Me Sonríe despreocupado.
El tren se movía como a noventa y diez kilómetros por hora, y el equilibrio no era mi fuerte. Caigo de sentón y él suelta una carcajada.
"No te rías bastardo, me dolió un chingo"
Él se sienta, como siempre se sienta. Estilo indio con las manos apoyadas en las rodillas, con su enorme sonrisa imborrable.
"Estaremos aquí un buen rato, la próxima estación está a dos horas contando desde el siglo que viene"
"Bonita ruta escogiste"
"No-fue-mi-culpa… ya sabes como es ese idiota se Zenitaga… siempre jodiéndome. Aun que hay que admitirlo, si no está ese güey, casi no es divertido robar"
"Has dicho casi…"
Digo dibujando una media sonrisa en mi rostro.
Nos miramos con complicidad. Somos socios, amigos, camaradas… carnales.
El viento amenaza con arrebatarme mi sombrero, y el clima helado y seco hace arder mis mejillas. El ruido del aire contra mis oídos ensordece la voz de Lupin diciendo:
"La noche parece que nos va a comer, ¿no crees?"
No entiendo muy bien el motivo de aquel comentario, pero no puedo evitar un sonrojo. Mis ojos se descubren por debajo del ala del sombrero, la luz de la luna ilumina sus motivos mientras los describe con su dedo índice sobre mi cuello. Sus yemas están frías como el mármol, y sus ojos son como un pica hielo en mi alma. Pero su sonrisa… su maldita sonrisa tan irresistiblemente cálida, puedo sentir sus deseos llamándome a cumplirlos.
"¿Q-qué te pasa? No me dirás que se te volteó la canoa por escuchar tanto la canción de las divinas, ¿eh?"
"¿No pensarías que iba a marcharme con las manos vacías por ti?"
Canta, su sonrisa se hace más grande. Sus ojos se entrecierran y su presencia se me envuelve hasta hacerme olvidar que el dorso de un tren no es un lugar adecuado para…
Mis ojos se pasean por su rostro, Los suyos, negros como la noche que nos observa melancólica.
Acerca su cara a la mía. Nuestras narices se tocan y yo no hago nada, su brazo derecho me aprisiona contra el tren y la sorpresa es demasiado grande como para saber que demonios hacer. Pero no puedo evitar notar que se humedece los labios, y que yo inconcientemente le copio. No se acerca más, la distancia es suficientemente escasa como para ser desvanecida con el mínimo esfuerzo, pero se mantiene allí. No es un "voy a besarte"… es un "Yo, el gran Lupin III te otorgo a ti el honor de tener la aprobación de besarme". Capto el mensaje, tantos tiempos juntos he aprendido a leerle la mente.
Pero… no es correcto.
La naturaleza hizo al hombre y a la… ¡Al carajo! ¡Como si a mi me importaran las reglas!
Y rompo la distancia sobrante.
El beso es duro, frío… poco fluido, pero es por que lo he dado yo. En cuando él comienza a hacer las suyas con mis labios todo cambia, todo se vuelve cálido, dorado con matices rosas y violetas y… que malditamente joto me escucho. Pero es que es así, es… él. Él sobre mí, su cuerpo contra el mío, su deseo siendo cumplido por mí, por que para eso… estamos los amigos, ¿No?
Sus mano libre me toma por la cadera, mientras que las mías van sin rodeos a su nuca. Todo lo que nunca se dijo, se dice, y yo comprendo, el lo sabe.
Son una serie de sentimientos, emociones, sin coherencia o ritmo. Solo fluyen y yo me dejo llevar.
Nos separamos, yo demasiado confundido como para decir algo el resto de viaje, que transcurre en un silencio denso como el agua… incómodo.
"Y… ¿Cómo está Fujiko?"
