Prólogo

Las calles solitarias de Gotham eran recorridas por criminales de poca monta y múltiples patrullas en intentos vagos de disminuir el crimen. La luna se alzaba en lo alto del firmamento, iluminando suavemente la fábrica abandonada en la que cierto príncipe payaso del crimen tenía su actual guarida. Apenas había escapado de Arkham, llevaba unas cuantas horas fuera y ciertamente tenía planes de regresar pronto, por lo que debía apresurarse con sus pendientes.

Gracias a un "imprevisto" en el asilo psiquiátrico, se había ausentado de las calles más de lo esperado y los negocios comenzaban a salirse de control, cosas simples; vándalos idiotas queriendo robarle, alguna mafia estúpida queriendo apoderarse de su club y el más simple de los casos… algunos de su propia banda tratando de aprovecharse de su ausencia para traicionarlo… idiotas. Nada que un poco de tortura y algo de sangre no pudieran arreglar.

A estas alturas en Arkham ya debían haber anunciado que se había fugado, por ende, el murciélago andaría por ahí buscándolo, tal y como él lo esperaba. Una sonrisa maniaca se dibujó en su rostro.

-Lástima que no tengo tiempo para jugar con ratas.

Sostenía una palanca de acero llena de sangre en sus manos, mientras se alejaba del par de hombres atados a unas sillas, estaban fuertemente golpeados y sin fuerza, sangrando sobre el suelo oxidado de la sala de producción en la fábrica. El murciélago vendría pronto y debía irse de ahí, aún tenía cosas que hacer antes de volver a Arkham. Se giró hacia Johnny.

-Encárguense de sus familias. Y tomen fotos, adoro las fotos familiares HAHAHAHA.

Los hombres heridos alzaron el rostro con pánico en sus ojos. El Joker sacó un revólver blanco con adornos de oro, con una sonrisa y sin perder el tiempo dio un certero disparo a la cabeza de cada uno.

-Espero que todos hayan visto lo que pasará si me traicionan. La próxima vez no tendré prisa. Ahora LARGO.

Un grupo de hombres fue a cumplir el encargo del jefe, con la familia de los traidores. Mientras el resto subieron a las camionetas para seguirlo por la ciudad. La siguiente parada era el club, sus hombres se encargarían de los vagos que intentaran robarlo, pero esto es algo que quería hacer personalmente, nadie se mete con lo que es suyo y ese era su club.

Johnny manejaba a toda velocidad por las calles de Gotham, mientras su jefe miraba su brillante reloj de oro, debía terminar pronto con esto para dejarse atrapar por Batman y volver a tiempo al asilo para su cita con la Dra. Quinzel.

El jefe estaba actuando extraño, no sabía exactamente cuál era su plan, por qué quería dejarse atrapar cuando podían sacarlo de la ciudad para evitar a Batman, tampoco sabía por qué había tardado tanto tiempo en escaparse de Arkham, él básicamente podía entrar y salir cuando quisiera. Era como si hubiera encontrado algo ahí…

-Johnny

Dijo el Joker con la voz apagada, viendo por la ventanilla.

- ¿Si jefe?

-Los necesitaré a ti y a los chicos en Arkham para una… sorpresa. Yo les diré cuándo y cómo, quiero que estén listos cuando lo pida.

-Claro jefe.

La camioneta se detuvo afuera su club ahora tomado por una de las mafias de la ciudad. El Joker miró con desprecio la fachada, habían cambiado el violeta de sus paredes y su letrero neón verde que antes clamaba "HA-HA Club" ahora era azul y decía "Collin's Club". Una mueca de asco se dibujó en su cara.

Extendió su mano hacia Johnny sin mirarlo y este le entregó una ametralladora. El Joker sonrió, su cita estaba aquí. En lo alto de un edificio cercano, Batman vigilaba la zona, sabía que tarde o temprano el Joker que aparecería por ahí, era lo suficientemente ególatra para no permitir que alguien más se quedara con su club.

Ya tendría tiempo para Batsy, ahora sólo quería darle una lección a esos idiotas que firmaron su muerte al tomar lo que es suyo. Una sonrisa llena de locura enmarcó su rostro y se adentró en el bar seguido por sus hombres armados.

- ¡Señoras y señores, llegó el entretenimiento!