En un punto del universo:

Había una vez una ciudad con familias que no eran exactamente bonitas. El machismo era el tema principal. Y una de las familias no bonitas eran padres de un hermoso joven de 18 años llamado Loki. Había terminado sus estudios en el colegio. Y quería también entrar a la universidad pero su padre, el gran Laufey no lo permitía. Puesto que sabía que su hijo era demasiado delicado y su deber era atenderlo como buen hijo. Además sabía que su hijo salía con un niño rico del cual Loki viviría cómodo. Así que tenía pensado entrenar a su hijo a ser un buen esposo.

Loki obedecía en todo a su padre. Le daba miedo ser golpeado o castigado por dicho ser. Siempre estaba como su madre Farbauti a las órdenes del gran Laufey que siempre estaba diciendo que él era el que traía el dinero a casa y que merecía una gran atención.

Solo fuera de casa podía ser libre con su novio Tony quien era muy amoroso y tierno. Lo respetaba en todo. Le daba hermosos obsequios como el simple momento de poder sonreír.

Les tengo buenas noticias –dijo una noche Loki a su padre porque él era el que todo debía saber primero.

Espero que no sea una mala noticia –dijo Laufey imaginando que su hijo estuviera embarazado o algo por el estilo.

Es… solo que desde mañana empezaré a trabajar –dijo feliz Loki. Sus padres le felicitaron y Loki concluyó diciendo-: y así podré ayudar en la manutención de la casa y ahorrar algo para ir a la universidad.

¡Ni hablar! –vociferó Laufey –tu lugar es estar aquí para atenderme como tu madre.

Loki ya no dijo nada viendo desvanecer sus sueños en las palabras de su padre. Desde ese día no tocó nunca más el tema del estudio.