¡Hola! Bueno, debo confesar que no estoy segura de esta historia. No se si alguien la lea (aunque sea una persona) pero quiero intentar compartir mis ideas aquí. Los personajes no son míos, son de .


Young and Beautiful

"He estado afuera en ese camino abierto. No me deprimas, he estado viajando por mucho tiempo"

Siempre era lo mismo. Ya debería estar acostumbrado después de todos los años desempeñando su trabajo. El cuerpo le dolía a horrores, hasta la conciencia. Bueno, la última hace años dejó de escucharla. El tipo de aquella noche se había pasado, apenas había podido cerrar la puerta cuando ya lo tenía sobre la cama, encima de él, diciéndole lo hermoso que era. Repitiendo las mismas palabras de los tipos anteriores a él; ya se las sabía de memoria pero fingía sentirse halagado y les sonreía con asquerosa inocencia.

Los trescientos dólares que le sacó eran lo único que valían después de todo. Al principio, cuando le daban el dinero, las ganas de escupirle y quemarlo eran muchas; pero luego se acostumbró, era en lo único que pensaba en medio de sus encuentros.

Acostado en la cama; con las sabanas y almohadas esparcidas desordenadamente, gritando los encuentros desesperados que se habían repetido ahí, estaba un chico castaño. Mirando perezosamente las astas del ventilador que giraban lentamente y no cumplían su labor. El calor lo estaba sofocando. No quería levantarse de la cama, ni bajar hasta el comedor, ni encontrarse con sus "amigos", ni entregarle a Jerry el dinero que se había "ganado" con su "esfuerzo". Pero también quería deshacerse del olor de todos esos desconocidos, y limpiar, así fuera exteriormente, la suciedad de su cuerpo.

Con cuidado de levantó enrollando su cuerpo entre la sábana blanca. La luz del sol se filtraba entre las persianas y las cortinas blancas; iluminándola un poco. Caminó tranquilamente hasta el baño y se encerró. No había necesidad, estaba solo; pero al cerrar esa puerta, sentía que se alejaba de toda esa basura. Solo estaba el.

Miró su reflejo en el espejo. A veces un poco de banalidad estaba bien. Sonrió. Era un acto narcisista, verse en el espejo por minutos. Apreciar lo que los demás llamaban "hermoso" y de lo que tanto se enorgullecía. Por algo él era la estrella entre todo ese show barato.

Dejó la sabana en el suelo y entró a la regadera. El agua estaba helada, pero no le molestaba; el calor infernal lo estaba asfixiando. Pasó sus manos por todo su cuerpo tratando de no pensar en todos los hombres que lo habían recorrido. Miró en busca de marcas; había una pequeña en la cara interna de su brazo. Maldijo al imbécil que lo había hecho, seguramente el ultimo tipo.

Acabó con rapidez o se perdería el desayuno y le dejarían las sobras de lo mejor. Abrió su armario y repasó lo que podría ponerse. El verano estaba azotando con fuerza, así que era mejor usar algo ligero y suelto. Buscó hasta encontrar su camisa blanca con un estampado a blanco y negro de alguna figura de los 50's. Unos jeans ligeros y unos zapatos negros. Pensó en su inseparable chaqueta de cuero negra (un harley la había dejado olvidada y a él le había fascinado así que se adueñó de ella) pero con tanto calor seria incomodo. Se miró una última vez antes de salir.

El pasillo del hotel estaba desierto. Ni los de servicio daban señales de vida. Caminó cuidando sus pasos; lo único que se escuchaba era el zumbido de los ductos de ventilación. Presionó el botón del ascensor y esperó. La puerta de una habitación se abrió con fuerza sobresaltándolo. Más no miró quien había salido de ahí. Solo quería que el maldito ascensor llegara de una vez; podía sentir la mirada de quien fuera la persona que estaba atrás de él.

Sonó la campana que anunció la llegada del ascensor. Entro con rapidez y presionó el primer piso; el hombre que estaba atrás de el entro y al parecer iban al mismo piso. "Claro que va al primero, esa es la salida" se regañó por ser tan tonto, seguramente el hombre se había quedado dormido o algo así. Lo miró de re ojo. Alto, piel blanca, cabello negro y vestido con un traje azul oscuro. El hombre gritaba dinero y lujo por todas partes. Al parecer lo miró mucho tiempo; el hombre volteo a verlo. Rápidamente miró al frente y se preguntó por que se tardaban tanto en llegar al primer piso.

Las puertas se abrieron y el no esperó mas para salir derecho al salón donde comía con los demás. Aun podía sentir la penetrante mirada del extraño en su espalda.

Las mesas estaban ocupadas por los "trabajadores" en su mayoría mujeres. Eran muy pocos los hombres que tenían el "privilegio" de pertenecer al club.

Llenó su plato sin interés alguno en lo que ponía. Café, hot cakes y un plato de fresas con crema. Buscó entre todos su mesa (la que compartía con sus amigos) y al encontrarlos caminó con la vista fija en ellos.

Habían apartado una silla para él. Se sentó y dio un saludo general; esa mañana no se sentía muy platicador.

-¿Y esa cara?-preguntó un rubio. Su mejor amigo desde que había llegado ahí, Armin.

-Es cierto, amigo. Parece que corriste por la auto pista-coincidió un chico rapado. Connie no trabaja con ellos. El ayudaba en la cocina, pero siempre sacaba tiempo para unirse con los demás.

Todos dejaron sus pláticas entre sí para mirarlo con atención.

-No es nada. Un tipo se pasó, eso es todo-le restó importancia al asunto mientras llevaba una fresa con crema a su boca.

-¿Quieres que traiga una almohada?-preguntó Jean con burla desde el otro lado de la mesa-apuesto que no puedes ni sentarte.

-No, gracias-respondió Eren entre dientes-¿Por qué mejor no te vas a tu establo, twilight sparkle?

Los demás soltaron una carcajada.

-Al menos soy el que monta, no como otros-le retó mordazmente.

-Pero a mí me pagan mejor-respondió con una sonrisa que distaba de ser verdadera.

-Ya, ya, chicos. Mejor cambiemos de tema-tranquilizó la mesa el pecoso Marco.

Siguieron en sus asuntos. Sasha comía como nunca siendo animada por Connie; Marco platicaba con Jean, y Armin leía un libro mientras bebía de su tasa.

Acabó con rapidez lo que quedaba en su plato y empezó a levantarse. Armin dejó su libro para mirarlo con curiosidad.

-¿A dónde vas?-preguntó.

-Afuera-respondió yéndose. Los demás solo vieron su espalda al alejarse.

Caminó hasta la entrada del hotel. Empujó la puerta de vidrio y fue recibido por los rayos del sol y el desierto.

El hotel "Phoenix" estaba ubicado a las afueras de las vegas, a diez minutos. En medio del desierto, daba la sensación de ser lo único en el mundo. No se quejaba; le gustaba el desierto y el paisaje que le ofrecía de día y de noche. Le gustaba salir y sentarse en los alrededores del hotel, los mas solitarios y con sombra.

Fue a su lugar acostumbrado y sacó un cigarrillo y un puñado de fresas que había tomado del buffet. Encendió el cigarrillo y le dio una calada, después de la tercera lo apagó. Mordió una fresa para quitarse ese asqueroso sabor de la boca. Se recostó contra la pared sin nada que hacer, después de todo, la acción empezaba en la noche; cuando los niños se iban a la cama. Soltó una pequeña risa ante su estúpido pensamiento. Pasaron unos minutos, hasta que un auto que pudo reconocer como un Nissan descapotable se detuvo a su lado. Al mirar al piloto reconoció al hombre del ascensor, ¿Por qué no se había ido aun?

El hombre bajó del auto con gracia y se acercó al castaño que aun no se levantaba de su lugar.

-Hey, ¿Tu trabajas aquí?-preguntó el hombre que ahora traía unos lentes negros.

-Si-contestó. Si le hubiese preguntado cuando había llegado apenas, seguramente habría tartamudeado y muerto de vergüenza. Ahora daba igual; todos se enteraban al final.

-¿Aquí se puede pagar por mas de dos horas?-quiso saber el extraño con las manos en sus pantalones caros.

-Sí, creo. Ve a la recepción y diles que necesitas hablar con Jerry-le respondió el castaño levantándose. Había olvidado entregarle el dinero a su "jefe" y no quería escuchar sus chillidos sobre la puntualidad del pago. Mordió la última fresa que había entre sus dedos. El hombre había visto la acción con mucha atención, sin que el castaño se diera cuenta gracias a los lentes.

-Chico-lo llamó al verlo alejarse.

Eren volteo a verlo, esperando lo que fuera a decirle.

-¿Cómo te llamas?

El castaño se lo pensó un poco, pero al final se lo dijo. Nadie había preguntado por mucho tiempo su nombre, había olvidado que el también era una persona.

-Eren.

El extraño asintió y le dio la espalda para caminar hacia su auto. Eren retomó su caminata hacia la entrada. El hombre no le había dicho su nombre, pero tal vez se volverían a ver; había captado que pensaba regresar.

Como supuso, Jerry lo sermoneo; pensaba que había huido con sus "ganancias". Lo amenazó, le advirtió y al final lo dejó salir con un "No juegues conmigo, niño". Rodó los ojos con molestia. Y se perdió entre los pasillos que lo llevaban hasta su cuarto. Se detuvo en una ventana y miró atreves de ella. El sol estaba en lo alto azotando la tierra con sus rayos potentes. A lo lejos un auto se alejaba dejando una estela de polvo a su paso. Supuso que era el auto del hombre con el que había hablado.

-Buen viaje, extraño-le deseo en voz baja, con la vista perdida en el camino.


Condujo con rapidez, casi revezando el límite de velocidad permitido. No había de que preocuparse; la carretera estaba vacía y solitaria. La tranquilidad que echaba de menos entre el bullicio de Las Vegas. Para Levi aquello supuso la confirmación del rumbo que estaba tomando su vida. Había encontrado una persona que estaba dispuesta en atar su vida con la suya, así el no se creyera capaz de corresponderle con la misma fuerza. Se lo había advertido, pero ella solo sonrió ligeramente y le dijo que el amor llegaría después.

El no le había prometido nada, solo podía cumplirle materialmente; y creía que con eso bastaba.

A lo lejos pudo divisar la ciudad de neón. Entre colores sepia y veraniegos (gracias al sol y al desierto) de noche era totalmente distinta. Condujo entre sus calles atestadas de turistas de todas partes del estado; del país, del mundo. Algunos venían por los placeres que podía brindarles; mujeres, dinero, alcohol, sexo. Otros más inocentes se dedicaban a recorrer los desiertos, las calles o simplemente conocer un poco de esa escandalosa ciudad.

Necesitaba llegar rápido a su casa. El calor lo estaba haciendo transpirar y el odiaba la sensación de humedad en su cuerpo, además, necesitaba quitarse de encima el asqueroso perfume barato de mujer. Llegó a Canyon Gate, una comunidad lujosa y de casas amplias. Su casa era de las más grandes y costosas. Las personas al pasar frente a ella se preguntaban qué clase de hombre vivía ahí. La casa tenía palmeras en la entrada, un camino de grava que conducía a la entrada y la parte frontal era de piedra y mármol. La puerta era amplia, de madera solida con detalles en vidrio.

Dejó su auto junto con los otros cuatro. El calor de afuera contrastaba con el ambiente fresco de la casa. Subió las escaleras hasta su cuarto y se deshizo del traje. Lo miró unos segundos y decidió tirarlo a la basura. Se dio un baño largo y refrescante, frotando con un poco de fuerza para quitar todo el sudor y la suciedad de su piel. Cerró la llave y salió con una toalla en la cintura.

Optó por unos pantalones sueltos y una camisa blanca. Podría acostarse en la gran cama y dormir como no había hecho en toda la semana, pero tenía trabajo y conociéndose, no podría dormir hasta no terminarlo.

Caminó hasta el estudio donde lo esperaba su escritorio con papeles al tope. La habitación era luminosa pero las cortinas blancas hacían que la luz fuera más suave y fresca. Se sentó y tomó los papeles que había dejado ayer antes de salir a ese "hotel". Había sentido la urgencia de ir y liberar el estrés en un cuerpo alquilado. No había quedado satisfecho, pero había terminado tan cansado que no se dio cuenta a qué hora cayó dormido. Cuando salió de la habitación notó el contraste con la noche anterior; las personas iban y venían de los pasillos, de los cuartos salían y entraban hombres y mujeres de todas las edades. Ahora solo era un pasillo vacio y el sonido sordo de los ventiladores. Solo había una persona; un chico castaño esperando el ascensor. Le dio curiosidad su figura menuda y delicada.

Siguió allí sentado largo rato. Con los ojos de su mente veía a un muchacho de cuerpo frágil y ojos turquesa. Con su cabello castaño balanceándose a cada paso. Eren. Así se llamaba; casi pensó que el chico no le diría su nombre. Su mirada desconfiada bailó sobre el antes de abrir esa linda boca.

El sonido de su móvil lo sacó de sus divagaciones. Miró con molestia quien estaba llamando. Suspiró con pesadez antes de contestar.

Petra.

-Hola.

-¡Hola, amor!-saludó animada.

-¿Pasa algo?-preguntó mientras apartaba los papeles en orden de importancia.

-Oh, no, no…-una pausa, como si dudara lo que iba a decir-… es solo que…

-Petra-la llamó. Odiaba que la gente andara con rodeos.

-… ¿Dónde estuviste ayer?-preguntó la mujer con cautela-vine a tu casa y no estabas.

Apoyó su mentón en su mano izquierda y cerró los ojos. Ya lo veía venir.

-Salí.

-Sí, ya se. ¿Pero a donde?-Petra era persistente.

-Afuera-respondió escuetamente-afuera de la ciudad.

Silencio.

-Tengo trabajo. Hablamos después.

-¡Espera! No te enfades, solo estaba preocupada. Lo siento-se apresuró en responder Petra-… no te quito más tiempo…-Levi iba a colgar hasta que ella volvió a hablar-…te amo.

Levi no respondió, no iba a decirle lo que ella quería oír. Así no funcionaba él.

-Está bien, adiós.

Cortó la llamada y apagó su celular. Se echó atrás en su mullida silla; nuevamente pensó que estaba apresurando las cosas. No se podía visualizar a él siendo un hombre de hogar, con esposa. Un matrimonio que estaba destinado al fracaso. Pero ella era la única que le hacía algo de compañía y le hacía sentir en una zona segura; no tenia que preocuparse, tenía a alguien esperándolo. Pero en su mente no veía a Petra como su compañera; de alguna manera solo podía ver a un chico castaño de ojos bonitos.

Tenía la sensación de que todo podría pasar si se dejaba llevar por el momento. Si cerraba los ojos podía ver al niño mecerse con sus jeans frente a él.

"No me dejes ahora, no me digas adiós, no des la vuelta; déjame en lo alto"


¿Que tal? ¿muy mala? ¿aburrida? Creo que pudo salir mejor, pero voy a tratar de hacerla mas interesante. Me haría muy feliz que dejaras un comentario para saber que piensas. Tengo muchas ideas, vamos a ver que tal sale.

¡Gracias por tomarte el tiempo de leer!