Summary: Sakura Haruno es la mejor médica neurocirujana conocida, superando a su antigua maestra Tsunade. Reconocida en todo el mundo pero con un pasado triste y trágico decide trasladarse al hospital de Konoha con la esperanza de olvidar ciertas cosas. Sin embargo, se encuentra con personas del pasado que jamás pensó volver a ver, un pelinegro y un rubio para ser exactos.

Disclaimer: ninguno de estos personajes me pertenece, todos son obra del increíble Masashi Kishimoto.

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3:00 a.m.

Una pelirosada se revolvía lentamente entre las sabanas de una enorme habitación, y a pesar de sus incontables quejas se decidió en apagar la alarma de su celular y porfin levantarse, apreciando frente al espejo unas grandes manchas negras bajo sus ojos, producto del poco o nada de sueño que tuvo. Tenía todavía el uniforme puesto, no se había molestado ni siquiera en quitárselo, solo había podido dormir dos horas y ya era hora de regresar al hospital para revisar a uno de sus pacientes más delicados. Además, era su ultimo día allí, hoy mismo debía tomar un vuelo a las 8 p.m., dejaba su antiguo trabajo como directora del hospital del país del sol, para ser jefe de neurocirugía en el hospital de Konoha; y aunque nadie entendía porque renunciar a un puesto como ese, para Sakura solo había representado una forma de agradecimiento a su maestra y casi madre Lady Tsunade; quien la había llamado un domingo en la noche completamente enojada, y con algunos de sus médicos despedidos por ser, según la rubia, unos completos incompetentes, por lo que tuvo que pedirle a la pelirosa que pudiera liderar por una temporada la sala de neurocirugía, a lo que obviamente no pudo negarse.

Luego de lavarse el rostro y cambiarse a un traje formal con tacones altos y perfectamente maquillada, la pelirosa salió apurada hacia su auto deportivo y con la velocidad que el transito le permitía llego al hospital donde un enojado Inuzuka le esperaba.

-no debería de estar en pie, kiba-san. La quimio siempre es un poco dura y es mejor que lo tome en su cama- dijo la pelirosa tratando de disimular su agitación y acercándose al hombre que paseaba de un lado a otro como perro encerrado.

-No puedo hacer eso doctora!, estoy cansado, me duele la cabeza y no encuentro en ningún lado a Akamaru- diciendo esto Kiba solo se arrodillo en el suelo llorando y tocando su cabeza vendada, había sufrido melanoma metastásico en su cabeza y cuello, además de algunos órganos; era un caso especial porque todo comenzó en una conferencia cuando la pelirosa vió que el joven tenía una mancha muy peculiar en su brazo y temiendo lo peor le recomendó hacerse exámenes; y aquí estaban ahora, con el diagnostico de un cáncer agresivo, aunque tratable ya que había sido a tiempo, pero kiba estaba exhausto, la quimio y la craneotomía lo tenían sumamente mal, no tenía a nadie para que lo apoyara, solo su amigo canino, que se había perdido esta mañana y era ahora el sufrimiento del chico quien juraba que se había quedado completamente solo.

Sakura camino lentamente hacia él, solo se escuchaban los pasos de sus tacones, se arrodillo y cargando todo el peso de kiba, con un brazo de él sobre ella logro llevarlo hasta su cama mientras este seguía llorando desconsolado. La quimio le había dejado llagas en su boca y garganta y sabía que si seguía así podría hacerse aún más daño del que ya tenía, así que la pelirosa llamó a una enfermera para que le aplicaran rápidamente un analgésico y sedante. El chico había ya pasado una de las partes más complicadas que era la cirugía, pero ahora seguirían más quimio y medicamentos y ella ya no estaría más a cargo de él, lo que le partía el corazón. Cuando cerró sus ojos llorosos e hinchados, salió de la habitación.

Sakura recordaba demasiado bien a cuantos pacientes había perdido y estaba consciente que el número de muertos era mayor a los que pudo salvar ya que recibía a todos los pacientes, inclusive si fueran terminales; pero eso nunca lo olvidaba, su dolor, su llanto, tenerlos días o inclusive meses en el hospital y luego, de un día a otro, sólo desaparecieran, la mataba; pero recordaba a los que pudo salvar y que volvieron a sus familias, a poder respirar y sonreír y le hacía sentir que todo valía la pena. El zapateo de sus tacones se escuchaba sumamente fuerte en todo el hospital y sus ojos escaneaban cada rincón y cada piso del lugar, hasta que llego por fin, a la azotea donde llegaban los helicópteros.

Sonrío aliviada, al frente de ella estaba el can amarrado a una viga; había personas muy crueles y seguramente no les agradaba tener a un perro (en especial tan grande) corriendo por todo el hospital. Ya había pasado algunas veces y la pelirosa había tenido que despedir a varias personas por el solo hecho de desobedecer órdenes, pero esta vez ella ya no sería más la que dirigiera este hospital, y lastimosamente no sabría qué sería de Akamaru con el nuevo director si decidía que el can podía seguir quedándose en la habitación de Kiba o no.

Desamarro la cuerda, y acariciándolo en el lomo lo llevó de nuevo hasta su dueño, como ya varias veces había hecho antes. El Inuzuka seguía completamente dormido, pero sabía que en el momento que despertara lloraría de felicidad de tener a su amigo de vuelta. Así, la pelirosa amarrándolo a la pata de la camilla, se despidió finalmente de su último paciente y con una sonrisa triste salió de allí hasta el estacionamiento del hospital.

Suspiró, las despedidas siempre eran algo duro para ella (vaya que si lo sabía) por eso las evitaba al máximo y sólo huía o dejaba algún memo con su secretaria, siempre era lo mismo. Sin embargo, el miedo la embargaba ahora que debía volver a ver a viejos amigos. Konoha era el lugar donde había pasado su infancia y más que seguramente varios fantasmas seguirían allí.

El viaje al aeropuerto fue corto y simple, y cuando se sentó en el avión fue justo cuando despertó de su ensoñación y se dio cuenta de lo que estaba haciendo, había renunciado a ser directora de todo un hospital, había dejado su cómodo (aunque vacío) apartamento, había incluso aceptado dejar a muchos de sus pacientes a cargo de los nuevos doctores sólo para volver a ese lugar, ¿Por qué?, ¿Por qué aceptar volver al lugar de sus pesadillas?, simple, porque tenía la esperanza de volver a verlos, a sus amigos, los chicos con los que paso parte de su infancia antes de que todo se derrumbara completamente.

Lentamente comenzó a cerrar sus ojos luego del aviso del despegue y solo volvió a abrirlos cuando sintió que todos comenzaban a pararse de sus asientos. Era la hora, ya no había vuelta atrás, tomo impulso y con la mirada alta salió del avión para poder encaminarse a lo que sería su nuevo trabajo… y su nueva vida.


Ino Yamanaka siempre había soñado con la pediatría, era algo que amaba y se le daba bien los niños, además habían demasiados casos que había podido curar y eso le daba un puesto alto para la medicina pediátrica. Sin embargo, hoy no quería estar allí, hoy la prueba de embarazo había dado positiva en la mañana, había tenido nauseas, había vomitado y por primera vez, no quería ver niños por un día.
¿Qué tenía de malo visitar traumatología? Solo por hoy.

Todo se encontraba tranquilo, con su sándwich de pavo a medio comer, solo faltaba una coca y sería el almuerzo perfecto, pero el sonido de la ambulancia la despertó completamente botando lo que quedaba de su comida mientras su estómago rugía con fuerza y ella sólo lo acariciaba recordando que ya no sería solo uno el que comiera.

-Tres pacientes, uno crítico con múltiples heridas de bala: 35 años, heridas de bala, sistólica de 88 tras 2 de ringer-gritaba el paramédico que traía apresurado a un hombre con terrible aspecto en una camilla

-¿ringer?- pensó en voz alta la rubia

-como perdió tanta sangre por el accidente, debían reponerla con algo y si le aplicaban solución salina podía tener una acidosis- llegó Naruto de la nada sorprendiendo a Ino que dio un pequeño salto, normalmente el rubio era sumamente payaso, pero en casos de emergencias se convertía en la persona más seria posible, daba algo de miedo.

-¡Fue solo un accidente!, es una niña, ella no sabía que hacia- el grito de una mujer cubierta de sangre y sosteniendo una niña pequeña sacó de las cavilaciones a todo el mundo

-espere un momento, ¿ella disparó el arma?- ahora se podía decir que Ino había visto de todo, siguió a Naruto corriendo con la camilla y entrando a una habitación de urgencias comenzaron a revisar al pobre hombre.

-tiene hasta ahora 11 balas en la espalda y 6 en las piernas.- reviso Naruto

-¡Madre mía!, y hay más en los brazos y las que traspasaron el cuerpo- la rubia tomaba al hombre que sangraba sin parar e intentando no ser demasiado brusca con él. En definitiva trauma no era su especialidad. Gracias a Kami llegaron enfermeras y Sai que le ayudó al rubio con más proeza moviendo el cuerpo, a lo que ella aprovecho para ir a la otra sala donde se encontraba la madre con la niña.

-no comprendo cómo pudieron ser tantas balas si fue un accidente-

-el arma se disparó sola supongo- intervino de inmediato la madre mientras Tsunade miraba escéptica a la mujer

Ino estaba mientras preparando todo para poder curar una pequeña herida en la cara de la niña pequeña.

-¿mi papa se va a morir?- la pregunta descoloco a todos en la sala

-no lo sé cariño, pero esperemos que no- la rubia se imaginaba lo peor al haber visto el cuerpo tan magullado del pobre hombre, pero siempre se le había dicho que no se podía asegurar ni desmentir nada hasta que el medico oficial lo dijera.


-Hay 25 balas en total señores. Cinco balas adentro, nueve los atravesaron- contabilizó finalmente Sai mirando varias radiografías.


-¿porque no se murió? Le dispare varias veces- la pequeña niña tenía cara de extrema confusión, lo que no concordaba demasiado con lo que estaba pasando, además de dejar a toda la sala muda

-ella solo trataba de detenerlo- la mujer al ver que descubrían todo intervino de inmediato

-...porque a veces sufre de ataques de ira pero no fue nada más- la mujer miraba nerviosa a todos y hasta Ino se había quedado sin palabras viendo a la mujer


-debemos hacer una cirugía de emergencia- declaro el rubio mirando como todos en la sala estaban totalmente callados, dejando al rubio confundido. ¿Qué había pasado?


Sakura en ese momento se encontraba caminando en el área de pediatría ajena a todo, era su primer día y recién había salido de una cirugía, pero Tsunade había sido clara en que deseaba que comenzara con sólo dos por día para poder acostumbrarse al nuevo lugar; lo que dejaba con bastante tiempo libre, y estar en la sala de pediatría siempre le daba una gran tranquilidad a la pelirosa, quien mientras caminaba se encontró con un pequeño peluche de felpa en el suelo, estaba un poco descocido y ya no tenía una oreja, mirando al frente en la habitación una pequeña niña de 4 años la miraba fijamente en la cama, tenía una sonda gástrica y no podía moverse.

-hola- saludo la pelirosa entrando con el amigo felpudo entre sus manos.

-¿es tuyo?- preguntó levantándolo y teniendo un asentimiento como respuesta.

-Bueno, él me dijo que se sentía solo allí afuera, quería venir a acompañarte pequeña…- sakura buscó en la planilla de observaciones el nombre de la niña al igual que su enfermedad, pero abrió los ojos asombrada al leer enfermedad de Tay-Sachs. Algo sumamente duro y cruel para cualquier niño pequeño. Uchiha Izumi.

-Izumi-chan- le sonrió sakura a la vez que la niña sonreía levemente.


-Logramos salvarlo, pero debemos esperar, sobrevivió con 17 balas y con solo un riñón pero estará bien – el rubio había hecho la operación tan rápido como pudo, especialmente con una tsunade gritándole que moviera su trasero mientras todos se habían quedado callados en esa sala, pero como él todavía tenía al menos un mínimo de sentido común decidió correr a buscar un quirófano.

Ahora se encontraba con servicios sociales, la policía, y una Tsunade que echaba fuego.
Ino al haber escuchado a la madre de la niña había enfurecido, ella estaba embarazada ¡por Dios!, y jamás haría pasar a su hijo cosas así, le había gritado a la mujer y había llamado a sevicios sociales y la policia sin el consentimiento de Tsunade, ahora estaba segura que le esperaría un buen regaño luego de todo esto, si es que no la despedían de allí.

-Lamento el modo en que le hable, estuve fuera de lugar, pero debe cambiar la historia de su hija, por ustedes dos, porque sabe que es abuso y su hijo hizo eso para defenderse- La rubia ahora se había arriesgado hasta el apellido con esto pero no le importo en lo más mínimo, al diablo todos, que su día había sido terrible, había vomitado hasta el café, solo había almorzado un sándwich a medio comer y una mujer que tenía todo por delante permitía que maltrataran a su hija, habían pasado la raya y ella solo se quería asegurar que así como su bebé, otros tuvieran un futuro.

Suspiró, sentía la mirada de Tsunade detrás, ahora sí que la iban a despedir.


Sakura había estado revisando los signos de la pequeña hasta que llegó su padre Tekkai Uchiha. Se preguntaba si Sasuke estaría cerca, según le había dicho Tsunade, él y el rubio trabajaban en el hospital, así que era seguro que pronto los vería pero no sabía que uno de sus familiares estaba internado en el hospital.

-lo lamento, solo quería acompañar un rato a Izumi-chan- la pelirosa se paró rápidamente hacia el hombre que la saludo con una marcada reverencia

-no no, no se preocupe. La verdad me alegra que mi pequeña pueda estar más acompañada, he estado buscando unas pruebas nuevas para el Tay-Sachs, así que la llevaré en unos días a la aldea de la arena- el hombre que tenía unas enormes ojeras producto del cansancio y esfuerzo por salvar a su hija tenía una cantidad enorme de papeles en sus manos

-Oh, yo a decir verdad pensé que… bueno en el reporte decía que Izumi tenia ya 4 años…-
-Sí, pero no importa, es muy fuerte y resistirá el viaje para allá- la corto de inmediato el Uchiha.

La pelirosa no sabia que decir, no debía meterse donde la llamaban pero por lo que veía estaba casi segura que la pequeña no le quedaban mas que unas cuantas horas, de hecho era un asombro que Izumi siguiera viva todavía. La enfermedad de Tay-sachs solo daba esperanzas hasta los 4 años. Además hasta ahora no existía ninguna cura, así que esos experimentos que decía el padre no serían realmente efectivos, aún y si ella tuviese menor edad. Pero la pequeña ya estaba en fase terminal, casi no podía ver ni escuchar y tenía una sonda porque no podía tragar bien su comida, incluso estaba completamente en la cama porque ya la enfermedad había causado parálisis; sinceramente, no existía una gran esperanza, pero este no era el campo de la pelirosa, ni siquiera su paciente, solo había venido un rato a visitar, no podía interferir (como siempre) sentimentalmente en un caso que ni siquiera era de ella.

El hombre pronto se fue dejándolas solas y la pequeña Izumi no tardo en sentir frio y comenzar a llorar.

No podía interferir... pero era terca. Demasiado.

-¿sabes que hago cuando mis pacientes tienen miedo?- le pregunto la pelirosa a la pequeña que solo la miro con sus ojos encharcados de lagrimas

-los arrullo fuerte y ellos saben que yo estoy ahí con ellos- sakura tomo una manta y envolviendo a la niña comenzó a arrullarla sobre una silla mecedora que estaba allí mientras la pequeña se aferraba a la pelirosa.

En ese momento un azabache entro sin avisar ante la vista de sakura que sostenia a una Izumi que estaba completamente dormida aunque se notaba como le costaba respirar.

Ese no era el encuentro que ninguno de los dos esperaba, pero no habían más presentaciones que esa.

-¿es tu paciente?- cortó el silencio el pelinegro

-no, pero su padre tuvo que salir y no quería dejarla sola- sasuke fue sorprendido por la seria mirada de la pelirosa, no lo negaría, estaba muy sorprendido, estaba siempre acostumbrado a una molesta y llorona niña, pero que al parecer, había cambiado demasiado.

-sigue sin ser tu paciente ni tu planta, no deberías fraternizar con pacientes- sakura solo lo miro cortante y siguió arrullando a la pequeña que era ajena a la pequeña discusión que se formaba.

Sasuke estaba enojado, completamente. Pero, ¿Por qué? Sino era problema de él, solo había pasado para ver a la pequeña que era familia de su madre Mikoto, pero justo debía aparecer la pelirosa, quien luego de profesar su amor por el a los mil vientos solo se iba y lo dejaba completamente solo, ni siquiera una carta o un mensaje, nada. Y ahora volvía y no tenía la delicadeza de saludarlo, de buscarle. No estaba enojado, estaba cabreado, que el único que haya pensado en el otro haya sido precisamente él. Un golpe enorme en el ego.

El azabache salió hecho una furia de allí mientras sakura solo cantaba una canción de cuna a la pequeña que comenzaba a toser por los problemas para respirar


El silencio sepulcral era enorme en la amplia oficina de Tsunade, estaba que echaba fuego y la que iba a pagar definitivo seria la que mas metió la pata hoy: Ino.

-pasaste los limites de absolutamente todo, maltrataste a una paciente maltratada, te metiste en su vida privada e hiciste movimientos a fuerzas policiales y de servicios sin siquiera avisar a tu superior- ino solo miraba hacia abajo recibiendo el eterno regaño mientras tsunade recordaba el asco de día que tuvo hoy.

-Incluso estuviste lejos del ala de pediatría en todo el día, si algo ha pasado allá y no hay alguna enfermera por ahí, pagarás cada cosa que pase Yamanaka!- la oficina era de vidrio templado pero fue más que seguro que todo el hospital escucho la amenaza de la rubia.

Luego de 30 minutos de gritos y varios papeles volando, Tsunade suspiró profundamente y le dijo que se retirará, a lo que Ino agradeció enormemente y salió con una reverencia y caminando lentamente por el pasillo, hasta que corrió todo lo que pudo a un baño a vomitar lo poco que le quedaba del sándwich del almuerzo.

Hoy-no-era-su-día.


- llame a 10 organizaciones pero nos tienen en lista de espera- llegó Tekkai completamente agitado, estaba sudado y tenía una pila de papeles en sus manos que no lograba sostener todas.

-Uchiha-san debe parar ahora- susurró muy despacio Sakura mientras tenía a la pequeña Izumi entre sus brazos arrullándola, Sasuke miraba desde la puerta sin decir nada, estaba a punto de gritarle a la pelirosa, a punto de decir que estaba mal ser tan cercano, que eso causaba problemas, pero justo ahora, no podía ni siquiera moverse.

-no me diga que pare por favor, no lo haga- pequeñas lagrimas caían, y agarraba su cabello mientras buscaba entre la pila de documentos con posibles tratamientos para su pequeña hija, debía haber solo una esperanza. Aunque todos en la sala sabían que no era así.

-Yo tampoco querría hacerlo, créame que no, pero ahora ella está en su fase terminal, en solo unos minutos su corazón dejara de latir, lo único que podríamos hacer es conectarla a un ventilador para respirar pero seguiría siendo igual- la pelirosa acariciaba la cabeza de la niña muy suavemente, mientras el hombre bajaba sus hombros rindiéndose, y el pelinegro solo la observaba con ese sentimiento extraño en su corazón. Verla con una pequeña en brazos hacía sentirlo diferente, esa forma maternal y afectiva que adoptaba la pelirosa siempre con sus pacientes le causaba demasiados problemas, pero hoy, solo por hoy, sentía (aunque no lo dijera) que tenía razón.

-la última persona que ella recordara en sus últimos momentos seré yo o alguna enfermera, o podría ser usted señor. Ella lo necesita justo ahora- Sakura entendía el dolor de perder a alguien, de sentir la impotencia de no poder hacer nada, ella era médica y aún así no pudo salvar a todos los pacientes que tuvo, pero esa pequeña no merecía pasar sus últimos minutos con médicos o enfermeras, necesitaba al único al que había llamado todo el día.

-¿oto-san?- la pequeña Izumi susurró muy bajo mientras abría los ojos lentamente llamando la atención de todos en la habitación.

-¿nos iremos a Suna?- sasuke sólo se decidió a bajar la cabeza mientras que el padre lloraba y tomaba a la pequeña en sus brazos arrullándola en la camilla

-si cariño, ya nos vamos. Allí puedes correr todo lo que desees, y practicar danza como tanto quieres. Sin doctores ni medicamentos ni hospitales, solo tú y yo.- la pequeña que tenía todavía su pequeño peluche en sus manos cedió lentamente.

Para ese momento el monitor cardíaco confirmaba lo que todos temían, el sonido parecía retumbar fuertemente y sakura se paró lentamente de la silla en que había estado sosteniendo a la pequeña para apagarlo.

-Jugaremos con la arena todo el día, y haremos tantos castillos juntos. Vamos a ir, solo tú y yo- Tekkai hablaba con su hija, quien ya estaba con los ojos cerrados y tranquilos.

Sakura había salido lentamente seguida por el azabache que la seguía a la par y observaron detrás del vidrio templado de la habitación como el hombre seguía con su pequeña en brazos.

-Debería parar ya, no lo comprendo- Sasuke hablaba sumamente bajo, pero igual la pelirosada pudo escucharle bien.

-tiene 4 a 15 minutos para seguir hablándole-

El azabache la miro sin comprender.

-Existen dos tipos de muertes. La muerte clínica y la muerte real. Cuando su corazón se detuvo ocurrió la clínica, pero todavía sigue vivo su cerebro, al menos hasta que pasen esos 15 minutos y ocurra la muerte real.- sakura solo miraba al frente, ya ni siquiera observaba a Izumi y su padre, solo recordaba todos los casos que tuvo de niños, y aunque fueron contados, siempre dejaban un vacío enorme dentro de ella. Eran casos sumamente duros para todos.

Sasuke sólo respondió con sus característicos monosílabos mientras miraba su reloj de mano, habían pasado 4 minutos. Levanto su mirada a la persona que se encontraba a su lado, la pelirosa molesta y llorona, ya no lo era más; y no sabía que sentir en ese momento, pero por un pequeño segundo extraño a su antigua compañera, porque ahora ya no necesitaba que nadie la salvase y eso para él, era una de sus razones para seguir desde que era un niño.