Disclaimer: los personajes de este fic pertenecen a M. Kurumada y Toie, gracias por prestárnoslos. No hay más ánimo de lucro que el del propio espíritu.

Nota de autora: respuesta al reto nº 10 de Unión Fanfikera. Aprovechando los retos de ese fantástico grupo se me ha ocurrido un long-fic en el que intervendrán varias parejas (dorados y bronceados), cumpliendo así, igualmente, mi compromiso con mis lectoras de escribir historias con sus parejas favoritas. Un trato es un trato.

Para la elaboración del fic he partido de la premisa de que los bronceados comenzaron sus aventuras con 13-15 años. Entre las sagas de Asgard-Poseidon a Hades habrían pasado dos años, con independencia del canon. La historia comienza 2 años después de Hades, por lo que nuestros caballeros de bronce tendrían entre 18 y 20 años.

En cada capítulo señalaré general cuando se refiera a la historia base, donde los protagonistas son Seiya y Saori, preferentemente, o la pareja en torno a la cual versará la historia.

ARMONÍA

Estamos en este mundo para convivir en armonía. Quienes lo saben no luchan entre sí.

Buda.

En la última guerra santa los caballeros de Athena lograron vencer a Hades, siendo su victoria total y absoluta, por primera vez la diosa no tuvo que sacrificarse para lograrlo.

La paz en la tierra por fin era una realidad palpable, el sol brillaba más que nunca sobre una humanidad rebosante de esperanza y la armonía propia de un mundo sin guerras y preocupaciones era una constante.

A pesar de todo, las bajas en las filas de los caballeros eran demasiadas, ningún dorado pudo sobrevivir y el santo de Pegaso también cayó en la batalla. Athena, destrozada por lo ocurrido, imploró al Olimpo perdón para sus caballeros y la oportunidad de que llevaran vidas felices como personas normales.

Ante el novedoso resultado de la guerra santa que trajo un período de paz sin precedentes, los Dioses del Olimpo accedieron a su súplica. Pero, por supuesto, cualquier trato con el Olimpo conllevaba un precio...

Han pasado dos años desde que todo acabó y el último caballero caído está a punto de despertar. ¿Habrá finalmente paz para los santos?

Castaños rojizos, como un otoño perpetuo, y tremendamente familiares brillaban, no, más bien vibraban, frente a los suyos. Acaso…

¿Sei…ka?

— ¡Dios mío Seiya! ¡Eres tú! ¡Al fin despertaste! –La joven rompió a llorar de alegría abrazándose a su cuerpo que, hasta ese momento, se había mantenido postrado en aquella cama. Cuando Seika percibió el ligero gesto en sus párpados luchando por separarse no podía creerlo.

— ¡Shiryu! –Gritó— ¡Chicos, venid pronto, por fin despertó!

Su cuerpo, que apenas comenzaba a recuperar la sensibilidad, sentía el peso de la muchacha sobre él como una losa. Aún así no le importó, aquel dolor no hacía más que confirmarle que lo que estaba viviendo era real. Su hermana, su adorada y perdida hermana, estaba junto a él por fin.

Mientras oía su voz los recuerdos de la última batalla regresaron a su mente como ráfagas de imágenes y sensaciones. En el fondo algo en su interior buscaba desesperadamente descartar que aquello no fuera una ilusión fruto de artimañas de los secuaces de Hades. Era real, así lo sentía. Cuando estaba a punto de desfallecer en los Campos Eliseos oyó su voz, ella estaba ahí y le dio fuerzas. Apretó su mano, la se sentía templada y suave aferrándose a la de él. Su sonrisa cargada de alegría disentía con las lágrimas que, sin mesura, recorrían sus mejillas, era Seika… por fin la había encontrado.

Antes de que pudiera ser consciente sus amigos, Shiryu, Hyoga y Shun, rodeaban su cama. Todos tenían la misma mirada, aquella de quien acaba de recuperar una esperanza ya perdida, como si estuvieran frente a una mismísima aparición mariana. Les notaba cambiados de una forma que no era capaz de describir, como si un golpe de madurez, quizás fruto de tanta batalla, les hubiera alcanzado.

El joven caballero de Pegaso todavía se sentía algo mareado y fatigado, aquel último enfrentamiento había sido el más duro de todos, era evidente que sus heridas fueron más graves de lo que alcanzaba a imaginar.

— Vamos chicos, no exageréis, tampoco es la primera vez que celebramos una victoria mientras nos recuperamos de nuestras heridas, ni que hubierais visto un fantasma—cada palabra era un esfuerzo que le dejaba sin aliento. Además, el silencio compartido que ahogó cualquier respuesta por sus observadores le preocupó en parte —. Por cierto, ¿Saori? ¿Athena?

— Iré a avisarla —el siempre dispuesto Shun se ofreció a cumplir con sus deseos.

— Espera Shun —Hyoga intervino frenando el ímpetu de su amigo, su tono era más serio de lo habitual—. Ella vendrá, mejor no la molestemos.

Seiya no entendía nada, aquel comportamiento en sus amigos empezaba a resultarle extraño.

— No, Hyoga—la forma en la que Seika se dirigía a su amigo le hizo considerar que entre ellos había una confianza que desconocía. Seiya comenzó a sospecha que las cosas no eran como imaginaba ¿cuánto tiempo había estado dormido? – Ella nos pidió expresamente que si despertaba la avisáramos de inmediato.

Seiya seguía la conversación confundido, la sensación de que algo le ocultaban no dejaba de perseguirle ¿acaso algo le había ocurrido a Saori? ¿cómo es que Seika hablaba con todos con aquella naturalidad? Comenzó a percatarse de que a lo mejor, en aquella ocasión, su recuperación había sido más dura y larga de lo habitual.

— Pero Seika… –la joven ignoró su ruego.

— Shun por favor, ve lo más rápido que puedas. Creo que estaba en su despacho descansando un poco.

Antes de que pudiera darse cuenta Shun había abandonado la habitación. Sentía que el cansancio y el sopor regresaban con fuerza nublando su consciencia. Estaba demasiado exhausto.

— Chicos… —apenas lograba sujetar sus párpados— ¿qué ha ocurrido? ¿Saori? ¿Cuánto tiempo llevo…?

— ¡Seiya, Seiya! ¡Despierta!

El joven caballero había vuelto a quedarse dormido, el esfuerzo realizado había sido excesivo.

— Tranquila Seika –Shiryu apoyó la mano en su hombro–. Tan sólo se quedó dormido. Necesita descansar. Es normal. Pero nosotros deberíamos hablar y prepararnos para responder sus preguntas.

La joven pelirroja reclamaba con su mirada a su hermano, sabía que al despertar ya todo cambiaría, lo habrían logrado. Sin embargo, verle así nuevamente, con los ojos cerrados… Esos dos años había sido excesivamente duros. Acababa de recuperar a su hermano y lo volvía a perder sin ni siquiera tener tiempo para abrazarle, para decirle que había luchado porque se reencontraran, para pedirle perdón…

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Abre los ojos, despierta.

Te necesito.

Mi fiel Pegaso, por favor, abre tus alas y regresa a mi...

Queda poco tiempo.

Un hormigueo recorría sus extremidades extendiéndose por todo su cuerpo. Era como una caricia calma, suave y reconfortante. No era la primera vez que aquella sensación le embargaba, por lo que no le fue difícil reconocerlo: su cosmos de diosa, inconfundible y único, la grandiosidad de ese amor puro que siempre mostraba por sus caballeros. Notaba como gracias a ese cosmos curativo las fuerzas regresaban a él y poco a poco consiguió abrir los ojos de nuevo.

Ahí estaban frente a él, acariciándole sin tocarle, como al final de cada batalla. Dos enormes orbes azul profundo, con ese brillo particular para con él que le decía sin palabras "Sabía que lo lograrías, confío en ti Seiya y siempre lo haré". Cuando ella le miraba de aquella manera, en cierto modo para él, quedaba claro que todo había merecido la pena.

— Por fin despertaste, te echábamos de menos–. Con una leve caricia le retiró un mechón del rostro. Aquel gesto tan íntimo le produjo un hormigueo por todo su cuerpo, rara vez, desde que se había convertido en Diosa, se permitía romper con las formas y el protocolo establecido en el Santuario. Aunque en ese momento no estaban allí.

— Sabes que me gusta hacerme de rogar… —la sonrió — ¿Estás bien Saori? – La joven se veía claramente cansada, las marcas oscuras bajo sus ojos la delataban, además, se la veía algo más delgada.

La joven dejó escapar una leve risa.

— Eres único Seiya. ¿Te preocupas por mí cuando eres tú el que acaba de despertar?

— Eres mi diosa, es mi labor protegerte – la sonrió— ¿Qué ha ocurrido? Noté raros a los chicos antes…

— Prometo que te lo contaré todo cuando estés más recuperado. Pero, es normal que estuvieran preocupados por ti, has estado mucho tiempo "inconsciente". – La forma en la que remarcó esa última palabra le consternaba ¿cuánto tiempo? –Pero ahora debes descansar; además, hay alguien que lleva mucho tiempo esperando encontrarte–. Miró hacia la puerta invitando a acercarse a Seika que se había mantenido en la distancia para no interrumpirles –. Así que mejor os dejo solos…

Antes de que la muchacha se levantara del todo Seiya cogió su mano obligándola a girarse y atender su ruego.

— ¿Volverás a visitarme?

— No he dejado de hacerlo.