, sus padres, Emboar, la montaña, Zoroark ...
Lloró como si estuviera experimentando todo de nuevo, gritó al ver a aquel Zorua como si del demonio se tratase ... Aunque para él lo era ya.
Se liberó del agarre del extraño y corrió tan lejos como pudo, no miró a donde, solo corría.
Tenía tanto miedo ... ¡No quería estar en ese lugar nunca más! ¡No con uno de esos cerca!
Corrió hasta que tropezó y rodó colina abajo. ¿Dónde estaba? ¿Por que salió de un huevo? ...
¿Por que corría en cuatro patas? ... ¿Por que es azul?
Se asomó a un charco y contempló la verdad ... Era un Mudkip.