Los Chicos del barrio no me pertenecen, son propiedad de Tom Warburton y Cartoon Network.
No es un adiós
Capítulo 1: Los soldados no huyen
-¡Entra allí de una buena vez!
-Déjame en paz, no voy a dejar que lo hagas. Deja. De. Empujarme.
Eran ellos los únicos habitantes dentro de aquella pequeña sala, y aun así apenas podían oírse el uno al otro pues el ruido se filtraba a través de las paredes. Gritos, aplausos, quejas. Nada menos que cientos de agentes colmando el anfiteatro de la base lunar. Esperándolos.
-Niño estúpido, holgazán, inútil, cobarde. ¡Te odio! Entra allí de una buena vez y desparece. ¡Seseeenta!
El mejor conocido como número 60 se sujetaba con fuerza del borde de la puerta luchando por no caer de cara al interior de aquel cubículo mientras por su espalda 86 chillaba maldiciones empujándolo. Básicamente al niño le habían tendido una trampa y se sentía un tonto por haber caído en algo tan obvio. "Te darán una medalla, una última medalla enorme para un niño bobo como tú" ella lo había dicho con tanta naturalidad que él ni sospechó. ¡Él amaba las medallas! Y al llegar allí se dio cuenta de todo.
Más tonto seria pensar que alguno podía ganar la pelea. Tomando en cuenta que llevaban años intentando acabar con el otro, aquel pleito podía seguir extendiéndose por horas y horas.
Hoy no podía permitírselo, alguien se daría cuenta de ambas ausencias y las cosas se pondrían feas.
Soltó su agarre de repente, en consecuencia él y Fanny cayeron al interior de la caja de metal uno sobre otro. Inmediatamente la tomó por los hombros sujetándole debajo de él.
-Le he dedicado años de mi vida a los chicos del barrio. Los mejores. He conocido tanto, tanto trabajo… ¡No lo echaré a perder ahora! -habló mirándola con pesadumbre- No lo haré 86... ¿Porque no lo puedes entender? Estas incumpliendo órdenes directas del líder supremo
-¿Pero y tus recuerdos sesenta? ¿No lamentaras olvidarte de nosotros? ¿Tus amigos, de mí..? ¡Eres un desconsiderado!
-A ver si entendí…quieres que te noqueé, tome las llaves traes contigo, entre a este cohete que convenientemente haz reparado para mí y me salve de la decomición –analizó el muchacho poniendo los ojos en blanco sin soltarla- es un buen plan, solo te faltó preguntarme si yo estaba de acuerdo con ser considerado un traidor.
Fanny lo miró desesperada.
-Tus agentes 60, todos están allí afuera y estoy segura que no serán capaces de hacerte daño, incluso puede que te ayuden a escapar. Sonia esta de mi parte junto con el tonto de Tommy o número "T", como sea. Deja de creerte el soldadito perfecto y hazlo.
Él se giró para mirar la puerta de salida, el camino de su final, miró entonces a la pelirroja frente suyo. Pareció pensarlo, pero luego lentamente negó con la cabeza. No cambiaría de parecer. 86 gritó, pataleó, se ahogó en insultos hasta que finalmente empezó a sollozar. Gruesas lágrimas surcaban el rostro lleno de pecas, y la vergüenza de ser vista tan vulnerable le provocaba más llanto e hipo.
Pero apenas 60 suavizó su agarre, ella trató de tomar su pistola de mostaza.
-No te darás por vencida ¿Verdad? Eso es lo que me gusta de ti pecosa –sonrió con malicia el muchacho jalándola nuevamente- la situación está controlada. Dame un buen regalo de cumpleaños número trece: deja de insistir en que debo huir y vamos a mi fiesta. No quiero llegar tarde a mi destitución.
,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,
Era una buena vista tomando en cuenta las circunstancias.
Todos y cada uno de los niños que él había entrenado para ser agente estaban en fila uno al lado de otro y a la orden del líder supremo lo saludaron al estilo militar.
Su discurso fue breve. Inicio con un: "Los soldados que lloren no recibirán pastel" obligando a todos a contener sus lágrimas al menos hasta que él se marchara y terminó con un: "Esto no es un adiós". Luego los aplausos se hicieron escuchar con fuerza, Sonia y Lee corrieron a abrazarlo junto con Tommy que limpiaba sus mocos en la capa azul que colgaba de su cuello. Ellos serían sus últimos alumnos, para ellos el cariño. Para 362 una obsoleta lealtad y un apretón de manos.
Y para 86…
-¡Pecosa! -le gritó mientras sacaba de su chaqueta un bolígrafo color azul y se lo lanzaba. Ella confundida lo atrapó en el aire pidiendo una explicación- ¡Para que no me olvides!
Era el momento culminante de la noche y todos empezaron a ponerse nerviosos. Mientras un par de agentes empujaban la mesa que traía su pastel al centro de la escena, 60 se quedó mirando a todos en el anfiteatro un momento más. Había dedicado sus mejores años a los chicos del barrio y ahora que su tiempo había acabado se marchaba con orgullo, sin temores o arrepentimientos. Se despidió de ellos por última vez poniendo su mano derecha sobre su frente luego sobre su corazón.
Se colocó en frente a su pastel de cumpleaños y sopló su vela número trece. A lo lejos la caja decomisadora se iluminó y el caminó hacia ella sin titubeos
El rostro de 86 sería el último que vería, 60 le sostuvo la mirada cuanto pudo y movió sus labios deletreando cada palabra para que ella pudiera comprenderlo. Luego, todo lo que había vivido o creído hasta entonces, desapareció.
Cuando la puerta se abrió el mundo solo pudo ver a un adolecente somnoliento llamado Patton.
,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,
Patton el adolecente que duerme todo el día. Patton el que no ha salido de su cuarto ni para lavar los platos sucios (tarea que le ha ordenado su madre), solo está allí acostado en cama tapado con miles de mantas. No han venido por él, no todavía
Al menos eso se repetía Fanny una y otra vez, sujetando sus binoculares contra sus ojos sin apartar ni un segundo su vista de la ventana de la habitación del chico.
Un día o dos para vigilarlo, una semana como máximo, luego olvídalo tal y como él se olvidó de todo. Esas eran sus órdenes. Pero 86 ya llevaba días sin apartase de la casa donde su ex amigo vivía. Tratando de no morir congelada en su escondite que fingía ser un muñeco de nieve.
Ser vigía en uno de los lugares más fríos del planeta sin equipo de respaldo no era la mejor tarea del mundo.
Buscó en su bolsillo derecho, tenía hambre pero constante temblor de su cuerpo le impedía poder tomar la barra de chocolate que guardaba. Las golosinas que 3 le había regalado se estaban agotando.
Es normal que extrañes a tu amigo- le había dicho Kuki el día en que empezó su guardia dándole un buen abrazo de consuelo- 5 lo superó luego de días y día de estar triste. Estoy segura que tú también.
No es lo mismo. Abby extrañaba a Mauricio, Mauricio todavía la recuerda. 86 vigila a un adolecente que no tiene ni idea de porque no recuerda los que hizo la semana pasada. Sesenta es arcilla valiosa para los ninjas adolecente y estando solo es presa fácil. Se quedaría lo necesario para asegurarse de que eso no sucediera.
El ruido de una bicicleta la distrajo, era el repartidor de periódicos que pasaba en frente de la casa como cada día tocando su anticuada bocinilla. Era un adolecente de cabello negro y bufanda azul y al parecer el ese día no era de suerte porque cuando lanzó el periódico un perro se atravesó en su camino haciéndolo caer contra el frio pavimento.
Fanny no pudo contener la risa, es lo mejor que ha pasado desde hace días y días de solo observar caer blanco, blanco y más blanco. Es lo malo del frío, una vez que te muerde te adormece -le dijo una vez alguien. Bajas la guardia, no notas que se te han pintado los labios de violeta, te hace olvidar cosas importantes como el hecho de que tu cabello rojo entre la nieve sobresalta casi tanto como tu potente voz. Una carcajada que se le atora en la garganta fue suficiente para delatarla.
Porque cuando logró darse cuenta ya estaba atrapada en una red siendo arrastrada lejos de la casa objetivo por un ninja adolecente.
-¡Suéltame!-gritó tratando de llegar a sus bolsillos en busca de su pistola de mostaza. Pero con sus manos congeladas y torpes, solo logró que se la quitaran.
-Miren quien ríe de la desgracia del pobre repartidor de periódicos –dijo un ninja que al parecer por su voz era una chica- buena actuación Joe, ven aquí.
-En realidad chicos creo que me fracturé el tobillo –anunció el de bufanda azul girando sobre la nieve adolorido- destruyan a ese feo perro y venguen mi muerte.
-Por el amor de… ¡Solo ponte nieve para aliviar el dolor Joe! ¡Y ustedes dos dejen al cachorro en paz, recuperen los periódicos del piso que no son gratis! –ordenó la chica molesta- Estúpidos muchachos buenos para nada.
-Ni me lo digas –concordó 86 poniendo los ojos en blanco.
-Bueno como decía…, pero si nuestra pequeña espía es nada menos que 86 –alardeó su captora mientras uno de sus secuaces ataba sus manos y piernas con ligas para el cabello- Cree estará contenta con este premio ¿No lo creen chicos? Un rehén perfecto. ¿Qué hacías aquí? ¿Cuidas de tu amiguito?
-¡Eso no te incumbe adolecente! Suéltame o te…
-¿O qué? ¿Llamaras a por ayuda? –preguntó apuntándole con su propia arma de mostaza- Somos tres contra uno, cuatro si cuentas al pobre Joe. Prepárate para ser encarcelada.
Fanny apretó los dientes esperando el impacto del sobre su cabeza, pero este no llegó. Abrió los ojos y vio cómo su enemiga caía inconsciente frente suyo. Se giró y vio como los ninjas restantes eran dejados fuera de combate al ser electrificados por las mismas armas que normalmente llevaban consigo pero ahora le pertenecían al recién llegado.
-Pecosa -dijo este con una voz nueva.
Patton la había salvado.
,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,
Connor Kurasay.
